El canciller federal de la República de Austria, señor Franz Vranitzky, visitó, el 2 de febrero de 1988, la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja, donde fue recibido por el señor Cornelio Sommaruga, presidente de la Institución, y por varios miembros del Comité.

En su alocución de bienvenida, el presidente del CICR agradeció al canciUer federal el apoyo prestado por la República de Austria al CICR. Recordó, asimismo, que el gran número de situaciones conflictivas en el mundo requiere, en interés de las víctimas, un constante apoyo diplomático, particularmente por parte de los países neutrales.

En la página 174, se reseña la misión del presidente del CICR en África austral, realizada del 12 al 20 de febrero.

A pesar de numerosas dificultades, prosiguieron, a comienzos de 1988, las operaciones de socorro en favor de cientos de miles de personas civiles víctimas de la situación conflictiva y de la sequía.

Los problemas que surgieron durante el transporte de víveres a Tigré, una de las regiones donde se registraron las mayores necesidades, obligaron a los delegados a aplazar varias veces las distribuciones de víveres previstas. En Wollo, a finales de febrero, el CICR seguía sin poder emprender su programa de socorro.

En enero, se beneficiaron de asistencia alimentaria más de 360.000 personas y, en febrero, unas 540.000. Sin embargo, al CICR, que esperaba, para finales de 1987, poder acudir más prontamente en ayuda de mayor número de beneficiarios, no satisficieron esos resultados.

Invitado por el presidente del Consejo Ejecutivo de la Cruz Roja Húngara, doctor Janos Hantos, el presidente del CICR estuvo en visita oficial en Hungría, del 15 al 20 de septiembre de 1988, acompañado por el señor M. Veuthey, delegado general para Europa y América del Norte y de la señora C. Kruck, encargada de difusión para Europa y América del Norte.

El presidente del CICR se entrevistó con las más altas autoridades del Gobierno húngaro —el primer ministro, señor Károly Grosz, y el ministro de Relaciones Exteriores, señor Péter Varkonyi—, con las que abordó la cuesción de la ratificación de los Protocolos adicionales por parte de Hungría y la financiación del CICR y de varias acciones humanitarias de la Institución actualmente en curso.

Tras el acuerdo firmado, el 3 de abril de 1988, por Etiopía y Somalia, se organizó la repatriación de los prisioneros de guerra y de los internados civiles. En el transcurso del mes de julio, delegados del CICR visitaron y tomaron los datos de los prisioneros de guerra y de los internados civiles en ambos países. Para numerosas personas recluidas en Somalia, esa visita fue la primera que recibían del CICR tras once años de cautiverio. La repatriación se organizó después en colaboración con las autoridades y las Sociedades Nacionales de ambos países; el 23 de agosto, tuvo lugar el primer vuelo de Mogadischo a Dire Dawa (Etiopía) para trasladar a un primer grupo de 176 etíopes y a un prisionero de guerra cubano, detenido en Somalia desde hacía más de diez años.

El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es el ejemplo más notable de desarrollo que pueda existir. Fundado hace 125 años, está hoy presente en todo el mundo. El número de sus miembros y su campo de acción se han incrementado considerablemente, sus métodos se han renovado y sus actividades tienen nuevas formas. Esta faculdad de adaptarse a un mundo en constante evolución ha permitido al Movimiento no sólo conservar su lugar inicial sino granjearse la más alta consideración de la opinión pública con la que cuenta actualmente dando prueba de una poco común capacidad de desarrollo. Este hecho tiene una importancia fundamental en la definición del desarrollo tal como hoy lo concibe el Movimiento.

La noción de desarrollo es parte integrante de la doctrina del Movimiento que, en ese sentido, ha seguido la evolución general de la sociedad. En su acepción moderna, el desarrollo es, desde finales de la Segunda Guerra Mundial, una de las actividades predominantes del mundo contemporáneo. Ya en 1963, nuestro Movimiento trazó un programa de ayuda al desarrollo de conformidad con sus Principios.

El lugar que ocupa la difusión de los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de las normas esenciales del derecho internacional humanitario (DIH) entre las múltiples actividades de la Cruz Roja de Bélgica empezó a perfilarse en la década de los setenta y se afianzó realmente en los años ochenta.

Durante los últimos meses de 1987, el CICR logró resolver progresivamente las numerosas dificultades de índole logística que obstaculizaban su acción, y el programa de asistencia sobre el terreno que lleva a cabo en cooperación con la Sociedad Nacional se desarrolló según los planes fijados. Así pues, a finales de 1987, los delegados del CICR trabajaban normalmente en 51 lugares, distribuidos en 41 distritos de las siete provincias del país. A comienzos de 1988, tenían previsto iniciar sus tareas en la provincia de Manica y en la región de Inhambane, pero, a finales de diciembre, tuvieron que restringir temporalmente sus actividades, principalmente en las regiones más conflictivas, debido a la falta de seguridad. El CICR efectúa gestiones ante las fuerzas en conflicto a fin de lograr las garantías necesarias para proseguir su acción y extenderla a las regiones adonde aún no ha llegado.

Tras el llamamiento efectuado por el presidente del CICR el 9 de noviembre en favor del «libre acceso para la supervivencia», se emprendieron importantes distribuciones de víveres en el norte de Etiopía. A finales de diciembre, el CICR había proporcionado raciones alimentarias a unas 300.000 personas civiles en peligro de inanición, principalmente en Tigré.

El presidente del Gobierno español, señor Felipe González, acompañado por el señor Javier Solana, ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, visitó, el 7 de junio de 1988, la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja, donde fue recibido por el señor Cornelio Sommaruga, presidente de la Institución, y por varios miembros del Comité; asistieron el secretario general de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, señor Pär Stenbäck, y el presidente de la Cruz Roja Española, señor Leocadio Marín.

En su alocución de bienvenida, el presidente del CICR agradeció al señor González el apoyo que España presta al CICR. El presidente del Gobierno español informó al presidente del CICR que la propuesta de ratificación de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra fue presentada ante el Parlamento español. El señor González espera que España podrá ratificar, en breve, estos dos instrumentos humanitarios.

Tras la ola de violencia étnica que estalló el mes de agosto, el CICR asistió a más de 12.000 personas en el norte de Burundi. Desde mediados de septiembre, se distribuyeron mantas, ropa, jabón, utensilios de cocina y aperos de labranza a la población afectada por los recientes acontecimientos.

Esta asistencia, transportada, en parte, en camiones desde Uganda, se completó con productos comprados sobre el terreno por el CICR.

Las distribuciones se efectuaron en los municipios de Ntega y de Marangara, ambos cerca de la frontera con Ruanda y teatro de los recientes actós de violencia. En un principio, se distribuyeron socorros en los centros de reagrupación para las personas desplazadas y, posteriormente, en sus collados de origen, a donde volvieron lentamente a reinstalarse.

El 9 de febrero de 1863, tras una reunión de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública, sociedad filantrópica cuyo presidente era Gustave Moynier, se nombró una comisión integrada por Henry Dunant, Louis Appia, el general Guillaume-Henri Dufour, Théodore Maunoir y Gustave Moynier, a la cual se encargó aplicar las conclusiones del libro de Henry Dunant, Recuerdo de Solferino, en primer lugar, en cuanto a la posibilidad de «contar con enfermeras y enfermeros voluntarios para los ejércitos en campaña».

Esta fecha es un hito en la historia, puesto que dicha comisión había sentado las bases de lo que iba a ser, a partir del 17 de febrero de 1863, el Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos, llamado después Comité Internacional de la Cruz Roja. Como escribió Gustave Moynier: «9 de febrero de 1863… verdadero punto departida de la Cruz Roja».

El pasado 14 de julio de 1988, el CICR recibió con profunda tristeza la noticia del fallecimiento, tras una larga enfermedad, del señor Victor H. Umbricht, miembro honorario y ex vicepresidente del CICR.

El señor Umbricht, elegido miembro del CICR en 1970, fue miembro y vicepresidente del Consejo Ejecutivo desde 1973 y, más tarde, vicepresidente del CICR hasta 1985, así como miembro honorario del mismo a partir de 1986. Durante casi veinte años, marcó, con su personalidad y sus realizaciones, los profundos cambios de la Institución.

Nacido en Endingen (Suiza), el año 1915, el señor Umbricht era doctor en derecho internacional por la Universidad de Berna. Tras prestar servicio, de 1941 a 1953, en el cuerpo diplomático suizo, ingressó en el Banco Mundial (Washington) como director adjunto de las operaciones para Europa, África, Asia y Australasia. En 1957, fue nombrado director general de la Administración Federal de Finanzas, en Berna. De 1960 a 1961, fue asesor financiero y presidente del Consejo Monetario de Kinshasa (ex Congo belga) y, de 1965 a 1985, miembro del Consejo de Administración de las sociedades CIBA y CIBA-GEIGY de Basilea.

La visión de Henry Dunant, 125 años más tarde, se quede corta ante la triste realidad de este mundo. El perfeccionamiento de los medios de destruction parece no tener límites, los enfrentamientos armados son cada vez más mortíferos; pero, paradójicamente, no por eso son de mós corta duración. En cambio, es creciente, de conflicto a conflicto, la deliberada voluntad de no hacer distinciones entre los combatientes y los no combatientes e incluso de dirigir los ataques contra la población civil.

La Cruz Roja, enfrentada a nuevas necesidades, por lo que respecta tanto a su índole como a su amplitud, debe consolidar su capacidad de acción, ya que, ahora menos que nunca, puede dejarse sorprender por esta noria mortífera. Debe estar preparada para intervenir con rapidez y eficacia respetando sus Principios Fundamentales, Principios que, cada vez con más frecuencia, se ponen en tela de juicio.

Prosiguiendo la serie de artículos sobre la labor de las Sociedades Nacionales, la Revista Internacional cede la palabra, en este número, a la Cruz Roja de Benin y a su presidenta, la señora Véronique Ahouanmenou, quien traza elperfil actual de esa Sociedad Nacional, resaltando sus principales actividades y la estrategia que ha elaborado para acelerar su proceso de desarrollo.

Este artículo es un valioso complemento al nímero especial de la Revista (mayo-junio de 1988) dedicado al tema del desarrollo y de la cooperación en el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

La Cruz Roja de Benin fue fundada el 1 de mayo de 1963 y, cinco dias más tarde, fue reconocida por el Gobierno de la República Popular de Benin como sociedad auxiliar de los poderes públicos. Reconocida por el CICR el 22 de agosto de 1963, fue admitida como miembro de la Liga el 28 de agosto de ese mismo año.

El lugar que ocupa la difusión de los Principios Fundamentales de la Cruz Roja y de las normas esenciales del derecho internacional humanitario (DIH) entre las múltiples actividades de la Cruz Roja de Bélgica empezó a perfilarse en la década de los setenta y se afianzó realmente en los años ochenta.

Además de las iniciativas tomadas y llevadas a cabo a nivel nacional, especialmente la organización del simposio dedicado a la «aplicación de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949», que se celebró en Bruselas el mes de noviembre de 1986, la Comunidad de lengua francesa de la Cruz Roja de Bélgica se esforzó en contribuir, con aportaciones propias, a los llamamientos en favor de la difusion y de los programas de acción del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

El profesor Daniel Frei, miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja desde el 1 de marzo de 1986, falleció repentinamente el 1 de agosto de 1988.

Nacido el 24 de octubre de 1940 en San Gall, Daniel Frei era doctor en Historia por la Universidad de Zurich a los 24 años. Prosiguió sus estudios en la «London School of Economics and Political Science», y después en la Universidad de Michigan y, en 1967, se diplomó en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internationales de Ginebra.

En 1968, fue nombrado profesor asociado y, en 1971, profesor ordinario de Ciencias Políticas en la Universidad de Zurich, donde también dirigió el Instituto Suizo de Investigaciones Internationales.

Daniel Frei es autor de numerosas publicaciones sobre las relaciones este-oeste, el desarme, la neutralidad y la cooperación internacional. Era miembro del Club de Roma y asesor del UNITAR (Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación) y del UNIDIR (Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme).

El 9 de febrero de 1863, a las seis de la tarde, en un lugar llamado «el Casino», los miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública se reunieron bajo la presidencia de Gustave Moynier para examinar, sucesivamente, la publicación de una edición popular de los clásicos franceses, la adscripción de un cuerpo de enfermeras voluntarias a los ejércitos beligerantes y la fundación de juna colonia agrícola para niños descarriados!

¿ Quién hubiera pensado, en esa época, en la importancia de esa fecha que, según las propias palabras de Gustave Moynier, «marca el verdadero punto de partida de la Cruz Roja»? ¿Quién, en nuestros días, a excepción de algunos iniciados, recuerda esta reunión ordinaria que se convirtió en extraordinaria, ya que en ella cinco ciudadanos de Ginebra, Henry Dunant, Louis Appia, Gustave Moynier, el general Dufour y Théodore Maunoir, sentaron las bases del Comité Internacional de la Cruz Roja y, por consiguiente, de todo el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja?

La Media Luna Roja Marroquí (MLRM) organizó, durante el año 1987, una serie de seminarios de difusión del derecho international humanitario (DIH) y de los derechos humanos para seis diferentes publicos concemidos por el conocimiento del DIH. Esta interesantísima experiencia permitió llegar, en todo el país, a personas motivadas que, en su mayoría, tenían solamente un pequeño conocimiento del derecho internacional humanitario, y fragmentario del Movimiento Internacional de la Cruz y de la Media Luna Rojas. Fue, asimismo, una experiencia piloto, porque, por primera vez, la Sociedad National organizó, por propia iniciativa, una serie de seminarios de difusión para los públicos destinatarios determinados por el Movimiento en todos sus programas de acción.

Del 22 al 24 de junio de 1988, tuvo lugar una conferencia international en La Haya (Países Bajos) sobre«la asistencia humanitaria en los conflictos armados». La organizaron la cátedra de Cruz Roja de Derecho Internacional Humanitario de la Universidad de Leiden conjuntamente con las Sociedades Nacionales de Cruz Roja de Bélgica (comunidad flamenca) y de los Países Bajos.

Inauguró la conferencia —a la que asistieron unos 180 participantes (de los cuales Su Alteza Real la princesa Margriet de los Países Bajos) — el ministro holandés para Cooperación al Desarrollo, señor Pieter Bukman. El profesor René Jean Dupuy, profesor de Derecho Internacional en el Collège de France (París) pronunció el discurso de la sesión de apertura. El grupo de conferenciantes de las tres sesiones de trabajo de la conferencia estaba integrado por representantes del CICR, de la Liga, del ACNUR, de Médecins sans Frontières, de Mèdecins du Monde, de la CEBEMO (Organización Católica Holandesa para la Financiación Conjunta de Programas para el Desarrollo), el Fondo Save the Children, Oxfam RU, y de los círculos académicos.

No nos hagamos ilusiones: el objetivo de un mundo de paz y de justicia, sin violencia ni miseria, está aún lejos de alcanzarse.

Esta triste comprobación, a manera de preáinbulo, no tiene por objeto enfriar la buena voluntad, que es el motor de nuestro Movimiento, sino poner de relieve lo importante que es, en la acción humanitaria, aunar las energías, coordinar las fuerzas, tirar de la misma cuerda. Cada hombre, cada franco debe utilizarse lo mejor posible si se quiere progresar en la lucha desigual que hemos de librar en favor de las víctimas de la guerra, de las catástrofes y de la miseria. Las rivalidades en el ámbito de la asistencia humanitaria son más escandalosas que en cualquier otro; puesto que las necesidades siguen siendo enormes, hay lugar suficiente para todos. Pero también hay que tener en cuenta que la eficacia requiere una buena coordinación: cada uno tiene que encontrar su lugar.

Nuestro Movimiento no está libre de la exigencia de definir su cometido, lo que se plantea incluso a dos niveles: ante el mundo por el Movimiento en su conjunto y, en el seno del Movimiento, por cada uno de sus componentes.

Del 25 al 30 de abril, tuvo lugar, en Las Palmas (España), un seminario de expertos en socorrismo de Sociedades Nacionales africanas. Asistieron representantes de 19 Sociedades Nacionales de lenguas española, francesa y portuguesa.

El objetivo del seminario, organizado por la Cruz Roja Española con la participación de las Cruces Rojas Francesa, Portuguesa, Belga y de la República Federal de Alemania, así como de la Liga y del CICR, era preparar el contenido de un manual de socorrismo válido para toda África; también se debatieron los aspectos técnicos y se designó el equipo de redacción.

Los organizadores optaron por el método de escuchar lo que las Sociedades Nacionales deseaban realizar, para después comparar y presentar los resultados en sesión plenaria y, así, dedicar tiempo sóo a los puntos sobre los que no había acuerdo. Por último, el debate permitió llegar a un consenso acerca de todos los puntos.