El Consejo de Delegados del Movimiento International de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, integrado por los representantes de las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, del CICR y de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, se reunió en Ginebra los días 26 y 27 de octubre de 1989.

Declaró abierta la reunión el presidente de la Comisión Permanente de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, doctor Ahmed Abu-Gura, quien dirigió un llamamiento a todos los delegados para que contribuyan a establecer la paz en el mundo y en el espíritu de los pueblos.

Tras propuesta del doctor Abu-Gura, fueron elegidos presidente y vicepresidente del Consejo, respectivamente, los señores Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, y Mario Villarroel, presidente de la Liga.

Declarando abiertos los trabajos del Consejo, el señor Sommaruga recordó las prioridades del Movimiento y los compromisos del CICR y concluyó diciendo que esperaba que el espíritu de fraternidad, la confianza mutua y la determinación animaran los debates de la reunión.

La primera parte de la reunión, el 26 de octubre, se dedicó a la atribución de la Medalla Henry Dunant a seis personalidades del Movimiento; además, se asignó por primera vez el Premio de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja por la Paz y la Humanidad, otorgado a la Cruz Roja Libanesa.

El punto de partida del presente estudio es la confrontación entre el instinto guerrero inherente en la naturaleza humana y el derecho islámico, cuyo realismo es unánimemente reconocido.

De hecho, el Islam no puede tolerar las manifestaciones excesivas de este instinto que, como pone de relieve el profesor Muhamad Taha Badawi, prima sobre todas las pulsiones a las cuales el hombre es proclive. Indisolublemente unido con todos los factores que incitan al hombre a hacer la guerra, de la cual él puede ser el elemento detonador, el instinto guerrero es, en última instancia, fermento de violencia, que actúa como fuerza reactiva en el ser viviente que se encuentra en situación de peligro de muerte.

Las formas de violencia que caracterizan a los conflictos armados actuales tienen por resultado el aumento del número de víctimas entre la población civil, especialmente los niños que, a causa de su vulnerabilidad, son los más afectados. La participatión de los niños en las hostilidades es, asimismo, un fenómeno inquietante, cuya gravedad justifica la creciente preocupación de la comunidad internacional.

Hasta la Segunda Guerra Mundial, en los conflictos se enfrentaban, sobre todo, ejércitos regulares. Los niños han desempeñado un papel en los movimientos de resistencia en Europa; han sido deportados, detenidos, enviados a campos de concentratión, desde la aparición, sobre todo, de los nuevos tipos de conflicto, en los que se enfrentan los ejércitos regulares y la guerrilla. Vemos demasiado a menudo, en los escenarios de las hostilidades, a muchachos que apenas han salido de la niñez llevando armas y dispuestos a utilizarlas sin discernimiento. Están en peligro de muerte no sólo el niño que participa en las hostilidades, sino también las personas que son su bianco, a causa de su comportamiento inmaduro y emotivo.

En la introducción a un estudio anterior de la Convención de las Naciones Unidas sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales de 1980 (Convención sobre las armas convencionales) el autor cita la observaci:ón del ya fallecido Sir Hersch Lauterpacht: «si el derecho internacional es, en cierto modo, el punto de fuga del derecho, el derecho de la guerra está, quizás aun más patentemente, en el punto de fuga del derecho internacional» El autor lleva más allá la afirmación de Lauterpacht y sugiere que el punto de fuga del derecho de la guerra podría encontrarse en la rama del derecho que limita el empleo de armas. Después de exponer lo anterior, el autor descubre que un colega suyo había hecho también las observaciones de Sir Hersch afirmando, además, que el punto de fuga del derecho de la guerra es el derecho de la guerra en el aire.

El 3 de mayo, después de una interrupción de seis meses, excepción hecha de algunos vuelos técnicos, el CICR pudo reemprender los vuelos regulares a Sudán. Así pues, desde esa fecha, pudieron alcanzarse, según un plan de vuelo comunicado cada semana a las dos partes en conflicto, las localidades siguientes: Wau, Juba y Malakal, desde Jartum y Kongor, así como Leer y Bor desde Lokichokio (Kenia). Además de transportar a personal del CICR, los aviones cargaron semillas, herramientas y el material necesario para los programas veterinarios.

• Nuevo vicepresidente del CICR

El Comité International de la Cruz Roja tendrá, a partir del 1 de junio de 1990, un nuevo vicepresidente permanente, el señor Claudio Caratsch. En su reunión del 9 de noviembre de 1989, la Asamblea designó por cooptación al señor Caratsch miembro del CICR, cuyas funciones asumirá el 1 de marzo de 1990.

El señor Claudio Caratsch, oriundo de S-chanf y Sta. Maria i.M. (cantón de los Grisones), nació el año 1936. Estudió en Berna, Basilea, París y Neuchâtel. Se graduó en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de París y también obtuvo la licenciatura en Letras y el diploma del Instituto de Estudios de Desarrollo Económico y Social. El año 1960, empezó a prestar servicios en el Departamento Político Federal, y ocupó varios cargos diplom´ticos (Londres, Berna, El Cairo, Varsovia, Viena). De 1984 a 1988, fue embajador de Suiza en Costa de Marfil, Burkina Faso, Níger y Guinea; desde 1988, es embajador de Suiza en Egipto y en Sudán, cargo que abandonará en febrero de 1990 para ocupar el del CICR.

Son muchas las obras árabes antiguas en las que se menciona al imam de los pueblos de Siria, Abd Al-Rahmán Al-Awzai, como al-fihrist de Ibn An-Nadim y al-Jorh wa at-taâdil de Ibn Abi Hatem Ar-Razi. Entre las obras más recientes, cabe señalar la del doctor Sobhi Mahmassani, dedicada a Al-Awzai (Beirut, 1978). En este breve articulo resumimos la vida de Al-Awzai y algunas de sus ideas en cuanto a la relación entre gobernantes y gobernados, y reservaremos un lugar especial a la aportación con que enriqueció la disciplina de los siyar, es decir, el derecho de la guerra.

¿Cuál es el valor real de la información de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja en el mundo de hoy?

La información en el Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es, desde hace tiempo, un tema controvertido; de hecho, algunos consideran que no está lo suficientemente desarrollada y que habría que prestarle mayor interés.

La imagen de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, nacida hace 125 años, ha de adaptarse constantemente, quiérase o no, a los cambios que se han producido desde hace más de un siglo. La tarea no es fácil para los que están encargados de modelar esta imagen de múltiples facetas, así como de mostrar cómo refrenar los efectos de la miseria del hombre, fuente de violencia continua.

Se dice que es difícil percibir el mensaje de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Aquí se plantea un problema, tanto para nosotros como para aquellos a quienes nos dirigimos, puesto que, precisamente cuando nuestro Movimiento necesita de la ayuda y del apoyo de los que se preocupan por la suerte de las víctimas o de los que intentan salvaguardar los valores humanos pisoteados, nos damos cuenta de que, desafortunadamente, nuestros esfuerzos no son recompensados como desearíamos.

Ni en la Convención sobre prohibiciones o restricciones del empleo de ciertas armas convencionales que puedan considerarse excesivamente nocivas o de efectos indiscriminados, aprobada en Ginebra el 10 de octubre de 1980, ni en los protocolos anexos a la misma se especifican, en sus partes dispositivas, los principios en los que se basan las prohibiciones y las restricciones. Pero tales principios figuran en el preámbulo de la Convención.

De los doce párrafos del preámbulo cuatro interesan aquí. Son los siguientes: el «principio general de la protección de la población civil contra los efectos de las hostilidades»; el principio según el cual «el derecho de las partes en un conflicto armado a elegir los métodos o medios de hacer la guerra no es ilimitado»; la prohibición del «empleo, en los conflictos armados, de armas, proyectiles, materiales y métodos de hacer la guerra de naturaleza tal que causen daños superfluos o sufrimientos ìnnecesarios»; y el hecho de que está prohibido «el empleo de métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural».

Secuestrados el 6 de octubre de 1989 en Saida, cuando se dirigían a su trabajo, Emanuel Christen y Elio Erriquez, los dos ortopedistas del CICR, fueron liberados los días 8 y 13 de agosto, respectivamente, tras 307 y 312 días de cautiverio.

Su liberación se llevó a cabo según un mismo esquema: tras ser confiados a las fuerzas sirias en Líbano, fueron trasladados a Damasco y entregados a la Embajada suiza, en presencia del jefe de la delegatión del CICR en la capital siria. Desde aquí, un avión especial, fletado por el CICR, condujo a los ex rehenes a Suiza, donde fueron recibidos por su familia, así como por el señor René Felber, jefe del Departamento Federal de Relaciones Exteriores, y el señor Cornelio Sommaruga, presidente del CICR.

Antes de su liberación, los medios internacionales de comunicación en Beirut recibieron un comunicado, firmado por una organización desconocida, las «Fracciones Revolucionarias Palestinas», junto con una foto del rehén en cuestión.

La cuestión de la «Comunicación para promover los servicios comunitarios», que parece sencilla, es vital, porque indica lo que una institutión relacionada con el ámbito de la salud debe hacer para tener éxito en sus actividades.

Examinando más detenidamente el asunto, nos damos cuenta de que una de las tareas fundamentales de la comunicación –que implica, a su vez, un sinnúmero de subtareas orientadas al mismo objetivo– es la promotión de los servicios comunitarios mediante la publicidad.

En el caso concreto de Malaui, la principal función de las actividades de informatión de la Cruz Roja (CRM) es mantener al públicoen pueblos, ciudades y áreas rurales– bien informado acerca de los objetivos de las actividades de la Sociedad National. Esas actividades incluyen la atención primaria de salud, el reclutamiento de donantes de sangre y la asistencia en caso de desastre. Otro aspecto importante de la promotión es que el público debe tener una imagen o impresión adecuada y favorable de la Sociedad; por lo tanto, es importantísimo inculcar al público la idea de que la Sociedad Nacional es algo propio, algo que pertenece a la comunidad malauiana.

El presidente de la República Popular de Mozambique, señor Joaquim Alberto Chissano, visitó el 13 de septiembre de 1990 la sede del Comité Intemacional de la Cruz Roja (CICR), donde lo recibieron el señor Cornelio Sommaruga, presidente de la Institución, y varios miembros del Comitó. Acompañaban al señor Chissano, en especial, el doctor Mocumbi, ministro de Relaciones Exteriores, y el embajador de Mozambique en París y en Ginebra.

En su discurso de bienvenida, el señor Sommaruga agradeció al presidente señor Chissano el apoyo que presta a la Institución para el desempeño de su cometido en ese país: visitas a los detenidos, asistencia a las personas desplazadas.

Los cambios ocurridos recientemente en Europa plantean nuevos desafíos a las organizaciones humanitarias. ¿Cómo piensa afrontarlos el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja? ¿Cuáles son las nuevas perspectivas que se le presentan en lo humanitario? Esas fueron las cuestiones tratadas durante un simposio europeo, que tuvo lugar los días 12 y 13 de junio de 1990 en Praga, cuyo tema central era: «Europa en transición — Perspectivas humanitarias».

Organizado por la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en colaboración con la Cruz Roja Checoslovaca, este simposio reunió a unos 70 representantes de 24 Sociedades Nacionales europeas, de la Liga, del CICR y del Instituto Henry Dunant, así como a eminentes especialistas en los ámbitos políticos, económicos, sociales y de los derechos humanos. Asistieron también, como observadores, delegados de cuatro Sociedades Nacionales de América del Norte, América del Sur y Asia.

El presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, visitó, en enero y febrero de 1990, los Países Bajos, Bélgica y México.

El presidente del CICR, acompañado por el señor Michel Convers, jefe del Departamento de Apoyo Operacional, y del señor Jean-Luc Blondel, jefe interino de la División de Doctrina y Relaciones con el Movimiento, realizó una visita, del 22 al 24 de enero de 1990, al Gobierno y a la Cruz Roja Neerlandesa.

El presidente Sommaruga se entrevistó, en primer lugar, con los señores Hans van den Broek, ministro de Relaciones Exteriores, y J. P. Pronk, ministro de Cooperación y de Desarrollo, a quienes expresó, la más profunda gratitud del CICR por la constante e importante ayuda que los Países Bajos aportan a su acción. Las actividades operacionales del CICR en el mundo, la ratificación de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra y la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja fueron los principales puntos tratados con ambos ministros, así como con los directores regionales del Ministerio de Relaciones Exteriores y las pertinentes comisiones parlamentarias de ambas Cámaras.

De noviembre de 1989 a enero de 1990, el señor Cornelio Sommaruga, presidente del CICR, realizó las siguientes misiones:

Chad

Del 4 al 7 de noviembre de 1989, el presidente del CICR, acompañado por el señor Dieter Pfaff, delegado de la zona África del CICR, efectuó una visita oficial a Chad. Fue recibido por el presidente de la República, señor Hissen Habré, con quien examinó la cuestión de los prisioneros de guerra libios en Chad. El señor Sommaruga resaltó, en especial, las ventajas que podría reportar al Chad una mejor colaboración con el CICR, particularmente si este pudiera cumplir su cometido convencional relativo a las visitas a los prisioneros y a su repatriación. El CICR y el Chad suscribieron sobre el particular un acuerdo de principio, cuyas modalidades de ejecución deberán fijar conjuntamente entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y el CICR. El presidente del CICR se entrevistó asimismo con los ministros de Relaciones Exteriores y de Salud.

Por lo demás, durante su estadía en Yamena, el señor Sommaruga fue recibido por la sección de la juventud de la Cruz Roja de Chad, de la que fue proclamado miembro de honor en un acto que tuvo lugar en Kundul. También visitó la sede de la Cruz Roja, el banco de sangre del Ministerio de Salud Pública, así como el importante centro ortopédico SECAVED/CICR, donde se colocan aparatos a mutilados de guerra y a víctimas de accidentes o enfermedades.

En la Declaración de San Petersburgo de 1868, los Estados reconocieron que la finalidad de la guerra es debilitar a las fuerzas militares del enemigo, para lo cual es suficiente poner fuera de combate al mayor número posible de hombres, y que se sobrepasaría ese objetivo por el empleo de armas que agraven inútilmente los sufrimientos de los hombres fuera de combate o hagan su muerte inevitable.

Este principio se repitió en el artículo 23 (e) del Reglamento anexo al IV Convenio de La Haya de 1907 sobre las leyes y costumbres de la guerra terrestre. En éste se prohíbe el empleo de armas, proyectiles o materias destinadas a causar males superfluos. El texto auténtico en francés hacía alusión a «des armes, des projectiles ou des matières propres à causer des maux superflus», mientras que el texto inglés del mismo artículo se refería a arms, projectiles or materials calculated to cause superfluous injury».

La Comisión Paritaria encargada de la distribución de las rentas del Fondo de la Emperatriz Shôken se reunió, en Ginebra, el 28 de marzo de 1990. El excelentísimo señor Hidetoshi Ukawa, embajador y representante permanente del Japón en Ginebra, asistió a la reunión en representación de la Cruz Roja Japonesa.

La Comisión Paritaria aprobó el informe financiero correspondiente a 1989 y tomó nota del saldo disponible al 31 de diciembre de 1989, a saber, 334.611 francos suizos.

Examinando las 34 solicitudes presentadas por 31 Sociedades Nacionales, la Comisión Paritaria pasó revista a las experiencias de los últimos años y reafirmó la vigencia de los siguientes criterios establecidos para la adjudicación de los fondos:

El presidente del CICR, Cornelio Sommaruga, acompañado por el delegado general para Oriente Medio, A. Gnaedinger, estuvo del 3 al 17 de septiembre en Oriente Medio a fin de entrevistarse con las autoridades de Jordania, Irak e Irán a propósito de la crisis del Golfo Pérsico. La misión del presidente era, según sus propias palabras, procurar una «movilización humanitaria global», y se inscribía en el marco del cometido del CICR, es deck, actuar en caso de conflicto armado internacional en virtud de los Convenios de Ginebra de 1949, por un lado y de su derecho de iniciativa estatutario, por otro. Los objetivos de la misión presidencial incluían cuatro puntos esenciales:

África

Angola

En noviembre, el CICR terminó la realización de su programa de distribución de semillas a la población civil afectada por el conflicto en el Planalto angoleño. La operación, que había comenzado a finales de septiembre, permitió a los delegados distribuir más de 1.000 toneladas de semillas para unas 120.000 familias repartidas en las provincias de Benguela, Bié y Huambo, donde el conflicto ha perturbado gravemente el ciclo normal de las actividades agrícolas.

Las evaluaciones nutricionales efectuadas con regularidad por los equipos del CICR arrojaron índices de malnutrición particularmente elevados, como consecuencia de la sequía que asoló el país y de la persistencia del conflicto. En su preocupación por remediar tal situación el CICR comenzó, ya en octubre, a distribuir raciones alimenticias al mismo tiempo que las semillas inicialmente previstas. Esas distribuciones de víveres se intensificaron los meses de noviembre y diciembre y, a finales del año, beneficiaron a un total de aproximadamente 65.000 personas.

Un prisionero de guerra de origen namibio (a quien el CICR había visitado varias veces en Luanda) fue liberado y entregado al CICR por las autoridades angoleñas el 27 de noviembre. El CICR tomó las disposiciones necesarias para su repatriación. Fue entregado a las autoridades sudafricanas en Johanesburgo; después, se hizo cargo de él la delegación del CICR en Windhoek hasta la llegada a su domicilio en Namibia.

Como ya se reseñó en el número anterior de la Revista, las evaluaciones del estado nutritional de la población, efectuadas con regularidad por los equipos del CICR, confirmaron que la situación en el ámbito alimentario era peor que en los años anteriores, por la misma época, en varios distritos del sur de las provincias de Huambo y de Benguela. Por lo tanto, en el período reseñado, el CICR intensificó sus esfuerzos de asistencia alimentaria en favor de las personas civiles victimas de los efectos conjuntos de la sequía y del conflicto. Llegó un quinto avión Twin Otter a fin de reforzar el dispositivo logístico instalado para transportar víveres desde la costa atlántica hasta los municipios de las provincias de Benguela, Bié y Huambo. Además de las distribuciones de gran envergadura de víveres, el estado nutritional de la población comprobado en Ganda, provincia de Benguela, hizo necesaria la apertura, el 7 de febrero, de un centro de rehabilitación médico nutritional. Asimismo, el CICR apoyó a Caritas, que organiza «sopas populares» para grupos particularmente desprovistos. En total, del 1 de enero al 28 de febrero, el CICR distribuyó 2.270 toneladas de víveres en favor de unas 100.000 personas.