Ultimamente, tanto para Mayo (1984, 1987) como para Salvatore y Brown (1987, 1989) —quicnes analizan la campiña del Río de la Plata en el siglo XVIII—, la clave del dilema de la formación del mercado de mano de obra rural, a diferencia de quienes, como Amaral (1985) y Gelman (1987, 1989), interpretaron que para retenerla era necesario endeudarla, no sólo residiría del lado de la demanda, específicamente el mercado del trigo, sino también del lado de la oferta. Esto ocurriría, según Mayo, Brown y Salvatore, debido al fácil acceso que dicha mano de obra tuvo a otras alternativas de subsistencia (contrabando de tabaco, abigeato, faenas clandestinas de cueros, etc.) y, en consecuencia, a diferentes medios de producción y subsistencia (caballos, ganados, tierra y provisiones como tabaco, sal y yerba), lo cual generó una suerte de superpoblación relativa, y a la consecuente irrelevancia o ineficacia que los mecanismos extraeconómicos tuvieron para retener y disciplinar dicha mano de obra.