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16 - El médico
Published online by Cambridge University Press: 11 January 2024
Summary
Yo los tuviera por los más dañosos al mundo si no hubiese médicos; porque
si los letrados nos consumen la hacienda, estos la vida… Y así son más
peligrosos los médicos que las mismas enfermedades, porque contra estas
suele tener más fuerza la naturaleza que contra sus pócimas y venenosas
bebidas.
Saavedra, República literaria.Fue, en efecto, don Tello al cuarto donde acostada estuviera su doliente sobrina; doña Juana se quedó haciendo labor; don Felipe bostezaba, y don Sancho, entre grotescos visajes y gesticulaciones, ya ojeaba su querido libro, ya decía entre dientes:
—No hay que dudarlo… Desde que aquel maldito moro la miró al salir del subterráneo… Pues… Se quedó como estatua… Perdió el habla… La alegría… Púsose pálida… Vaya, no hay duda está hechizada… Es menester que yo diga el milagro sin descubrir el santo… De otro modo… Lástima sería se desgraciase tan linda persona… No, no, pecho al agua…
—Sabed —dijo don Tello, entrando— que Elvira está más mala de lo que parece; yo no entiendo jota en el particular, pero se queja de la cabeza, tiene el rostro encendido y las manos ardiendo; ¿por qué no se ha llamado ya al doctor Cosme?
—Creí —le respondió su hermana— que fuese cosa más ligera.
—Y yo pensaba lo mismo —añadió don Felipe.
—Antes de todo —interrumpió don Sancho— quiero sepáis que yo conozco exactamente el mal que padece doña Elvira.
—¿Pues cuál es? —exclamaron los tres a un tiempo.
—Poco a poco; débese saber, en primer lugar, que ella fue para Libar sana, robusta y de bellísimo humor; mas decidme, ¿la habéis visto tan siquiera reír una vez desde que salimos de la alquería? Calláis, ¡ya se ve, si es la pura verdad lo que cuento! De esto se deduce que recibió algún daño en la dicha casa.
—Pues allí —replicó don Tello— ¿quién pudo molestarla?
—Allí, mientras…
Ya tuvo don Sancho en la punta de la lengua el secreto, mas se contuvo recordando las amenazas del moro; con todo, habiendo ya avanzado tanto, preciso le era buscar una escapatoria.
—¿Qué hay? Seguid.
—Temo decir mi parecer, pues luego don Tello juzga locuras todo lo que hablo.
—No, amigo mío; hablad lo que queráis.
—Pues sabed que Pedro miró varias veces a doña Elvira con tal ahínco… Vaya, desde aquel momento no ha tenido un instante de alegría ni de salud… No hay duda, la hechizó.
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- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra BermejaEdición, Introducción y notas de Javier Muñoz de Morales Galiana y Daniel Muñoz Sempere, pp. 131 - 138Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2023