Desentrañar lo que implica la transición del México del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, incluyendo la revolución, no es una tarea historiográfica sencilla a nivel nacional y regional, y más cuando se toma como línea de conducción de los procesos la historia de un personaje como Próspero Cahuantzi, quien gobernó el estado de Tlaxcala durante 26 años (1885–1911), quizá uno de los pocos integrantes del grupo político de Porfirio Díaz que manifestaba abiertamente su identidad indígena, así como el dominio del nahua y de las normas y costumbres de su Tlaxcala natal.
Cuando comencé a leer el texto de Jaclyn Ann Sumner, pensé inmediatamente qué más se podría decir sobre lo que se sabía de Cahuantzi, sobre todo después de los trabajos de Raymond Buve, Ricardo Rendón o Evelyne Sánchez, algunos de los estudiosos de la historia contemporánea de Tlaxcala. Grata fue la lectura al percatarme que no era una historia centrada únicamente en un personaje, sino la manera en que utilizó su ascendencia indígena, su papel con Porfirio Díaz mientras ascendía y se mantuvo en la presidencia, las formas en que impulsó la “modernización” del estado (estimulando la construcción de presas, puentes, la introducción del ferrocarril, luz eléctrica y edificios), incluyendo la negociación de acuerdos sobre el agua entre dueños de fábricas, hacendados, pequeños propietarios y pueblos, siendo Cahuantzi una figura importante que imponía sus decisiones o solucionaba algún conflicto entre diversos actores sociales, ya fuera por problemas de inundaciones, tierras, los derechos sobre el agua o manifestando la soberanía de su estado frente al colindante estado de Puebla. Así pues, no es un libro únicamente sobre Cahuantzi sino sobre él y el contexto regional y nacional, de cómo lo utilizó y lo aprovechó ostentando siempre una identidad indígena y una regional, incluso, presentándose como mediador o represor, ganando un posicionamiento frente a los grupos de poder económico que le calificaban, desde una perspectiva racista, como “indio”. Así, en el transcurso del libro, se va revelando una interesante historia transicional (política, cultural, del mundo rural, del agua y la tierra) que explica el papel y las acciones de Próspero Cahuantzi. Esta historia tiene tintes del indigenismo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX, las visiones racistas de muchos de los habitantes de México y de los grupos de poder, de cómo se fue construyendo la nación y el nacionalismo antes de la revolución de 1910, la modernización para acceder y controlar los recursos naturales, de cómo el gobernador utilizó su “identidad indígena” para esgrimir parte de la memoria histórica, salvaguardando así la soberanía frente al estado de Puebla, recuperando textos, artefactos y publicando historias donde se equiparaba a Tlaxcala, o aún mejor, se mostraba una mayor jerarquía histórica, que su vecino Puebla, lo que permitía que Tlaxcala fuera una parte importante en la construcción de la nación mexicana.
El libro consta de seis capítulos que no se observan de manera inconexa, sino que forman parte de la historia integral que nos relata. Cuenta con una importante revisión de archivos nacionales y estatales, que le permiten explicar de lo macro a lo micro. A la par, cuenta con una diversidad bibliográfica que permite a la autora observar el papel de Próspero Cahuantzi en el contexto de los diálogos historiográficos latinoamericanos en torno al caciquismo, caudillismo, indigenismo, racismo, usos sociales del agua, problemáticas en torno a la tierra y el agua, así como de los impuestos y formas de ordenar geopolíticamente el territorio de Tlaxcala. Como bien lo señala Sumner, “[y]et as this book has shown, regional actor and circumstances—historical, political, geographical, economic, and even hydrological—shaped how, and sometimes whether, national authoritarian imperatives were implemented” (143).
El libro es una invitación a pensar en historias más integrales y las razones de las acciones de los actores sociales.