El propósito de este artículo era investigar la especificidad diagnóstica de las experiencias depresivas de autocrítica y dependencia en una muestra clínica de pacientes con trastorno de la conducta alimentaria y explorar el impacto de las experiencias infantiles adversas en estas dimensiones de la personalidad.

Se evaluó a una muestra de 94 pacientes anoréxicas y 61 bulímicas que cumplían los criterios del DSM-IV y 236 controles emparejados con el Cuestionario de Experiencias Depresivas (DEQ), la versión abreviada del Inventario de Depresión de Beck (BDI) y el Inventario de Acontecimientos Vitales de la AMDP. Se excluyó de la muestra a los sujetos que presentaban depresión mayor o trastorno adictivo comórbido utilizando la Mini Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional (MINI).

Las pacientes anoréxicas y bulímicas mostraron puntuaciones más altas que los controles en las subescalas tanto de autocrítica como de dependencia del DEQ. Las pacientes bulímicas puntuaron significativamente más alto que las anoréxicas en autocrítica y comunicaron más experiencias infantiles adversas. Por último, los acontecimientos vitales negativos correlacionaban sólo con la autocrítica en la muestra entera.

Las diferencias en Autocrítica del DEQ entre anoréxicas y bulímicas no se podían explicar por la depresión, ya que las pacientes bulímicas no mostraron niveles más altos en el BDI comparado con las anoréxicas, y no se encontró que los síntomas depresivos medidos con el BDI fueran predictores significativos del agrupamiento diagnóstic en una regresión múltiple logística.

Este estudio apoya la especificidad diagnóstica de las dimensiones depresivas de dependencia y autocrítica en los trastornos de la conducta alimentaria y refuerza investigaciones previas sobre el papel de las experiencias tempranas en el desarrollo de estos trastornos.

Los investigadores intentaron explicar el solapamiento entre la ansiedad y la depresión proponiendo que algunos elementos de los cuestionarios autoadministrados estaban mal seleccionados y que ambos constructos se deben considerar más bien como muldimensionales. Así, planteamos la hipótesis de que el Inventario de Ansiedad como Rasgo (TAI) de Spielberger incluye elementos relacionados con la depresión.

Una muestra no clínica de 193 sujetos rellenó el TAI y la Escala Hospitalaria de Ansiedad y Depresión. Se postularon factores a partir del contenido de los elementos y se sometieron a análisis factorial confirmatorio (AFC).

Encontramos cinco factores: un factor de ansiedad de 10 elementos que contenía tres factores; un factor de falta de éxi-to que contenía cuatro elementos correlacionado con el factor de anhedonia de la HADS, y un factor de felicidad de seis elementos.

El TAI incluye medidas de ansiedad, depresión y bienestar. Por consiguiente, el solapamiento con otras medidas de depresión puede derivar de la selección de los elementos. Este trabajo aguarda replicación en muestras normales y patológicas independientes.

El trastorno de angustia (TA) se considera por lo general como un trastorno crónico con variación considerable en la gravedad de los síntomas.

Describir la evolución a largo plazo del TA tratado de manera naturalista.

Cincuenta y cinco pacientes ambulatorios con TA que habían participado en un ensayo farmacológico controlado con placebo de la eficacia del alprazolam y la imipramina hacía 15 años tuvieron otra evaluación con los mismos instrumentos utilizados en el estudio original.

Se vio recuperación completa (ausencia de crisis de angustia y llevar los 10 últimos años sin tomar medicación) en el 18% de los pacientes, y otro 13% se recuperó pero estaba todavía con medicación. El cincuenta y uno por ciento experimentaba crisis de ansiedad recurrentes, mientras que el 18% cumplía todavía los criterios diagnósticos para el TA. La incidencia de agorafobia disminuyó del 69% al 20%. Los pacientes con agorafobia en la admisión tendían a tener una evolución a largo plazo peor según el funcionamiento diario, comparado con los pacientes sin agorafobia en la admisión, aunque ambos grupos comunicaron mejoría del funcionamiento diario en el seguimiento. La medicación de mantenimiento era común. No se informó de abuso de benzodiacepinas.

El TA tiene una evolución favorable en una proporción sustancial de pacientes. Sin embargo, la enfermedad es crónica y precisa tratamiento. El tratamiento a corto plazo dado en el ensayo farmacológico no tuvo influencia en la evolución a largo plazo.

El Inventario de Personalidad Multifásico de Minnessota (MMPI-2) apoya a menudo la toma de decisiones clínicas en problemas diagnósticos complejos, como diferenciar la neurosis de la psicosis y la psicosis del trastorno bipolar. Se ha considerado que el índice de Goldberg del MMPI, una combinación aritmética de cinco escalas clínicas, proporciona una buena estimación para discriminar entre los perfiles neurótic y psicótico. Del mismo modo, se ha encontrado que las escalas de las cinco dimensiones de personalidad psicopatológicas (PSY-5) del MMPI-2 son útiles al diferenciar las categorías diagnósticas.

Este estudio evalúa esos hallazgos en una muestra de pacientes psiquiátricos diagnosticados con trastorno depresivo, psicótico o bipolar utilizando ANOVA y análisis discriminate.

Los resultados corroboran la validez del índice de Goldberg y encuentran que la escala Disconstraint de los PSY 5 del MMPI-2 diferencia significativamente entre el trastorno psicótico y el trastorno bipolar I.

Las diferencias en Autocrítica del DEQ entre anoréxicas y bulímicas no se podían explicar por la depresión, ya que las pacientes bulímicas no mostraron niveles más altos en el BDI comparado con las anoréxicas, y no se encontró que los síntomas depresivos medidos con el BDI fueran predictores significativos del agrupamiento diagnóstico en una regresión múltiple logística.

El índice de Goldberg del MMPI-2 y las escalas de las PSY-5 pueden ofrecer una contribución útil al diagnóstic diferencial de los trastornos depresivo, psicótico y bipolar.