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In civitate Pisana, in monasterio Sancti Domnini’: Algunas observaciones sobre la estancia de Ramon Llull en Pisa (1307–1308)

Published online by Cambridge University Press:  29 July 2016

Fernando Domínguez Reboiras*
Affiliation:
Raimundus-Lullus-Institut Universität Freiburg i. Br.

Extract

Entre las ciudades que jalonan el itinerario del incansable viajero que fue Ramon Llull, Pisa ocupa un lugar especial. Al contrario de Génova, Montpellier, París etc. el encuentro de Ramon con Pisa fue casual y no estaba en los planes y afanes de su larga y azarosa vida. La estancia de Llull en Pisa fue relativamente corta, no llegó a durar un semestre, y sin embargo fue una época fecundísima en la producción literaria luliana. En Pisa escribió o terminó de escribir Ramon Llull una serie de obras de gran importancia y que, a juzgar por el número de manuscritos en que se conservan, pertenecen al grupo de obras lulianas más leidas en los siglos posteriores: Ars brevis, Ars generalis ultima, Liber disputationis Raimundi christiani et Homeri Saraceni, Liber clericorumy Liber de centum signis Dei.

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References

1 Terminada en Pisa en el mes de enero de 1308. ROL (= Raimundi Lulli Opera latina tom. I–V [Palma de Mallorca 1959–1967]; tom. VI ss. [Turnhout 1975 ss.]) XII 171–255 (op. 126).Google Scholar

2 Comenzada en Lyon en noviembre de 1305 (Ramon Llull se encontraba en aquella ciudad con motivo de la coronación de Clemente V, que tuvo lugar el dia 14 de noviembre) fue terminada en Pisa en marzo de 1308. La edición crítica de esta obra aparecerá proximamente en ROL XIV. Citamos aquí la edición de Palma de Mallorca 1645 (Repr. fotomec. Frankfurt 1970).Google Scholar

3 Terminada en abril de 1308. Editada en MOG (= Raymundus Lullus, Opera tom. I–VI, IX–X [Moguntiae 1721–1742; reimpr. Frankfurt 1965]) IV 431–77 (= Int. VII 1–47). Desde A. R. Pasqual, Vindiciae Lulianae (4 tom.; Avignon 1778), y la edición moguntina de I. Salzinger se viene escribiendo Hamar(i) saraceni en lugar de Homeri saraceni. Los manuscritos, ediciones y catálogos anteriores son unánimes en la lectura Homeri que utilizamos aquí y es la propuesta en la edición ROL de próxima aparición. Sobre las posibles equivalencias de este nombre en árabe, véase Atiya, A. S., The Crusade in the Later Middle Ages (New York 1970) 92 not. Según manifestación del propio Llull, Pars III. De ordinatione: MOG IV 476 (= Int. VII 46), esta obra fue escrita originariamente en árabe y se perdió en el naufragio. En Pisa escribe Llull la versión latina.Google Scholar

4 Terminada en mayo de 1308. Editada en ORL (= Obres de Ramon Llull [21 tom.; Palma de Mallorca 1905–1950]) I 293–386.Google Scholar

5 Terminada también en mayo de 1308. Platzeck (= E.-W. Platzeck, Raimund Lull [2 tom.; Düsseldorf 1962–164]. Los números se refieren al catálogo en II 3–84) nr. 149. Obra inédita.Google Scholar

6 MOG IV 476 (= Int. VII 46). El texto citado en este artículo está corregido según la edición crítica que A. Madre ha preparado para ROL, op. 131.Google Scholar

7 ROL VIII 300 s. (op. 189).Google Scholar

8 Cf. not. 3.Google Scholar

9 MOG IV 454 (= Int. VII 24).Google Scholar

10 ROL VIII 301 (op. 189). Cf. not. 26. Todo lo que sabemos de la estancia de Llull en Pisa se reduce a esta breve noticia de la Vita coaetanea. La afirmación de Cruz Hernández, M., El pensamiento de Ramon Llull (Valencia 1977) 46, ‘Pisa, donde residió dos años dedicado a preparar una expedición de cruzada a Tierra Santa,’ carece de todo fundamento tanto en afirmar que estuvo dos años allí como en el presunto objetivo de su estancia.Google Scholar

11 Las líneas comerciales que partiendo de Italia (Génova, Venecia, Pisa) iban al Atlántico hacían una escala en el puerto de Mallorca en el que tenían su cónsul, su lonja, y sus depósitos de mercancías, cf. Sevillano Colom, F. y Pou Muntaner, J., Historia del puerto de Palma de Mallorca (Palma de Mallorca 1974) 170. En 1303 hubo un trato entre el rey de Mallorca y el común de Pisa para que mediante el pago de un laudum o lou pudieran venir sus mercaderes libremente a Mallorca, cf. Antoni, T., I ‘partitari’ maiorchini del lou dels pisans relativi al commercio dei Pisani nelle Baleari (1304–1322 e 1353–1355) (Pisa 1977). Las mismas o parecidas relaciones existían con otros puertos de la Corona de Aragón con Pisa y viceversa: catalanes y mallorquines tenían sus representantes consulares en puertos italianos, cf. Soldevila, F., ‘Una ambaixada pisana a Pere el Gran (1277),’ Canepa 1 (1959) 331–38. Sobre el tema puede consultarse también: Lalinde Abadía, J., La Corona de Aragón en el Mediterráneo medieval (1229–1479) (Zaragoza 1979), con amplia orientación bibliográfica, véase especialmente pág. 208; Lee Shneidman, J., The Rise of the Aragonese–Catalan Empire 1200–1350 (2tom.; New York 1970). Sobre la estrecha relación de Cataluña y Mallorca con Pisa y el trato preferente que disfrutaban genoveses y pisanos en los puertos catalanes e insulares véase Santamaria, A., ‘La reconquista de las vías marítimas,’ AEM (= Anuario de Estudios Medievales) 10 (1980) 49–133 esp. 55–58. Los pisanos tenían en la ciudad de Mallorca un alfondec, un horno y una iglesia con tierras suficientes para cuatro capellanes (cf. Ferrer i Mallol, M. L., ‘Els italians a terres catalanes (segles xii–xv),’ AEM 10 [1980] 393–467 esp. 448–51).Google Scholar

12 ROL XII 254 op. 126. San Donino, martir, fue, según la leyenda, camarero del emperador Maximiano. Su culto está ligado a Fidenza (Parma) donde fue decapitado en el año 304. Esta ciudad, que hasta 1927 se llamó Donnino, Borgo S., custodia en su iglesia catedral no sólo sus reliquias sino también unos bellos bejorelieves de Benedetto Antelami (s. xii) sobre la vida y martirio del santo. Abogado de los enfermos de la rabia, su culto se extendió a lo largo del camino de peregrinos a Roma que pasaba por Fidenza y también por Pisa. Su fiesta se celebra el 9 de octubre. Cf. Acta Sanctorum Octobris IV (Bruselas 1868) 987–93; Bibliotheca Sanctorum IV (Roma 1964) cols. 809–11; Laurini, G., S. Donnino e la sua chiesa (Fidenza 1927). En el Museo Nazionale di S. Matteo de Pisa se conserva una tabla de Taddeo di Bertolo (s. xiv) con la efigie del santo.Google Scholar

13 Entre otros: Carreras y Artau, T. y J., Historia de la filosofía española: Filosofía cristiana de los siglos XIII y XIV (Madrid 1939) I 251; Llinarès, A., Raymond Lulle. Philosophe de l'action (Grenoble 1962) 117. Como veremos más adelante los testigos de la lectura correcta son relativamente escasos: De aproximadamente 115 manuscritos y 35 ediciones que contienen alguna de las obras pisanas sólo diez manuscritos y una edición conservan la lectura original.Google Scholar

14 Tarré, J., ‘Los códices lulianos de la Biblioteca Nacional de Paris,’ Analecta sacra tarraconensia 14 (1941) 155–82 esp. 162 not. 13. S. Galmés en la introducción biográfica a Ramon Llull, Obras literarias (Madrid 1948) 33, acepta sin comentarios la indicación de Tarré: ‘De los éxplicits de las obras que escribió en Pisa se deduce claramente que residió en el monasterio de San Domnino.’ Lo mismo hace J. Carreras i Artau en la ‘Introducció biográfica’ a las OE (= Ramon Llull, Obres essencials [Barcelona 1957] I 27.Google Scholar

15 Hillgarth, J. N., Ramon Lull and Lullism in Fourteenth–Century France (Oxford 1971) 99 not. 204. Yates, F. A., The Art of Memory (London 1966; ed. española Madrid 1974) 224, ya indica el ‘monastery of San Donnino’ como residencia de Llull en Pisa, apuntando que debe la referencia a Hillgarth.Google Scholar

16 Benvenuti, G., Storia delta Repubblica di Pisa (Pisa 1962) II 257.Google Scholar

17 Este convento de Sta. Catalina fue desde el siglo XIII un importante centro de cultura. Cf. Volpe, G., ‘Pisa, Firenze, Impero al principio del 1300 e gli inizi della Signoria civile a Pisa,’ Studi Storici 11 (1902) 177203, 293–337, sobre todo 298; Yates, , The Art of Memory 193. Batllori, M., OE I 52 not. 153 y Vida de Ramon Llull: Les fonts escrites i la iconografia presentades per M. Batllori i J. N. Hillgarth (Barcelona 1982) 26 not. 123, se opone a la sustitución de ‘Sancti Dominici’ por ‘Sancti Domnini’ pues cree que los que tal proponen ignoran la existencia de un convento dominico en Pisa en el año 1307. La existencia de un convento dominico en aquella época es innegable, lo que no existía era un monasterio (convento) de Sto. Domingo. La sustitución no se basa solamente en la no existencia de tal monasterio sino en el hecho innegable de la existencia de un monasterio de San Donino y el testimonio de los manuscritos más antiguos.Google Scholar

18 Da Morrona, A., Pisa ilustrata nelle Arti del Disegno (Livomo 1812) III 382–86. Cf. Guida d'Italia del Touring Club Italiano. Toscana (4e edición; Milano 1974) 158–59.Google Scholar

19 La abadía de San Paolo a Ripa d'Arno fue suprimida en 1565 (cf. Cottineau, L. H., Repertoire topo-bibliographique des abbayes et prieures [Mâcon 1935] 2289). La iglesia, una de las obras más importantes de la arquitectura románica pisana, fue seriamente deteriorada durante la pasada guerra y reconstruida de nuevo. Cf. Da Morrona III 292–305; Venturi, A., Storia dell'Arte Italiana (Milán 1904) III 845; Lavagnino, E., L'Arte Medioevale. Storia dell'Arte classica e italiana (Turin 1960) II 265.Google Scholar

20 No es seguro que la abadía de San Paolo a Ripa d'Arno fuese una de las primeras que se unió a la reforma de Vallombrosa aún en vida de su fundador San Juan Gualberto († 1073), como indica Da Morrona (III 292 s.). Andrea de Strumi, Vita Johannis Gualberti , ed. Baethgen, F., MGH SS 30 II (Leipzig 1934) 1102, dice que fue siendo Rustico abad de Vallombrosa, es decir, entre 1076 y 1092. Sobre la fecha de adhesión del monasterio pisano a la reforma y las luchas de los vallombrosanos contra el simoníaco obispo de Pisa Daiberto véase: Boesch Gajano, S., ‘Storia e tradizione vallombrosane,’ Bulletino dell'Istituto storico italiano per il medio euo e Archivio muratoriano 76 (1964) 99–215, cf. 120 not. 2. Sobre la reforma vallombrosana en general: Kehr, P. F., Italia Pontificia (Berlin 1908) III 83–96; Tarani, F., L'Ordine Vallombrosano (Florencia 1921); Meade, D., The Constitutional Development of the Monastic Congregation of Vallombrosa (Roma 1960); Vasaturo, N., ‘L'espansione della congregazione vallombrosana fino alla metá del secolo xii,’ Rivista di storia della Chiesa in Italia 16 (1962) 456–82, y el artículo de Boesch Gajano, citado más arriba. Tarré, Yates y Hillgarth (v. not. 14 y 15) siguiendo a Da Morrona (III, 383), quien lo toma a su vez de Mattei, A. F., Historia Ecclesiae Pisanae (Lucca 1768) I Appendix Monumentorum xxxvii, suponen que San Donino era un monasterio cisterciense. Seguro es que San Donino era un priorato sufragáneo de un monasterio benedictino reformado, pero no cisterciense sino vallombrosano.Google Scholar

21 Coscarella, A., ‘Due epigrafi documentarie medioevali della facciata di S. Donnino in Pisa,’ BollStPis 50 (1981) 2135. Los datos que damos a continuación están tomados en su mayor par de los noticias que sobre la iglesia y el monasterio de S. Donino ha reunido la autora en las págs. 21–28.Google Scholar

22 Cf. Morrona, Da, loc. cit. Google Scholar

23 Acta Sanctorum Oct. IV 991; Mattei, A. F., op. cit. II 195. Al parecer fueron suprimidos los dos monasterios, San Paolo y San Donnino, al mismo tiempo. Sobre el cardenal Fernando de Medicis, el mecenas de la Villa Medici en Roma, cf. von Pastor, L., Geschichte der Päpste (12. ed.; Freiburg 1923) VII 240 y 535, IX 158–60.Google Scholar

24 Juliano de Medicis fue arzobispo de Pisa de 1620 a 1636, cf. Eubel, , Hierarchia catholica IV 280. Cf. Mattei, A. F., op. cit. II 226 s. y Da Morrona, , III 385.Google Scholar

25 Vista general de Pisa. Dibujo de F. B. Werner impreso por Georg Balthasar Probst de Augsburgo (Pisa, Museo Nazionale. Inv. Nr. 1131). Reproducida en: Masetti, A. R. Pisa: Storia urbana (Pisa 1964) Tavola nr. 39. Véase también el dibujo de la pág. 27 del artículo de A. Coscarella. De la iglesia y del antiguo monasterio no se conserva ningún grabado pues las vistas de la ciudad se limitaban al cerco amurallado.Google Scholar

26 Las fuentes referentes a los primeros años del siglo xiv son en los archivos pisanos muy escasas, cf. Cristiani, E., Nobiltá e popolo nel comune di Pisa (Nápoles 1962) 232 y Batllori, M., OE I 52 not. 153.Google Scholar

27 ‘Completa igitur Arte praedicta multisque ibidem libris aliis consummatis, communitatem civitatis Pisanae volens etiam ad Christi servitium incitare, proposuit eorum consilio, bonum fore, ut in eodem constituerentur ordine religiosi milites christiani, ad hoc scilicet ordinati, ut propter recuperandam Terram sanctam continuum praelium exhiberent perfidis Saracenis. Cuius grato eloquio gratoque monito condescendentes, litteras summo pontifici et cardinalibus super huiuscemodi salutari negotio conscripserunt’ (Vita coaetanea, ROL VIII 301 [op. 189]).Google Scholar

28 Cf. not. 14 y 15.Google Scholar

29 Cf. ROL XII 254 (op. 126). Hay que hacer notar que la mayoría de los textos más antiguos del Ars brevis carecen del explicit o lo abrevian considerablemente, p. e. los manuscritos: Bruselas, Bibl. Royale 1188 (s. xiv); Bourges, , Bibl. de la Ville 298 (s. xiv); Karlsruhe, , Badische Landesbibliothek perg. 92 (s. xiv). En resumidas cuentas: sólo dos manuscritos del siglo xiv contienen la lectura contraria Dominici. Google Scholar

30 La descripción de estos códices en ROL IX xxiv y Hillgarth, op. cit. 324 respectivamente.Google Scholar

31 Sobre este manuscrito véase Hillgarth, op. cit. (Appendix III 348–97).Google Scholar

32 Descrito en ROL V 230–31 y Hillgarth, op. cit. 157 not. 37 y 38.Google Scholar

33 Este manuscrito procede del monasterio de S. Victor en París. Descripción en ROL V 212–13.Google Scholar

34 El MS vaticano está descrito en ROL I 59 y ROL V 29 (cf. también Hillgarth, op. cit. 146 not. 43 y 44) y el de Barcelona en ROL V 161–74.Google Scholar

35 Cf. supra not. 32.Google Scholar

36 Duràn, E. Rogent i E., Bibliografía de les impressions lul.lianes (Barcelona 1927) 21.Google Scholar

37 Bernkastel–Kues, St. Nikolaus Hospital 83 (s. xv) fol. 227r. La transcripción ‘domnini’ de la mano de Nicolás de Cusa es especialmente significativa considerando que el manuscrito del que se sirvió para hacer la copia fue probablemente el de San Victor (ver not. 32) que escribe la forma ‘domini.’ Sobre los manuscritos cusanos ver Colomer, E., Nikolaus von Kues und Raimund Llull (Berlin 1961) y Lohr, Ch., ‘Die Überlieferung der Werke Ramón Lulls,’ Freiburger Universitätsblätter 78 (Dez. 1982) 13–28. De este último artículo hay una traducción catalana: Randa 17 (1985) 5–13.Google Scholar

38 Descripción del MS en ROL V 188; cf. Hillgarth, , op. cit. 301.Google Scholar

39 El primer catálogo luliano que cita esta obra es el de la Biblioteca de Poblet (MS Vat. lat. 6197, s. xvi, fol. 236: Index librorum Raimundi Lulli ex bibliotheca Cisterciensium apud Poblet). A finales del siglo xvi lo cita también el catálogo de Arias de Loyola (núm. 51). A partir de la lista de Wadding, L., Scriptores ordinis minorum (Roma 1650) 297, el testimonio de los catálogos es unánime: Antonio, N., 37 núm. 59; Sollier, , 66 núm. 59; Custurer, , 602 núm 59; MOG I 49 núm. 135; I. a Antonio, S., Bibliotheca universa franciscana, 37 núm. 91; Pasqual, A. R., Vindiciae Lullianae I 364, 372, 375; HLF 143; Platzeck 143; Llinarès 125. Para una referenda bibliográfica exacta de los catálogos anteriormente citados véase: R. d'Alos, Los Catálogos lulianos (Barcelona 1918) y Blanco Soto, P., Estudios de bibliografía luliana (Madrid 1916). Referencia a otros catálogos modernos, que citan esta obra, en Platzeck II 49. Editado por P. Rossi en Rivista critica di storia della filosofia 19 (1958) 273–79 y en el Apéndice I de su libro Clavis universalis: Arti mnemoniche e logica combinatoria da Lullo a Leibniz (Milán–Nápoles 1960) 261–70. En la segunda edición de esta obra (Bologna 1983) no se publica este opúsculo a pesar de que en el prólogo (pág. 12) y en la nota 47 (pág. 92) hace referencia a este texto en el apéndice (!). Cf. Yates, , op. cit. 191–97 (trad. esp. 224–31), Hillgarth, , op. cit. 100 not. 210. Se conserva en cuatro manuscritos, de los que uno de ellos contiene el texto dos veces (cf. not. 41). de Lavinheta, B., Practica compendiosa artis Raymundi Lulli (Lyon 1523; repr. Hildesheim 1977) fol. 255, reproduce párrafos enteros de esta obra. Se trata de un breve opúsculo en el que primero se da una definición del término memoria con su division en memoria naturalis et artificialis. Luego, en una segunda parte, se habla de los presupuestos y recursos generales y particulares para fortalecerla.Google Scholar

40 ‘Ad laudem et honorem Domini nostri Iesu Christi et publicae utilitati compositus fuit praesens tractatus in civitate Pisana in monasterio sancti Dominici per Raymundum Lullum ut prius dominus Iesus Christus in memoria habeatur et verius recolatur. Amen’ (Rossi, , op. cit. 267). El autor pretendió dar fuerza a la autenticidad luliana del mismo poniendo la mismo indicación lugar que en otra obras lulianas que é1 conocía.Google Scholar

41 De esta obra existen cinco copias en cuatro manuscritos: Biblioteca Vaticana, Vat. lat. 5347 (s. xvi) fols. 68r–74r; Milán, Bibl. Ambrosiana, I. 153 Inf. (s. xvi/xvii) fols. 35r–41r; París, Bibliothèque Nationale, lat. 17829 (s. xvii) [en Rossi se lee lat. 17839 en lugar de 17829, este pequeño lapsus no tendría importancia si no lo repitieran otros autores como Cruz Hernández, M., El pensamiento de Ramón Llull (1977) 96; Yates lo cita como lat. 17820], Munich, Bayerische Staatsbibliothek, Clm 10593 (s. xvii) fols. lr–3v y, otra copia, fols. 437r–444r. Según los catálogos de Arias de Loyola y BUF existía un manuscrito en Barcelona además del de Poblet (v. supra not. 39). El testimonio más antiguo es el fragmento impreso por Lavinheta, de los manuscritos es el de la Biblioteca Vaticana el más antiguo. Rossi no lo ha tenido en cuenta para su edición. Es curioso que este autor conoce este manuscrito y lo cita para decir que lo ha visto señalado en relación a este opúsculo y concluir que ‘no contiene opere di Lullo’ (op. cit. 70 not. 47; 2a ed.: 92). Las diferencias con los otros manuscritos no son tan relevantes como para hablar de la edición de Rossi como un ‘provisional text’ (cf. Yates, , op. cit. 191). El de Milán depende directamente de éste, los dos forman un grupo que se diferencia de las otras tres copias más modernas que tienen una fuente común más antigua. Las dos copias del ms. de Munich son de la misma mano, la primera (fols. 1–3) está corregida con el ms. de París, y la segunda (fols. 437–444) es copia de la primera. Esta ültima tampoco fue tenida en cuenta en la edición de Rossi, quien en el prólogo a la segunda edición indica la existencia de los dos manuscritos olvidados en la primera sin cambiar con ello las indicaciones del texto.Google Scholar

42 El MS de la Vaticana (descripción en: Perez Martinez, L., Los fondos lulianos existentes en las bibliotecas de Roma [Roma 1961] núm. 18) contiene varios tratados sobre la memoria en diversos tamaños y épocas pero ninguna obra luliana. El de Paris (descripción en ROL V 236–39) contiene entre obras lulianas algunas obras apócrifas. El MS milanés contiene en su mayoría obras pseudolulianas, cf. Ottaviano, C., L'Ars compendiosa de R. Lulle avec une étude sur la bibliographie et le fond ambrosien de Lulle (París 1930) 26. Solo el de Munich, MS, descripción en: Perarnau, J., Els manuscrits Llul.lians medievals de la “Bayerische Staatsbibliothek” de Munic I (Barcelona 1982) 168–74, contiene en su totalidad obras originales lulianas.Google Scholar

43 Es importante resaltar que todos los libros terminados por Llull en Pisa figuran en el catálogo de 1311 (ROL VIII 305–6 [op. 189] núms. 12, 13, 59, 63 y 65), mientras que este opúsculo brilla por su ausencia. El catálogo de Proaza, A., Index librorum Raimundi Lulli, en Ars inventiva veritatis (Valencia 1515) que reune todos los títulos lulianos, incluídos los apócrifos, conocidos hasta principios del siglo xvi, ignora también esta obrita. El MS de Poblet parece haber sido la razón de la inclusión de este título en la lista de Wadding la cual tuvo gran importanciá para el desarrollo de la catalogación luliana posterior. Según estos datos la obra pudo tener su origen en Cataluña a finales del s. xv o a principios del xvi o, quizá más probable, en los círculos de Lavinheta.Google Scholar

44 Platzeck, Según (op. cit. II 143) en esta obra, que él considera luliana, ‘sicher eine echte Lull-Schrift,’ se citan dos obras lulianas: Liber de memoria (Montpellier 1304) y Tractatus novus de astronomia (París 1297). La cita que Platzeck considera ser del Liber de memoria se refiere al De memoria et reminiscencia aristotélico como bien anota Rossi (op. cit. 265 y 267). El autor del Liber ad memoriam confirmandam cita tres veces un Liber septem planetarum: (1) ‘Quid tamen sit naturalis memoria, quid capacitas, quid discretiva, vade ad quintum subiectum, per B C D designatum in Libra septem planetarum, quia ibi tractavimus miraculose.’ (2) ‘Quid habet tres species, quas hic propter earum prolixitatem ponere non curo. Sed vade ad quintum subiectum, per B C D designatum vel significatum in Libro Septem planetarum, quoniam ibi videbis miraculose ipsas.’ (3) ‘Quare firmiter et ferventer praedictas stude species in praelibato septem planetarum libro.’ Este Liber septem planetarum no es, como pretende probar Platzeck (loc. cit. not. 132), el Tractatus novus de astronomia. La materia citada (determinación del concepto naturalis memoria, capacitas y discretiva; quintum subiectum per B C D designatum etc.) no se eneuentra, ni por asomos, en el texto latino del Tractatus cuya edición crítica, preparada por Pereira, M., aparecerá proximamente en las ROL (op. 73). El Liber septem planetarum que aparece en numerosos catálogos desde Proaza (cf. Arias de Loyola 321, Wadding 111, Antonio-Sollier-Custurer 113, Sbaralea 94, etc.) como obra distinta del Tractatus es un libro apócrifo pseudoluliano que no tiene nada que ver con la obra escrita por Llull en París en el año 1297.Google Scholar

45 ‘Nam dum aliquis per capacitatem recipit multum in memoria et in ore revolvat per se ipsum, quoniam secundum Alanum in parabolis studens est ad modum bovis.’ Se refiere a Alanus ab Insulis (Alain de Lille) Doctrinale minus alias Liber parabolarum, PL 210.585: ‘Dentibus atritas bos ruminat herbas \ Ut toties tritae sint alimenta sibi \ Sic documenta tui si vis retinere magistri \ Saepe recorderis quod semel aure capis.’ (Rossi, Véase, op. cit. pág. 265 y 267). Este texto fue impreso muchas veces antes del 1500 y existen numerosas ediciones en el siglo xvi, cf. d'Alverny, M.-Th., Alain de Lille (París 1965) 51 s.; Evans, G. R., Alan of Lille (Cambridge 1983) 1, época en que se puede situar el origen de este opúsculo pseudoluliano.Google Scholar

46 ‘Et ad multa recitanda consideravi ponere quaedam nomina relativa per quae ad omnia possit responderi … Ista enim sunt nomina supradicta: quid, quare, quantus et quomodo’ (Rossi, , op. cit. 266). Cf. Ars brevis, Pars IV. De regulis (ROL XII 214; op. 126).Google Scholar

47 ‘Primum igitur per primam speciem nominis quid, poteris certas quaestiones sive rationes sive alia quaecumque volueris recitare evacuando secundam figuram de his quae continet …’ (Rossi, , op. cit. 266).Google Scholar

48 Ars brevis, Pars VI et VII (ROL XII 219–21, también 243 s.; op. 126). Ars generalis ultima, Pars VI et VII (Mallorca 1640; repr.: Frankfurt 1970) 57–101, también 490 s.Google Scholar

49 Op. cit 71.Google Scholar

50 Op. cit. 73; del mismo autor, ‘The Legacy of R. Lull in Sixteenth-Century Thought,’ Mediaeval and Renaissance Studies 5 (1961) 191–92. Cf. Ottaviano, C., op. cit. 26: ‘Le texte du Liber ad memoriam confirmandam est clair, pour ce que est de l'écriture … . Le style surtout vers la fin, est confus et forcé’. Yates afirma (op. cit. 191) que esta obra ‘is a perfectly authentic and genuine work, we are not dealing here with a Pseudo-Lullian product,‘ sin embargo admite que ’it is very obscure and the manuscripts may be corrupt in places.’ Google Scholar

51 Ars generalis ultima Pars X art. 100: De memoria per principia deducta, art. 101: De memoria per regulas deducta (loc. cit. 406–10).Google Scholar

52 Sobre las relaciones de Pisa con Aragón véanse las breves indicaciones de la not. 11. Sobre el puerto de Pisa en el comercio mediterráneo medieval son clásicas las obras de Schaube, A., Das Konsulat des Meeres in Pisa. Ein Beitrag zur Geschichte des Seewesens, der Handelsgilden und des Handelsrechts im Mittelalter (Leipzig 1888); idem, Handelsgeschichte der romanischen Völker des Mittelmeergebietes bis zum Ende der Kreuzzüge (Munich 1906); Rossi Sabatini, G., L'espansione di Pisa nel Mediteraneo fino alla Meloria (Florencia 1935); Lopez, Robert S. y Raymond, I. W., Medieval Trade in the Mediterranean World (Londres 1955). Sobre la república de Pisa y sus instituciones es imprescindible la obra de Volpe, G., Studi sulle istituzioni comunali a Pisa (Pisa 1902). Une nueva edición publicada en Florencia en 1970 ofrece una amplia introducción de C. Violante, ‘G. Volpe e gli studi su Pisa medioevale’ que es a la vez una interesante orientación bibliográfica sobre el tema. Las relaciones entre el común pisano y Jaime II en esta época están ampliamente tratadas y documentadas en la obra de Salavert y Roca, V., Ceraeña y la expansión mediterránea de la Corona de Aragón: 1297–1314 (2 vols; Madrid 1956), a la que nos referiremos a menudo.Google Scholar

53 La rivalidad pisano-genovesa es una de las constantes de la historia mediterránea medieval. Al principio se mantuvo en los límites de lo comercial pero a partir del siglo xii fue una constante guerra abierta con treguas más o menos largas. Las islas de Córcega y Cerdeña, sobre todo ésta última, debido al lucrativo negocio de la sal, fueron el motivo principal de la rivalidad. Se puede decir que la pugna entre las dos ciudades fue el factor principal de la historia política de las dos islas en la Edad Media. Además de la posesión y explotación de las dos islas del mar Tirreno jugó un papel decisivo la lucha por el monopolio comercial con el norte de Africa. Zurita, J., Anales de la Corona de Aragón (ed. de Canellas López, A.; Zaragoza 1970) 649–60. Cf. Santamaria, A., ‘La reconquista …’ (not. 11) 61–62. Sobre el asentamiento y dominio de los pisanos en Cerdeña entre 1190 y 1336 con la densa problemática interior y exterior se puede consultar: Branca, M., ‘Contesa per il dominio della Sardegna tra le due republiche di Pisa e di Genova,’ ArchStItal 88 (1920) 79–109; Boscolo, A., I conti di Capraia, Pisa e la Sardegna (Sassari 1966) y el artículo del mismo autor ‘La Sardegna nell'economia del Mediterraneo occidentale,’ VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón (Madrid 1959) 73–84. Sobre las luchas entre Pisa y Génova a finales del siglo xiii cf. Caro, G., Genua und die Mächte am Mittelmeer, 1257–1311 (Halle 1899; repr. Aalen 1967) II 1–133. Ver también Salavert op. cit. I 140 ss. Para Llull era la rivalidad entre pisanos y genoveses un tópico utilizado en sus ejemplos y cuestiones: Liber de consilio (ROL X 185–86; op. 115).Google Scholar

54 Sobre los conflictos entre güelfos y gibelinos en la Toscana a finales del siglo xiii y principios del xiv: Salavert I 188–201; Eitel, A., Der Kirchenstaat unter Klemens V. (Berlin–Leipzig 1907) 1129. Amplia información sobre el tema: Salvatorelli, L., Dal secolo XI alla metà del secolo XIV (Storia d'Italia 4; Milan 1940) ver 622 ss.; Armstrong, E., Italy in the Time of Dante (Cambridge Medieval History VII; Cambridge 1932) 1–48. No está de más recordar como las vidas de Dante y del padre de Petrarca estuvieron determinadas por estas luchas.Google Scholar

55 En 1276, por ejemplo, se vió Pisa obligada a firmar la paz devolviendo a Lucca varios castillos y dando a Florencia privilegios comerciales: Salvatorelli 659 s.; Salavert I 203 s. Cf. Winter, D. A., Die Politik Pisas während der Jahre 1268–1282 (Halle 1907).Google Scholar

56 Recuérdese la dura imprecación contra Pisa en el canto 33 del Inferno en la Divina Comedia: ‘Ahi Pisa! vitupero delle genti \ Del bel paese là, dove il Si suona \ Poi che i vicini a te punir son lenti, \ Movasi al Caprara e la Gorgona, \ E faccian siepe ad Arno in su la foce, \ Si ch'egli annieghi in te ogni persona’ (v. 79–84). Cf. Sforza, G., Dante e i Pisani (Pisa 1873); Finke, H., Acta Aragonensia II (Leipzig 1908) 600.Google Scholar

57 Caro, , loc. cit.; Salvatorelli 686 ss.; Salavert I 204; Kühn, M., Studien zur Politik Genuas um 1300 (Engelsdorf–Leipzig 1931). La gibelina génova no sólo mantuvo prisioneros a numerosos ciudadanos pisanos (más de nueve mil) sino que pactó con las güelfas Florencia y Lucca (octubre de 1284) formando una liga con el propósito de destruir la odiada rival que cerraba a los toscanos las puertas del mar. A la alianza se unieron más tarde Siena, Pistoia, Prato, Volterra y San Miniato, con lo cual Pisa sólo contaba con enemigos a su alrededor. La paz de Fucecchio (1293) puso a Pisa en aún mayores aprietos precipitando más su decadencia.Google Scholar

58 Memorial de Vidal de Vilanova (1309): Salavert, II 477 ss. Cerdeña era para Pisa, en efecto, condición indispensable para su supervivencia, la fuente de sus recursos y la garantía de que algún día podría recobrar su debilitado esplendor.Google Scholar

59 Existe numerosa bibliografía sobre esta infeudación. Cf. Salavert, , cap. III, I 114–48. Zurita, , Anales … V 464, afirma categóricamente que esta infeudación estaba ya en unas cláusulas secretas del tratado de Anagni.Google Scholar

60 Cf. Salavert I 115. Lo muestra también una bula de Bonifacio VIII (20 de abril 1303) dirigida a los prelados y comunidades religiosas de los reinos de la Corona de Aragón (publ. por Salavert II 62) donde dice que la ocupación de Cerdeña es para honor y exaltación de la Iglesia ‘ac recuperationi prefate Terre Sancte.’ Casi el mismo texto se repite en una bula de Clemente V (Salavert II 167). Se repite también en las peticiones de los embajadores de Jaime II ante el mismo papa en mayo 1306 (ibid. 203) y en todos los documentos papales relacionados con la concesión de la décima, que, al menos formalmente, estaba condicionada a la lucha contra el infiel (cf. más abajo not. 126).Google Scholar

61 Bajo el título ‘Fundamentos jurídicos e históricos de la decisión bonifaciana’ analiza Salavert (op. cit. I 133–48) las razones que podia alegar el papa para disponer del reino de Cerdeña y afirmar que era ‘Ecclesie juris et proprietate.’ La donación de aquel reino sin embargo sólo se puede explicar teniendo presente que era Pisa quien dominaba la isla en su mayor parte y la ocupación por el rey de Aragón era una manera indirecta de hacer prevalecer en Cerdeña los intereses de la Curia romana y dar un golpe de gracia a la república gibelina. Al mismo tiempo el papa ataba y atraía hacia la causa güelfa un monarca que hasta el momento se consideraba más unido al bando gibelino: no olvidemos las relaciones de Jaime II con el rey de Sicilia, con Guido di Montefeltro y Pisa y el ofrecimiento que se le hizo del senorío de Toscana en 1289. Finke, Ver H., Acta Aragonensia III 56; Zurita, , Anales V 487 s.Google Scholar

62 Para Salavert (126, 162 y 254) la ocupación de Cerdeña fue el elemento esencial del quehacer político de Jaime II; véase también del mismo autor ‘La isla de Cerdeña y la política internacional de Jaime II de Aragón,’ Hispania 10 (1950) 211–65 esp. 126 y 236. Para otros historiadores, sin embargo, fue la política peninsular y no la expansión maritima la preocupación fundamental del monarca aragonés (Soldevila, F., Historia de Catalunya I 306–7; Giménez Soler, A., La Edad Media en la Corona de Aragón [Barcelona 1930] 146–47; Rohde, H. E., Der Kampf um Sizilien in den Jahren 1291–1302 [Berlin 1913] 63, 65, 72, 132). Veremos como de hecho Jaime II abandonó sus planes de Cerdeña para marchar hacia Almería y sólo cuando fracasaron sus ideales peninsulares se volvió a preocupar intensamente de Cerdeña. Sin embargo no se deben entender las dos orientaciones, maritima y peninsular, de la política internacional de Jaime II en términos de disyuntiva. El interés por Cerdeña era eminentemente comercial y estaba presionado por las ciudades costeras, esta isla constituía una posición estratégica de primer orden para la nevagación por la parte occidental del mar Mediterráneo, la orientación peninsular respondía a sueños e ideales del monarca y ejercía ‘una cierta presión moral sobre él’ fomentada tambtén por Ramon Llull, que propugnaba, como más adelante veremos, una orientación peninsular de los afanes guerreros de los principes cristianos.Google Scholar

63 H. Finke con la publicación de las Acta Aragonensia en 1908 puso de manifiesto como la diplomacia europea no comenzó en el Renacimiento, cf. Berger, E., ‘Jacques II d'Aragon, de Saint-Siège et la France,’ Journal des Savants 6 (1908) 281–94, 348–59, sobre todo 281. La importancia de la diplomacia en las relaciones internacionales tuvo ya en la época de Jaime II una importancia excepcional. La política de este monarca fue ‘esencialmente internacional.’ No cabe duda que esa intensa actividad diplomática era motivada por el deseo de lograr unos objetivos politicos sin acudir a conflictos armados. Así lo hace ver Salavert a lo largo de su obra (op. cit. I 199, 322) que muestra la importancia de las conversaciones e intercambio de embajadores para las decisiones del monarca aragonés Esta intención queda clara en el memorial de Vidal de Vilanova que resume la historia de todas las tentativas diplomáticas de Jaime II con respecto a Pisa (Salavert II 477–96): ‘Vestra super facto regni Sardinee et Corsice, consulendo dixistis eidem ut faceret posse suum quod regnum ipsum haberet per viam tractatuum pocius quam per arma, idem dominus meus propterea, consilio vestro, quod pro precepto, ut erat et est conveniens, habuit et habet …. fecit posse suum ut, iuxta ipsum vestrum consilium et mandatum, ad acquisitionem regni predicti per tractatus et non per arma … processit in quantum posuit usque modo.’ Google Scholar

64 Una cláusula de la bula de infeudación exigía a todo nuevo soberano de la Corona de Aragón que al subir al trono prestara juramento de fidelidad al papa reinante y se le imponía además la obligación de renovar, por medio de embajadores, dicho acatamiento ante cada uno de los pontífices dentro del primer año después de la elección (cf. Salavert I 242 ss.; II 24).Google Scholar

65 A esta entrevista (7–11 de octubre de 1305) estuvo también presente el rey de Mallorca: Salavert I 284; Finke, , Acta III.Google Scholar

66 La presencia de Llull en esta reunión se deduce de unas frases en el colofón del Liber disputationis Raymundi et Homeri Saraceni: ‘… dominus rex Aragoniae … . Qui quidem in Monte Pessulano obtulit suam personam, suam terram, suam militiam et suum thesaurum ad pugnandum contra Saracenos omni tempore, quo placeret domino papae et dominis cardinalibus. Et de hoc sum certus, quia ego ibi eram.’ (MOG IV, 477 = Int. VII, 47). Cf. Annates Ecclesiastici 1305, VIII; Platzeck I, 31. Es curioso que Zurita silencie este encuentro.Google Scholar

67 Salavert I 288.Google Scholar

68 Salavert I 215, 262, 376ss.Google Scholar

69 Sobre la situación de Pisa a principios del siglo XIV, además de las obras de carácter general indicadas en la not. 52, ver: Volpe, G., ‘Pisa, Firenze e l'Impero al principio del 1300 e gli inizi della signoria civile in Pisa,’ Studi Storici 11 (1902) 193203, 293–337; Solmi, A., Studi storici sulle istituzioni della Sardegna nel Medioevo (Cagliari 1917) 292–96 y los caps. 5 y 12 de Salavert. F. Melis (cit. por A. Santamaría en art. cit. en not. 11 pág. 61) considera que Pisa después del desastre de La Meloria ‘se trocó en ciudad del interior’ aunque advierte que ‘no hay que subestimar la importancia de los buques pisanos.’ En cuanto a las finanzas de la Corona de Aragón (cf. Klüpfel, L., Verwaltungsgeschichte des Königreichs Aragon zu Ende des 13. Jahrhunderts 135–78) confiesa el mismo Jaime II sin reparos la crónica falta de dinero en las arcas reales explicando sus causas: ‘per ço que la sua Casa d'Arago ha abuts grans affers, segons que vos sabets et tot lo mon sab, exi el temps de son pare e de son frare con en lo seu, complidament no le basta moneda, la qual ha mester en grans quantitats’ (Salavert II 329). Cf. Vicens Vives, J., Manual de historia económica de España (7a ed., Barcelona 1969) 188: ‘Al aumento de las necesidades financieras por parte del soberano no correspondió un aumento de los recursos fiscales … mientras el país prosperaba continuamente, cada día el soberano disponía de menos recursos,’ ‘The general financial resources of the Crown of Aragon, as compared to those of the French and Castilian monarchies, were very limited’ (Hillgarth, J. N., The Spanish Kingdoms 1250–1516, I [Oxford 1976] 240). Cf. del mismo autor, su ponencia en el I Congreso de Historia mediterránea, Palma de Mallorca 1973: ‘Elproblema del imperio catalano-aragonés (1229–1327),’ publicada en AEM 10 (1980) 145–59 esp. 148–50.Google Scholar

70 ‘Por una parte Jaime II necesitaba del dinero güelfo para la guerra con la república gibelina toscana, por otra, no quiso nunca supeditar las suyas a las miras más particularistas de las ciudades que se decían de la parte de la Iglesia’ (Salavert I 202, ver tambien 213, 266–68, 275–80, 306–7, 367).Google Scholar

71 Salavert, I 215–16.Google Scholar

72 Salavert, I 216 not.Google Scholar

73 Salavert, I 350–74; Finke, , Acta II 514–15; Giagheddu, L., Il giudicato di Gallum e le sue relazioni con Pisa (Siena 1919); Salavert y Roca, V., ‘Giovanna di Gallura, il suo matrimonio e la politica sarda di Giacomo II d'Aragona,’ Archivio Storico Sardo 24 (1954) 95–120.Google Scholar

74 Salavert, I 378.Google Scholar

75 Salavert, I 289–90; Finke, , Acta III 83. Se trata aquí de una alusión clara a los planes granadinos del rey de Aragón (ver not. 156).Google Scholar

76 Expresión utilizada por Salavert, I 354 y 375.Google Scholar

77 Salavert, I 299308; 473–78.Google Scholar

78 Después de comprobar la resistencia pisana, el rey había aceptado en principio la alianza con las ciudades güelfas con el fin de doblegar a Pisa. En caso de una acción bélica las tropas toscanas se echarían sobre la ciudad gibelina desde tierra, la ayuda del arzobispo de Torres daría a los de Aragón la primera base territorial desde donde emprender la conquista de toda la isla. En efecto, las ciudades toscanas exigían la destrucción de Pisa: '… dicta communia Florentie et Luce excitant regiam celsitudinem in depressionem et mortem civitatis Pisane et partis Gibelline et Blanchorum de Tuscia … ut … pereat et nunquam resurgat … quod oportebit Pisanam civitatem per hec tractata ad nichilum devenire (cf. Salavert, I 475).Google Scholar

79 Salavert, I 378–82. La llegada de Ramon Llull a Pisa ha de situarse en el otoño de 1307. Platzeck (I 32) pone la fecha de llegada a comienzos del año 1308. Suponiendo que Ramon se dirigió a Bugía en la primavera de 1307 y que su estancia allí duró aproximadamente seis meses, el naufragio y su llegada a Pisa habría que situarlos en otoño de aquel año. Seguro es que escribió la Ars brevis en enero de 1308. Después de la difícil aventura podemos suponer que Llull tardaría algunas semanas en reponerse y que no se pondría a escribir nada más llegar a aquella ciudad.Google Scholar

80 Salavert, I 378, 380. Cf. not. 73.Google Scholar

81 Salavert, I 383413.Google Scholar

82 ‘La pahor es tan gran, que dien, que han que no saben, ques façen’ (Finke, , Acta II 523). Sobre la situación interna de Pisa, son temores y sus esperanzas existe un valioso informe de 18 de sept. de 1308. Impreso en Salavert, II 340–41, y parcialmente en Finke, Acta III 95.Google Scholar

83 Este proyecto de sumisión de Pisa al rey de Aragón lo ignoran las fuentes pisanas y las crónicas posteriores desfiguran los hechos. A principios de este siglo las Acta Aragonensia de H. Finke dieron a luz una serie de documentos que dejaban fuera de toda duda la decisión del común pisano. En un conciso y original artículo Silva, P., ‘Giacomo II d'Aragona e la Toscana, 1307–1309,’ Archivio storico italiano 71 (1913) 2357, utilizando por primera vez la documentación de Finke hacía un análisis de la crisis pisana y la decisión de los rectores de la república analizando también como las crónicas pisanas posteriores fueron desfigurando los hechos. M. Trogemann en una tesis doctoral presentada en Münster en 1938 (Der Kampf um Sardinien: Ein Beitrag zur Geschichte der Aragonesischen Mittelmeerpolitik während der Regierung Jacobs II.) estudia en las págs. 30–40 este proyecto de sumisión ciñéndose a los documentos de las Acta. Salavert, , op. cit., le dedica un capítulo en el libro que venimos citando (cap. XII, 414–58) y aporta nuevos documentos del Archivo de la Corona de Aragón. Ver también Cristiani, E., Nobiltà e popolo nel comune di Pisa (Nápoles 1962) 276–89.Google Scholar

84 Nicolás Alberti da Prato, obispo titular de Ostia y Velletri, influyente cardenal de tendencia gibelina, cf.: Stroebele, H., Nikolaus von Prato, Kardinalbischof von Ostia (Diss. Freiburg 1914), fue sin duda alguna el origen en incansable abogado de la decisión pisana, así lo declara Vidal de Vilanova en una carta a Jaime II: ‘Senyor, siatz cert que aquest cardenal ve ab tan gran volentat en aquest fet, que no poria ab major en neguna guisa. E siatz cert, senyor, que. Is pisans tot quant an fet ab vos tot ho an ahut de conseyl seu, e ell es de volentat de fer. los venir a la uostra volentat en totes guises, e en asso, senyor, cregatz que y fara ell tot son poder, que molt ho ha a cor marauellosament’ (Salavert II 464). Sobre las relaciones de este cardenal con Jaime II y la cuestión pisana: Theile, Fr., Nikolaus von Prato, Kardinalbischof von Ostia (Marburg 1913) 28–30. Así como los pisanos tenían un abogado en la Curia, tenían tambien un enemigo acérrimo en la persona del influyente Napoleon Orsini protector de Jaime II en todo lo que fuese contra Pisa; cf. Willemsen, C. A., ‘El Cardenal Napoleon Orsini i Jaume II,’ EstUniCat 11 (1926) 89–109; Finke, , Acta II 597.Google Scholar

85 Salavert I 421. Llull pasó el invierno 1308–9 en Montpellier, cf. Platzeck, I 35.Google Scholar

86 La petición de Pisa equivalía sin embargo a solicitar el reconocimiento por parte del de Aragón de los derechos pisanos sobre Cerdeña. De haber aceptado la propuesta pisana el poder de Jaime II sobre la isla hubiera sido más aparente que real (Salavert, I 425–26).Google Scholar

87 ‘In Urbe Urbisque districtu seu in circumposita regione aut in provinciis, civitatibus, terris seu locis Ecclesie Romane subiectis non recipietis vel assumetis aut acquiretis dominium, regimen seu rectoris officium …’ (Salavert, II 28).Google Scholar

88 Este documento fue aceptado en principio por ambas comisiones diplomáticas pero quedaba pendiente de la posterior aprobación de Clemente V y de los rectores de la república pisana (Salavert, I 427–32 y II 416–20).Google Scholar

89 Jaime II presentía las dificultades con las que se había de tropezar en la Curia por ello envío a Vidal de Vilanova, una gran personalidad diplomática, que se encargó de tan delicada misión. Las relaciones de este embajador las define, con razón, Salavert, (I 437): ‘pieza maestra de la literatura de ese género en la época y contiene multitud de detalles y facetas, pintándonos un cuadro tan vivo de las personas y las conversaciones, que da a su lectura un valor substantivo y de gran mérito en sí misma.’ Google Scholar

90 ‘Empero, senyor sapiatz que. Is ditz tractadors dixeren e dien boca oberta e per tot cert que Pisa e son destret pertany sens tot mija la Esglesia. E yo a asso lus contreste. Mas finalment dixeren que en asso no auia questio, que ells ho auien atrobat per moltes rations e especialment per moltz decretz e per moltes ligs, las quals dien que tota Ytalia se pertany a la Esglesia, e axi con Pisa sia en Ytalia dien que sens tot dupte es de la Ezglesia, e axi an per lur’ (Salavert, II 457).Google Scholar

91 ‘E entre altres paraules, senyor, dix que ell [Clemente V] veya be que con vos aguessets la senyoria de Sardenya e de Corsega e de la ciutat de Pisa e de son destret que ne rey de Franca ni altre princep del mon no auria tan gran poder con vos, ans seriets del majors princeps del mon’ (Salavert, II 456).Google Scholar

92 Salavert, I 452–58. Así lo comunicaba el propio Jaime II a Clemente V en carta del 14 de junio ‘… fuit tam a nobis quam a praefatis ambaxiatoribus a dicto tractatu donationis civitatis Pisane omnino discessum.’ Google Scholar

93 Para ver como se llegó a esa armada de 200 velas listas para zarpar hacia Almería y Ceuta hay que seguir la larga y complicada historia de las relaciones de la Corona de Aragón con el reino de Granada, que están expuestas y documentadas por Giménez, A. Soler en un largo artículo, 'La Corona de Aragón y Granada,’ Boletín de la Academia de Buenas Letras de Barcelona 3 (1905–6) 101–34, 186–224, 295–324, 333–65, 450–76, 485–96; 4 (1907–8) 49–91, 146–80, 200–25, 271–98, 342–75. Uno de los ideales de Jaime II era terminar con el dominio musulmán en España pero los afanes de la Reconquista estaban frenados en la Corona de Aragón por el tratado de Almizra (1244) en que se declaraba el reino de Granada conquista de Castilla (‘las tierras del rey de Granada que son de nuestra conquista’ repetía Fernando IV en 1309). Castilla olvidó la obligación de conquistarlas, ya que nadie se le podía adelantar a ganar aquellos territorios, contentándose con el mero vasallaje del rey granadino. Jaime II heredó con el reino de Aragón la enemistad con Castilla y la amistad con Granada. Su propósito era conseguir lo contrario: hacer paces con Castilla y por la afición que mostró toda su vida a la guerra con los moros, proseguir la Reconquista y expulsarlos de la península. En este sentido concibió el proyecto de servirse de la enemistad de los musulmanes del otro lado del estrecho con los de Granada para destruir este reino musulmán. La actividad diplomática de Jaime II en los últimos años que precedieron al sitio de Almería fue enorme. Sin romper con Granada y comunicándose constantemente con ella, llevó a un tiempo tres negociaciones: con el sultán marroquí para convenir las condiciones de la lucha contra el de Granada; con Castilla para ponerse de acuerdo en lo que cada uno debía poner y ganar en la empresa y con el papa al fin de impetrar los auxilios espirituales y materiales que toda guerra de religión llevaba consigo. La rotura de hostilidades comenzó con gran entusiasmo del de Aragón que puso sitio a Almería y las ordenes militares atacaron las fronteras del reino de Granada por tierra.Google Scholar

94 Cuando los de Granada se inquietaban por los preparativos bélicos del de Aragón éste contestó: ‘Reebem vostra letra en quens fees saber que auiedes entes que nos aparellauen gran armada en nostra terra la qual hom no sabia on ira … . E Rey vos daquesta raho nous devets maravellar que segons que vos sabets tals affers havem nos e especialment per lo fet del regne de Cerdenya que aquesta armada havem mester. E nous devets duptar que a vos ne a ren del vostre feessem mal que abans nou feesem saber,’ (Soler, Giménez, loe. cit. 3 [1905–6] 363) Aquí es la campaña de Cerdeña un pretexto para organizar la campaña granadina: Se apunta de nuevo la debatida cuestión (cf. not. 62) de las preferencias políticas de Jaime II. Seguro es que para él ‘estos fechos que son mucho a servicio de Dios e a gran honrra de todos nos reyes de España … que grant verguença era de todos … que tan poco poder como el Rey de Granada … . estuviesse delant a grant deshonrra de Ihuxpo e de nos e danyo de toda Espanya’ (Ib. 359). La conquista de Granada ya estaba en la mente de Jaime II mucho antes de estos acontecimientos. En las instrucciones a sus enviados a la Curia Romana para saludar al nuevo papa Benedicto XI en enero de 1304 declara: ‘Los quals sarrayns, si pau era en Espanya, ab la ajuda de Deu et ab bona ordinacio de la Santa Esglesia, leugerament se podrien gitar de la terra tota’ (Salavert II 104). Las crónicas italianas, en este punto tendenciosas e inexactas, atribuyen a la diplomacia y al dinero pisanos la expedición de Jaime II contra Granada. P. Silva, loc. cit. 23 ss. observó ya los elementos fabulosos en estas narraciones (Salavert I 485).Google Scholar

96 De hecho la cuestión sarda era postergada aunque no olvidada como claramente indica Jaime II en una carta dirigida al común de Lucca desde Almería: ‘Igitur amicicie et deuocione vestre ad gaudium presentibus notum fiat nos, ductrice Dei gracia et in eius gloriam et sue vere exaltacionem, in confusionem gentis barbarice, nomen Salvatoris nostri domini Ihesu, quod supra omne nomen describitur, insaniter blasfemantem apud ciuitatem Almerie regni Granatae … cum nostro felici exercitu pervenisse … Sperantes in illo cuius negocium agimus et qui iustam causam non deserit set potius re fouet et confirmat, quod ipsius misericordia rei huic optato et laudabili fine dato, poterimus extunc ad promotionem et expeditionem votiuam adquisicionis regni nostri Sardinie et Corsice intendere et eam eficacius oportuniis remediis consumare’ (Salavert, II 527–28). Este texto nos muestra a las claras el entusiasmo religioso de la empresa almeriense y el optimismo del monarca que terminando felizmente la campaña en el sur de España podría dirigirse con la misma escuadra a ocupar Cerdeña.Google Scholar

96 La empresa fracasó, sobre todo, al abandonar los moros africanos los acuerdos con los reyes cristianos pactando con el rey de Granada, además de la falta de interés de los castellanos. El ejército sufrió sensibles pérdidas durante la retirada. Jaime II y su esposa volvían enfermos. La reina moría aquel mismo año de 1310 en Barcelona a consecuencia de esa enfermedad complicada con el parto de la infanta Violante; cf. Martinez Ferrando, J. E., Jaime II de Aragón. Su vida familiar (2 tom.; Barcelona 1948) I 15. Pero lo peor fue el desastre moral; aquella empresa emprendida con demasiada confianza fue un fracaso rotundo y debilitó el interés de Jaime II por la lucha contra el infiel en la península. En el futuro sólo pretendió vivir en paz con los reyes de España, incluido el granadino, para dedicarse tranquilamente a los asuntos de Italia. Fue además una pérdida de prestigio para los ejercitos cristianos tanto frente a los moros como cara a Europa; ver Soler, Giménez, op. cit. 4 (1907–8) 53 ss. La Reconquista del reino de Granada siguió precupando al monarca, como lo prueban sus instrucciones a los embajadores en el concilio de Vienne: ‘… si passagium habeat fieri per unam vel duas partes, per istam de Ispania fiet semper facilius, possibilius, utilius et cicius quam per aliam partem mundi, sicut veris racionibus apparebit’ ( Finke, H., Papsttum und Untergang des Templerordens II [Münster 1907] 236).Google Scholar

97 Las relaciones de Ramon Llull con Jaime II de Aragón comienzan a ser intensas en 1299 cuando volviendo de Paris se dirigió a Barcelona donde residió algunos meses. El 30 de octubre de aquel año consiguió un permiso del rey para predicar en sinagogas y mezquitas (cf. Rubio i Lluch, A., Documents per l'historia de la cultura catalana mig-val [Barcelona 1908] I 1314). Cansado de contiendas Jaime II había hecho las paces con su hermano, rey de Sicilia, y su tío Jaime II de Mallorca. La acogida en la corte barcelonesa fue cordial, pues allí escribe y dedica Ramon algunos libros al rey y a su esposa Blanca de Anjou; cf. Dictat de Ramon, Barcelona 1299 (ed. ORL XIX 273); Libre de oració, Barcelona 1299 (ed. ORL XVIII 392). Después de una estancia en Mallorca y un viaje a Asia Menor vuelve Ramon a Montpellier donde en la primavera del ano 1305 escribe el Liber de fine (ed. ROL IX, op. 122) en el que expone una estrategia político militar contra los infieles que coincide en algunos puntos fundamentales con la política aragonesa. Llull entrega este opúsculo al rey en Barcelona encargándole más tarde que sirva de intermediario para presentárselo al papa ‘… in Libro de fine, quem Dominus papa habet, quem Dominus Rex Aragoniae misit ad eum’ (Liber disputationis Raimundi et Homeri Saraceni, MOG IV 477 = Int. VII 47). Al encuentro entre Jaime II y Clemente V estuvo Llull presente (cf. not. 66) y con toda probabilidad lo acompanó a Lyon para asistir a la coronación papal en noviembre de 1305 (cf. Liber clericorum, Pisa 1308, ORL I 385; Platzeck I 32). El interés del rey por Ramon Llull queda demostrado además en algunos documentos de esta época (cf. Rubio i Lluch, op. cit. 39; de Barcelona, Marti, ‘Nous documents sobre Ramon Lull i la seva Escola,’ Miscel.lania Llul.liana [Barcelona 19358] 167). A la vista de estos datos no es exagerado suponer que Llull estaba al tanto del problema sardo y sus consecuencias para Pisa.Google Scholar

98 Cf. not. 26.Google Scholar

99 En lo referente a este conflicto ver A. Lecoy de la Marche, Les relations politiques de la France avec le Royaume de Majorque (2 tom.; Paris 1892) 1151–365. La estrecha dependencia de la vida de Ramon Llull y los sucesos políticos de su tiempo está suficientemente demostrada por Hillgarth en el cap. II de su obra ya citada, 46–134.Google Scholar

100 En el capítulo CXII del Libre de Contemplado se muestra Llull abiertamente en contra de la cruzada: ‘Conquerre per predicació mills que per força de armes’ (OE II 340). Pero ya antes de 1291 se junta al ideal misional el de la cruzada por las armas (p. e. Libre de Blanquerna, cap. 81: OE I 233) aunque, como claramente queda indicado en el Libre d'intencíó (ORL XVIII 48) la guerra se admite sólo en función de la predicación: ‘Per la primera intenció, fill, es amable la conversació e lo convertiment dels infels, e per la segona es amable guerra e batalla contre los infeels.’ La caida de San Juan de Acre, 18 de mayo de 1291, fue sin duda decisivo para las ideas lulianas sobre la cruzada (cf. Urvoy, D., Penser l'Islam [Paris 1980] 245). A partir de esta fecha la cruzada no aparece supeditada a la misión con la claridad de los escritos anteriores. Esta temática está bien resumida en una nota de A. Caimari a la ed. del Libre de Sancta Maria, OE I 1242; véase también Gottron, A., Ramon Lulls Kreuzzugsideen (Berlín–Leipzig 1912); Altaner, , ‘Glaubenszwang und Glaubensfreiheit in der Missionstheorie des Raymundus Lullus,’ Historisches Jahrbuch 48 (1928) 586–610; Wieruzowski, H., ‘Ramon Lull et l'idée de la Cité de Dieu. Quelques nouveaux écrits sur la croisade,’ Miscel.lania Llul.liana (Barcelona 1935) 403–26 (= Estudis Franciscans 47 [1933] 87–110); Sugranyes de Franch, R., ‘Els projets de creuada en la doctrina missional de Ramon Llull,’ EL 4 (1960) 275–90.Google Scholar

101 Roma 1292. Ed. Rambaud-Buhot, J., Beati Magistri Raimundi Lulli Opera Latina fasc. III (Mallorca 1954) 9698; Platzeck núm. 65.Google Scholar

102 Roma 1292. Llull en el Desconhort, verso 285, llama a este libro Lo passatge, el titulo en latin es es Tractatus de modo convertendi infideles, ed. lat. Rambaud-Buhot, , loc. cit., 99–112; Platzeck núm. 66. Cf. Garcias Palou, S., ‘Circunstancias históricas que inspiraron la composición del “Tractatus de modo convertendi infideles” del Beato Ramón Llull,’ EL 8 (1963) 189202.Google Scholar

103 De modo convertendi infideles (ed. cit. 106).Google Scholar

104 Garcias Palou, Véase S., Ramon Llull y el Islam (Palma de Mallorca 1981) 419438: Apéndice, I, Los planes estratégicos trazados por Ramon Llull para la sujeción del Islam. Cf. Perarnau, J., ‘Un text catalá de Ramon Llull desconegut: La “Petició de Ramon al papa Celestí V per a la conversio dels infidels,”’ Arxiu de Textos Catalans Antics 1 (1982) 9–46.Google Scholar

105 De modo convertendi …, ed. cit. 109.Google Scholar

106 Ibid. Google Scholar

107 Esta triple petición ya está contenida en el Liber de fine pero se formula de manera explícita y concisa en dos libros escritos en Pisa: Liber disputationis Raimundi et Homeri Saraceni y Liber clericorum. Llull resume en esta triple demanda su ideario político. A la vuelta de su estancia en Paris (1309–11) cambia el tercer postulado, en lugar de la décima para la financiación de la cruzada pide Ramón una decidida condena del averroismo latino. Esta triple solicitud está formulada hasta la saciedad en los libros escritos alrededor del concilio de Vienne en el que Llull había puesto tantas esperanzas. Cf., sobre todo, Vita coaetanea, ROL VIII 303 (op. 189) y Liber de ente quod simpliciter est per se et propter se existens et agens (Dist. VI Petitio Raimundi ad Concilium generalem), ROL VIII 239 ss. (op. 188).Google Scholar

108 De modo convertendi … (ed. cit. 99–100): ‘… de modo bellandi per mare … . Unus admirallus sit in Ispania … alius sit dominus maris Surie … . De modo bellandi per terram … in frontaria Grece … usque ad Tripol et Barbaria.’ Google Scholar

109 Ibid. Google Scholar

110 El rey de Aragón se comprometía a armar sesenta galeras para luchar con ellas en Tierra Santa o en cualquier lugar contra todo enemigo de la Iglesia (Salavert, 1123).Google Scholar

111 Sicilia como Mallorca eran factores fundamentales de la expansión comercial, pero adquirían mayor importancia si se dominaba también Cerdeña. Vicens Vives, J., España: Geografía política del Estado y del Imperio (Barcelona 1940) 111, habla de una ‘diagonal insular’ y de ‘ruta de las islas’ para señalar el eje de marcha económico y político de la Corona de Aragón en el Mediterráneo occidental. ‘Los paños y corales catalanes, a la ida, y la plata de Cerdeña, el trigo siciliano, a la vuelta constituían las principales materias del comercio de esta ruta’ (Vicens Vives, J., Historia económica de España [Barcelona 1969] 188). Sobre esta tesis de Vicens Vives y la crítica posterior ver: Ruiz Domenec, J. E., ‘Ruta de las especias \ ruta de las islas. Apuntes para una nueva periodización,’ AEM 10 (1980) 689–98 y el art. de Hillgarth en el mismo volumen (cf. not. 69). Para Llull y Jaime II tenía relevancia de cara a la estrategia naval de una cruzada armada. Efectivamente Jaime II dirigiéndose a Clemente V poco antes de emprender su campaña de Almería rechaza como improcedentes e inútiles los planes de cruzada hacia Oriente a través de Constantinopla, Jaime II ve más viable y duradera una marcha progresiva de las fuerzas cristianas de isla en isla, como puntos de apoyo y avituallamiento: ‘Procedendo versus orientem per maritimam semper adheret (un ejercito cristiano) insulis christianorum, scilicet, Maioricarum, Minoricarum, Sardinie et Sicilie, de quibus haberentur assidue victualia et refrescamenta et gentes ad fortificandum exercitum antedictum et patrias populandas, et demum adquiriendo posset ad Terram Sanctam, auxiliante Domino, perveniri’ (Salavert, I 127).Google Scholar

112 En el Liber de fine (ROL IX 276 [op. 122]) expone Llull cinco ‘loci’ posibles por donde comenzar la cruzada. Rechaza cuatro, Siria, Egipto, Chipre y Túnez, considerando el camino de España como el más viable. Es interesante llamar la atención como esta idea del Liber de fine fue defendida siempre por Jaime II (cf. not. 96).Google Scholar

113 Vita coaetanea (cf. not. 26).Google Scholar

114 El plan de Ramon Llull lleva consigo una serie de consecuencias de carácter político religioso que es conveniente resumir y documentar brevemente: (1) El papa debe ordenar y financiar un ‘bellum contra Saracenos perpetuum’ (Liber de acquisitione terrae sanctae 270, cf. infra not. 117) que ha de ser la tarea principal de aquella orden militar que surge como resultado de la unión de todas las ordenes militares (Este es en el fondo la razón fundamental de la propuesta luliana: unificación de la lucha continua). La propuesta en sí no era nueva ni fue Ramón el único en formularla, cf. Finke, , Templer II 118 y not. 155 de este artículo. Esta orden con una autoridad al frente elegida y controlada por la Santa Sede y financiada por toda la cristiandad ha de estar ‘continue et semper in fronteria contra Saracenos’ (Liber disputationis Raimundi … loc. cit.; Liber clericorum, ORL I 385). En los últimos párrafos del Liber super Psalmum ‘Quicumque vult’ (MOG IV, 376 = Int. V 30) habla ya de una lucha contra el infiel ‘in perpetuum successive.’ No sólo ha de ir conquistando poco a poco las tierras de los infieles, recuperari, sino ha de mantener lo conquistando, retineri (cf. not. 105): ‘Bellator rex cum parvo exercitu posset incipere bellum tenendo fruntariam, et acquirendum modo unum castrum, modo aliud, sic gradatim; et nunc unam villam, postea aliam, sic gradatim multiplicando suum exercitum successive … Si bellator rex … continue stat in fruntaria, Saraceni eiusdem fruntariae desperabunt in praelio contra ipsum, eo quia cogitabunt, quod durabit in perpetuum ille modus … Et sic Saraceni videntes propter talem ordinationem numquam posse illum ordinem devastare, toto posse ad fugam conabuntur terga dare et ab illa fruntaria ire ad locum alium, ubi possent pacem, si poterant, invenire. Et sic per tale modum leviter terras illorum poterit acquirere rex bellator’ (Liber de fine, ROL XI 277–78). Según Llull Jaime II prometió ante el papa poner su persona, su tierra, etc. 'ad pugnandum contra Saracenos omni tempore (cf. not. 66). (2) Así va recuperando la cristiandad ‘terrae quas ecclesia amittit’ (Liber de acquisitione … 271). Esta idea de la recuperación de todas las tierras que pertenecieron al imperio romano se repite desde el comienzo de sus planes de conquista y es la justificación de la empresa armada: ‘Et quia Saraceni occupant terram ecclesiam Christianorum licitum est ipsos impugnare et terras quas injuste possident recuperare’ (De modo convertendi … 105). La acción armada sólo se justifica si es para someter al mundo universo al yugo cristiano: ‘christianitas per totum mundum’ (ROL VIII, 241 [op. 188]) y echar a los infieles de las tierras que pertenecieron en su día a la Iglesia (De modo convertendi … 102). La expansión del Islam se ha realizado a costa de usurpación de tierras que eran de la cristiandad (cf. el comienzo del Liber de fine: ‘infideles … multiplicando se eorum [de los cristianos] terras capiunt et usurpant’). Una idea enraizada en la idiosincracia política española durante toda la Edad Media, que compartía tambien el rey Jaime II y justificaba toda campaña contra el infiel. Está claro pues que la cruzada luliana no se limita al marco geográfico de la Tierra santa. De ahí la clara indicación de ‘Saraceni possident Terram sanctam et alias terras nostras’ (Liber clericorum, ORL I 362–63), ‘Terra sancta, et terrae etiam aliae, quas infideles detinent a Latinis’ (De fine 269), ‘Terra sancta, etiam terrae aliae … quas olim christianissimi possidebant’ (ib, 275), ‘Terra sancta et terrae aliae, quas amiserunt etiam christiani’ (ib. 276), ‘Saraceni tenent occupatas nostras terras’ (Liber disputationis … loc. cit., cf. también Liber de praedicatione: ROL IV 32 y 168 (op. 118) y Petitio Raymundi, ROL VIII 241 (op. 188).Google Scholar

Está claro que a estas terrae no pertenecía Cerdeña, que era ya cristiana y por eso una guerra por esa isla sería una inutil pérdida de energía. La guerra es sólo justificable en pro de la recuperación de las tierras que un día fueron cristianas.Google Scholar

115 Cf. Muldoon, J., Popes, Lawyers, and Infidels (Philadelphia 1979) chap. 2.Google Scholar

116 En este sentido léase el interesante artículo de Dufourcq, Ch. E., ‘La Mediterranée et le Christianisme: cadre géopolitique et économique de l'Apostolat missionaire de Ramon Llull,’ EL 24 (1980) 522.Google Scholar

117 El ideal de misión está propuesto por Ramon Llull como un obligación fundamental y prioritaria de todo cristiano por ser consecuencia inmediata de un mandato de Jesús y estar intimamente ligado al primer mandamiento de la ley de Dios: ‘Cum ad sanctam fidem catholicam possent reduci faciliter infideles, et hoc divina gratia adiuvante — nam praeceptum est Jesu Christi [cf. Joh. 21.15–17]: Petre, si diligis me, pasce oves meas; qui respondit: Domine, te diligo; etiam praeceptum primum legis hoc confirmat, videlicet [Deut. 6.5; Marc. 12.30]: Diligis Dominum, Deum tuum ex toto corde tuo etc. — ideirco dignum et iustum est, quod sanctissimus papa Clemens quintus et eius reverendissimi cardinales ordinarent modum, per quem infideles exirent ab errore et venirent in semitam veritatis’ (Ars mystica, ROL V 286 [op. 154]; cf. también ROL X 197). En ningún sitio está esta idea luliana mejor expuesta que en el Liber de predicatione, Sermo de dominica in septuagesima, ROL IV 54–55 (op. 118). Cf. Sugranyes de Franch, R., Raymond Lulle, Docteur des Missions (Sehóneck–Beckenried 1954) 5557 y Perarnau, , art. cit. (not. 104) 34.Google Scholar

118 Cf. MOG IV 477 (= Int. VII 47): ‘Et quod primo irent in Granatam, in qua est fundamentum lapideum, quia prope est … et deinde irent en Barbariam, nam ipsa similiter prope est … . sed non vadant primo in Syriam in qua fundamentum est arenosum et labila et circa ruinam a longe per infideles circuitum.' Es interesante llamar la atención sobre la argumentación luliana que es la misma utilizada por Jaime II para convencer a Clemente V de la inutilidad de la campaña de Rodas de los Hospitalarios. Según Giménez Soler, ‘La Corona de Aragón y Granada,’ loc. cit. 3 (1905–6) 356, el rey de Aragón no sólo se limitó a predecir el fracaso de la empresa de Oriente, ‘sino que puso en parangón ésta con la de Occidente para demostrar las ventajas de la última como empresa militar: el Oriente estaba muy lejos y abundaban en él los desiertos; Granada estaba en la misma Europa y tenía recursos para mantener a los invasores; la repoblación del territorio ganado era muy difícil en Oriente y su defensa debía encomendarse al ejército, que así era menos fuerte cuanto más avanzaba; en Granada desaperacía esta dificultad por la mayor comodidad del pasaje y su vecindad a países cristianos; Granada se podría conquistar en tres años y en uno si se impedía a los moros, una vez vencidos en batalla campal, acogerse a las montañas y solo en preparativos exigía más tiempo el rescate de Jerusalén; trasladarse a Marruecos desde Granada era facilísimo ….’ Soler, Gimenez nos da un resumen de una carta presentada por Jaime II al papa en Abril de 1309. A falta de una lectura del texto original no se pueden sacar conclusiones definitivas, pero queda claro la coincidencia en los pareceres de Ramón Llull y el rey de Aragón. Thier, L., Kreuzzugsbemühungen unter Papst Clemens V. (1305–1314) (Werl 1973) 22, interpreta esa coincidencia como si el programa del Liber de fine hubiera sido escrito en conformidad con el de Aragón. En este sentido el ‘bellator rex’ sólo puede ser pensado en relación a Jaime II o alguno de sus hijos. Estas ideas lulianas las expone Thier bajo el título: ‘Los planes de cruzada desde el punto de vista de Aragón,’ en donde Llull es ‘der geniale Theoretiker’ de tales planes (pág. 18).Google Scholar

119 Escrita en marzo de 1309 (un més antes de la carta de Jaime II a Clemente V, v. nota anterior). Ed. Longpre, E., Criterion 3 (1927) 266–78 y Kamar, E., ‘Projet de Raymond Lull “De acquisitione Terrae Sanctae” (Introduction et édition critique du texte),’ Studia Orientalia Christiana, Collectanea 6 (Cairo 1961) 3–131; citamos según la ed. de Longpré corrigiendo el texto según la edición preparada por A. Madre para ROL. Google Scholar

120 Thier, , op. cit. 30, ve una divergencia clara frente al Liber de fine. Mientras en éste sólo se propugna un camino posible, el de Granada, en el De acquisitione es Granada una ruta entre otras posibles. Llull dice claramente que ‘per acquisitionem Constantinopolis potest Terra sancta acquiri bono modo et faciliter, sed sine ipsa graviter et tarde.’ La adquisición de Constantinopla se le presenta a Llull posible pues es el programa mimado por Clemente V y la corte francesa (cf. not. 160). En un escrito dirigido al papa no podía Llull olvidar este hecho y la cantidad de medios que se estaban invirtiendo en ese proyecto. Si bien no se opone va mostrando las dificultades que lleva consigo y las fuerzas militares que dominan aquella zona. Después de formular un plan utópico para dominar Siria y Egipto, termina Llull: ‘Quod enim dixi de Syria et de regno Aegypti, utrum sit possibile, petatur sapientiae, potestati et etiam caritati et respondebunt quod non spectant nisi subiectum de ipsis habituatum, in quo sunt sustentatae, ipsis existentibus nuntiis Sancti Spiritus, cuius interest ipsas dare. Qui tales nuntios negligit, male facit postquam materia per Spiritum sanctum est disposita et parata.’ A continuación de esta ambigua frase pasa Llull a hablar de las ventajas del camino de Granada por el que sigue mostrando clara preferencia. Llull no cambió de opinión: La lucha continua por el sur y el poniente siguen siendo su programa preferido. Donde hay un cambio de opinión es después del fracaso de la expedición de Jaime II, en la Petitio Raimundi propone claramente los dos caminos el de Turquía y el de España sin citar siquiera el término Granada (ROL VIII 240).Google Scholar

121 Martínez Ferrando, J. E., Jaime II de Aragón I 13. Cf. not. 95.Google Scholar

122 El texto en Finke, , Acta II 878–79. Acerca de la discusión sobre fecha y contenido de esta carta véase Platzeck I 34.Google Scholar

123 ‘Quidam homo mirabatur de christianis, quare non magis exaltabantur super infideles, qui terras eorum acquirebant; et quare inter christiano avaritiae, guerrae et alia peccata tantum vigebant, … videbatur ei, quod omnia ista essent propter defectum magnatum, videlicet principum et praelatorum, eo quia maxime pravi sunt, et malum consilium habent. Quoniam si boni essent, et bonum consilium haberent, totum mundum possent reducere in bonum statum’ (Liber de consilio, ROL X 120 [op. 115]). ‘Et nonne fecistis vos gratiam de imperio Romano, quod imperium est sine imperatore? De quo damnum est; quia imperium est propter hoc, ut teneat iustitiam, et cum gladio defendat Romanam Ecclesiam contra infideles et contra schismaticos, etiam contra iniustos christianos et contra infideles, qui possident Terram sanctam. Et quis est, qui curet de hoc? Ait iustitia: Vos autem gratia facitis gratiam dando magnas praebendas praelatis, et dando magna regna regibus, et dando magnas divitias pluribus hominibus …’ Liber de civitate mundi, ROL II 197 [op. 250] ‘Ipso vero Dominus supremus et singularis duas dominationes constituit in hoc mundo, scilicet dominationem praelatorum; et hoc, ut ipsi essent unum cor, una anima, unum corpus et una voluntas ad serviendum Domino supremo Iesu Christo, ipsum super omnia honorando’ (Liber de predicatione (ROL IV 318 [op. 118]). ‘Princeps est positus in loco Iesu Christi, ut pacem et iustitiam teneat in hoc mundo, ut populus sit dispositus ad amandum Deum … Hoc non facit malus princeps; sed in mundo causat guerras atque discordias’ (Liber de praedicatione, ROL IV 145 [op. 118]).Google Scholar

124 En el Liber clericorum expone el origen y fín de los diezmos: 'Ut clerici non essent occupati per mechanica, datur eis decima, ex qua vivant, et ad honorem Dei expendant Ese honor de Dios y de la Iglesia exige la predicación a los infieles: ‘Bonus et magnus honor Ecclesiae requirit quod ipsa exaltetur et praedicetur per universum mundum.’ Dios pone dinero a disposición de los clérigos para que trabajen con él: ‘… quoniam Deus non dat aliquid sine causa. Ille qui non agit bonum de prosperitatibus receptis a Deo, accipit nomen Dei in vanum, eo quia avarus, otiosus et piger est.’ Por eso el clérigo avaro es un ladrón: ‘Qui est avarus de bonis Ecclesiae erogandis pauperibus et dat parentibus suis, fur est’ (Liber clericorum, ORL I 323–27, el texto está corregido según la ed. ROL preparada por Alois Madre). Ramon Llull no tiene nada contra las riquezas si éstas son bien utilizadas: ‘Ipsae divitiae desiderabiles sunt, eo quia bonae, magnae etc. Sed otiositas earum et inutilitas non est desiderabilis, eo quia est mala. Et ratio huius est, quia privat actus bonos, magnos etc. divitiarum, quae sunt desiderabiles. Avarus vero causat privationem actuum’ (Liber de significatione, ROL X 62 [op. 114]). Por eso son los bienes del clero un escándalo que Llull no se cansa de atacar: ‘… ad praelatos aliquos, qui dimisso puero Jesu Christo videntur aurum comedere, nec potest eis aliquid terrenum sufficere pro se et suo sanguine maledicto’ (Liber natalis, ROL VII 42 [op. 169]; cf. Liber de praedicatione, ROL IV 330 [op. 118]). Los bienes de la Iglesia no están a la libre disposición de los clérigos sino para otros fines mayores: ‘Sed tu, male clerice vel praelate, bona ecclesiae non applicas ad utilitatem publicam et communem, quia non facis eleemosynam … et contra infideles non conservas ecclesiam’ (Liber de praedicatione 204). ‘Hoc pro tanto dico, quia Deus pro nihilo non … multiplicavit tot clericos atque divitias eorum; immo fecit ad suum honorem … . Hoc pro tanto dico, quod detur decima ccclesiae omnino ad acquirendum Terrain sanctam et etiam totam terram, quam tenent Saraceni … . Et ideo bonum, magnum et verum esset, quod dominus papa et reverendi domini Cardinales ordinarent cum praelatis, quos nullus clericus habeat nisi unam praebendam; et praebendae, quas haberet praeter unam darentur ad passagium’ (Liber de ente … Dist. VI: Ordinationes decem quas Raimundus intendit praesentare in Concilio generali seu Petitio Raimundi, ROL VIII 241 [op. 188]). Cf. Perarnau, , art. cit. (not. 104) 34.Google Scholar

125 Cf. Mansilla, D., Iglesia castellano-leonesa y Curia Romana en los tiempos del rey San Fernando (Madrid 1945) 5658.Google Scholar

126 Cf. Gottlob, A., Die päpstlichen Kreuzzugssteuern des 13. Jahrhunderts. Ihre rechtliche Grundlage, politische Geschichte und technische Verwaltung (Heiligenstadt–Eichsfeld 1892). En relación a Aragón y el reinado de Jaime II: Vincke, J., Staat und Kirche in Katalonien und Aragon während des Mittelalters (Münster 1931) 146 ss. No se pretende aquí dar la impresión de una iglesia en los reinos ibéricos sumamente rica frente a unos reyes pobres. Justamente de la opinión contraria, en lo que a Castilla se refiere, es Linehan, P., The Spanish Church and the Papacy in the Thirteenth Century (Cambridge 1971) esp. capitulos 6–8. El problema es complejo y depende de los documentos que se manejen, los eclesiásticos recalcan la pobreza y necesidades frente a las pretensiones de los reyes y estos ponen especial empeño en hacer ver lo contrario. No es objeto de este estudio aclarar estos puntos sino llamar la atención sobre la crítica luliana a una riqueza eclesiástica inactiva. Los bienes de la Iglesia acumulados por los ‘praelati’ tienen para Llull una finalidad por encima de los intereses particulares de los clérigos. En lo referente al reino de Valencia pero aclarando aspectos fundamentales de esta problemática ha de consultarse Burns, R. I., El reino de Valencia en el siglo XIII: Iglesia y sociedad (2 vols.; Valencia 1982) esp. cap. 10.Google Scholar

127 Cf. Fabrega i Grau, A., ‘La decima per a la conquesta de Sardenya en els pontificats de Bonifaci VIII i Benet XI,’ VI Congreso de Historia de la Corona de Aragón (Madrid 1959) 461–75.Google Scholar

128 Cf. Salavert, II, 52, 86, 99 (la decima de la clerecia de toda sa terra), 107 (decima ad plures annos et sine condicione), 122, 125, 126, 152 (e si per ventura la decima no. s podia fer que us façen alcuna ajuda de pecunia), 154, 161, 209, 213, 403, etc. Google Scholar

129 ‘Tertium est, quod Dominus Papa et Reverendi Cardinales darent decimam totius Ecclesiae ad Passagium, quousque Terra sancta fuisset acquisita, quam dant Regibus Christianis; quae quidem decima orta et data est a laborantibus, ut per ipsam Ecclesia honoretur et sustentetur; et ad honorem Dei fides multiplicetur; sed Reges eam deducunt ad terrena, quod est malum,’ Liber disputationis …, MOG IV 477 (= Int. VII 47). Más duro y directo es en el Liber de fine: ‘Et etiam quia aliqui principes christiani ad decimam ecclesiae tenent oculum, ut cum ipsa sua mundana negotia ipsi agant; et de hoc experientiam nos habemus’ (ROL IX 271/2). En la Petitio Raimundi termina con una propuesta de excomunión hacia aquellos principes que utilizan los bienes de la Iglesia para fines terrenos: ‘Si autem dicatur, quod decima ecclesiae dari non potest, quia principes christianorum hoc impedirent, ad hoc posset esse remedium, quia si principes hoc facerent, excommunicentur in Curia et etiam tota terra eorum’ (ROL VIII 241). Los bienes de la Iglesia tienen un fin concreto y a ese fín han de ser utilizados: ‘Et sic bona ecclesiastica ad finem quare data sunt, reducuntur’ (De fine, ROL 9 272).Google Scholar

130 ‘Rex Aragoniae … . qui in Monte Pessulano obtulit suam Personam, suam terram, suam militiam, suum thesaurum, ad pugnandum contra Saracenos omni tempore’ (MOG IV Int. VII 47).Google Scholar

131 Salavert II 431. El rey pretendía más: sueldo para mil caballeros y los gastos de armamento de cinco galeras además de todos los auxilios espirituales para tal tipo de empresas (Salavert II 414). Estas últimas peticiones no fueron atendidas por la Curia, Jaime II se vió defraudado del papa francés, de quien esperaba mayor comprensión para los problemas específicos de los reyes cristianos con frontera musulmana (Salavert II 424). Cf. Soler, Giménez, loc. cit. 3 (1905/6) 350 ss.Google Scholar

132 Vita coaetanea, ROL VIII 303 [op. 189]. Cf. supra not. 100.Google Scholar

133 Vidal de Vilanova a Jaime II: ‘Que segons que yo he entes assi per cert, entre.l comu de Pisa ha ahuda gran diversitat sobre aquest fet’ (Salavert II 464). Los embajadores aragoneses en nov. 1308 al mismo Jaime II: ‘Item sapiats, senyor, que en Pisa tenen tots jorns conseyll e no.s poden avenir, en axi que diluns primer passat de noembre tengueren III vegades conseyll e cuydaren de s.avenir e an molt gran reguart de nos’ (ib. 367; cf. not. 82.)Google Scholar

134 Cf. Croce, B., La Spagna nella vita italiana durante la rinascenza (Bari 1922) 1732, cap. II: I Catalani e gl'Italiani. ‘Los armadores y comerciantes de las grandes ciudades maritimas — Génova, Pisa y Venecia — se habían acostumbrado, durante varias generaciones a controlar — compitiendo sólo con sus coterráneos — el intercambio comercial entre Oriente y Occidente. A partir de 1300 aproximadamente, vieron su predominio marítimo y comercial gravemente amenazado por los recién llegados catalanes que en el comercio y en la navegación eran tan hábiles como los italianos y superiores a ellos en el terreno militar. La expansión de estos competidores tuvo por consecuencia el que les hiciera objeto, en Italia de una leyenda negra’ (Arnoldsson, S., La Leyenda negra. Estudios sobre sus origenes [Göteborg 1960] 17). La obra de este profesor de historia sueco es un intento de probar y documentar esa leyenda negra italiana.Google Scholar

135 Arnoldsson, , op. cit. 12 s.Google Scholar

136 Cf. not. 83 y 92.Google Scholar

137 Una frase en un documento de Jaime II de julio de 1308, publ. en Salavert II 328–31 y por Miret i Sans, J., ‘Notes historiques de Sardenya anteriors á la dominació catalana,’ Archivio storico sardo 5 (1909) 1315, parece confirmar que ya con la embajada pisana de fines de 1307 había surgido la idea de ofrecer al rey de Aragón el señorío de Pisa: ‘Ab lo comu de Pisa ne ab lurs missatges, no. s deuen veer, segons que ja son enformats. E la hon los Pisans feessen de si enuers lo senyor rey, que paregues que.l volguessen reebre per senyor e per rey de la terra, los missatges no. s partissen de lur missatgeria, ans la perseguissen complidament.’ La decisión de 1309 no fue repentina sino que se venía discutiendo con anterioridad, sobre todo en los meses que Llull residió en Pisa.Google Scholar

138 ‘Segons ordenaments d'unitat e de pluralitat, se convenria que fos un emperador tan solament, enaixí ordenat e dessús a molts reis e barons, com és un papa a molts prelats. Mas car no és emperador en aquell poder que ésser solia quan los cèssars de Roma regnaven, e és venguda quaix egualtat de poder enfre un príncep e altre, e una ciutat e altra, és l'emperi departit en moltes parts, e són fets molts prínceps e moltes comunes de ciutats; e per açò són guerres e treballs en lo món, e no és universal poder en lo món qui ajut a mortificar aquells treballs en què són per guerres e per mals hòmens, e car utilitats especiais són més amades que públiques’ (Arbre de ciència, OE I 665. Cf. Liber de consilio, ROL X 183 num. 351 y 185 núm. 360 [op. 115]). ‘In mundo debet esse unus imperator catholicus et fidelis … . Et nunc est destructum ac divisum Romanum imperium, ut videtis. Et per vim infideles sunt lucrati terras nostras’ (Liber de praedicatione, ROL IV 330 [op. 118]).Google Scholar

139 Ars generalis ultima (ed. cit. 138).Google Scholar

140 Cf. not. 121.Google Scholar

141 Cf. not. 85.Google Scholar

142 Gambacorta, Sobre: Salavert I 424 not.; Cristiani, E., Nobiltà e popolo nel comune di Pisa (Nápoles 1962) 457.Google Scholar

143 Sobre el Cardenal Da Prato véase not. 84.Google Scholar

144 En efecto, desde sus luchas con Federico II los papas fomentaron et particularismo italiano. Desaparecido el emperador se vieron los papas envueltos en las luchas de ciudades que se oponen a las ingerencias de la curia y determinan decisivamente numerosas decisiones políticas del papado. Cf. Wieruszowski, H., Vom Imperium zum nationalen Königtum (Munich 1933); Previte-Orton, C. W., ‘Italy (1250–90),’ Cambridge Medieval History VI (Cambridge 1929) 166–204.Google Scholar

145 Ver pág. 415. Ver sobre este tema el trabajo de Stickel, E., Der Fall von Akkon: Untersuchungen zum Abklingen des Kreuzzugsgedankens am Ende des 13. Jahrhunderts (Bern–Frankfurt 1975).Google Scholar

146 Jerusalén era para los cristianos el centro de la tierra, contaban los años a partir del nacimiento de Cristo. El cristianismo y su acontecimiento central, la vida de Jesús, era el hecho central de la historia universal.Google Scholar

147 Cf. not. 101 y 102.Google Scholar

148 Cf. Heidelberger, F., Kreuzzugsversuche um die Wende des 13. Jahrhunderts (Berlín—Leipzig 1911) 1023.Google Scholar

149 Así lo declara Llull, Ramon ‘Timendum est quod Tartari vel Saraceni acquirant Grecos et tunc erunt vicini, quod absit Latinis, quia magnum periculum esset’ (Petitio Raimundi 98). ‘Imperium Constantinopolitanum de facili potest a Tartaris conquistan et si ab illis conquistaretur, quid esset postea de passagio Terrae Sanctae?’ (Liber de acquisitione 278). Ver también la Petitio Raymundi ad Coelestinum V (MOG II 175 = Int. IV 51) y las observaciones de J. Perarnau al respecto en art. cit. en la not. 104, págs. 35–36.Google Scholar

150 Después de veinte años de intentos de unión entre Roma y Bizancio el papa francés Martín IV, apoyando las pretendiones de Carlos de Anjou, rompió con la política de diálogo de sus predecesores y buscó desde un primer momento una confrontación con el emperador griego. En 1282 recibe la campaña angevina contra Bizancio el tratamiento de cruzada. Las ‘Visperas sicilianas’ y la decidida entrada de Aragón en la historia mediterránea destruyeron los proyectos del papa. Nicolás IV intentó en su corto pontificado reactivar la unión con Bizancio pero Bonifacio VIII apoyó de nuevo las pretensiones angevinas y su política de restauración del reino latino de Constantinopla. Cf. Norden, W., Das Papsttum und Byzanz (Berlín 1903) 619–93; Setton, K. M., The Papacy and the Levant (1204–1571) I 123–94; Laiou, A. E., Constantinople and the Latins: The Foreign Policy of Andronicus II, 1282–1328 (Cambridge, Mass. 1972).Google Scholar

151 Sobre Carlos de Valois, Carlos sin tierra, como le llaman las crónicas italianas, o ‘rei del xapeu e del vent,’ como le apodan las catalanas, véase, además de la literatura indicada en la nota anterior, la monografía Petit, de J., Charles de Valois (1270–1324) (París 1900), a pesar de sus notorias deficiencias, para nuestro objeto v. esp. págs. 89–143. Este principe, ‘fils de roi, frère de roi, père de roi et jamais roi,’ pasó su vida persiguiendo reinos e imperios ilusorios.Google Scholar

152 Catalina de Courtenay (1274–1307), emperatriz titular de Constantinopla, fue pretendida también, entre otros por Andrónico II Paleólogo para su hijo Miguel para lograr así la unión de los dos pretendientes al imperio (cf. Laiou, , op. cit. 49 ss.). Esta princesa había crecido en la corte de Carlos de Anjou como una hija más de éste. Cf. Longnon, J., L'Empire latin de Constantinople (Paris 1949) 253 y 281; Petit, , op. cit. 90–91 y 105–14.Google Scholar

153 Salavert I 185–87; Petit, , op. cit. 57–88; Sanllehy y Girona, C., El tratado de Caltabellotta (Barcelona 1943).Google Scholar

154 Clemente V impulsó inmediatamente después de su elección los proyectos de Charles de Valois. En los Annates Ecclesiastici se puede constatar la intensa actividad de la curia en este sentido: 1306, II, III–IV, XI; 1307, XXIX, XXX; 1308, XXX–XXXIV. Cf. Heidelberger, , Kreuzzugsuersuche 2627; Norden, , op. cit. 660–71.Google Scholar

155 Atiya, A. S., The Crusade in the Later Middle Ages (repr. New York 1970) 281 ss.; Röhricht, R., ‘Études sur les derniers temps du Royaume de Jerusalem,’ Archives de l'Orient Latin 1 (1881) 617–52; Setton, , op. cit. 164–70.Google Scholar

156 Así como el Liber de fine fue expresión de los planes de cruzada desde un punto de vista, que pudiéramos llamar, catalano-aragonés y fue presentado al papa Clemente V en el primer encuentro de éste con el rey de Aragón, también en el primer encuentro entre el papa y el rey francés se discutió también un programa de cruzada francés; cf. Wenck, K., ‘Aus den Tagen der Zusammenkunft Papst Klemens V. und König Philipp des Schönen zu Lyon, November 1305 bis Januar 1306,’ Zeitschrift für Kirchengeschichte 27 (1906) 189203. Este programa (Finke, , Templer II 117–19) tiene muchísimas coincidencias con el Liber de fine: ‘Fas vos saber, quel rey de França demana al papa, que totes les hordens de Cavailleria ne que porten armes, axi com Templers e Espitalers e moltes daltres ordens semblants a aquestes, sien I orde e el que renuncia al ser regisme e eretan son fill e demana, que el sia cap del dit horde … . Encara demana al papa, que negun arcabisbe, ne bisbe ne negun prelat … no gos aver mes I companyon e II preveres e II escuders e quels sia dada renda soficient a lur necessitat; el sobre plus sia donat al rey de Ierusalem a conquistar la Sancta Terra soltramar’ (cf. Petitio Raimundi, ROL VIII 241, lin. 1833: ‘Et prebendae, quas haberet [clericus] praeter unam darentur ad passagium … et etiam quod praelatos habeat certos scutiferos et equitaturas’). Comparando, sin embargo, el plan francés con el plan de Ramon Llull llama la atención que el primero parece preocuparse más por la manera de financiar la cruzada que por la cruzada en sí. Thier, L., op. cit. 34, apunta acertadamente que los planes franceses se ocupan más bien del dinero de la cruzada que de la cruzada misma. Las ideas de Felipe el Hermoso sobre la cruzada fueron expuestas por Pierre Dubois, uno de sus más eficaces propagandistas, en la obra De recuperatione Terrae sanctae (ed. Langlois, de C. V. [Paris 1891] o la más reciente Dotti, de A. [Florencia 1977]; trad. ingl. Brandt, de W. I. [New York 1956]), que no tiene otro objeto que poner la idea de cruzada al servicio de los intereses franceses. Sin embargo el utópico proyecto de Dubois es fascinante porque ofrece una visión global y original de la sociedad medieval: Un nuevo modelo donde Francia y su ‘rex modernus et futurus imperator’ determinan toda la estructura del mismo. Hay evidentes paralelismos con el pensamiento luliano: La importancia de plantearse un plan de repoblación y cristianización después de la conquista, el esbozo de un Mare nostrum christianum y la visión de una cruzada cuyo fín principal no es aniquilar a los sarracenos sino al Islam, pueden ser los más significativos. Sobre posibles relaciones personales entre Dubois y Llull cf. Hillgarth, , op. cit. 128 not. 344 y 346. Para el programa de Charles de Valois tiene Dubois una clara receta: El príncipe habría de acompañar y luchar por la conquista de los Santos Lugares, a la vuelta, en la retirada triunfal del ejercito cruzado sería proclamado rey de Constantinopla; de otra manera, según Dubois, jamás lo conseguiría.Google Scholar

157 En cuanto a la posición del rey de Aragón sabemos por carta suya a uno de sus diplomáticos, Gonzalo García, desde Gerona el 8 de noviembre de 1305 (publ. por Salavert II 179–80) que de ninguna manera quería meterse en los asuntos del de Valois: ‘negotium nullo modo pro nobis assumeremus, ea potissime ratione quia, cum inclitus Karolus, racione sue vxoris, dicatur ius habere in eo, nullo modo nos contra ipsum assumeremus factum praedictum.’ En primer lugar, porque necesita sus fuerzas para la empresa de Cerdeña. Está claro que a Jaime II le interesaba más Granada que cualquier otra expedición a Oriente. Si los embajadores castellanos, que habían acudido a la Curia con Gonzalo García conseguían sus propositos, al rey no le importaba para nada otros planes que pudiera tener el papa in pecto. Si los de Castilla no lograban su deseo y Carlos de Valois solicitaba la ayuda aragonesa, como se lo había recomendado el papa, y que abandonase el proyecto de Córcega y Cerdeña, el rey Jaime lo haría, las decimas que había conseguido del papa le obligaban a ello, ‘non ut principalis set ut coadiutor, tali modo quod ipse haberet partem aliquam in adquisicione dicte terre et gentes sue sentirent emolumentum, ne videretur quod ipse rex propriis factis dimissis alia assumeret et suas gentes exponeret sine causa.’ Jaime II se muestra aquí, como en otras ocasiones, desinteresado de la política del mediterráneo oriental en la que no quería entremeterse.Google Scholar

158 ‘Et, si [los griegos] se cum Ecclesia unire noluerint, contra ipsos procedatur …’ (De modo convertendi 100).Google Scholar

159 Liber de fine (ROL 9 276 [op. 122]).Google Scholar

160 MOG IV 477 (= Int. VII 47).Google Scholar

161 Ed. cit. 208. Es de notar aquí en primer lugar su nostalgia del viejg emperador romano, que poseía Roma y Bizancio. La vieja idea de unificar el mundo mediterráneo bajo un emperador cristiano podía ser posible si los planes del de Valois se hiciesen realidad.Google Scholar

162 Ibid.; cf. también not. 118. En esta alusión al Espiritu Santo puede verse, sin duda, un acatamiento de la infalibilidad del pontífice por parte de Ramon, quien, en contra de su propia opinión, acepta la viabilidad del camino de Bizancio porque el papa, asistido del Espíritu Santo, la apoya.Google Scholar

163 La corta estancia en Montpellier es indiscutible. Así consta en el colofón de Ars brevis, quae est de inventione iuris (ROL XII 389 [op. 127]) y Liber de venatione substantiae, accidentis et compositi (Platzeck 145).Google Scholar

164 Es inverosímil que Llull entre el Ars brevis y el Ars yeneralis ultima, además de un viaje de ida y vuelta a Montpellier, escribiera integramente dos obras tan voluminosas como son el Ars iuris y el Liber de venatione. Aqui parece entreverse el estilo de trabajo de Ramón Llull que no siempre escribe obra tras obra, sino que tenía varias en diferentes estados de gestación, que iba rematando según las circunstancias se lo permitían. Hay obras planeadas con antelación y otras fruto de la circunstancia concreta. Así se explica también como en el año 1306 no ‘escribió’ Llull ninguna obra y en el año 1308 despachaba a dos por mes.Google Scholar

165 Ed. cit. 395–99.Google Scholar