La Revue internationale publicó, hace algún tiempo, un artículo en el que se evocaba el movimiento de solidaridad suscitado entre los jóvenes de la Cruz Roja Japonesa por la presencia en Tokyo, el año 1964, de cientos de parapléjicos congregados allí con objeto de asistir a los Juegos Internadonales para ellos organizados. Tales competiciones, que datan de hace más de veinte años, se han ido extendiendo a un número creciente de países; incluyen actualmente deportes muy diversos y, en principio, tienen por escenario los lugares mismos en que se celebran los Juegos Olímpicos Internadonales. ¡ Hermosa lección de vitalidad y de arrojo la que nos dan esas mujeres y esos hombres marcadosen su carne, pero que no por ello se declaran vencidos y encuentran, en la práctica del deporte, alegría de vivir!

La Cruz Roja Japonesa de la Juventud contribuyó al éxito de aquellos Juegos y nosotros publicamos el informe de la señora Sachiko Hashimoto, directora entonces de la mencionada sección juvenil; el informe se refería a la acción de la Cruz Roja durante aquellos Juegos y, en particular, al servicio de intérpretes por la misma organizado y que tan eficaz resultó en no pocas circunstancias.

El 26 de febrero de 1976 terminó sus trabajos la segunda reunión de la Conferencia de expertos gubernamentales sobre el empleo de ciertas armas convencionales, que se celebraba en Lugano, bajo los auspicios del CICR, desde el 28 de enero pasado. Tras cuatro semanas de deliberaciones, los expertos de 43 países aprobaron un informe en el que hay diversas propuestas de prohibitión o de limitatión del empleo de ciertas armas.

El profesor Hans Haug, presidente de la Cruz Roja Suiza, dio una conferencia el mes de septiembre pasado, en Münster, en la XX reunión de juristas de la Cruz Roja Alemana. Tenemos el agrado de reproducir aquí largos pasajes, pues trata cuestiones que son de actualidad y de innegable interés para todo el movimiento de la Cruz Roja.

El estudio del señor Haug se sitúa en el ámbito de la acción de la Revista Internacional, con objeto de dar la oportunidad de expresarse a diversas personalidades, sobre los temas evocados en los estudios emprendidos bajo la dirección del señor Donald Tansley, sobre la reevaluacion del cometido de la Cruz Roja (Red.).

En su número de julio pasado, la Revista Internacional reprodujo lo esencial de la circular que el CICR acababa de enviar a todos los Gobiernos para invitarlos a participar en la segunda reunión de la Conferencia de expertos gubernamentales sobre el empleo de ciertas armas convencionales, que tie celebrará en Lugano, del 28 de enero al 26 de febrero de 1976. Indicamos entonces que el programa de esa Conferencia, que tratará el tema de las armas incendiarias, de pequeño calibre, de actión diferida, pérfidas, de explosión o de metralla, y el de ciertas armas nuevas, prosiguiendo así los trabajos referentes a las armas convencionales que pueden causar sufrimientos inútiles o dañar sin discriminatión. La totalidad de esta labor, emprendida paralelamente a la Conferencia Diplomática sobre el derecho humanitario, ha de permitir que se concreten algunos de los principios generates, contenidos en los proyectos de Protocolos ac ualmente sometidos al examen de la Conferencia Diplomática, relativos a los métodos y medios de combate; se trata, en particular, de puntualizar la regla general según la cual, en un conflicto armado, el derecho de las Partes a elegir el método y el medio de hacer la guerra no es ilimitado, y de especificar cuáles son las armas a cuyo empleo las Partes deben renunciar por razón de los males superfluos que causan y de sus efectos indiscriminados.

Relativamente mal conocida, y frecuentemente más o menos confundida con la fisioterapia, la ergoterapia es una profesión que ha adquirido cierta extensión en el transcurso de estos últimos años.

Para intentar dar de ella una definitión sencilla, digamos que la ergoterapia es un tratamiento que se propone la readaptación del enfermo. Los especialistas distinguen tres categorías de la misma.

En primer lugar, la ergoterapia de activatión, que se esfuerza, en los casos de enfermos crónicos o de impedidos, por resucitar posibilidades frecuentemente olvidadas, o bien por crear otras nuevas. La terapéutica ayuda a los pacientes a utilizar las fuerzas que les quedan. Gracias a estas actividades, físicas o mentales, pueden conservar aquéllos su lugar en la sociedad y continuar, a pesar de la edad o de la enfermedad, sintiéndose a gusto en dicha sociedad.

Invitado por el Gobierno mauritano para asistir a los actos conmemorativos del XV aniversario de la independencia de aquel país, el Presidente del CICR, Dr. Eric Martin, acompañado por el señor P. Gaillard, consejero, viaój a Nuakchott, donde permaneció del 25 de noviembre al 3 de diciembre. La Media Luna Roja Mauritana aprovechóla ocasión para invitar también al Presidente del CICR a informarse sobre sus actividades en la capital y en el interior del país.

Apena al CICR el fallecimiento del Dr. Jean-Maurice Rubli, uno de sus antiguos delegados, que dio pruebas de constante y denodada entrega a la causa humanitaria.

El Dr. Rubli efectuó, durante la segunda guerra mundial, numerosas misiones: visitó a prisioneros de guerra y a internados civiles en Alemania, Bélgica, Países Bajos y Francia. En ese mismo período, formó parte de comisiones médicas mixtas en Alemania, Estados Unidos y Canadá. Tras haber practicado la medicina en Zurich, se encargó de realizar nuevas misiones, a partir de 1953, en Kenia, Reino Unido, Jordania, Yemen y Arabia Saudita. Más tarde, se trasladó a diferentes países de África y de Asia; en 1970 viajó a Extremo Oriente.

En nuestro número anterior, mencionamos la segunda reunión de la Conferencia de expertos gubernamentales, que se celebró en Lugano bajo los auspicios del CICR, y terminó sus trabajos el 26 de febrero. En la sesión plenaria final, el señor J. Pictet, presidente de la Conferencia y vicepresidente del CICR, puso término a las deliberaciones con la siguiente declaración:

Nuestros trabajos han concluido. Aunque esta Conferencia ha realizado notables progresos tras la de Lucerna, bien a la vista está que, en Lugano, la última palabra no se ha dicho.

Se ha evidenciado más difícil de lo previsto —sinceramente lo reconozco— llegar a un consenso sobre puntos concretos. Pero sabemos que tales acuerdos afectan a intereses importantes relativos a la seguridad de los Estados, y que la materia es muy compleja.

Una misión del CICR, efectuada conjuntamente con la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, permaneció, del 11 al 18 de agosto pasado, en São Tomé y Príncipe, por primera vez desde que ese país se independizó el 12 de julio de 1975. El delegado de la Liga, señor M. Toé, y el del CICR, señ;or T. Germond, fueron recibidos por el primer ministro, señor M. Trovoado, por los ministros de Sanidad, de Asuntos Sociales y Deportes, de Información, de Educación y de Cultura Popular, y por otras personalidades. También mantuvieron entrevistas con el comandante en jefe de las fuerzas armadas, y en el ministerio de Relaciones Exteriores. La República Democrática de São Tomé y Príncipe se adhirió a los Convenios de Ginebra el 29 de abril de 1976, y se trataba de departir con las autoridades sobre las cuestiones relativas a la difusión de dichos Convenios, y de determinar el cometido del CICR en el desarrollo del derecho internacional humanitario. Se habló, asimismo, de las actividades del CICR en el mundo.

Durante el mes de mayo, el delegado general del CICR para África, señor F. Schmidt, acompañado del delegado regional para África austral, señor N. de Rougemont, y de un delegado médico Dr. A. Vischer, efectuaron una nueva serie de visitas a lugares de detención en Rhodesia.

Situación general. ­ Desde que Angola accedió a la independencia, el 11 de noviembre de 1975, la actión del CICR ha continuado, en condiciones difóciles a causa de la evolutión polótico­militar. El CICR no ha dispuesto, en particular, de la libertad de movimientos de que disfrutaba anteriormente, en una y otra zona; por consiguiente, el avión DC-6 que habóa fletado, y que le permitia asegurar enlaces permanentes dentro de todo el territorio de Angola para aprovisionar a sus equipos, ha regresado a Suiza. No obstante, los delegados del CICR han continuado su acción en las actividades de protección (visitas a prisioneros, transmisón de mensajes familiares, registro de desaparecidos) y, en lo asistencial (trabajo médico, quirúrgico y distributión de víveres a las personas desplazadas), adaptando estas actividades a las nuevas condiciones.

En julio de 1973, entraron en vigor nuevas estructuras del Comité Internacional de la Cruz Roja y la Asamblea eligió como presidente al señor Eric Martin, quien había de asumir este alto cargo hasta diciembre de 1975, pero que ha tenido a bien aceptar ocuparlo hasta finales de junio de 1976.

El Comité Internacional desea expresar al señor Eric Martin su profunda gratitud por los eminentes servicios que le ha prestado y por la entrega con que no ha cesado de par pruebas durante años difíciles.

El señor F. Schmidt, delegado general del CICR para África, después de haber tomado parte en las recientes visitas efectuadas en África del Sur y Rhodesia a los lugares de detentión, se trasladó sucesivamente, en mayo y junio, a Tanzania, Benin, Togo y Angola.

En Tanzania, acompañado por el señor Bedert, delegado regional para África oriental, el señor Schmidt fue recibido por el presidente de la Sociedad national de la Cruz Roja, señor Sarakikya, y su vicepresidente, señor Rupia.

Durante los últimos años, la opinión pública mundial ha mostrado una preocupación creciente por un problema que, a su vez, parece aumentar en gravedad: el de la tortura. La experiencia reciente del CICR permite pensar que esta preocupación tiene razón de ser y que se trata de una cuestión sumamente grave.El uso reiterado e incluso sistemático de la tortura, siguiendo instrucciones superiores o a causa de la tolerancia cómplice de los responsables, bajo formas violentas o utilizando medios sicológicos y químicos, es un cáncer que parece seguir desarrollándose actualmente, y que amenaza los propios cimientos de la civilizatión. En efecto, de todas las armas, ¿ no es acaso la tortura la más cruel y la más nociva? Su crueldad no necesita demostración; en cuanto a su nocividad, es el resultado del hecho de que la tortura pervierte no sólo a la víctima, obligada a traicionar a su conciencia, y muy a menudo a sus allegados, sino también a los verdugos y a sus jefes, y también al país en donde se practica.

La Liga de Sociedades de la Cruz Roja acaba de publicar su Memoria Anual dedicada a las actividades de la Institutión, correspondientes al año 1975. Se trata de un informe ampliamente ilustrado, que contiene los títulos siguientes: Las reuniones de Ginebra — Asuntos estatutarios — Actividades generales — Relaciones internacionales — Socorros — Preparatión de socorros en casos de desastre — Abastecimientos de socorro — Servicios a las Sociedades Nacionales — Programa de desarrollo — Formacón — Salud — Programa de sangre — Asuntos sociales — Enfermería — Juventud — Información — Administratión y control — Situatión financiera.

Al expresar el señor Hans Bachmann el deseo de no aceptar la reelectión, la Asamblea del Comité Internacional le ha nombrado, en su sesión del 15 de enero de 1976, miembro honorario.

Desde 1942, el señor Bachmann cooperó activamente en la obra de la Cruz Roja, en la que fue el colaborador más próximo del señor C. J. Burkhardt, Vicepresidente y, más tarde, Presidente del CICR. A continuatión, llegó a ser uno de los miembros de la Directión del CICR. Tuvo un cometido importante en la organizatión de la amplia acción de soccorro emprendida por el CICR en favor de los prisioneros de guerra, internados civiles y personas civiles de las regiones devastadas al instituirse la « Fundación para la organizatión de transportes de la Cruz Roja ».

La Revista Internacional ha destacado repetidamente la importancia humanitaria del título de viaje del CICR, en particular cuando se trata de acontecimientos como los traslados masivos de población; se recuerdan, por ejemplo, los que tuvieron lugar recientemente en Uganda hacia diferentes pa íses de acogida, y también desde la isla de Guam hasta los territorios de asilo. En el primer caso, eran refugiados de origen indio a quienes se hizo entrega de títulos de viaje y, en el segundo caso, eran refugiados vietnamitas. En esas dos ocasiones, al igual que en las otras, este documento del CICR fue de la myor utilidad.

En el ámbito de una ayuda de urgencia de posguerra, el CICR había sometido, a finales de febrero, al Gobierno de la República Popular de Angola (RPA), como complemento a las actividades humanitarias desplegadas desde hacía varios meses, un programa medicosocial de seis meses. Por carta del 13 de abril, el primer ministro angoleño, señor Lopo do Nascimento, comunicó al CICR el deseo del Gobierno de la RPA de que, en adelante, los programas de asistencia en favor de la población angoleña sean realizados por organismos nacionales, y más en particular, a través de la Sociedad nacional de la Cruz Roja, en vías de estructuración.

Misión del director de Operaciones. — Del 25 de febrero al 7 de marzo de 1976, el señor J.-P. Hocké, director del departamento de Operaciones, se trasladó a Luanda, con objeto de concretar, de acuerdo con las autoridades de la República Popular de Angola (RPA), la acción del CICR en las condiciones de una situación de posguerra. El señor Hocké mantuvo conversaciones con el primer ministro, señor Lopo di Nascimento, e igualmente con el ministro de Sanidad y con el director de Información y de Seguridad. También mantuvo contactos con los dirigentes de la Cruz Roja Angoleña, sociedad en formación.

Durante estas conversaciones, se abordadaron todas las cuestiones relacionadas con los Convenios de Ginebra, en especial las relativas a los prisioneros todavía detenidos por ambas partes. El nuevo plan operational trazado por la Cruz Roja para un período de seis meses —y que prevé, en particular, el envío de unos diez equipos médicos móviles— fue presentado también, para su aprobación, al gobierno de la República Popular de Angola.