La depresión, la causa principal de suicidio, es una enfermedad prevalente pero infradetectada, infradiagnosticada e infratratada, y ello es particularmente cierto para los deprimidos víctimas de suicidio. Sin embargo, varios estudios muestran de manera uniforme que el tratamiento acertado de la depresión no sólo alivia los síntomas depresivos, sino que también disminuye y hace desvanecerse la suicidalidad. Si la tasa de depresiones tratadas en la población aumenta gradualmente, en un punto dado ello aparecerá en la disminución de las tasas de suicidio. Aunque en la actualidad faltan datos absolutos, informes recientes de algunos países europeos indican vigorosamente que aumentar la utilización de antidepresivos es uno de los factores más importantes que contribuyen a la disminución en las tasas de suicidio.