El sitio arqueológico de Pahñú
Pahñú es un centro ceremonial sobre una meseta acantilada en el noreste del valle del Mezquital en la subcuenca delimitada por el Río San Juan y Moctezuma en el estado de Hidalgo, México (Figura 1). El sitio tiene tres conjuntos arquitectónicos, aunque hasta la fecha sólo se ha excavado el Conjunto Principal (Figura 2). De acuerdo con estas investigaciones, Pahñú fue ocupado entre los períodos Clásico y Epiclásico de la cronología mesoamericana (Tabla 1). La primera fase comenzó en 400 dC con la fundación del sitio, y concluyó entre 500 y 600 dC con la desacralización del conjunto. La segunda fase comenzó con la renovación arquitectónica del conjunto y finalizó alrededor del año 1000 dC con el abandono del sitio.
Los materiales epiclásicos incluyen cerámica Rojo Inciso post-cocción (RIP-Xajay), pipas, cerámica de los complejos Prado y Corral de Tula, así como algunos fragmentos de la cerámica Café Pulida Incisa (Braniff y Hers Reference Braniff and Hers1998:69-70; Cervantes y Fournier Reference Cervantes and Fournier1994:109-111; Healan et al. Reference Healan, Cobean and Bowsher2021:167; Nalda Reference Nalda, Crespo and Brambila1991:52; Saint-Charles y Enríquez Reference Charles, Carlos, Enríquez and Solar2006:310-317; Solar Reference Solar2002:160-179; Tabla suplementaria 1 y Figura suplementaria 1). La lítica incluye artefactos en basalto y riolita obtenidos localmente, y artefactos en obsidiana proveniente de Querétaro y Michoacán (Castañeda y Mireles Reference Castañeda, Mireles, López, López and Battcock2020:255-258). Los entierros de esta época muestran un patrón mortuorio similar a la región de Tula-Chapantongo y Cerro de la Cruz (Fournier y Vargas Reference Fournier and Vargas2002:51; González Reference González2008:74-86; Sandoval Reference Sandoval2009:175-176). El sitio también cuenta con petrograbados pertenecientes a la tradición Lerma (Figura suplementaria 2) que apareció a inicios del Epiclásico y se extiende desde el norte de Michoacán hasta el poniente del valle del Mezquital, pasando por el sur de Guanajuato y Querétaro (Cedeño Reference Cedeño1998:56-59; Faugère Reference Faugère1997:92; Torres y Arriaga Reference Torres, Arriaga and Lara2019:272). Las investigaciones previas sostienen que Pahñú formaba parte de la cultura Xajay, un grupo social compuesto por varios centros ceremoniales del valle del Mezquital y el área de San Juan del Río que compartieron rasgos culturales durante el Epiclásico (Farías Reference Farías, López and López2015a:274-275; Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:25; Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:170).
Los materiales de la primera fase de Pahñú son menos conocidos; sin embargo, se han recuperado algunos fragmentos de cerámica teotihuacana pulida y bicroma, así como cerámica teotihuacanoide que son imitaciones de la cerámica pulida y bicroma con algunas diferencias estilísticas (Tabla suplementaria 1 y Figura suplementaria 1). La cerámica teotihuacanoide apareció entre el Clásico tardío e inicios del Epiclásico en la región de Tula-Chapantongo y San Juan del Río (Nalda Reference Nalda, Crespo and Brambila1991:53-55; Torres et al. Reference Torres, Cervantes and Fournier1999:84-87). Por otra parte, las excavaciones del Conjunto Principal revelaron que el patrón arquitectónico es bastante homogéneo en ambos períodos; sin embargo, el Edificio Principal mostró cambios estilísticos significativos entre una época y otra. La primera etapa tiene un perfil en talud-tablero, pero el tablero contiene paneles que asemejan al doble escapulario zapoteco (Figura 3), mientras que la segunda etapa tiene un talud más alto y un tablero liso (Figura 4).
Estos hallazgos han permitido reconsiderar algunas interpretaciones previas acerca de la filiación cultural de Pahñú durante el Clásico, pues los materiales cerámicos sugieren que hubo cierta interacción con los sitios teotihuacanos de la región (Farías Reference Farías, López and López2015a:278; Polgar Reference Polgar1998:47). Desafortunadamente aún carecemos de una clasificación y cuantificación de la cerámica del sitio para brindar más datos sobre los materiales de esta época. Igualmente, otra investigación sugiere que la arquitectura de Pahñú refleja una interacción teotihuacana debido a la presencia del talud-tablero desde su primera etapa (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:173). Sin embargo, este trabajo carece de un análisis para determinar en qué grado existe una semejanza con la arquitectura teotihuacana. De cualquier forma, estas evidencias contradicen las interpretaciones que sostienen que Pahñú se resistió a la aculturación teotihuacana y se fundó a partir de migraciones de la cultura Chupícuaro provenientes de Cerro de la Cruz (López y Fournier Reference López and Fournier2009:122-127; López et al. Reference López, Solar and Vilanova1998:29-31) —aunque esta interpretación ya ha sido criticada debido a la ausencia de evidencia directa (Bonfil Reference Bonfil and Solar2006:293; Solar Reference Solar2002:162).
Otra perspectiva sostiene que la arquitectura de la primera etapa del Edificio Principal corresponde a un estilo autóctono y la segunda corresponde a una fusión del estilo local con el talud-tablero teotihuacano (Farías Reference Farías, López and López2015a:276; Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:22-24). Desafortunadamente, estas investigaciones no caracterizan dicho estilo autóctono y tampoco queda claro por qué se descarta la influencia teotihuacana antes del Epiclásico. Esta perspectiva se alinea con otros estudios que conciben la cultura material epiclásica del centro como resultado de la fusión de rasgos estilísticos teotihuacanos con las culturas del Bajío en un contexto de inestabilidad política y movilidad poblacional (Cowgill Reference Cowgill2013:135-141; Fournier y Vargas Reference Fournier and Vargas2002:44-45; Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:69-78; Mastache et al. Reference Mastache, Cobean and Healan2002:64-65; Spence Reference Spence, Foster and Gorenstein2000:256). Por último, cabe agregar que hasta la fecha sólo se cuenta con evidencia de dos sitios Xajay con ocupación del Clásico: Pahñú y Zethé; pero aún se desconoce si compartían prácticas culturales en ese período, por lo cual también es controvertido afirmar que existe una cultura Xajay desde el período Clásico (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:173-177).
Esta variedad de interpretaciones —algunas claramente contradictorias— persisten debido a la ausencia de un análisis detallado de la información más sólida de la primera fase de Pahñú, la arquitectura monumental del Conjunto Principal. Este trabajo sostiene que esa evidencia muestra la fusión de distintas tradiciones arquitectónicas, pues el patrón de asentamiento del sitio y los conjuntos arquitectónicos corresponde a la tradición del Bajío, pero los edificios excavados presentan rasgos teotihuacanos y la primera etapa del Edificio Principal también manifiesta elementos oaxaqueños. Un aspecto que permite explicar la arquitectura híbrida de Pahñú es su posición fronteriza entre la ocupación teotihuacana de la región Tula-Tepeji y la tradición arquitectónica del Bajío (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:58; López et al. Reference López, Solar and Vilanova1998:30; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:193; Sandoval Reference Sandoval2017:77). Esta investigación permitirá entender de mejor manera la identidad cultural de Pahñú entre 400 y 600 dC, así como reconsiderar algunas ideas generales sobre la ocupación en la región de Tula y el valle del Mezquital en el período Clásico y la transición al Epiclásico. En primer lugar, se ofrece una interpretación más matizada sobre el Clásico que comúnmente se caracteriza como un período de aculturación teotihuacana o resistencia a este proceso. Por otra parte, pone a prueba las interpretaciones que sostienen que la mezcla cultural entre los grupos del Altiplano y el Bajío comenzó hasta inicios del Epiclásico. Así, Pahñú es un buen caso de estudio para entender los vaivenes político-sociales en una zona transicional donde convergen distintas tradiciones culturales previo a la fractura política de Teotihuacán.
Identidad, sincretismo y relaciones de poder
La identidad cultural es una forma de adscripción social que se establece a partir de una cultura material y prácticas sociales distintivas. Ambos son fenómenos situados que pueden ajustarse conforme a los cambios contextuales producidos por distintos fenómenos como la migración y la colonización; cuando esto sucede un grupo social puede adoptar rasgos foráneos y reforzar elementos culturales propios (Blanton Reference Blanton2015:9177; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Fowler Reference Fowler, Hicks and Beaudry2010:354-365; Russell Reference Russell2016:154-155). La arquitectura es un rasgo útil para investigar las identidades del pasado (Baltali Reference Baltali and Card2013:472). Por ejemplo, la estandarización estilística y constructiva de la arquitectura teotihuacana sugiere el desarrollo de una identidad colectiva (Murakami Reference Murakami, Tsukamoto and Inomata2014:37-40, Reference Murakami2016:73). Así, los distintos estilos de tableros arquitectónicos del Clásico funcionaron como símbolos de adscripción y exclusión social (Pasztory Reference Pasztory1989:25-27). Evidentemente, existen varias limitaciones interpretativas al priorizar los rasgos estilísticos como marcador identitario (Fowler Reference Fowler, Hicks and Beaudry2010:356-357). Un problema importante para este estudio son las reproducciones del estilo monumental teotihuacano (fuera de Teotihuacán) que usualmente se interpretan como evidencia de presencia teotihuacana. Sin embargo, en trabajos recientes se argumenta que una reproducción con semejanza estilística y constructiva es un indicio más sólido. Por otra parte, las reproducciones con semejanza estilística se definen como copias que apuntan a otros fenómenos como el contacto bilateral y la influencia (Filini Reference Filini2015:106; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:29-31).
Una perspectiva de estudios de la cultura material define las copias que fusionan elementos tecno-estilísticos de grupos distintos como objetos híbridos (Baltali Reference Baltali and Card2013:474-475; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Frieman Reference Frieman and Card2013:319). Por ejemplo, los conjuntos departamentales del barrio Oaxaqueño siguen el estilo y sistema constructivo teotihuacano, pero incorporan tumbas y templos de estilo zapoteco (Croissier Reference Croissier2007:44-50; Ortega Reference Ortega2014:84-157). Igualmente, esta perspectiva sostiene que los grupos de objetos estructurados (assemblages) pueden considerarse híbridos cuando sistemáticamente incorporan elementos de distintos grupos (Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:407-415; Loren Reference Loren2013:160-161) —por ejemplo, las ofrendas funerarias del barrio Oaxaqueño que incluyen objetos zapotecas y teotihuacanos (Spence Reference Spence and Stein2005:192).
En general, esta perspectiva sostiene que los materiales híbridos fueron expresiones relativamente novedosas que surgieron en casos de interacción cultural y derivaron en fenómenos de etnogénesis —es decir, la emergencia de adscripciones culturales nuevas. Sin embargo, es importante considerar las relaciones de poder, pues el sincretismo usualmente apareció entre los grupos marginales, comúnmente colonizados, que incorporaron elementos de un grupo hegemónico para negociar su identidad (Deagan Reference Deagan and Card2013:262; Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:405-406; Loren Reference Loren2013:155; Naum Reference Naum2013:77-88; Webster Reference Webster2001:218). Este fenómeno también emergió en contextos no coloniales como entre los migrantes del barrio Oaxaqueño y las élites locales del occidente para redefinir su identidad y poder respecto a un grupo hegemónico, como la cultura teotihuacana (Feinman y Nicholas Reference Feinman, Nicholas, Hirth, Carballo and Arroyo2020:339; Filini Reference Filini2015:107, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:223; Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:95). Un escenario importante para esta investigación son los casos de sincretismo en las zonas fronterizas y en áreas de alta conectividad donde convergieron distintos grupos. En estos casos, los elementos foráneos y locales se fusionaron para establecer afinidades y diferencias con un grupo hegemónico y/o extranjero. Sin embargo, en algunos casos, el sincretismo también funcionó para unificar grupos marginales con bagajes diversos, resultando en el surgimiento de alianzas, relaciones de solidaridad y adscripciones culturales nuevas (Blanton Reference Blanton2015:9177-9178; González Reference González2021:379; Naum Reference Naum2013:76-77; Russell Reference Russell2016:153; Schortman y Urban Reference Schortman, Urban, Nichols and Pool2012:476).
Generalmente, estos trabajos han identificado diversas adaptaciones locales de elementos foráneos como pequeños cambios en un estilo hegemónico, el uso de una tecnología foránea para reproducir un estilo local o cambios en la función y/o el significado de los elementos foráneos (Baltali Reference Baltali and Card2013:470-471; Deagan Reference Deagan and Card2013:261; Frieman Reference Frieman and Card2013:323-324; Lemos y Budka Reference Lemos and Budka2021:404; Loren Reference Loren2013:151-156; Webster Reference Webster2001:217-218). Así, esta perspectiva remarca la creatividad y adaptabilidad de los grupos marginales a través de una regionalización de la cultural hegemónica; rechazando la definición del cambio identitario como un proceso uniforme del centro a las periferias. Por otra parte, esta perspectiva considera que el sincretismo generó una ambivalencia cultural y política que resultó en grupos étnicos con una identidad bastante flexible y adaptable. Sin embargo, algunas diferencias sociales preexistentes pueden mantenerse; por ejemplo, en los grupos zapoteco-teotihuacanos del área norte de Tula también hay ofrendas funerarias híbridas que indican el surgimiento de una identidad compartida; sin embargo, la diferenciación étnica se mantuvo en la posición de los entierros (Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:131). En consecuencia, el sincretismo o hibridismo cultural no necesariamente implica el surgimiento de poblaciones mestizas (Baltali Reference Baltali and Card2013:470).
Finalmente, la mayoría de estos trabajos abogan por un método que abarque el análisis tecno-estilístico y contextual de la cultura material para diferenciar los fenómenos de interacción de mejor manera —colonización, migración, alianza política— y los alcances del cambio identitario. Esto involucra considerar la función/significado de los materiales (domésticos/rituales), el sector donde estos aparecen (élite/bajo estatus) y la duración de las practicas sincréticas (Baltali Reference Baltali and Card2013:480; Deagan Reference Deagan and Card2013:264; Frieman Reference Frieman and Card2013:321).
Materiales y método
El objetivo central de este trabajo es caracterizar la arquitectura ceremonial de la primera fase del Conjunto Principal de Pahñú, e identificar los componentes de distintas tradiciones culturales y sus adaptaciones locales para interpretar la adscripción cultural y política del sitio. La información del caso de estudio se retomó de los reportes y el material gráfico de varias temporadas de excavación (López y Vilanova Reference López and Vilanova2008; López et al. Reference López, Farías and Castañeda2013; Morett Reference Morett2006). También se consideró un estudio previo sobre los materiales constructivos del Conjunto Principal y el sistema constructivo de la fase epiclásica (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:322).
El análisis incluye una descripción general del patrón de asentamiento del sitio y el Conjunto Principal, acompañadas de una descripción detallada de la primera etapa del Edificio Principal y sus componentes principales: (a) basamento, (b) tableros, (c) templo y (d) escalinatas (Figura 3). Este análisis implementó un enfoque morfo-estilístico y tecnológico que abarca los rasgos formales arquitectónicos, los materiales y el sistema constructivo. En el Edificio Principal también se consideró la evidencia de un ritual de clausura y un emblema en la fachada este. Dado que las excavaciones estuvieron enfocadas en la liberación de los edificios y sus subestructuras, la información sobre el sistema constructivo de la primera fase del sitio es limitada. Adicionalmente, se elaboró un análisis comparativo para determinar en qué medida la evidencia de Pahñú (incluyendo la actividad ritual) mostraba semejanzas con las tradiciones arquitectónicas teotihuacana, zapoteca y del Bajío durante el Clásico. Esta fase también presentó algunas limitaciones pues la información del Bajío es menos abundante. A pesar de esto, el sistema constructivo fue el único aspecto difícil de comparar con Pahñú.
Por último, se realizó un análisis contextual para interpretar la información de Pahñú con relación a la evidencia de otros sitios relevantes —específicamente, Acoculco y El Tesoro, dos sitios en la región de Tula-Tepeji con presencia teotihuacana y zapoteca (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:69-74; Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:123; Sandoval Reference Sandoval2017:77). Adicionalmente se consideró la evidencia de la cuenca de Cuitzeo y el Bajío debido a la presencia de materiales teotihuacanos y copias. Otro sitio importante es El Rosario, que además presenta arquitectura teotihuacana (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019; Filini Reference Filini2015, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022; Hernández Reference Hernández, Williams and Maldonado2016; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010). Los resultados del análisis descriptivo y comparativo se presentan en las secciones siguientes, mientras que la interpretación contextual se presenta en la última sección.
El centro ceremonial
Pahñú se ubica en una meseta acantilada excepto por el sur donde hay una pendiente suave que sirve como acceso. La configuración final del sitio incluye tres conjuntos arquitectónicos; cada conjunto consta de una plataforma elevada, con dos o tres edificios de planta rectangular alrededor de una plaza (Figura 2) —aunque el Conjunto Principal se ubica sobre la plataforma más alta (Sandoval Reference Sandoval2009:179). El Edificio Principal se localiza en el norte de la mesa muy cerca del acantilado donde también se encuentra un abrigo rocoso de unos 6 m de ancho al cual se accede por un túnel desde la plaza. En la planicie baja hay vestigios de unidades habitacionales dispersas (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:174). El Conjunto Principal se construyó en el período Clásico; por ahora se desconoce cuándo se construyeron los conjuntos 1 y 2, pero un análisis de resistividad eléctrica reveló una subestructura en el montículo del Conjunto 1 (Farías Reference Farías2015b:56-57). Por otra parte, las exploraciones del abrigo rocoso registraron un muro de adobe, un material distintivo de la primera fase del sitio (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:318). Una interpretación sostiene que el abrigo funcionó para escenificar rituales hacia el sector habitacional, pues un experimento concluyó que una persona ubicada en la planicie puede ver y escuchar lo que sucede en el abrigo (Farías Reference Farías2015b:31-33), que desde esa perspectiva parece estar debajo del Edificio Principal.
Tanto el patrón arquitectónico de los conjuntos como el patrón de asentamiento de Pahñú comparten varias características con la arquitectura del Bajío. En primer lugar, los conjuntos arquitectónicos de Pahñú son muy parecidos a los patios hundidos de la tradición del Bajío, pues en ambos casos existen edificios sobre una plataforma elevada que delimitan un patio/plaza. Así, el patio está hundido con relación a los edificios circundantes, pero elevando respecto al desplante de la plataforma (Figura 5). La tradición del Bajío apareció en los períodos Clásico (400-650 dC) y Epiclásico (650-900 dC) desde el suroeste de Guanajuato hasta el sur de Querétaro, tanto en planicies como en elevaciones (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:42-53). Otra semejanza importante entre Pahñú y los sitios elevados del Bajío es la posición del edificio principal cerca de un acantilado. Igualmente, la distribución de los conjuntos y la forma de las mesetas de los sitios Xajay es muy parecida a algunos sitios del Bajío. Finalmente, los sectores habitacionales de Pahñú y el Bajío también comparten un patrón de asentamiento disperso sobre las planicies (Castañeda Reference Castañeda1992:41-65; Crespo Reference Crespo, Crespo and Brambila1991:112-123; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:34-44).
Un aspecto divergente entre la arquitectura de Pahñú y la tradición del Bajío es la forma de los edificios, pues los basamentos del Bajío son escalonados y con paramentos verticales —es decir, no hay talud-tablero (Texto suplementario 1). Además, Pahñú tampoco muestra la coexistencia de edificios y plazas de planta rectangular, circular y mixta típica del Bajío (Cárdenas Reference Cárdenas, Williams and Weigand1999:59-69; Castañeda Reference Castañeda1992:43; Crespo Reference Crespo, Crespo and Brambila1991:122-130). Por otra parte, el abrigo rocoso de Pahñú recuerda a las culturas contemporáneas del Altiplano, pues debajo de la Pirámide del Sol y el Templo de Quetzalcóatl existen túneles con cuevas artificiales (Sugiyama et al. Reference Sugiyama, Sugiyama and Sarabia2013:407-409). Además, como se muestra a continuación, los edificios del Conjunto Principal muestran rasgos arquitectónicos teotihuacanos y oaxaqueños (Tabla 2).
El Conjunto Principal
El Conjunto Principal consta de tres edificios alrededor de una plaza: un basamento piramidal (Edificio Principal), una plataforma baja cuadrangular (Edificio B) y un edificio alargado (Estructura Sur). La plaza cuenta con dos etapas constructivas. La primera se identificó a partir de una plataforma con acceso escalonado y alfardas que conducen a una plaza con apisonado de lodo. Los fechamientos disponibles sugieren que la plaza fue construida a inicios del siglo cinco y clausurada a mediados del siglo seis (Tabla 3). A inicios del Epiclásico se amplió la altura de la plaza y se construyó la Estructura Sur, un edificio alargado con fachadas en talud y una escalinata de acceso (Figura 6).
* Fecha más probable (confiabilidad 95%). Elaborado a partir de Morett (Reference Morett2006) y Farías (Reference Farías2015b). Muestras analizadas en el Instituto de Geofísica de laUniversidad Nacional Autónoma de México (véase Soler et al. Reference Soler, Caballero, Osete, López, Gogichaishvili, Barrera and Urrutia2019).
El Edificio B tiene una planta cuadrangular y cuenta con tres etapas constructivas, dos subestructuras del Clásico y una etapa del Epiclásico. De la última apenas se conserva fragmentos del desplante de un muro perimetral en talud cubierto con lajas muy parecidas a la fachada epiclásica del Edificio Principal y un fragmento de piso fechado en 850 dC que parece corresponder a una renovación. La primera etapa tiene un pórtico y un cuarto interior dividido por muros de adobe. El cuarto interior tiene siete banquetas (algunas con perfil en talud-tablero). Este edificio desplanta sobre el piso de la primera etapa de la plaza. La segunda etapa muestra la misma planta arquitectónica, pero se identificó la huella de cuatro postes cuadrangulares con núcleo de madera y un estrato con material constructivo incinerado. Este evento está correlacionado con el piso quemado en las inmediaciones del Edificio B y un evento similar en el Edificio Principal. La planta de este edificio muestra semejanzas formales con los templos teotihuacanos que usualmente tienen un pórtico, un cuarto interior y postes cuadrangulares con núcleo de madera (Morelos Reference Morelos1993:98; Murakami Reference Murakami2010:96; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:74-84). Una investigación previa afirma que las banquetas corresponden a los altares de un templo de filiación teotihuacana debido al perfil en talud-tablero (Morett Reference Morett, López, López and Battcock2020:177). Sin embargo, las banquetas no son características de los templos teotihuacanos y por lo tanto podría tratarse de una innovación de Pahñú. En Xochicalco y Tula se han identificado elementos similares en épocas posteriores (Mastache et al. Reference Mastache, Cobean and Healan2002:125; Nielsen et al. Reference Nielsen, Alvarado and Helmke2021:265). Otra investigación afirma que las banquetas fueron asientos de los líderes políticos y por lo tanto se trata de un edificio de gobierno (Farías y Castañeda Reference Farías, Castañeda, López and López2014:25). Evidentemente, estas interpretaciones no son mutuamente excluyentes porque el poder político no era secular en el mundo prehispánico.
El Edificio Principal corresponde a un basamento piramidal con dos etapas constructivas. La primera etapa (Subestructura) es un basamento con perfil en talud-tablero y un templo con muros de adobe. El uso de la primera etapa concluyó con un ritual de clausura donde el templo fue destruido e incinerado entre 500 y 600 dC. La segunda etapa corresponde a un basamento de tres cuerpos escalonados en talud-tablero con una banqueta adosada. Los cuerpos se construyeron a partir de un muro perimetral con bloques de toba; posteriormente se dio volumen a partir de un sistema de cajones constructivos entrecruzados. Al exterior del muro perimetral se adosó un relleno de piedras y lodo para formar el talud que finalmente se recubría con lajas y enlucido de barro; además la fachada norte muestra una canaleta. En particular, la forma y el sistema constructivo de la segunda etapa del Edificio Principal son muy parecidos a la primera etapa del Edifico B de Tula (Acosta Reference Acosta1954:59-62; Cruz Reference Cruz2007:86-88), pero en general muestra un estilo estandarizado como los basamentos epiclásicos (Gendrop Reference Gendrop1984:20; Spence Reference Spence, Foster and Gorenstein2000:257). En resumen, el Conjunto Principal mantuvo el diseño de patio hundido en sus dos etapas constructivas, pero el estilo del Edificio Principal y el Edificio B es más afín a las culturas del Altiplano. A continuación, se presenta un análisis de la Subestructura del Edificio Principal para mostrar que este edificio también incorpora algunos rasgos de la arquitectura oaxaqueña e innovaciones locales.
La Subestructura del Edificio Principal
La Subestructura está compuesta por un basamento de planta rectangular con dos escalinatas adosadas y un templo en la cima (Figura 3). El basamento tiene un perfil en talud-tablero, con el tablero más alto (2,5 m) que el talud (1,4 m). Los materiales constructivos principales son lajas de piedra caliza, arenisca y toba para las fachadas y la escalinata. Los rellenos constructivos están conformados por piedras de toba de gran volumen. El mortero y los aplanados se elaboraron con una argamasa de lodo con textura limosa-arcillosa, inclusiones de arenas, gravillas y materia orgánica. Todos estos materiales provienen de la meseta y yacimientos cercanos (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:304).
Formalmente, el perfil de la Subestructura es muy parecido a los basamentos teotihuacanos porque el talud es más corto y el tablero tiene el doble o triple de altura (Gendrop Reference Gendrop1984:9; Morelos Reference Morelos1993:93). Además, el talud de la Subestructura tiene una inclinación de 54 grados que sigue los estándares teotihuacanos que oscilan entre los 55 y 60 grados (Figura 6). La fachada del talud de Pahñú está construida con hiladas de piedra careada aglutinadas con lodo y con aplanado del mismo material (Figura 7). Este procedimiento se observa en los taludes teotihuacanos con la diferencia en las materias primas de cada lugar y la ausencia de enlucido de estuco en Pahñú (Murakami Reference Murakami2010:169-170). El enlucido de la Subestructura es una capa delgada de pintura blanca preservada en algunas partes del tablero norte que logra un efecto visual similar. Un basamento teotihuacano en El Rosario también muestra una solución semejante en los muros del templo, aunque el piso sí es de estuco (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:204; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:72-85). Por ahora, se desconoce si la Subestructura se erigió a partir de un sistema de cajones constructivos reticulados como en la segunda etapa del Edificio Principal (Castañeda Reference Castañeda, López and López2015:311-312). De ser así, nuestra interpretación se reforzaría aún más (véase Morelos Reference Morelos1993:78-79). Cabe mencionar que el talud-tablero ocasionalmente aparece en la arquitectura zapoteca, pero muestra un remate vertical en la base del talud (Gendrop Reference Gendrop1984:25; Robles Reference Robles2009:155).
Tableros
La Subestructura cuenta con tableros en sus cuatro fachadas, compuestos por dos paneles superpuestos. Las fachadas norte y sur cuentan con dos tableros interrumpidos por una escalinata. Los tableros sur tienen forma de U invertida y son más anchos (5 m); los del norte tienen forma de L invertida y son más angostos (3 m). Esta asimetría resulta del ancho de las escalinatas que tampoco es homogéneo. Por último, el tablero este tiene forma de E invertida. Los paneles se construyeron con dos hiladas de lajas acostadas que enmarcan una o dos filas de lajas expuestas por cara más amplia. Este procedimiento constructivo es muy similar al llamado “opus nuevo” zapoteco que es común en Monte Albán entre las fases II y IIIA (Robles Reference Robles2009:55). Estilísticamente existe gran semejanza entre los tableros de Pahñú con el doble escapulario de Monte Albán; sin embargo, hay diferencias importantes, pues el panel superior de Pahñú tiene una pequeña saliente y es más largo que el panel inferior (Texto suplementario 1). Por otra parte, el tablero de Pahñú se recarga sobre el talud del edificio; este es un rasgo típico de los tableros teotihuacanos (Murakami Reference Murakami2010:169). Finalmente, en los tableros de Pahñú también se observan soluciones locales como el aplanado de lodo y rastros del enlucido de pintura blanca (Figura 7).
De acuerdo con los fechamientos disponibles, la Subestructura fue usada entre 400 y 600 dC (Tabla 3). Estos datos son consistentes con la aparición del doble escapulario en Monte Albán IIIA (Acosta Reference Acosta and Willey1965:827-830; Gendrop Reference Gendrop1984:24). Una interpretación alternativa basada en la declinación magnética de los edificios afirma que inicialmente apareció un escapulario sencillo de un panel en IIIA Tardío (540 dC) y posteriormente aparece el doble escapulario en IIIB-IV (680 dC). Esta interpretación presenta un desfase importante con la mayoría de las cronologías cerámicas con fechas de radiocarbono (Fähmel Beyer Reference Fähmel Beyer1996:89-91; Tabla 1). Además, el escapulario sencillo se ha registrado en fechas más tempranas en el barrio Oaxaqueño (Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:88; Ortega Reference Ortega2014:153-154). Por último, la E invertida de la fachada este parece corresponder al elemento trilobulado, un símbolo mesoamericano con amplia distribución espaciotemporal, incluyendo El Rosario, donde aparece al interior del templo en pintura mural (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:203). Existen varias interpretaciones sobre su significado; sin embargo, todas sostienen que es un símbolo de poder con connotaciones sacrificiales (Sandoval Reference Sandoval2009:177; Stocker y Howe Reference Stocker and Howe2003:88-90).
Templo de Adobe
El templo se distingue por sus muros de adobe. Tiene una planta rectangular con dos cuartos definidos por un muro interior. El muro perimetral es vertical al interior y muy probablemente en talud-tablero al exterior, aunque sólo se tiene evidencia del talud pues está enrasado a 1 m de altura. El muro perimetral fue construido con un paramento vertical compuesto por dos hiladas de bloques de adobe y un talud adosado elaborado con hiladas de piedra con argamasa de lodo, y piedras careadas y lajas en la fachada. El talud tiene una inclinación de 54 grados que al proyectarse muestra un posible perfil del templo. Sin embargo, esta opción parece improbable porque no deja espacio para continuar el muro de adobe que era más alto según indica la cantidad de adobe en los escombros. Por lo tanto, un perfil en talud-tablero es más probable (Figura 8). No hay evidencia clara de los accesos, pero posiblemente había dos que corresponden con las escalinatas. En el lado sur se encontró la huella de dos columnas circulares de 1 m de diámetro. El piso del templo está compuesto por varias capas delgadas de barro cocido sobre un firme de gravilla de caliche. El piso fue quemado y cortado uniformemente de este a oeste a la altura de los muros divisorios alrededor de 500-600 dC. Encima del templo y el piso se encontró un estrato compuesto por bloques de adobe quemados y ceniza. Entre los escombros se encontraron pequeñas ofrendas compuestas por puntas de proyectil y navajillas de obsidiana.
El templo de la Subestructura es parecido a los templos zapotecos de dos cuartos que se distinguen por sus muros de adobe y columnas circulares. Estos templos aparecen en Oaxaca desde la fase II hasta IIIB (Marcus y Flannery Reference Marcus and Flannery2004:18259-18261; Redmond y Spencer Reference Redmond and Spencer2008:257-258). Sin embargo, el muro perimetral de Pahñú presenta rasgos teotihuacanos debido a su perfil en talud-tablero contrario a los templos oaxaqueños, comúnmente con muros verticales (Morelos Reference Morelos1993:96-98; Murakami Reference Murakami2010:170-172; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:72-85). Además, el talud adosado también muestra los rasgos constructivos teotihuacanos descritos previamente. Esto no significa que el adobe fuera desconocido en Teotihuacán; sin embargo, parece haber estado restringido a los rellenos constructivos de los basamentos (Morelos Reference Morelos1993:81-84; Murakami Reference Murakami2010:113; Sugiyama et al. Reference Sugiyama, Sugiyama and Sarabia2013:410).
Por último, los rituales de clausura registrados en el templo de Pahñú son recurrentes en los sitios monumentales del Clásico. En el área de Oaxaca y Teotihuacán existen varios ejemplos de las prácticas de enrasado e incineración de los templos (Marcus y Flannery Reference Marcus and Flannery2004:18261; Redmond y Spencer Reference Redmond and Spencer2008:245-254). Sin embargo, el caso más significativo es el Gran Incendio de Teotihuacán que marca la fractura política de la urbe, donde el templo y las escalinatas de las estructuras monumentales fueron quemados y destruidos alrededor de 550-575 dC, según los fechamientos más recientes (Beramendi-Orosco et al. Reference Beramendi-Orosco, Gonzalez-Hernandez, Urrutia-Fucugauchi, Manzanilla, Soler-Arechalde, Gogichaishvili and Jarboe2009:105; Manzanilla Reference Manzanilla2003:70-73). Igualmente, el templo del basamento teotihuacano en El Rosario fue enrasado y renovado varias veces; sin embargo, la tercera etapa también fue incendiada alrededor de 600 dC (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:205; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:76-97). De tal manera, por las características del ritual de clausura de la Subestructura y la sincronía con los incendios de Teotihuacán y El Rosario parece que Pahñú también conmemoró la fractura del poder teotihuacano.
Escalinatas
La Subestructura cuenta con dos escalinatas adosadas, una en la fachada sur y otra en la norte. La escalinata sur es más angosta (5,6 m) y sirve de acceso al edificio desde la plaza. Esta escalinata se construyó a partir de una rampa de rocas de toba pegadas con lodo. Los escalones se fabricaron con hileras de lajas para el peralte y una tapa de lodo en la huella. Esta escalinata se exploró parcialmente, pero al parecer había un descanso conformado por un piso de barro que fue quemado y roto como el piso del templo. La escalinata está flanqueada por dos alfardas de 1,2 m de ancho, construidas con hileras de piedra y barro intercaladas con un aplanado de barro. Las alfardas no mostraron ningún remate; sin embargo, el borde superior tiene espacio para estos (Figura 9). La escalinata norte es doble y es más amplia (10 m), con alfardas laterales y en el centro. Los primeros tres escalones están oscurecidos por el fuego; sin embargo, esta escalinata parece ornamental ya que los escalones son angostos, irregulares y bastante frágiles, apenas definidos con barro y piedras pequeñas. Las alfardas laterales tienen un núcleo de piedras con fachada de piedras careadas y lajas cubierta con aplanado de barro. Además, cuentan con remates superiores en forma de dado rectangular elaborados con el sistema constructivo de los tableros (Figura 10). Una interpretación sugiere que la fachada norte del templo servía para escenificar rituales hacia la parte habitacional del sitio, explicando así el carácter ornamental de la doble escalinata (Morett Reference Morett2006).
En general, las escalinatas de la Subestructura asemejan el estilo teotihuacano debido a que están adosadas, la forma de las alfardas y algunos rasgos constructivos como la rampa, sobre la cual se definen los escalones y alfardas (Cowgill Reference Cowgill2015:127; Morelos Reference Morelos1993:99; Murakami Reference Murakami2010:170). Por otra parte, los dados de Pahñú son más cercanos al estilo zapoteco, donde se ubican en la cima y/o la base de las alfardas (Gendrop Reference Gendrop1984:10-26). Sin embargo, las escalinatas de Pahñú son más que una mezcla de rasgos teotihuacanos y zapotecos, pues también presentan innovaciones que definen un estilo local explícito en las escalinatas asimétricas del edificio y en la doble escalinata del norte. En Teotihuacán y Monte Albán existen edificios con escalinatas en fachadas opuestas, aunque el formato de Pahñú es más cercano a los ejemplos teotihuacanos, pero se distingue por la asimetría de sus escalinatas (Texto suplementario 1; Robles Reference Robles2009:76-78). Por último, la doble escalinata es considerada un rasgo distintivo de los pueblos nahuas del Posclásico tardío, pero recientemente se ha publicado un ejemplo en un basamento de la fase Tollán (Getino Reference Getino2021:121-125). Evidentemente, la doble escalinata de Pahñú es más antigua y podría ser una innovación arquitectónica del sitio, inspirada en algunos elementos de la cultura teotihuacana como los petrograbados del sitio de Xiuhuigo con el glifo de la escalinata y la doble escalinata (Torres y Arriaga Reference Torres, Arriaga and Lara2019:267-275). En Pahñú hay al menos un petrograbado de este tipo, pero estos ejemplos también aparecen ocasionalmente en los sitios de Querétaro y Guanajuato, donde predomina la tradición Lerma.
Discusión
Los resultados anteriores muestran que la arquitectura clásica de Pahñú es híbrida desde distintas perspectivas. Por un lado, el patrón de asentamiento del sitio y el estilo arquitectónico del Conjunto Principal corresponden a la tradición del Bajío, pero los edificios emulan y adaptan la arquitectura teotihuacana. Además, la Subestructura incorpora rasgos zapotecos e innovaciones estilísticas. La ubicación de Pahñú en el área limítrofe entre los asentamientos teotihuacanos del área Tula-Tepeji y la tradición de patios hundidos es fundamental para explicar el surgimiento de ese estilo híbrido. En el área Tula-Tepeji hay dos sitios con presencia teotihuacana y zapoteca, Acoculco y El Tesoro, que también experimentaron un proceso de sincretismo debido a su posición periférica respecto a los centros administrativos, y paradójicamente les otorgó mayor autonomía (Blanton Reference Blanton2015:9177-9178; González Reference González2021:370; Holt Mehta Reference Holt Mehta, Lauriers and Murakami2022:123; Murakami Reference Murakami2016:73). Como sabemos, el abandono del área Tula-Tepeji y la fundación de Pahñú comenzaron en Xolalpan temprano. Por lo tanto es plausible suponer que Acoculco y El Tesoro buscaron ajustar su orientación política cuando el poder teotihuacano decayó en el área Tula-Tepeji (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:71; Sandoval Reference Sandoval2017:95-96). Algunos rasgos tecno-estilísticos de los edificios de Pahñú sustentan una probable conexión con el área Tula-Tepeji; sin embargo, estos rasgos se adaptaron a los materiales constructivos locales. Un aspecto que todavía resulta difícil de explicar es la presencia del tablero oaxaqueño en el valle del Mezquital; sin embargo, el barrio Oaxaqueño presenta bastantes ejemplos (Gómez y Gazzola Reference Gómez, Gazzola, Lauriers and Murakami2022:88; Ortega Reference Ortega2014:152-155). Igualmente, cabe aclarar que hasta la fecha no se ha registrado cerámica de estilo zapoteco en Pahñú.
El Rosario es otro sitio relevante para entender Pahñú; es un asentamiento en la frontera sur de Querétaro con materiales teotihuacanos domésticos y ceremoniales, así como un basamento que reproduce el estilo y sistema constructivo de ese grupo. Por sus características, se ha interpretado como un enclave teotihuacano de élite (Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:191; Saint-Charles et al. Reference Charles, Carlos, Viramontes and Fenoglio2010:8-10). Por otra parte, Pahñú reprodujo algunos aspectos monumentales y ceremoniales teotihuacanos, pero no tuvo acceso al estuco. Igualmente, los sitios clásicos del Bajío y la cuenca de Cuitzeo son relevantes, pues al igual que Pahñú muestran materiales teotihuacanos y copias de artefactos ceremoniales en espacios de alto estatus. De acuerdo con las investigaciones previas, las élites locales utilizaron esos materiales para mantener su prestigio, incluyendo algunos sitios de la tradición de patios hundidos (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019:2-3; Filini Reference Filini2015:100-108, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:218-224; Hernández Reference Hernández, Williams and Maldonado2016:234). Sin embargo, Pahñú también refleja una diferencia importante: los materiales teotihuacanos y copias parecen restringirse a la cerámica pulida y bicroma, pues hasta ahora no hay evidencia de anaranjado delgado y obsidiana verde para esa época. Esta evidencia sugiere que Pahñú replicó algunos comportamientos de las regiones vecinas, pero la escasez de materiales teotihuacanos y la alta dependencia en recursos locales indican que Pahñú fue un sitio marginal respecto a sus vecinos teotihuacanos y del Bajío (véase González Reference González2021:375-379; Stark Reference Stark1990:248-249).
Las investigaciones previas argumentan que fue necesaria una red de intercambio con Teotihuacán para circular los bienes (Faugère et al. Reference Faugère, Pierce and Cabadas-Báez2019:3; Filini Reference Filini2015:97-106, Reference Filini, Lauriers and Murakami2022:215; Saint-Charles y Fenoglio Reference Charles, Carlos, Fenoglio, Lauriers and Murakami2022:194). Sobre este punto, Filini sostiene que la ideología teotihuacana fue fundamental para el desarrollo de una economía ritual centrada en la circulación de bienes suntuarios entre el centro y la periferia. Esta red estaría constituida por distintos tipos de nodo (presencia, relación bilateral y receptores), donde el Bajío y el occidente principalmente representarían nodos receptores unidireccionales del centro a las periferias. Siguiendo ese modelo, Pahñú estaría localizado en los márgenes de una zona de alta conectividad y también habría funcionado como un nodo receptor de la ideología teotihuacana, debido a su prestigio y capacidad de comunicación.
Así, Pahñú posiblemente surgió de una alianza entre grupos de élite de la tradición de patios hundidos y el área Tula-Tepeji en una zona liminar. Este pacto se materializó en un estilo local híbrido que permitía justificar su presencia en una zona donde el poder teotihuacano conservaba su prestigio, pero ya iba en declive. En otras palabras, el estilo híbrido de Pahñú sirvió para establecer un nexo distante con el poder teotihuacano, posiblemente más como un heredero que como un aliado. Otra posibilidad sería que alguno de estos grupos haya retomado los símbolos de poder propio y ajenos con el mismo propósito. En este caso, es plausible pensar que un grupo de la tradición de patios hundidos reinterpretó los símbolos teotihuacano-zapotecas para justificar su posición en la frontera y reorganizar a las poblaciones del área Tula-Tepeji. En cualquier caso, el estilo monumental híbrido de Pahñú sirvió para desplegar filiaciones políticas con sus vecinos teotihuacanos y del Bajío, pero debido a diversos factores históricos, geográficos y económicos esas relaciones no eran tan estrechas en realidad. Es decir, el estilo autóctono de Pahñú generó cierta ambigüedad política al desplegar dos filiaciones, pero al mismo tiempo mantuvo cierta autonomía debido a su atipicidad y marginalidad respecto a los grupos hegemónicos. Así, Pahñú pone a prueba las versiones que conciben el centro y el Bajío como dos áreas culturales que tuvieron contacto durante el Clásico, pero sólo intercambiaron rasgos culturales hasta el Epiclásico.
Por último, al igual que El Rosario, Pahñú conmemoró el fin del mundo teotihuacano y ambos continuaron funcionando durante el Epiclásico (Saint-Charles y Enríquez Reference Charles, Carlos, Enríquez and Solar2006:318). Específicamente, Pahñú adoptó algunas prácticas más generalizadas, como un estilo arquitectónico estandarizado, la cerámica Coyotlatelco y los petrograbados de la tradición Lerma. Como se explicó anteriormente, algunos investigadores consideran que la cultura material del Epiclásico refleja la fusión de rasgos teotihuacanos y del Bajío. Además, las investigaciones de la región de Tula sostienen que los sitios del Clásico en las planicies fueron abandonados para fundar nuevos asentamientos en áreas elevadas en el Epiclásico. Estos cambios supuestamente reflejan la transición a un régimen de pequeñas unidades políticas autónomas (Healan y Cobean Reference Healan, Cobean and Beekman2019:75-79). Sin embargo, Pahñú no se ajusta completamente a ese modelo porque muestra una continuidad ocupacional entre el Clásico y el Epiclásico que habla de cierta estabilidad política durante seis siglos. Una perspectiva teórica sostiene que un centro de poder mesoamericano capaz de mantener su liderazgo por largo tiempo requería un gobierno corporativo caracterizado por la distribución de poder, poca desigualdad, representaciones del poder despersonalizadas y mayor dependencia de la producción local (Feinman Reference Feinman, Roscoe and Isenhour2021:115). En Pahñú hay evidencia de las dos últimas. Sin embargo, este sitio también es relevante porque sin ser un centro urbano de gran escala como Teotihuacán, mantuvo su liderazgo por un período similar. Así, Pahñú puede caracterizarse como un centro político que supo adaptarse a los cambios sociales entre el Clásico y el Epiclásico debido a su flexibilidad política, aprovechando su ubicación geográfica entre el centro y el Bajío.
Agradecimientos
Agradezco a Linda Manzanilla el apoyo para esta investigación. Igualmente, agradezco a Sabrina Farias, Luis Morett y Camilo Mireles por sus aclaraciones. Finalmente, agradezco a los dictaminadores por sus valiosas aportaciones. Salvo que se indique lo contrario, todas las fotografías e ilustraciones son cortesía del autor.
Declaración de financiamiento
Este trabajo fue financiado por la Universidad Nacional Autónoma de México y el Programa de Becas Posdoctorales del Instituto de Investigaciones Antropológicas.
Declaración de disponibilidad de datos
Los datos utilizados en este trabajo se encuentran disponibles en el Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología en la Ciudad de México.
Conflicto de intereses
El autor declara que no hay ningún conflicto de intereses.
Material suplementario
Para acceder al material suplementario que acompaña este artículo, visitar https://doi.org/10.1017/laq.2023.16.
Tabla suplementaria 1. Materiales cerámicos diagnósticos de Pahñú obtenidos en excavación en Conjunto Principal.
Figura suplementaria 1. Cerámica de Pahñú.
Figura suplementaria 2. Petrograbados de Pahñú. Proyecto Valle del Mezquital.
Texto suplementario 1. Varias ilustraciones de elementos arquitectónicos referidos en el texto principal del artículo.