Tak'alik Ab'aj, una breve síntesis
Tak'alik Ab'aj está situado en la bocacosta suroccidental de Guatemala, a media altura de las laderas del cinturón de la cadena volcánica de la Sierra Madre en la intersección de un paso natural que comunica al altiplano (Figura 1). Esta posición fue estratégica para formar parte de la ruta comercial a larga distancia, surcando a lo largo y paralelo a la costa del litoral del Pacífico y el Istmo de Tehuantepec. La misma funcionó desde el preclásico medio como arteria para el flujo de migraciones, zona franca para intercambio de bienes e ideas. La razón de ser de Tak'alik Ab'aj y de su fundación fue parte de un plan (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2015a, Reference Schieber de Lavarreda2016a) para operar como un centro rector regional y nodo dentro de este sistema de intercambio transnacional y transcultural. Esto marcó el carácter del desarrollo e historia de esta antigua ciudad, reflejando como un espejo los sucesos y eventos trascendentales en el mundo olmeca, maya y mesoamericano (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda and Cabezas2012).
El primer capítulo de su historia en el preclásico fue marcado por la interrelación directa con las culturas del litoral del Pacífico, el Istmo de Tehuantepec y la Zona de Tabasco. Así, el preclásico medio estuvo impregnado del sello icónico “olmeca” que favoreció la hegemonía cultural vigente (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2016a).
Con el fenecimiento de esta primera hegemonía cultural a finales del preclásico medio, se produjo un nuevo florecimiento con la transformación y creación de los cánones culturales que consolidaron el sistema cultural maya del preclásico tardío e inicios del clásico temprano. Estos cánones siempre estuvieron impregnados con las características regionales propias, en Chiapas, el área maya sur y las tierras bajas mayas. El verdadero cambio en la trayectoria del desarrollo cultural y político de Tak'alik Ab'aj se registra a finales del clásico temprano, que rompe con las políticas económicas y prácticas culturales que dio vida al florecimiento del área maya sur (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Guernsey, Clark and Arroyo2010). Los marcadores más notorios de este cambio son, primero, la pérdida de la tradición escrituraria y escultórica, y luego, la práctica ritual en todos los ámbitos sociales. En el clásico tardío Tak'alik Ab'aj continuó siendo un importante centro regional en la bocacosta, y se registró un aumento poblacional y expansión de las áreas habitacionales. Esto contrasta con una contracción en obras públicas y ceremoniales; las plazas fueron reutilizadas y las fachadas de edificaciones existentes modificadas como reflejo de otro sistema económico y político (Popenoe de Hatch et al. Reference Popenoe de Hatch, Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Love and Kaplan2011; Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda and Schieber de Lavarreda2019). A finales del clásico tardío, después de una historia de 1.700 años de prosperidad económica y cultural, producto de hábiles relaciones interregionales, Tak'alik Ab'aj fue abandonado ante la presión expansionista de los grupos k'iche' del altiplano noroccidental (Popenoe de Hatch Reference Popenoe de Hatch2019a, Reference Popenoe de Hatch and de Lavarreda2019b; Popenoe de Hatch et al. Reference Popenoe de Hatch, Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Love and Kaplan2011).
Los mosaicos de pirita y sus contextos
La colección de materiales lapidarios de Tak'alik Ab'aj cuenta con siete conjuntos de mosaicos de pirita de tres diferentes contextos (Figura 2 y Tabla 1): cuatro procedentes del Entierro real 1, fechado para finales del preclásico tardío (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda, Laporte, Arroyo and Escobedo2003), dos más de la Ofrenda “El Señor de la Greca” de inicios del clásico temprano (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo and Castillo2011) y el último, conformado por 28 diminutas piezas (teselas) de pirita, junto con 3 cuentas de jadeíta en miniatura, encontrado en el fondo de una vasija de la Ofrenda del Altar 46 “Piecitos” (aproximadamente del 50 d.C.; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo and Méndez Salinas2013a).
* Schieber de Lavarreda et al. Reference Schieber de Lavarreda, López, Alvarado and Schieber de Lavarreda2019; cronología revisada sujeta a pruebas.
Los mosaicos “reflectores” de los tres contextos presentan propiedades análogas de cientos de teselas en miniatura y de tamaño más grande, cuadrados o rectangulares, montados sobre un soporte de fragmentos de cerámica que aparecen insertos en un material perecedero, con una distancia promedio de 0,5 cm entre cada fragmento (Figuras 3a y 3a1). Esta separación de los fragmentos de cerámica, que sirven como estructura de sostén para el soporte, más el hecho que el mosaico del pectoral se presenta en forma ondulada y no plana, sugiere que el material en el cual fueron ensamblados estos fragmentos de cerámica pudo ser orgánico y flexible (Figuras 4 y 5). A esto se suma que la posición donde fueron encontrados el mosaico “reflector”, en el área entre el pecho y la cintura (esternón), y el otro entre los huesos largos de las piernas (fémures) cerca de la ingle, sugiere que fueron parte de pecheras e integrados en el atuendo del personaje (Figuras 6a–6c). En la iconografía teotihuacana se encuentra una gran diversidad de representaciones de espejos/reflectores (Taube Reference Taube2018:211–213), y en algunas estelas mayas clásicas presentan esto de manera elocuente—por ejemplo, el Dintel 24 de Yaxchilán. Basado en primeros ensayos experimentales en laboratorio de campo con las resinas del árbol de hule (Castilla elástica) y la planta trepadora Flor de Luna (Ipomoea alba), ambas de crecimiento local (Hosler et al. Reference Hosler, Burkett and Tarkanian1999; Tarkanian y Hosler Reference Tarkanian and Hosler2011), se ha propuesto que este material orgánico puede ser hule vulcanizado (Figuras 3a, 3a1, 4d, 4d1 y 5). Este tipo de base contrasta con los soportes usualmente documentados que pueden ser en una sola pieza de estuco o pizarra (Gallaga y Blainey Reference Gallaga and Blainey2016).
A continuación, se describen brevemente los tres contextos, aunque el presente trabajo se centrará en los cuatro mosaicos “reflectores” de teselas de pirita del Entierro 1 de Tak'alik Ab'aj.
El Entierro Real 1
Este entierro fue introducido a finales del preclásico tardío (150 d.C.) en la pequeña Estructura 7A asentada en el extremo norte de la gran plataforma ceremonial de la Estructura 7. En la superficie de la misma, tres filas de monumentos recreaban la historia de las observaciones astronómicas que regían el trazo del grupo central, el corazón del centro urbano (Figura 2; Schieber de Lavarreda et al. Reference Schieber de Lavarreda, Claudio and Orrego Corzo2018). La Estela 13 fue colocada en la fachada sur de la Estructura 7A, formando parte de una ofrenda masiva de décadas de celebraciones cíclicas, acumulando más de 600 artefactos que se extendían, formando capas por un grosor de 1,50 m a lo largo de 14,50 m de la fachada, y se proyectaba 5 m al sur (haciendo un total de 72,5 m2 de área y 108 m3 de volumen material de actividad ritual). Esta estela corona la fila de monumentos, representando la orientación astronómica vigente en el preclásico tardío de Tak'alik Ab'aj, dirigida a la constelación “Draco”. La ubicación del Entierro 1 detrás de dicha estela se encuentra relacionada con esta orientación (Popenoe de Hatch Reference Popenoe de Hatch, Laporte, Escobedo and Arroyo2002, Reference Popenoe de Hatch, Laporte, Arroyo and Mejía2009; Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda, Laporte, Escobedo and Arroyo2002, Reference Schieber de Lavarreda, Laporte, Arroyo and Escobedo2003).
Para introducir el entierro, traspasaron la pequeña Estructura 7A, y parte de la gran plataforma de la Estructura 7, hasta llegar cerca de la versión primigenia de la estructura del preclásico medio. El entierro está orientado de este a oeste, perpendicular a la orientación de la constelación “Draco”. Por la condición de enterramiento directo, sobre un apisonamiento y luego cubierto con el mismo suelo de los rellenos constructivos removidos para crear la cavidad, sumado a la calidad del suelo carente de calcio de Tak'alik Ab'aj, no se conservaron las osamentas. En la Figura 6c, de la planta del Entierro 1, se integró para facilitación de comprensión un dibujo reconstruido de esqueleto tomado de la planta del Entierro 116, Estructura 5D-1-1ra, Templo I, de Tikal (Coe y Haviland Reference Coe and Haviland1990; Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda, Laporte, Arroyo and Escobedo2003:789, Figura 6). No obstante, las joyas y demás ajuar quedaron en su lugar por la presión del peso de los 4 m de relleno sobre el entierro. Se conservó la posición de cada pieza en su lugar, tal como las portaba el dignatario en el momento del evento funerario en tiempos de finales del preclásico tardío (50–150 d.C.). Esto permitió establecer que el personaje había sido colocado sobre una camilla, con la cabeza hacia el este y los pies hacia el oeste. Entre el rico ajuar del Entierro 1, que contaba con una veintena de vasijas y “cestas” de material perecedero, destacan piezas de jadeitita grandes (Figura 6c), que contrastan con la marcada preferencia de miniaturas en el Entierro 2 de finales del preclásico medio (350–100 a.C.; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda and Orrego Corzo2013b).
El ajuar del Entierro 1 también tenía un collar sencillo de 14 cuentas tubulares, separadas por cuatro esféricas en la porción frontal, grandes y pesadas cuentas tubulares, alargadas, redondas y rectangulares en la ingle y tobillos, cuentas esféricas, y dos orejeras de mosaico de seis pétalos de flor extraordinarias caladas de finas laminillas de hematita especular (Figura 4b). Para este estudio destacan los cuatro mosaicos “reflectores” (uno de teselas grandes y tres de teselas en miniatura, dos de éstos últimos integrados en el traje real). Las otras piezas de pirita que forman parte del ajuar son dos piezas labradas en forma de disco pequeño, y dos “esculpidas” en forma de “campana” o cono, con base ancha irregular para ser adherido. Además, 15 discos de laminillas de hematita especular dispersos en la camilla sobre la cual fue colocado el personaje. Cuatro laminillas insertadas como “centros” en las pseudo-orejeras, y uno en la cavidad especialmente labrada para el ojo del pez de serpentina. Estas piezas, al parecer, formaron parte del tocado o posible portaestandarte. La pieza más relevante del ajuar es una cabeza miniatura ceremonial de mosaico de jadeitita azul, que formaba parte del mosaico “reflector” del pectoral del personaje (Figuras 6a, 7c y 7c1), con sus propias orejeras de jadeitita con “centro” de tesela cuadrada de pirita y cinco plaquetas o hachuelas colgantes.
La ofrenda “El Señor de la Greca”
Esta ofrenda fue colocada en dedicación a la versión clásico temprano de la Estructura 6, a inicios del clásico temprano (fase Alejos 150–300 d.C.), formando parte de toda una secuencia vertical de ofrendas de conmemoración al punto sagrado de fundación del preclásico medio en el centro de ésta, llamado eje ancestral vertical (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo, Aragón and Mejía2012, Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo and Méndez Salinas2013a). La ofrenda misma está conformada por una secuencia de agrupamientos o conjuntos de artefactos que fueron colocados en diferentes episodios en torno a este eje ancestral vertical (conformando un universo de 69 piezas). Entre las piezas que constituyen estos agrupamientos destacan un mosaico “reflector” compuesto por 625 teselas de pirita (0,4 × 0,5 cm), una vasija trípode con efigie de rana y diseño de greca escalonada, y 55 teselas de jadeitita desmontados que conforman el mosaico de una cabeza antropomorfa miniatura ceremonial con rostro “Maya” (Figura 2a) y otra zoomorfa con rostro “Murciélago-Jaguar bebé”. Las teselas desmontadas habían sido colocadas sobre un posible lienzo, bordado con 109 cuentas de pirita en miniatura, y como posibles borlas, dos cuentas de jadeitita, una en forma de cabeza y otra de calavera de mono y una cuenta de ámbar de color amarillo (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019).
La ofrenda del Altar 46 “Piecitos”
Esta ofrenda constituye los restos materiales de una extraordinaria celebración del solsticio de invierno del 21 de diciembre a finales del séptimo Bak'tun (ca. 40 d.C.), y eventos conmemorativos posteriores. Este contexto dejó como testimonio cientos de piezas, colocadas en diferentes episodios, primero unas en una cavidad en el lugar destinado para marcar, con la colocación del Altar 46 sobre esta cavidad el solsticio, y luego al entorno del altar (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo, Aragón and Mejía2012). Entre las primeras vasijas de esta multitudinaria celebración dejada en la cavidad destaca el incensario “Diosol” y un cuenco profundo de borde evertido, en cuyo fondo fue encontrado un conjunto de 28 teselas de pirita particularmente diminutas, de 0,2–0,5 cm, de un mosaico “reflector” (Figura 8).
Los mosaicos “reflectores” de Tak'alik Ab'aj
El Mosaico “Reflector” I tiene 47 incrustaciones de teselas rectangulares (y cuadradas) grandes, de 2,7 × 2,6 cm en promedio. Su posición en el costado izquierdo del personaje sugiere que puede haber formado parte de un portaestandarte (Figura 6e).
El Mosaico “Reflector” II, con 841 teselas en miniatura, de 0,6 × 0,6 cm en promedio, está ubicado en el área del torso y llega hasta la altura del cinturón, donde hay una cabeza miniatura ceremonial de mosaico de jadeitita de facciones faciales exquisitamente esculpidas (Figura 6a). La posición de ambas piezas y una apertura en la parte inferior del “reflector”, en el cual cabe la cabeza miniatura, sugieren que pueden haber formado parte de una elaborada pechera. La cabeza miniatura ceremonial a su vez tiene dos orejeras de jadeitita, cada una con tesela de pirita como “centro”, y cinco hachuelas colgantes (Figuras 2c, 4c, 6a).
El Mosaico “Reflector” III es rectangular, con aproximadamente 600 piezas de teselas de pirita en miniatura, de 0,6 × 0,6 cm en promedio. Está ubicado entre los muslos, lo cual sugiere que pudo haber sido integrado en el faldellín (Figuras 6b y 6c).
El Mosaico “Reflector” IV es un cuadrado pequeño, de 10 × 11 cm, ubicado en el costado izquierdo a la altura del hombro del personaje. Por su posición se podría asociar al concepto del portaestandarte, junto con un conjunto de obsidianas (formando un mosaico), un pez de serpentina perforado longitudinalmente, con laminilla de hematita especular en la cavidad del ojo, y las “campanas” de pirita. Este mosaico “reflector” tiene un arreglo muy especial de sus 180 teselas de diversos tamaños, escogidos y diseñados especialmente para conformar un “cosmograma” (Figuras 9a y 9a1).
Entre los mosaicos “reflectores” de Tak'alik Ab'aj, incluyendo los dos provenientes de los contextos adicionales al entierro descritos, se pueden reconocer patrones y las siguientes categorías de variantes:
Forma: rectangular o cuadrado (Figura 7).
Tamaño de las teselas: grande o regular (2,7 × 2,6 cm), miniatura (0,6 × 0,6 cm) y súper-miniatura (0,2 × 0,5 cm) (Figuras 7 y 8).
Mosaicos “reflectores” sencillos y complejos: El sencillo se conforma por el mosaico de pirita en sí, como el “Reflector” III (Figura 6b). El complejo puede constituirse en una composición de diferentes formas de teselas, como el “Reflector” IV (Figuras 6d, 7d, 9a y 9a1), o en una composición de diferentes elementos, como el “Reflector” II, en forma sugerente de una sofisticada pechera, combinado con una cabeza miniatura ceremonial de mosaico de jadeitita y todos sus complementos (Figuras 6a, 7c y 7c1).
Cabe señalar que las teselas que conforman el borde que enmarca los “reflectores” presentan un sofisticado biselado en el costado exterior de los mismos (Figuras 7a y 7a1). También se puede destacar que los mosaicos “reflectores”, a simple vista y al tacto, presentan las siguientes características:
La superficie es muy pulida, que se siente al tacto como talco fino sobre vidrio. La unión (horizontal) entre cada tesela es tan perfecta que solamente se observa la milimétrica línea de juntura de uno con el otro, más ningún espacio de separación. La nitidez y precisión del corte (vertical) en cada lado de la tesela hace posible esta unión perfecta. Este detallado ensamble hace pensar en la posibilidad de que una pieza completa de pirita haya sido cortada a manera de retícula, creando con cada corte una tesela. La misma observación se podría hacer con el mosaico de jadeitita de la cabeza miniatura ceremonial del Entierro 1 particularmente, y de la Ofrenda “Señor de la Greca” de Tak'alik Ab'aj (Figura 6a). La nitidez de unión de las teselas suscita la imagen de una cara humana esculpida en jadeíta y que luego es cortada en porciones, obedeciendo un diseño estandarizado de partición de las facciones faciales (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo and Castillo2011:657, 661). La parte posterior de las teselas no presenta ningún pulimento con la aparente función de adherirse bien al soporte (Figura 7b). El concepto de espacio de separación se vuelve obvio entre los fragmentos de cerámica de un tamaño promedio de 3,5 × 2,0 × 5,0 cm. El espacio bastante uniforme y aparentemente intencional de 0,5 cm entre cada fragmento, y de 0,2–0,3 cm en promedio entre la superficie del fragmento de cerámica y la parte inferior del mosaico, sugiere ser un material orgánico con dos funciones: la adhesión de las teselas y la flexibilidad del soporte (Figuras 7c y 7c1).
Los mosaicos “reflectores” en los contextos encontrados en Tak'alik Ab'aj no presentan evidencia de ser “reflectores” fijados en la frente del personaje, como es evidente en la figurilla preclásico medio “Príncipe Olmeca”, modelada de pasta “Fedura” propia de la tradición local Ocosito de Tak'alik Ab'aj (Figura 10; Popenoe de Hatch Reference Popenoe de Hatch2019a:21, 22, 26), sino “reflectores” integrados en el traje del soberano, los cuales por esta misma razón requerían de un mínimo de flexibilidad, para no golpear al portador, ni chocar entre los mismos “reflectores” u otras superficies duras.
¿Cuál pudo haber sido este material que le diera cuerpo y cohesión a esta “alma” de fragmentos de cerámica, y a la vez flexibilidad que se podía adaptar al cuerpo? En el inventario de las plantas locales aún presentes en el entorno de Tak'alik Ab'aj se cuenta con el árbol Castilla elastica y la planta enredadera Ipomoea alba (Hosler et al. Reference Hosler, Burkett and Tarkanian1999:1988). La savia del primero es el hule, y de la segunda se extrae al machacarla una lejía que sirve para una vulcanización “natural” del hule. También se encuentra el árbol Bursera simaruba, cuya savia tiene excelentes propiedades, como adhesivo natural (Martínez del Campo Lanz Reference Martínez del Campo Lanz2010:74–82). Con estas plantas in situ, se experimentó en laboratorio de campo, integrando fragmentos de cerámica en un lienzo de hule, logrando un soporte flexible, pero a la vez suficientemente firme para servir de base para la adhesión de teselas con la sabia Bursera simaruba (Figuras 3, 4 y 5).
Un detalle resultante del contexto particular de un entierro directo cubierto por pesadas capas de relleno apoya el concepto del soporte flexible. El mosaico de la pechera (Mosaico “Reflector” II) que se recuperó en la cuidadosa excavación arqueológica intacto Entierro 1, presenta una forma ondulante, como una mantarraya en pleno movimiento de nado, sugiriendo que se amoldó al tórax en estado de desintegración del personaje, y por eso no es plano (Figuras 3a, 3a1, 7c y 7c1).
Otro aspecto que llama la atención de estos objetos, tradicionalmente denominados “espejos”, es que si la función de estos fuera “espejear” el rostro, éstos no cumplieran su función en absoluto, porque la imagen reflejada se verá distorsionada por la línea divisoria de cada tesela. Esto, más el hecho de que dos de estos “espejos” están integrados en el traje real y dos posiblemente en el portaestandarte, sugiere que, al moverse el dignatario, muy probablemente danzando en su “performance” público (Grube Reference Grube1992), la función de estos objetos sería multiplicar los reflejos de luz.
Esto se ve reforzado por la aparente importancia de las múltiples facetas de significado del concepto del “brillo” expuesto por Stuart (Reference Stuart, Guernsey, Clark and Arroyo2010), que parte del valor intrínseco sagrado del material rocoso en sí (Stuart Reference Stuart, Guernsey, Clark and Arroyo2010:296–297), y que brilla, como la jadeíta, la pirita y hematita. Estos comparten un significado subyacente basado en la materialidad de sustancias de la tierra y en sus características visuales como sustancias brillosas que iluminan, expresando hasta en el lenguaje con la palabra LEM, “el que brilla”, e integrado en diseños, símbolos y signos en el traje ceremonial, y en el arte e iconografía mesoamericanos (Stuart Reference Stuart, Guernsey, Clark and Arroyo2010:291–292, 296–297).
Para documentar este detalle, se hizo un ensayo en laboratorio de campo, moviendo un mosaico “reflector” en el sol, hecho a partir de teselas experimentales que tenían oxidación natural que les fue limpiada, las cuales, al recibir los rayos del sol, emitían destellos, cada uno acorde a su posición y calidad de superficie (Figura 11).
Este concepto de función de reflector encuentra ejemplos elocuentes desde los inicios de la historia mesoamericana en figurillas, contextos funerarios y esculturas. En Tak'alik Ab'aj, la figurilla (de cabeza de borde de vasija) del preclásico medio, procedente muy probablemente del grupo sur de un sector denominado “Barrio Olmeca”, porta un reflector amarrado en su frente. La sugerente posición del personaje de claras facciones de convención estética olmeca, sus brazos con sus manos puestas en la parte posterior de la cabeza, puede hacer alusión al acto de estar conscientemente captando la luz y reflejándola (Figura 10).
En el área de Mazatán, Chiapas, Clark (Reference Clark and Clark1994) documenta una figurilla con reflector en la frente y un entierro con reflector in situ en el área de la frente del esqueleto (Clark Reference Clark and Clark1994:36–37, Figura 3.5). Otros ejemplos que evidencian estos reflectores son las dos esculturas “gemelas” de Azuzul (De la Fuente Reference De la Fuente, Clark and Pye2000:259–262, Figuras 15 y 18). Cyphers (Reference Cyphers Guillén and Clark1994:61–63, Figura 4.26) documenta un yacimiento de bloques perforados de ilmenita en San Lorenzo, y sugiere que el diseño del casco de la cabeza colosal (Monumento 10) de San Lorenzo pueda tratarse de posibles plaquetas de ilmenita (Cyphers Reference Cyphers Guillén and Clark1994:51, 55, Figura 4.14). Si este monumento representa a un personaje real, como ha sido propuesto por varios investigadores, surge la imagen de un casco con teselas de ilmenita que refleja la luz, un casco “reflector de luz”.
Llama la atención que estos ejemplos y otros más se circunscriben predominantemente al preclásico en el Litoral del Pacífico, Tlatilco, y en Tabasco y Veracruz. Los mosaicos “reflectores” de teselas de pirita de Tak'alik Ab'aj, y los mosaicos de cabezas en miniatura ceremoniales de teselas de jadeitita, se encuentran en contextos preclásico tardío hasta inicios del clásico temprano.
Así como en la tradición escultórica (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arnauld and Breton2013c), se pueden observar también en la tradición lapidaria de Tak'alik Ab'aj los cambios que se experimentan en el transcurso del tiempo entre el preclásico medio y el tardío. Esta pasión por las miniaturas que también forman mosaicos (Entierro 2 de Tak'alik Ab'aj) desde finales del preclásico medio (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda and Orrego Corzo2013b), que comparte con la tradición lapidaria de La Venta y Chiapa de Corzo, continúa en el preclásico tardío, representado por la colección de siete mosaicos de cabezas ceremoniales en miniatura de teselas de jadeitita, como hasta el momento no se ha registrado en otros sitios (Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo, Aragón and Mejía2012, Reference Schieber de Lavarreda and Orrego Corzo2013b). Es importante destacar la persistencia y énfasis en la laboriosidad e inversión de tiempo y costo para la producción lapidaria en ambas épocas culturales y tradiciones lapidarias (Hruby Reference Hruby, Hruby and Flad2007; Schieber de Lavarreda et al Reference Schieber de Lavarreda, López, Alvarado and Schieber de Lavarreda2019).
Metodología para el análisis del material
La metodología empleada en el estudio de los mosaicos de pirita fue la siguiente:
(a) colorimetría del material pétreo con la Tabla Munsell
(b) análisis mineralógico con fluorescencia de luz UV
(c) análisis de las técnicas lapidarias en el área maya y la arqueología experimental.
Colorimetría del material pétreo con la Tabla Munsell
Los objetos fueron comparados con las distintas gamas cromáticas establecidas por la Tabla Munsell de rocas elaborada por el Servicio Geológico de Estados Unidos (Rock Munsell Color Chart) para determinar su color de forma sistemática y más precisa. En caso de detectarse más de un color en el material, se añadieron las claves correspondientes de cada uno de los tonos.
Análisis mineralógico con fluorescencia de Luz UV
Esta técnica se apoya en la absorción selectiva de fotones o radiación electromagnética, seguida de la reemisión de ondas largas de baja energía (Warren Reference Warren1995). Esta luz emitida variará dependiendo de la composición de los materiales y de la longitud de onda de la radiación electromagnética de la zona ultravioleta. La lámpara portátil utilizada cuenta con control de longitud de onda corta (250 nm) y onda larga (365 nm). El examen visual de esta técnica consiste en observar si el objeto emite, o no, luz, y si presenta variabilidad cromática bajo el haz de la lámpara de luz UV en un cuarto oscuro. La fluorescencia es común en materiales orgánicos, rocas y minerales con impurezas o tierras raras, y se debe a la presencia de determinados elementos y compuestos químicos. Se requiere probar distintas frecuencias de onda (onda corta y onda larga), ya que no todas producen fluorescencia o ésta varía en características e intensidad (Verbeek Reference Verbeek1995).
Análisis de las técnicas lapidarias en el área maya y la arqueología experimental
A pesar de la riqueza de información que pueden proporcionar los talleres de lapidaria y sus evidencias de producción (piezas en proceso de trabajo, piezas falladas, piezas reutilizadas y residuos), son pocas las investigaciones que abordan las técnicas de manufactura de forma detallada (Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Solís Ciriaco, Monterrosa Desruelles, Puy y Alquiza and Meléndez Mollinedo2021) o con una perspectiva tecnológica, como en el caso del taller de jade de Cancuen (Andrieu et al. Reference Andrieu, Rodas and Luin2014; Kovacevich Reference Kovacevich, Hirth and Pillsbury2013). Ante esta escasez de estudios, destacan las propuestas de Digby (Reference Digby1964) y Mirambell (Reference Mirambell1968) sobre la secuencia de elaboración de objetos de lapidaria y los instrumentos empleados. Si bien ambos autores fueron pioneros en el análisis de piezas lapidarias, sus propuestas requieren corroboración experimental.
Con el fin de resolver las interrogantes derivadas de la carencia de información sobre los métodos o técnicas prehispánicas empleados para la producción de objetos lapidarios, desde el año 2004 se creó un taller de arqueología experimental de lapidaria (Figura 12), con sede en el Museo del Templo Mayor (Melgar Tísoc Reference Melgar Tísoc, Alonso, Baena and Canales2017; Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Solís Ciriaco and Monterrosa Desruelles2018), encaminado al estudio tecnológico de las huellas de manufactura de distintas colecciones de Mesoamérica. En dicho taller se han empleado instrumentos de trabajo y procesos que, por diversas fuentes de información (documentos históricos, contextos arqueológicos y propuestas de investigadores), es posible suponer que fueron utilizados por los pueblos prehispánicos (Tabla 2).
Una vez realizado cada experimento, se pasa a los niveles de observación y comparación de los materiales experimentales con la muestra representativa de objetos arqueológicos previamente seleccionados. Dichas comparaciones se hacen siguiendo los criterios de observación planteados por Velázquez Castro (Reference Velázquez Castro2007) en los análisis tecnológicos para objetos de concha, pero adaptados y aplicados a los objetos lapidarios (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2009):
(a) Análisis macroscópico. La observación a simple vista y con lupa de 10× y 20× fue el primer paso llevado a cabo al revisar cada una de las modificaciones presentes en los objetos arqueológicos. Esto permitió compararlas con los rasgos producidos en cada uno de los experimentos de los distintos procesos de trabajo en estudio. Para ello, se tomaron en cuenta aspectos como la regularidad de la superficie o borde producidos; el relieve y la presencia de líneas; lo bien marcado de las mismas, su composición y dirección. En algunas ocasiones, ello ayudó a determinar o descartar ciertas herramientas o procesos.
(b) Análisis con microscopía estereoscópica a 10× y 30×. Una vez realizado el análisis macroscópico, se seleccionó una muestra de objetos para su observación y fotografía en el microscopio estereoscópico, basados en el buen estado de conservación de los objetos y su representatividad, en términos de que reflejaran tanto los rasgos recurrentes como los singulares del universo de estudio. Con base en las experiencias del análisis de piezas de pirita de Teotihuacan y de Tenochtitlan, así como de espejos de mosaico de Chiapa de Corzo en Chiapas y de Sojo en Costa Rica, el cambio del dorado a tonos de café de las piezas por la oxidación no afecta los estudios tecnológicos, mientras presenten las superficies compactas y los rayones de trabajo sean evidentes, ya que ello permite su estudio adecuadamente. En contraste, si los objetos tienen procesos de deterioro avanzados que provocan superficies frágiles con desprendimientos y pulverulencia, en esos casos no es posible realizar el estudio. Afortunadamente, los mosaicos bajo estudio de Tak'alik Ab'aj presentaron un buen estado de conservación, con piezas de tonalidades café bastante compactas y con rayones evidentes que permitieron llevar a cabo la caracterización de sus huellas.
Los objetos fueron observados y fotografiados en dos amplificaciones (10× y 30×) con una cámara digital Canon Powershot A640, acoplada en un microscopio Kyowa 881657. Lo anterior permitió compararlas con las fotografías de los experimentos realizados que presentaran esas huellas de trabajo. Gracias a esto fue posible identificar y/o descartar algunas herramientas y procesos de manufactura en las piezas arqueológicas, como el empleo de abrasivos en los desgastes y cortes frente al uso de herramientas sin ellos. Sin embargo, en este nivel de análisis también resultó evidente la gran similitud de las huellas producidas por determinados materiales en algunos procesos de trabajo, como los cortes e incisiones con lascas de obsidiana de aquellos hechos con lascas de pedernal. Por lo tanto, resultaba imposible diferenciarlas.
(c) Análisis con microscopía electrónica de barrido (MEB). Para resolver el problema anterior de la microscopía estereoscópica, empleamos el MEB modelo Jeol JSM-6460LV ubicado en el Laboratorio de Microscopía Electrónica del INAH en la Ciudad de México, a 100×, 300×, 600× y 1000×, con los mismos parámetros de señal de electrones secundarios, tamaño del haz (50), distancia de trabajo (10 mm) y voltaje (20 kV), en el modo de alto vacío (HV).
Para la revisión de las huellas de manufactura, se toman en cuenta las características superficiales de la pieza, como textura, rugosidad, alisamiento, irregularidad, porosidad y presencia de partículas. Se hacen un mínimo de cinco mediciones de las líneas o bandas presentes en la modificación analizada y que estén distribuidas en más de la mitad de la micrografía. La variación del tamaño de bandas o líneas producidas por cada material empleado es muy baja, con base en los más de 600 experimentos realizados (Melgar Tísoc Reference Melgar Tísoc, Alonso, Baena and Canales2017; Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2009, Reference Melgar Tísoc, Solís Ciriaco and Manzanilla2018, Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019; Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Solís Ciriaco, Monterrosa Desruelles, Puy y Alquiza and Meléndez Mollinedo2021) y está relacionado con su granulometría (Sánchez Reference Sánchez Hernández and Velázquez Castro2007). Al respecto, para evaluar si las medidas registradas por cada material eran constantes, sin importar su origen geológico, Velázquez Castro y Mendoza Anaya (Reference Velázquez Castro, Mendoza Anaya, Mendoza Anaya, Arenas Alatorre and Rodríguez Lugo2005) realizaron una serie de experimentos de desgastes con basaltos de distinta procedencia, cuyos resultados en los análisis micrográficos mostraron que las bandas de 100 μm típicas de esta roca volcánica se apreciaban en todos los casos, corroborando los rasgos medidos y validando el criterio uniformista de que es posible caracterizar los rasgos de cada material.
Para agilizar el análisis se realizaron réplicas de las huellas de manufactura con una cinta especializada de polímero marca Buehler, la cual es reblandecida con una gota capilar de acetona y presionada contra la modificación que se desea copiar (Figura 13). Cada molde es guardado en una bolsa resellable individual con los datos contextuales de la pieza revisada y se indica la modificación muestreada. Estos moldes son recubiertos con iones de oro para ingresarlos a la cámara de muestreo del MEB (Figura 14). Ello ofrece varias ventajas, ya que permite ingresar varias modificaciones a la vez (hasta 20) y obtener huellas de piezas que superan el tamaño de la cámara de muestreo (mayores a 10 cm de alto), o de algunas modificaciones de difícil observación, como las paredes internas de las perforaciones. De igual forma agiliza los estudios, ya que evita tener que trasladar las piezas arqueológicas al laboratorio de MEB, así como reduce o elimina los trámites y permisos que ello implica, puesto que las réplicas pueden obtenerse en los repositorios en donde se resguardan las colecciones en estudio.
Resultados obtenidos
Colorimetría con la Tabla Munsell de rocas
Con ayuda de la Tabla Munsell de rocas (Munsell Color 2009), pudo conocerse la variación cromática de las piezas lapidarias en todos los mosaicos, abarcando tres tonos de café (Tabla 3).
Fluorescencia de luz UV
Con la fluorescencia de luz UV, fue posible apreciar que los espejos de pirita se ven de color gris oscuro a negro en ambas longitudes de onda, debido a la poca emisión de luz, aunque en algunas piezas se observa el reflejo de la luz violeta de la lámpara UV en onda larga, y en ambas ondas se ven muchas partículas de color blanco (Figura 15), varias de las cuales coinciden con las zonas de los adhesivos empleados en las incrustaciones.
Análisis tecnológico de las huellas de manufactura
Para este análisis se eligieron 155 piezas: 45 del “Reflector” I, 50 del “Reflector” II, 50 del “Reflector” III y 10 del “Reflector” IV (Tabla 4 y Figura 16). Con el apoyo de la arqueología experimental y el análisis de huellas de manufactura de las piezas de pirita experimentales y arqueológicas, se obtuvieron los siguientes resultados (Tabla 4).
Las teselas de pirita de los cuatro mosaicos “reflectores” presentan finas líneas paralelas bien marcadas sobre superficies brillantes, resultado de su desgaste sobre lajas planas o metates sin ayuda de abrasivos (Figura 17), debido a que sí presentan rayones que están ausentes en los experimentos donde sí se emplearon abrasivos.
Para poder identificar el material empleado en los desgastes y acabados, se analizaron 155 réplicas de las piezas con microscopía electrónica de barrido, detectando un solo patrón: bandas difusas de 40 μm de espesor, combinadas con zonas texturizadas con partículas, con una desviación estándar de 0,3 μm. Estos rasgos se detectaron en todos los espejos (Figura 18). Al compararlas con los experimentos, coinciden con los desgastes con dacita y bruñido con piel (Figura 19).
Al observar las paredes y bordes a simple vista y con lupa, se aprecian líneas muy finas, algunas mejor marcadas que otras, producto del corte con instrumentos líticos (Figura 20). Para identificar cuál material fue empleado en estas modificaciones, se revisaron 75 réplicas de las piezas con microscopía electrónica de barrido, apreciando un mismo patrón de líneas finas de 0,6–1,3 μm de anchura, con una desviación estándar de 0,3 μm. Estos rasgos son similares a los cortes experimentales hechos con instrumentos de obsidiana y difieren de los obtenidos con pedernal (Figura 21).
Discusión de los resultados
Como señalábamos al principio de este texto, el sitio de Tak'alik Ab'aj aprovechó la ubicación estratégica que tenía en el corredor natural que va paralelo al litoral del Pacífico, a través de la cual interactuaron varias comunidades y culturas desde el Istmo de Tehuantepec hasta El Salvador; pero también por la facilidad para acceder al altiplano occidental guatemalteco a la altura de Quetzaltenango, siguiendo los ríos que bajan de la sierra montañosa (Popenoe de Hatch et al. Reference Popenoe de Hatch, Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Love and Kaplan2011; Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2015a:56). Ello favoreció la circulación de materiales y productos locales y de otras regiones, y prueba de ello es la enorme variedad de objetos de distinta procedencia hallados en el sitio, como jadeíta/jadeitita, obsidiana, pirita, hematita y caolín, entre otros (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2015a:57–58, Reference Schieber de Lavarreda2016b). Sin embargo, su origen geológico foráneo no implica necesariamente que su elaboración también lo sea, es decir, que en todos los casos hayan llegado ya elaborados a Tak'alik Ab'aj.
Esta dicotomía entre las producciones locales y foráneas es la que se buscó abordar en el caso de los espejos de pirita recuperados en el Entierro 1 de Tak'alik Ab'aj (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda, Laporte, Arroyo and Escobedo2003), ya que los yacimientos más cercanos de este sulfuro de hierro se encuentran en Huehuetenango, Aguacatán y Quetzaltenango (Gallaga y Lowe Reference Gallaga and Lowe2018:102).
En el caso de la tecnología identificada en los espejos, a partir de la caracterización de las huellas de manufactura se puede destacar el empleo de instrumentos de origen volcánico en su elaboración: dacita para los desgastes y obsidiana para los cortes. Ello resulta interesante debido a que la mayoría de los objetos lapidarios recuperados en el sitio, en especial la joyería e insignias del poder de los gobernantes, fueron trabajados con esos mismos materiales (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019). Aunque la obsidiana no es local porque procede de yacimientos foráneos como El Chayal, San Martín Jilotepeque o Ixtepeque, se han recuperado más de cuatro mil materiales de este vidrio volcánico con evidencias de producción local en el sitio, entre lascas, núcleos y navajas prismáticas, siendo el preclásico medio y tardío cuando mayores cantidades se han recuperado: 880 y 1.848 artefactos reportados por Crasborn (Reference Crasborn Chavarría, Laporte, Arroyo and Mejía2005) y 144 y 596 por Espigares Luarca (Reference Espigares Luarca2020). En contraste, la dacita, junto con la andesita, son rocas volcánicas comunes en la zona y en las cuales están hechos los instrumentos de molienda y esculturas, con el 30% y el 60% respectivamente. La dacita puede obtenerse en afloramientos que se encuentran alrededor del sitio arqueológico, entre los que se puede destacar un yacimiento a 3 km al sureste del grupo central de Tak'alik Ab'aj, justamente en la convergencia de los ríos Ixchiyá y Nil. Estas rocas son comunes debido a que Tak'alik Ab'aj se encuentra en las faldas de los volcanes Siete Orejas (donde nace el Río Ixchiyá) y Chicabal (donde nace el Río Nil; Flores López Reference Flores López and Schieber de Lavarreda2019), los cuales comparten las características de domos dacíticos del complejo volcánico Santa María-Santiaguito, que forma parte de la cadena volcánica de la Sierra Madre que corre paralelo a la costa del Pacífico (Villatoro Martínez Reference Villatoro Martínez2015:74–77; Westen Reference Westen2003:8).
Desde los primeros trabajos arqueológicos realizados en Tak'alik Ab'aj, se le ha considerado como un punto de conexión entre las culturas olmeca y maya (Orrego Corzo Reference Orrego Corzo1991; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arnauld and Breton2013c:187). No obstante, se ha resaltado la particularidad de la cultura de Tak'alik Ab'aj y de los otros centros que forman parte de la liga de ciudades de la ruta de intercambio comercial de larga distancia por el Litoral del Pacífico, que comparten durante el preclásico medio las tradiciones culturales hegemónicas olmecas y las recrean e integran en su propia cultura “a su manera”, utilizando los referentes del paisaje y recursos de su propia región geográfica. Esto se ve reflejado en todos los ámbitos, como el diseño y arreglo de los espacios públicos, la arquitectura, escultura y el arte lapidario, cuyos conceptos son recreados y adaptados, con técnicas y recursos locales. Esto se manifiesta de manera particularmente sólida en la consistente trayectoria de la tradición cerámica local Ocosito, propia de Tak'alik Ab'aj.
Si bien es notoria la tradición escultórica inspirada en la iconografía olmeca (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda and Cabezas2012:29–32, Reference Schieber de Lavarreda2015a:58–59), así como hay objetos de morfología y técnica de producción análoga a la de piezas halladas en sitios de la Costa del Golfo, como unos pendientes colmillo similares a los de La Venta, la mayoría de la lapidaria de Tak'alik Ab'aj no presenta la tecnología identificada en materiales olmecas, como los desgastes con basalto en San Lorenzo Tenochtitlan, o con arenisca en La Venta (Bernard Reference Bernard Medina2018, Reference Bernard Medina2020). Esta diferencia tecnológica con la lapidaria olmeca y la homogeneidad en el empleo de la dacita que comparten los espejos de pirita con gran parte de la lapidaria de Tak'alik Ab'aj, aunada a la ausencia de espejos hechos en una sola pieza de hematita especular, ilmenita o magnetita que se reportan en sitios de la Costa del Golfo (Gallaga y Blainey Reference Gallaga and Blainey2016:16; Gallaga y Lowe Reference Gallaga and Lowe2018:82), fortalece la propuesta de la elaboración local de estos objetos y descarta la posibilidad de un origen foráneo olmeca. Así mismo, también se puede descartar su elaboración en el sitio mixe-zoque de Chiapa de Corzo, donde fueron recuperados dos espejos de mosaico de pirita de forma cuadrangular en el entierro del Montículo 11, los cuales presentan las superficies desgastadas con riolita (Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Gallaga Murrieta and Solís Ciriaco2014:50), un material ausente en la tecnología lapidaria de Tak'alik Ab'aj. Esta preferencia cultural por la dacita parece ser el sello tecnológico de las producciones locales del sitio (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019). Fuera de este sitio, la dacita solamente se ha identificado en la superficie posterior de tres teselas recicladas del Entierro PNT-19 de Tikal (tesela 14 de Máscara 1 y teselas 15 y 45 de Máscara 2), cuya manufactura inicial con dacita parece haber sido hecha en Tak'alik Ab'aj, o algún otro lugar de esa zona de la bocacosta, y luego retrabajada a través de desgaste con caliza y pulido con jadeíta (Meléndez Mollinedo y Melgar Tísoc Reference Meléndez Mollinedo and Melgar Tísoc2018:208). Este patrón tecnológico de combinar caliza y jadeíta en las superficies es característico de la lapidaria del Petén Central analizada con esta metodología (Melgar Tísoc y Andrieu Reference Melgar Tísoc, Andrieu, Arroyo, Salinas and Álvarez2016; Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Solís Ciriaco, Monterrosa Desruelles, Puy y Alquiza and Meléndez Mollinedo2021), por lo cual las tres piezas trabajadas con dacita pueden considerarse como manufacturas foráneas. Esta propuesta del reciclaje parece reforzarse con la similitud morfológica que presenta una de estas piezas en forma de mentón de Tikal (tesela 45) con las teselas que constituyen el mentón en tres de los cuatro rostros de mosaico recuperados en el escondite de la Estructura 86 (Meléndez Mollinedo y Melgar Tísoc Reference Meléndez Mollinedo and Melgar Tísoc2018:208). Salvo estas piezas de jadeitita de Tikal, resulta interesante que la dacita no se ha reportado como instrumento de trabajo en piezas de pirita de otras colecciones lapidarias mayas de épocas posteriores, como en Tenam Puente, donde se identificó basalto combinado con arena (Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Gallaga Murrieta and Solís Ciriaco2014:50), o Yaxchilán, donde se usó caliza y arenisca (Juárez Cossío y Melgar Tísoc Reference Juárez Cossío, Melgar Tísoc, Arroyo, Salinas and Álvarez2018). También se puede destacar que la dacita está ausente en la elaboración de piritas de otros sitios mesoamericanos, en especial en los materiales empleados en sus superficies, como andesita en Teotihuacan (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019) o basalto en Tenochtitlan (Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Gallaga Murrieta and Solís Ciriaco2014:51–52). Incluso más allá de los límites meridionales mesoamericanos, como los mosaicos y bases de espejos recuperados en Sojo, Costa Rica, presentan desgastes con caliza, granito y basalto (Ménager et al. Reference Ménager, Melgar Tísoc, Cavallini, Sibaja Conejo, Barboza and Salgado2021:8–11).
Así, la uniformidad de técnicas y materiales de producción empleados en los mosaicos de pirita, más la sofisticación evidente en algunos detalles, como el diseño especial de la recreación del cosmograma (Figuras 7d, 9a y 9a1) o el marco impecable del mosaico “reflector” creado con teselas biselados (Figuras 7a y 7a1), así como la preferencia por los mosaicos de jadeíta/jadeitita, apuntan en la dirección de que los “reflectores” de pirita formaran parte de la tradición lapidaria local preclásico tardío de Tak'alik Ab'aj, cuya marcada preferencia por la dacita no ha sido detectada en otro sitio maya o mesoamericano hasta el momento.
Como se ha planteado en otras publicaciones (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda and Schieber de Lavarreda2019; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arroyo, Aragón and Mejía2012, Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Arnauld and Breton2013c, Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Robinson and Davies2023; Schieber de Lavarreda et al. Reference Schieber de Lavarreda, Grube, Davletshin, Mora-Marín, Gronemeyer, Prager, Wagner, Garay, Mazariegos, Ortega and Orrego Corzo2022), cuando se habla de tradición lapidaria o escultórica, ésta requiere de talleres de artesanos especializados que trasladan por generaciones sus conocimientos y desarrollos de cambios en técnica, materiales y estilos. Estos talleres y los otros sectores productivos de esta sociedad antigua forman parte de un sofisticado sistema económico con una administración centralizada. Finalmente, todo este engranaje, liderado por los primeros gobernantes del preclásico mesoamericano, se encuentra enmarcado en una concepción del mundo particular, cuyo eje central es el culto al ancestro a través de una intensa actividad ritual. Ésta, a su vez, requería un alto consumo y, por ende, redes de intercambio de una compleja y sofisticada gama de productos y materiales locales y exóticos, como base de una floreciente economía estrechamente vinculada a la ritualidad.
Proponemos que este fundamento conceptual (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda and Schieber de Lavarreda2019; Schieber de Lavarreda y Orrego Corzo Reference Schieber de Lavarreda, Orrego Corzo, Robinson and Davies2023) le dio vida e impulsó el florecimiento de las culturas preclásicas de Mesoamérica. En el caso de Tak'alik Ab'aj, edificado sobre los elementales precedentes de la cultura olmeca del preclásico medio, se desarrollaron en el preclásico tardío expresiones e innovaciones culturales maya temprano en el área maya sur, sobre la cual se consolidó luego el apogeo del clásico en la tierras bajas mayas. Particularmente visible es este cambio en las convenciones artísticas, de la tradición escultórica y lapidaria. En este sentido, el cambio en la producción de objetos con énfasis en entretejidos de cuentas de jadeitita en miniatura creando mosaicos en el preclásico medio, a la elaboración de otros más complejos a partir de teselas de jadeitita para crear mosaicos de cabezas ceremoniales en miniatura, más la combinación con diversos materiales brillosos, como la hematita especular y pirita—como en el caso de los mosaicos “reflectores” de pirita de Tak'alik Ab'aj—podrían considerarse de las primeras expresiones materiales de la lapidaria maya o trabajo artesanal del mosaico preclásico.
A estos se pueden sumar los mosaicos de pirita y de piedra verde reportados de la Tumba 2 de Kaminaljuyu (Shook y Kidder Reference Shook and Kidder1952:62–65, en la lista de contenido: p. 115, Figuras 81a y 81b, posición 135, y p. 116, Figura 52, posición 139; Shook y Popenoe de Hatch Reference Shook, Popenoe de Hatch and Popenoe de Hatch1999). Otros mosaicos de pirita se han reportado en La Lagunita (Ichon y Arnaud Reference Ichon and Arnauld1985:60–61) sobre una base de estuco, así como en El Portón (Sharer y Sedat Reference Sharer and Sedat1987:58, 60, 64–69) y en Ceibal (Pinzón y De Muylder Reference Pinzón, De Muylder, Pinzón and Inomata2014:10). También hay dos espejos de pirita sobre estuco de la Tumba 1 del Montículo 11 de Chiapa de Corzo (Bachand y Lowe Reference Bachand, Lowe, Lowe and Pye2012; Melgar Tísoc et al. Reference Melgar Tísoc, Gallaga Murrieta and Solís Ciriaco2014), además de un interesante caso del pendiente, posiblemente también de pirita, con grabado de un venado yacente del Entierro 4 (Bachand y Lowe Reference Bachand and Lowe2011).
Consideramos que las asignaciones cronológicas de los contextos arqueológicos correspondientes han cambiado mucho a lo largo de su historial de estudio (Estrada Reference Estrada2017:23, 40; Schieber de Lavarreda et al. Reference Schieber de Lavarreda, López, Alvarado and Schieber de Lavarreda2019). Mientras se logra un refinamiento de las asignaciones cronológicas, sugerimos enmarcar estos mosaicos de pirita con contextos tempranos en el preclásico, como una tradición lapidaria que tiene antecesores en el preclásico medio, y continúan al preclásico tardío y el clásico temprano (con modalidades de cambio en sus formas, tanto de las teselas como en los soportes, a través del tiempo, algunas compartidas, como las de soporte de estuco o de pizarra, y otras propias del lugar, como en el caso de Tak'alik Ab'aj con fragmentos de cerámica).
En el estudio traceológico de la lapidaria de Tak'alik Ab'aj (Melgar Tísoc y Solís Ciriaco Reference Melgar Tísoc and Solís Ciriaco2019), se pueden destacar las huellas de producción consideradas como de manufactura local, como el uso de la roca volcánica dacita en los desgastes y la obsidiana en los cortes. Esta marcada estandarización tecnológica la comparten los mosaicos de pirita con la mayoría de la objetos lapidarios del sitio, por lo cual esta homogeneidad en distintos materiales pétreos para elaborar bienes de prestigio parece ser resultado de las producciones de uno o pocos talleres centralizados con grupos de artesanos especializados dependientes o bajo supervisión de los grupos de mayor jerarquía, como parte de la economía política del sitio (Brumfiel y Earle Reference Brumfiel, Earle, Brumfiel and Earle1987; Costin Reference Costin1991, Reference Costin, Feinman and Price2001; Sinopoli Reference Sinopoli2003). Además, este patrón tecnológico caracteriza a la tradición lapidaria de este importante centro regional durante el fin del formativo tardío (50–150 d.C.) e inicios del clásico temprano (150–300 d.C.).
Otro aspecto por destacar sobre la tecnología empleada es un aparente énfasis en la importancia de una compleja laboriosidad e inversión de tiempo, sugerente de un profundo significado ritual (Hruby Reference Hruby, Hruby and Flad2007), así como la búsqueda de aumentar el valor de los bienes a través de una calidad excepcional en su manufactura (Sinopoli Reference Sinopoli2003) o la preferencia cultural por determinadas técnicas o materiales específicos (Dobres Reference Dobres2000). El uso directo de los metates de dacita sin ayuda de abrasivos incrementó el tiempo de trabajo en la elaboración de los objetos lapidarios. Ello resalta nuevamente la aparente dicotomía o el concepto opuesto a la rentabilidad. A esto se suma el incremento de dificultad de producir en lugar de una pieza entera, una pieza que se elabora al ensamblar decenas o centenares de teselas, que además tienen que ser montados sobre un soporte. Esta mayor inversión de tiempo de trabajo debió aumentar el valor de estos objetos considerados bienes de prestigio, los cuales tienden a ser escasos, exóticos, de lugares lejanos o con una tecnología especializada, secreta o sacralizada ritualmente (Dobres Reference Dobres2000; Drennan Reference Drennan and Rattray1998; Helms Reference Helms1993; Inomata Reference Inomata2001). Quizás esta carga cultural y simbólica en la elaboración de los objetos favoreció la aparición de los mosaicos de pirita y jadeíta/jadeitita como innovación artesanal maya, los cuales abrieron nuevas posibilidades de formas y dimensiones, pero también requerían más etapas de trabajo, tiempo e insumos, además de la obtención de adhesivos y la confección de los soportes en que iban a ser montados, adheridos o armados los conjuntos de teselas (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2015b:67). En este sentido, los mosaicos mayas en distintos materiales pétreos verdes, a veces combinados con concha, obsidiana y en el preclásico, particularmente, material “que brilla”, como la pirita o la hematita especular, entre otros, son considerados de los objetos más característicos de los grupos mayas de la época prehispánica, desde el preclásico (Schieber de Lavarreda Reference Schieber de Lavarreda2015b) hasta el clásico tardío (Martínez del Campo Lanz Reference Martínez del Campo Lanz2010).
Conclusiones
En Tak'alik Ab'aj se recuperaron seis mosaicos “reflectores” de pirita en tres diferentes contextos del preclásico tardío y clásico temprano: cuatro en el Entierro 1, uno en la Ofrenda “El Señor de la Greca” y el último en el fondo de una vasija de la Ofrenda del Altar 46 “Piecitos”. Destaca la disposición de los mosaicos del Entierro 1, ya que dos aparecen integrados en la pechera y faldellín del traje ceremonial y los otros dos como parte del ajuar adicional de un posible portaestandarte. La superficie de los mosaicos “reflectores”, constituida por cientos de teselas perfectamente unidas, y la forma de ser portados o, mejor dicho, de estar integrados en la vestimenta de los personajes, sugiere que debieron servir como mosaicos “reflectores” de luz. Esta propuesta hipotética fue puesta a prueba con el ensayo realizado en el laboratorio de Tak'alik Ab'aj, en el cual se emplearon específicamente para este fin teselas de pirita experimentales, las cuales tuvieron que limpiarse, debido a que tenían la superficie oxidada. La nuevamente reluciente superficie de las teselas refleja la luz, particularmente si se mueve, como se puede inferir basado en las múltiples representaciones de los personajes reales y deidades con gestos y posiciones de danza (Figura 10).
También se puede destacar que el soporte y los mosaicos de todos los “reflectores”, no importando su tamaño y forma, comparten la misma tecnología y materiales de producción empleados que hemos interpretado como resultado del trabajo lapidario local: desgaste con dacita, corte con obsidiana y bruñido con piel. Esta elaboración muy estandarizada, aprovechando la dacita local, puede considerarse el sello tecnológico del sitio, el cual no ha sido reportado en otra colección lapidaria maya ni mesoamericana por el momento, salvo tres piezas recicladas del Entierro 19 de Tikal, pero cuya manufactura se atribuye a Tak'alik Ab'aj (Meléndez Mollinedo y Melgar Tísoc Reference Meléndez Mollinedo and Melgar Tísoc2018).
Cabe resaltar que durante el preclásico en Tak'alik Ab'aj, la evolución, tanto de la tradición escultórica así como también la tradición lapidaria, refleja el cambio de la era olmeca a la maya—esta última con la preferencia para miniaturas y material de jadeíta/jadeitita en el preclásico medio, combinando esta piedra verde con materiales que brillan, como pirita y hematita especular.
Si bien se requiere de estudios que confirmen o descarten la pertenencia a la lapidaria maya de otros mosaicos portátiles en materiales pétreos, como los del Entierro 28b de La Libertad en Chiapas (Miller Reference Miller and Pye2014), o la posibilidad de que pueda ser parte de la tradición cultural “istmeña/litoral del Pacífico”, de la cual Tak'alik Ab'aj forma parte durante el preclásico medio, los ejemplos recuperados en Tak'alik Ab'aj sí pueden vincularse con la musivaria maya de sitios preclásicos y de inicios del clásico temprano del área maya sur.
Así mismo, el cambio de los espejos/reflectores de una sola pieza, comunes en el preclásico medio, a la elaboración de otros más complejos a partir de mosaicos “reflectores” portátiles, como los de Tak'alik Ab'aj, Kaminaljuyu y Chiapa de Corzo, podría considerarse de las expresiones materiales de la lapidaria “istmeña/litoral del Pacífico” y maya más tempranas que se desarrollaron en esta parte de Mesoamérica.
Para finalizar, quedan para investigar en el futuro la búsqueda puntual de la fuente de pirita y los estudios de restos orgánicos que confirmen las especies de plantas locales y materiales empleados en los soportes y como adhesivos.
Acknowledgments
Los autores agradecen a las instituciones y personas que hicieron posible este estudio: al IDAEH, al Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala, al Proyecto Tak'alik Ab'aj, al Laboratorio de Microscopía Electrónica del INAH y su encargado Mario Monroy, a José Guadalupe Villegas Millán del Instituto Técnico y Cultural, al Proyecto Estilo y Tecnología de los Objetos Lapidarios en el México Antiguo y al Taller de Arqueología Experimental en Lapidaria con sede en el Museo del Templo Mayor.