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Revolución de los papeles: Una mirada desde la Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973) al proceso de la Reforma Universitaria en Chile

Published online by Cambridge University Press:  30 May 2022

Rita Torres Vásquez*
Affiliation:
Investigadora independiente, Santiago de Chile, Chile
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Resumen

La Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973) fue una publicación periódica de carácter académico que tuvo como objetivo difundir el proceso de transformación de esta casa de estudios gracias al movimiento de la Reforma Universitaria. Estuvo inmersa en la transición política del régimen demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva al programa de gobierno de carácter socialista de Salvador Allende. Su producción editorial e impresión estuvo a cargo de la Editorial UTE y el Taller Gráfico UTE respectivamente, áreas de trabajo relacionadas a la labor de extensión de la universidad. Este artículo pretende establecer un diálogo entre esta publicación y su contexto político-educativo, por medio de la revisión de su variedad temática, autoral y formatos de escritura. Finalmente, se busca visibilizar las dinámicas y experiencias del trabajo de diseño de la revista, a través del análisis de su producción visual (portadas y portadillas gráficas) y el rescate testimonial de integrantes del grupo de diseñadores responsables de cada ejemplar, información inédita hasta el momento.

Abstract

Abstract

The Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973) was an academic periodical publication. Its aim was to disseminate the institution’s processes of transformation, which drew from the university reform movement. The periodical was immersed in the period of political transition, from the Christian democratic regime of Eduardo Frei Montalva to the socialist government programs of Salvador Allende. Its editorial production and printing processes were handled by the Universidad Técnica del Estado’s editorial department and graphic workshop, respectively—areas of the university whose work extended beyond institutional walls. This article aims to establish a dialogue between the publication and its political-educational context through reviewing a variety of topics, authors, and writing styles. Finally, it seeks to make visible the dynamics and experiences of the journal’s design work through analyzing visual production (covers and part-title pages) and the previously unpublished testimonials of the group of designers responsible for each issue.

Type
Radical Politics, Decolonization, and the Arts
Creative Commons
Creative Common License - CCCreative Common License - BY
This is an Open Access article, distributed under the terms of the Creative Commons Attribution licence (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/), which permits unrestricted re-use, distribution, and reproduction in any medium, provided the original work is properly cited.
Copyright
© The Author(s), 2022. Published by Cambridge University Press on behalf of the Latin American Studies Association

Este trabajo propone el análisis de la Revista de la Universidad Técnica del Estado, publicación institucional que se encontró inserta en un contexto de transformaciones políticas y educativas —vinculadas al movimiento de Reforma Universitaria—, convirtiéndose en un soporte editorial destacado para la discusión periódica e ideológica que se estaba dando en Chile. En relación a lo anterior, es importante tener en cuenta que gran parte del acervo documental relacionado a la Universidad Técnica del Estado (UTE) fue destruido tras el Golpe de Estado de 1973 y durante la dictadura cívico-militar en Chile con el objetivo de borrar de la memoria popular la existencia de ese período. En el caso de la colección de los doce ejemplares de la revista, esta fue donada en enero de 2014 a la Biblioteca Central de la Universidad de Santiago (USACH),Footnote 1 por el colectivo de diseñadores del Taller Gráfico UTE.Footnote 2

Esta investigación comprende el estudio de tres fuentes: en primera instancia se desarrolló una discusión bibliográfica de fuentes escritas, las cuales permitieron visualizar el período estudiado a nivel político, educativo y editorial. En segundo lugar se trabajó con fuentes visuales, los ejemplares de la revista, observando este fenómeno editorial a través de su evolución en el tiempo, la creación de imaginarios visuales y la utilización de referentes, recursos y técnicas gráficas. Finalmente, se recogió el testimonio de cuatro diseñadores perteneciente al taller-imprenta (Rojas, Greibe, Muñoz y Ubilla) y al Secretario Nacional de Extensión y Comunicaciones de la UTE (Navarro Cortés), develando experiencias de trabajo y metodologías creativas desarrolladas para la realización de la publicación. Todo esto, con el propósito de relevar un valioso y hasta ahora desconocido antecedente de esta publicación académica en el Chile de esos tiempos.

Desde una “Revolución en libertad” a la “Vía chilena al socialismo”

A comienzos del siglo XX y especialmente en la década de los sesenta, Chile se encontraba sumergido en una agenda de gobiernos de carácter progresista, a pesar de ser un “país reconocido por su ‘sobriedad’ política y su apego institucional” (Pinto Vallejos 2005, 10). Junto a las problemáticas relevadas por la cuestión social, asociadas a la pobreza, desigualdad, necesidades educativas y acceso a la vivienda, se inició un proceso de protagonismo del Estado en la toma de decisiones en torno a las condiciones de vida de la población chilena, dando origen a un Estado de Bienestar Social. En relación a lo anterior, en el gobierno de Eduardo Frei Montalva (1964–1970) se propone un programa impulsado por la promesa de soberanía popular, potenciar la educación y enseñanza técnica —con especial énfasis en la alfabetización— y el desarrollo económico.

Esta década —período de grandes transformaciones estructurales a nivel mundial— estuvo enfrentada a innovaciones tecnológicas y descubrimientos científicos, al avance político de las masas populares —como fue la Revolución Cubana (1959), que se asomó como propuesta viable e inmediata al cambio social y político para América Latina—, además de agitaciones sociales, raciales, económicas, culturales y bélicas. Un hito importante, y que tuvo un gran efecto en la comunidad cristiana ya que permitió instalar dentro de la Iglesia Católica una nueva perspectiva y sintonía con los nuevos tiempos, fue el Concilio Ecuménico Vaticano II. En esa instancia se aprobaron múltiples declaraciones vinculadas al acceso a la educación, además del apoyo al crecimiento económico de países en subdesarrollo, lo cual logró impulsar a movilizaciones sociales que tuvieron como norte más justicia social y paz entre los pueblos (Kirberg 1981, 12).

En 1961 y como respuesta al movimiento emancipador que se estaba dando en Cuba, el presidente estadounidense John F. Kennedy dijo: “En línea con la CEPAL [Comisión Económica para América Latina y el Caribe] y la Doctrina Social de la Iglesia, pero comprometido con la Alianza para el Progreso, propuso un modelo alternativo al capitalismo y al socialismo llamado ‘Revolución en Libertad’ […] caracterizado por una economía mixta, el inicio de la reforma agraria, el de la nacionalización del cobre y la participación popular” (Palmarola 2008, 144).Footnote 3 En cumplimiento con este programa, que duró hasta 1970, el gobierno previo al de Frei Montalva, liderado por el presidente Jorge Alessandri (1958–1964), se vio obligado a realizar reformas introductorias en el aspecto agrario para recibir el apoyo económico que ofrecía esta iniciativa, como fue el caso de promover el término del latifundio,Footnote 4 el cual se concretó en el gobierno posterior, lo que explicaría “también la ‘ayuda’ norteamericana a la campaña presidencial de Frei Montalva” (Elgueta 2003).

De forma posterior, el triunfo de la Unidad Popular (UP) en Chile y el arribo de Salvador Allende a la presidencia en el año 1970 abrió un debate sobre las formas, los objetivos e implicancias de un proyecto revolucionario de índole socialista, el cual buscó modificar la estructura política social, económica y cultural de ese entonces. Todo este proceso se vio reflejado también en un cambio de mirada en relación a la música, la industria editorial y la plástica, siendo la cultura una de las grandes prioridades del gobierno. Asimismo, la construcción de esta nueva sociedad estuvo vinculada a una visión critica del contexto, donde el actor protagónico del cambio social debía ser el pueblo movilizado (Albornoz 2005, 148). Es así como la cultura fue entendida como un medio para proponer el ideal de un pueblo solidario, con conciencia de clase, formado para defender y ejercer su accionar político, estando “abierto masivamente a la creación y goce de las más variadas manifestaciones del arte y del intelecto” (Unidad Popular 1970, 28). El programa de Allende se contextualizó en un período donde una gran parte de los artistas,Footnote 5 e intelectuales aspiraban al principio fundamental de que la cultura germinara del trabajo, por lo que fue vital la participación de la clase trabajadora para su renovación y estimulación. Todo esto a través del aumento de canales entre los artistas y las masas, impulsando al ejercicio de la cultura como un derecho.

Una nueva cultura editorial estatal

Entre los años 1930 y 1950, la industria editorial chilena vivió un período de apogeo en la producción de publicaciones, surgiendo proyectos de largo aliento como las casas editoriales Cultura, Ercilla, Nueva Época, Osiris, Nascimento, entre otras. En la década de los cuarenta, se suman dos nuevas e influyentes editoriales: Editorial del Pacífico y Editorial Universitaria. Igualmente, otro elemento que permitió́ desarrollar aún más el medio editorial fue la llegada de refugiados españoles, a la ciudad de Valparaíso, a bordo del barco Winnipeg en el año 1939, tras el término de la Guerra Civil española. Este arribo generó un “impulso modernizador de vital importancia para el diseño gráfico, y también para otras disciplinas afines a la pintura, la decoración y la literatura” (Álvarez 2004, 118), destacando a profesionales como Joaquín Almendro, creador de la Editorial Orbe, los pintores José Balmes y Roser Bru, además de Mauricio Amster, diseñador, tipógrafo y asesor de las editoriales nacionales Cruz del Sur, Nascimento, Zig-Zag y Universitaria.

En concordancia al rol democratizador que buscó desarrollar la cultura, el gobierno de la UP se abocó a la estatización de empresas privadas importantes que estuvieran relacionadas a la producción cultural. Una de ellas fue la editorial Zig-Zag, que al ser comprada por el Estado pasó a ser refundada como Editora Nacional Quimantú. Desde ese momento, se habló de una nueva editorial estatal que aportaría a la difusión de la cultura en el país, distribuyendo textos escolares y de literatura nacional, declarando el libro de bolsillo como el “soporte principal de esta nueva cultura editorial masiva y popular [transformándose] en uno de los principales símbolos del acceso generalizado a la cultura formulado e incentivado por la Unidad Popular” (Albornoz 2005, 156). Es así como se postuló, a través de la producción, distribución e impresión de libros y revistas, que la cultura fuese un bien accesible, mediante precios bajos de edición y venta, distribución masiva y ediciones numerosas. También se propone al libro como un factor emancipador de ideas, por lo que la naciente editorial jugó un rol importante en la democratización y redefinición de una nación en camino al socialismo, basándose en la masificación de “discusión teórica con miras a alcanzar los niveles de comprensión científica indispensable para guiar el proceso por caminos adecuados. Uno de esos problemas [fue] la política de cultura y comunicaciones, la cual adquiere importancia porque en este frente arrecia la lucha ideológica entre las clases en pugna” (Razeto 1971, 93).

Lo anterior se tornó crucial puesto que el proceso transformador que se vivió en el país requirió́ de un intenso debate político, el cual debía permear a las masas y las clases trabajadoras. Por ello, además de apoyar esta lucha a través de la creación de carteles y soportes gráficos de difusión masiva, se hizo necesario promover otros soportes de divulgación o masificación de este debate. El fortalecimiento y expansión de la producción editorial nacional, el aumento de la masa lectora gracias a la implementación de reformas educacionales en torno a la alfabetización, el innovador sistema de distribución, acceso y costo de estos productos, más la “politización de todos los aspectos de la vida cotidiana por aquel entonces, favorecía la inclinación por la lectura y despertaría el anhelo o afán al conocimiento en todos los sectores sociales” (Rivera Allende 2008, 104).

La reforma universitaria y el movimiento estudiantil

La participación estudiantil en las decisiones universitarias se remonta a la época medieval —con la creación de las primeras instituciones de educación superior en Europa durante los siglos XI y XII—, pero el proceso reformista chileno de fines de los años sesenta forma parte de diversos movimientos estudiantiles originados a comienzos del siglo XX. Posterior a la Primera Guerra Mundial, en Latinoamérica se configuró “un seminal movimiento reformista en las universidades, gatillado por el Manifiesto Liminar de Córdoba en 1918” (Cifuentes 2004, 134–135), provocando que en países como Argentina, Uruguay, Brasil y Chile se desarrollaran cambios importantes a nivel universitario, sin completarse del todo. De igual forma, durante los años 1960 y 1970 se originaron procesos de cambio a nivel mundial, inmersos en el contexto de la Guerra Fría, guiados por movimientos juveniles, como serían las protestas del Mayo francés de 1968, estando influenciados por nuevas corrientes musicales, cinematográficas y estéticas.

Por otro lado, en Chile existía una profunda crisis del sistema educativo, la cual se expresó en críticas al tipo de formación que estaban entregando las universidades de aquel entonces. Desde un modelo educativo autoritario y desactualizado, la gran cantidad de profesores contratados a tiempo parcial —que representaba un gran porcentaje de la comunidad docente universitaria—, la falta de democracia al interior de las instituciones, expresada en la nula participación del cuerpo académico y estudiantil en la toma de decisiones y la dependencia de las escuelas regionales a una sede central ubicada en la capital eran algunas de las problemáticas a nombrar. De igual modo, la extensión universitaria se encontraba limitada a la propia institución —teniendo un carácter elitista y selectivo— y la “evidente dependencia cultural, científica y tecnológica del extranjero, especialmente de Estados Unidos” (Kirberg 1981, 57), dificultaba la visión educativa de estas instituciones en torno a las necesidades nacionales.

El movimiento de la Reforma Universitaria fue liderado principalmente por estudiantes, quienes quisieron ser parte de los procesos de toma de decisión y la democratización universitaria. Exigieron un re-ordenamiento estructural y la modernización de las funciones de las universidades, siendo reconocidas como factores elementales de estas instituciones las áreas de investigación y extensión, potenciando esta última por medio de abundantes actividades artístico-culturales, creación de escuelas de temporada y cursos vespertinos. Un hito inicial trascendental de este proceso reformista fue la ocupación del estudiantado UTE en todas sus sedes universitarias el 25 de mayo de 1961 (Cifuentes 2004, 136). Esta acción fue originada por el nombramiento, de forma autoritaria, del director de la Escuela de Minas de Copiapó, el cual fue rechazado firmemente por el estamento estudiantil y constituyó el máximo ejemplo de grandes irregularidades en temáticas relacionadas a la designación de las autoridades universitarias. Aunque este primer hecho no logró concretar su objetivo final —que era transformar la estructura universitaria— sí consiguió́ que el director renunciara a su cargo, iniciando un profundo debate a nivel estudiantil y docente. Gracias a la organización de la Federación de Estudiantes de la UTE (FEUT), estas reflexiones decantaron en la realización del “Seminario de Reforma Universitaria” con participación académica, estudiantil y de las autoridades en 1963.

Durante los siguientes años, la actividad reformista ganó participantes de forma amplia y exitosa, uniéndose las ocho instituciones de educación superior a nivel nacional, lo que permitió introducir “mecanismos democráticos de elección de cuerpos colegiados que garantizaron el pluralismo […] [existiendo] representantes de todas las corrientes doctrinarias presentes en las respectivas comunidades” (Cifuentes 2004, 139).

Con la llegada de la UP al poder, el gobierno presentó un gran respaldo al proceso de reforma, brindándole apoyo desde su programa en el área educativa, el cual estuvo orientado a mejorar y ampliar las oportunidades a nivel formativo, de una manera democrática, única y planificada. Dentro de este objetivo, el Estado asignó mayores recursos económicos a las universidades, asegurando un mejoramiento al cumplimiento de sus funciones educativas. Incluso, con la meta de eliminar los privilegios de clase se garantizó el acceso de hijos de trabajadores a la universidad, y a través de becas y ayudas especializadas se incentivó el ingreso de obreros a cursos de nivel técnico y superior compatibles a su horario de trabajo.

Universidad Técnica del Estado (UTE)

Respecto a los procesos de transformación reformistas, existieron una variedad de experiencias desarrolladas en diferentes universidades a nivel nacional, las cuales tuvieron distintos tiempos, estrategias y modos de implementación. Uno de estos casos a destacar fue el vivido en la Universidad Técnica del Estado (UTE). Su origen se encuentra vinculado a la creación de la Escuela de Artes y Oficios (EAO) en el año 1849. Esta escuela, que contaba con las especialidades de carpintería, herrería, fundición y mecánica, desarrolló tres grados de enseñanza: los oficios (destinados a formar artesanos); los técnicos (que tenían como finalidad instruir maestros de talleres); y el tercero estuvo destinado a formar ingenieros mecánicos, los cuales se consolidaron como disciplina en la creación de la Escuela de Ingenieros Industriales en 1940. Gracias al inicial desarrollo industrial y minero nacional, además de las transformaciones a nivel de exigencia y calidad de diversas instituciones técnicas en Chile tales como la Escuela de Minas de Copiapó, la Escuela de Minas de La Serena, la Escuela Industrial de Concepción, la Escuela Industrial de Valdivia y la Escuela de Salitre y Minas de Antofagasta, la creación de la Escuela de Ingenieros Industriales en el año 1940 y el Instituto Pedagógico Técnico (IPT) en 1944, es que se origina el proyecto educativo de la UTE en 1947. Esta universidad entró en funcionamiento legal en 1952 al dictarse su Estatuto Orgánico como institución estatal de educación superior a nivel nacional, dependiente del Ministerio de Educación, bajo el gobierno de Gabriel González Videla (1946–1952), el cual buscó aunar en una sola entidad a todas las escuelas y centros de enseñanza nombradas anteriormente. En el año 1948, luego de incorporarse el grado técnico a la Escuela Industrial de Temuco y al IPT en 1948, la UTE “intentó proyectar la actividad docente iniciada en la EAO hacia las funciones universitarias de investigación y extensión, impartiendo estudios de nivel técnico-profesional” (Castillo 2015, 15).

Para el caso de la UTE, el proceso reformista contó con un carácter distinto a las demás universidades ya que:

deriva no sólo de su mayor cercanía temporal entre su creación y el proceso a analizar, sino que por su carácter técnico […] más aún por la influencia que ejerció en dicha casa de estudios el programa de la Unidad Popular y la idea de la “batalla de la producción”, pues la UTE, se originó como el plantel orientado a proveer de cuadros técnicos de nivel superior a las industrias nacionales, todo esto en el marco de industrialización sustitutiva de importaciones adoptado a fines de la década de 1930. (Rivera Tobar Reference Rivera Tobar2011, 2)

Este compromiso se vio reflejado en diversas líneas de acción propuestas por la universidad. Una de ellas fue el énfasis en incorporar a los sectores populares y marginales a la educación superior, especialmente acortando la brecha existente de los obreros con la universidad, una “institución lejana, fundada […] para servir a la clase de su tiempo” (Figueroa 1969, 75). Un ejemplo claro de este nuevo impulso fue la firma del convenio entre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) con la universidad en abril de 1969 (Revista de la Universidad Técnica del Estado 1969, 94), destacando con el desarrollo del movimiento reformista de otras casas de estudio en relación a la inclusión de la comunidad trabajadora.

Estatuto Orgánico reformado y una nueva extensión universitaria

En 1967 la UTE se hallaba en deplorables condiciones a nivel organizativo, académico y financiero, por lo que sectores progresistas de profesores y estudiantes exigieron la creación de un nuevo Estatuto Orgánico,Footnote 6 siendo estos últimos responsables de la Toma de la Casa Central de la UTE el día 14 de septiembre de ese año. Con este antecedente se originan otras tomas de espacios educativos a nivel universitario,Footnote 7 creándose en octubre de ese año —con la aprobación del gobierno de Frei Montalva— la Comisión Nacional de la Reforma, organismo representativo de la comunidad en torno a todas las acciones relacionadas al movimiento reformista. A mediados de 1968, y bajo la insistencia del estudiantado y esta Comisión, se llamó a una consulta universitaria para la elección del rector de la UTE, siendo esta la primera vez en la historia de las universidades chilenas que académicos y estudiantes fueran parte de la votación, eligiendo el día 20 de agosto al académico Enrique Kirberg. Con el apoyo de un reformista a la cabeza de su rectoría,Footnote 8 la UTE se transformó en un espacio que impulsó la investigación científico-tecnológica, las artes y la cultura, a través de un nuevo concepto de extensión universitaria, la cual: “Ya no sólo está relacionada con la formación permanente […] ni con las expresiones artísticas culturales planteadas como servicio a la cultura y la sociedad de los [años] cuarenta y cincuenta […] [si no que] se transforma para algunos en un medio de influencia e intervención de la universidad en la sociedad […] [y busca] trascender los límites de la acción académica y comienza a sumergirse en el campo de lo político-contingente” (Donoso 2001, 183–184).

Durante el primer período de Kirberg como rector (1969–1972), se hizo evidente que la UTE necesitaba gestionar nuevas y democráticas formas de funcionamiento y trabajo administrativo, donde las antiguas dinámicas se veían reflejadas principalmente en el área de extensión universitaria. Hasta el año 1968 existieron varios organismos relacionados a este ámbito —y que en su mayoría se originaron por iniciativa estudiantil—, pero se encontraban dispersos y con lineamientos de trabajo diferentes entre sí, impidiendo concretar un impacto significativo en el medio comunicacional y cultural.Footnote 9 Es por esto que en septiembre de 1969 se consolida el Área de Extensión y Comunicaciones UTE a cargo del escritor Yerko Moretic. Esta instancia tuvo como principal tarea organizar y potenciar diversas iniciativas culturales ya existentes, tales como el Circo Minero, el Teatro Teknos, el Coro UTE, el Ballet Folclórico, la Radio UTE y el Taller Gráfico UTE. Asimismo, se crean nuevas áreas de trabajo como la Editorial UTE, lo que incentivó a la realización de “actividades artísticas y los cursos de temporada […] [logrando] importantes avances para potenciar las actividades de extensión y comunicaciones de la Universidad” (Navarro Cortés 2016, 158).

Gracias a la estructura reformada de la UTE se concretan transformaciones en la universidad que favorecen su quehacer en extensión, docencia e investigación. La aplicación del Nuevo Estatuto Orgánico —el cual fue publicado en diciembre de 1971 en presencia del Presidente Allende— permitió que la actividad universitaria se transformará en una estructura más democrática y eficiente a nivel nacional, creando servicios de carácter técnico, académico y administrativo destinados a colaborar con el Consejo Superior en su función de coordinar el quehacer universitario. Este sistema tendría como nombre el de Secretarías Nacionales y se crearon cinco: Secretaría Nacional de Asuntos Económicos, de Asuntos Administrativos, de Asuntos Estudiantiles, Académica y de Extensión y Comunicaciones (Navarro Cortés 2016, 163).

El trabajo realizado por Moretic en el Área de Extensión y Comunicaciones facilitó la labor de la futura Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones, la cual estuvo dividida en tres departamentos: Extensión Artística, Extensión Docente y Comunicaciones. Este último se enfocó en la creación de soportes comunicacionales —audiovisuales, periodísticos, publicitarios y fotográficos— que informaran dentro y fuera de la universidad sobre los logros y actividades del proceso de reforma, por medio de sus nueves unidades especializadas de trabajo.Footnote 10 Estas secciones tuvieron un carácter autónomo entre ellas, pero su trabajo estuvo coordinado por un objetivo y compromiso común, como sería el caso de la Editorial UTE y el Taller Gráfico UTE, con la Revista de la Universidad Técnica del Estado.Footnote 11

Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973)

Previo al movimiento reformista, la UTE contaba con un número pequeño de publicaciones esporádicas, las cuales eran conocidas solo dentro de la comunidad universitaria capitalina, lo cual reafirmaba la falta de comunicación entre sus diversas sedes. Asimismo, el uso y avance de diversos medios de comunicación tales como la radio y la televisión, exigieron a la palabra escrita no quedarse atrás, potenciando el desarrollo de diarios, revistas y libros. En relación a lo anterior, desde el Área de Extensión y Comunicaciones UTE se crea la Editorial UTE a cargo de Carlos Orellana.Footnote 12 Fue bajo su dirección que se editaron múltiples libros, revistas y otras publicaciones, logrando que “desde 1970 a 1973 se publicaran más de 30 títulos en temas científicos, económicos, técnicos, de ciencias sociales, historia y educación” (Kirberg 1981, 84). Esta editorial profundizó el trabajo de difusión institucional a través de periódicos que informaron sobre el quehacer universitario como la publicación de la Oficina de Relaciones Publicas e Informaciones, Unitécnica, y la publicación de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones, Presencia UTE. Asimismo, aparece la revista de arte y teatro popular, Talleres de Cultura y las publicaciones de la Comisión de Investigaciones Científicas y Tecnológicas Contribuciones, que a partir de 1970 difundieron los trabajos finales de investigación de la universidad, lo que posteriormente abrió espacio a otras universidades e institutos de investigación. También se editaron folletos sobre temáticas internas de la universidad como la carrera académica y se imprimieron los Cuadernos de la Reforma, siendo publicados bajo el sello “Ediciones de la Universidad Técnica del Estado” de la Colección Trigóno (Unitécnica 1970, 6). Con el objetivo de apoyar el trabajo realizado por la editorial, en junio de 1970 se inaugura la Librería UTE, local ubicado frente a la Casa Central de la Universidad (Unitécnica 1971, 3) y que de forma posterior se abrieron en algunas sedes regionales para la venta de manuales, materiales de estudio y literatura.

Bajo este contexto surge el primer número de la Revista de la Universidad Técnica del Estado en octubre de 1969, con el objetivo de “dar a conocer la realidad de la UTE ante nuestro país y facilitar la relación entre las diversas sedes, es decir, integrar nuestra casa de estudios a los diversos aspectos de la realidad nacional” (Revista de la Universidad Técnica del Estado 1969, 1). Fue impulsada y creada por Orellana junto al trabajo de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones y nace desde los ideales reformistas, planteándose desde la diferenciación de las revistas universitarias en circulación de ese entonces, las cuales estaban destinadas a un público cerrado y focalizado en sus propios ámbitos de investigación y extensión.Footnote 13 En relación a lo anterior, la Revista de la Universidad Técnica del Estado no debe entenderse como una proyecto editorial solamente académico, en el sentido restrictivo de la palabra, ya que “no podemos desconocer que una publicación que lleva tras sí el resguardo de una institución, debe estar al nivel académico que le corresponde; pero este nivel no tiene por qué volverse la valla inaccesible para todo no especialista” (Revista de la Universidad Técnica del Estado 1969, 3).

Estuvo compuesta por múltiples escritos relacionados a las artes, la literatura, las ciencias como al debate político nacional e internacional, colaborando en ella destacadas personalidades chilenas, además de diversos docentes y profesionales vinculados a la universidad. Contó con doce volúmenes, incluyendo dos ejemplares finales de edición especial, los cuales circularon durante cuatro años hasta junio de 1973 con una periodicidad bimensual, contabilizando más de ciento cincuenta escritos, diversificados en diferentes formatos tales como ensayos, documentos, editoriales, notas bibliográficas y crónicas universitarias. Su primer director fue el académico y escritor Fernando Lamberg (1969–1970) y posteriormente también desempeñaron ese cargo Arsenio Fica (1972) y Víctor Abudaye (1971–1973). En el caso de Moretic, fue designado en el año 1971 como director de la revista, pero no alcanzó a asumir el cargo debido a su inesperada muerte, siendo reemplazado por Abudaye.Footnote 14

La publicación fue diseñada e impresa en el Taller Gráfico UTE,Footnote 15 espacio de creación y producción gráfica de la universidad, el cual estuvo encargado de promover, mediante afiches, cuadernillos, boletines, material de exposiciones, publicaciones, la labor universitaria y su extensión a todo el país. Este taller-imprenta se encontró localizado, desde el año 1968 hasta su posterior cierre, en un edificio de cuatro pisos, el cual estuvo caracterizado por dos grandes espacios de trabajo: el área de diseño, a cargo de seis publicistas, donde se realizaba la etapa de creación visual de los soportes gráficos y el área de impresión, a cargo de los técnicos en artes gráficas, quienes desarrollaban el trabajo de producción en serie de los productos visuales.Footnote 16 La dinámica de trabajo, apoyada por la estructura de la edificación, permitió que los publicistas estuvieran en contacto directo con las tecnologías de producción gráfica de la imprenta, permitiendo una experiencia creativa dinámica y vinculada a la experimentación a la hora de proponer los productos visuales finales.

Discurso editorial de la revista

Esta publicación —dirigida en primera instancia a ingenieros y/o estudiantes de ingeniería de la UTE— fue responsable de la extensión periódica del debate teórico y práctico que se estaba dando a nivel país, el cual estuvo estructurado desde una considerable y muy variada gama de temáticas. Con un total de 135 ensayos publicados a lo largo de todos sus años de circulación, las materias abordadas se pueden agrupan en seis grandes líneas: Educativa, incluyendo problemáticas vinculadas a la Educación Superior a nivel profesional, técnica y universitaria, discusiones entorno a la Reforma Universitaria y el análisis de este proceso en la UTE; Política-ideológica, dividiéndose en información de índole nacional —analizando el programa de la UP y el debate sobre qué vía (insurreccional o política) seguir para alcanzar los ideales socialistas— e internacional, introduciendo en la revista textos sobre teoría marxista; Económica-productiva, otorgando gran relevancia a la batalla de la producción y profundizando sobre la propuesta de un nuevo modelo de desarrollo en Chile a través de la nacionalización de las riquezas básicas, la consolidación de la reforma agraria y el trabajo en conjunto con la CUT; Científica-tecnológica, incorporando investigaciones relacionadas a la física, química, biología, astronomía y posturas en torno a la técnica, uso de maquinaría industrial extranjera, el nuevo perfil de los ingenieros y la relevancia de las patentes; Artística-cultural, abarcando publicaciones vinculadas a la literatura (novelas y poesía), profundizando nuevas políticas editoriales, el debate entorno a los pueblos originarios además de la identidad nacional y latinoamericana, por medio del estudio de sus cánticos y tradiciones; y por último, Territorial-cono Sur, englobando escritos sobre el subdesarrollo, la teoría de la dependencia a nivel económica, tecnológica y cultural vivida en Chile, la pobreza vinculada a los países del denominado tercer mundo y la amenaza del imperialismo en Latinoamérica.

En cuanto a la presencia de cada temática en los ejemplares, como se puede observar en la Figura 1, en los primeros dos números el énfasis discursivo estuvo vertido en el ámbito educativo, específicamente en el proceso reformista UTE, lo cual fue pasando a segundo plano con el transcurso de los nuevos números, en contraposición a la temática política-ideológica y económica-productiva, las cuales se transformaron en protagonistas hacia finales de la publicación, dado el contexto nacional vivido en los años 1972 y 1973.

Figura 1. Análisis de los doce ejemplares de la Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973) en relación a tipo de artículo, índole y diferentes entradas temáticas relacionadas. Elaboración propia de la autora.

Además, la revista abordó las transformaciones vividas a nivel latinoamericano, siendo Chile parte de la problemática del subdesarrollo y dependencia económica-tecnológica, encontrándose casi siempre algún artículo en relación a esto en cada número. Finalmente, a nivel internacional, la revista dedicó escritos al estudios de caso de países socialistas como la República Democrática Alemana (RDA) e incluyó como insumo ensayos teóricos relacionados a figuras claves como Marx, Hegel y Lenin. En relación a este último personaje, el tercer número de la revista (publicado en mayo de 1970) fue una edición especial en honor al centenario del nacimiento del revolucionario y estadista ruso, analizado por distintas personalidades.

Por otro lado, la publicación estuvo compuesta por diferentes secciones, las cuales fueron evolucionando a medida que se desarrollaban los ejemplares. La primera de ellas fue la “Editorial”, presente en casi todos los números y fue una forma de introducir, a través de las palabras del comité editorial, la temática de cada número. En segunda instancia estuvieron los “Ensayos”, que componía el grueso de la revista. Es relevante destacar que, además del aumento de la producción de publicaciones de revistas literarias especializadas a nivel nacional, principalmente en distintas ramas artísticas y culturales, existió el interés creciente de los lectores de ese entonces por leer ensayos: publicaciones de corte reflexivo, humanistas, científicas o de cultura general que puedan ser de utilidad al lector para una aplicación pragmática en su vida cotidiana. Es por esto que este tipo de escrito encontró su índice de desarrollo más alto en el año 1972, donde de un total de 250 títulos impresos por las diversas editoriales del país, el 60 por ciento de esas publicaciones correspondieron a este género: “Un análisis más profundo de este novedoso factor nos lleva a concluir que el chileno medio vive cada día más cerca de la realidad, lo que es explicable si consideramos la participación directa del pueblo en los fenómenos políticos y sociales, determinando una mayor necesidad de conciencia sobre los cambios que se establecen a nuestro país y la consecuente polarización ideológica en la lucha de clases” (Ferrero 1973, 178).

Este formato estuvo vinculado a diversas temáticas —filosófica, histórica, sociológica, literaria, religiosa, económica y artística—, pero su mayor porcentaje de escritura en esos años se centró especialmente en el ensayo político, encontrando trabajos a favor del proceso de cambio nacional, otros desde una visible oposición al proyecto y los que, desde una postura más intermedia, realizaban aportes parciales al proceso chileno, transformándose en testimonio bibliográfico de esa época. Esto propició la creación de una moderna política editorial acorde a tres grandes temáticas que eran de interés del público lector de ese momento: el pensamiento marxista como teoría revolucionaria de las clases trabajadoras, “el análisis del proceso político chileno desde una perspectiva histórica y obras polémicas de lucha ideológica, en que se abordan aspectos específicos y particulares de nuestro proceso” (Revista de la Universidad Técnica del Estado 1972, 109). Este tipo de contenido, que se encontró dividido por las variadas entradas descritas anteriormente, estuvo presente en la revista a través de siete ensayos en promedio por ejemplar, lo que cambió en los números 11–12 y 13–14, que al ser ediciones especiales, se duplicaron a diez y doce respectivamente.

Luego está la “Crónica Universitaria”, apartado vinculado a temáticas del proceso reformista vivido en la UTE, las cuales estuvieron presentes hasta el ejemplar número 5, a excepción del número 4, siendo coherente con el protagonismo de la temática educativa de la revista hasta ese momento. A partir del número 9 en adelante se incorporan las secciones de “Documentos” y “Notas Bibliográficas”, presentes hasta los últimos ejemplares. En el caso de la primera, estuvo caracterizada por discursos y ponencias de personajes destacados a nivel nacional e internacional, confrontando la información expuesta en los ensayos en relación con lo que estaba ocurriendo en el país. Respecto a las segundas, fueron realizadas en su mayoría por el profesorado UTE sobre libros de autores nacionales, latinoamericanos e internacionales. En palabras de Muñoz, se convirtieron en un insumo más para la discusión intelectual, realizando una clara invitación a no quedarse solamente con lo escrito en cada ejemplar de la revista, sino a seguir informándose.Footnote 17

Otro elemento importante para analizar son los autores detrás de cada texto, los cuales eran convocados por la Editorial, donde Orellana y Abudaye, en calidad de Secretario de Redacción de la publicación, decidían abordar una temática en específico y contactaban a la persona apropiada con la propuesta de incluir un escrito de ellos en la revista.Footnote 18 De un total de ochenta y seis autores, es posible notar un gran predominio de actores relacionados con la UTE, desde sus cargos más jerárquicos —como el rector Kirberg y el Secretario General Tomás Ireland—, pasando por numerosos académicos —destacando al jefe del Departamento de Educación y Ciencias Sociales de la Secretaría Nacional Académica, Sergio González Montealegre y el coordinador docente del Área Académica, Enrique Correa Ríos— y directores pertenecientes al IPT —Arcadio Escobar y Martín Pino Batory. Del mismo modo no dejaron de estar presentes sus cuatro directores —Lamberg, Moretic, Fica, Abudaye— y Orellana en el caso de la Editorial UTE. Por contraste, cabe destacar la presencia de solo dos autoras, ambas vinculadas a la Universidad: Ester Gelfenstein —profesora responsable de los programas de educación de trabajadores del convenio CUT-UTE— y Eva Klein —periodista del área Arte y Cultura de la Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones. En relación a otras instituciones educativas nacionales sobresale la participación de los profesores de la Universidad de Chile, Miguel Castillo Didier, Mario Céspedes y Juan Van Kessel, y desde la Universidad Católica los profesores Ricardo Ffrench-Davis y Armand Mattelart. También contó con la presencia de personajes políticos claves de ese período tales como el presidente de la Comisión Chilena UNCTAD III, Felipe Herrera y el presidente de la CUT, Luis Figueroa. El gobierno de Allende tampoco se encontró ausente en la publicación, donde el presidente y sus ministros fueron parte de artículos sobre la actualidad de ese período, participando Clodomiro Almeyda —Relaciones Exteriores y Defensa Nacional— y Pedro Vuskovic —Economía y Hacienda. Igualmente, fueron parte diversos diputados y senadores de la república, destacando los ensayos del vicepresidente del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Jaime Castillo Velasco y el senador del Partido Comunista (PC), Volodia Teitelboim. Finalmente, invitados de índole internacional se hicieron parte de la revista a través de ponencias como del bioquímico, activista estadounidense y Premio Nobel de la Paz y también en Química, Linus Pauling; y el rector de la Universidad Técnica de Dresden de la RDA, Fritz Liebscher.

Imaginarios visuales propuestos en la revista

Esta publicación estuvo vinculada al trabajo gráfico de los diseñadores gráficos,Footnote 19 del Taller Gráfico UTE —Pablo Carvajal, Ricardo Ubilla, Enrique Muñoz, Alejandro Lillo, Omar Rojas y Elías Greibe—, donde cada uno estuvo a cargo del diseño y posterior impresión del número de la revista, quedando documentada la autoría de su trabajo en los créditos del ejemplar respectivo.Footnote 20 A pesar de que las decisiones de contenido no dependía del grupo de diseñadores, estando a cargo de la Editorial UTE, específicamente de Orellana, es importante entender el trabajo de producción gráfica como un insumo destacable de la revista. El diseñador a cargo de cada número debía hacer una lectura de todo el contenido, lo que le permitía tomar decisiones de estilo y ritmos visuales respecto a la portada y las portadillas interiores del ejemplar. Estas últimas fueron un elemento innovador dentro de la publicación, estando presente al inicio de cada ensayo, documento, nota bibliográfica y crónica universitaria presente en el número. En palabras de Greibe: “La idea era tomar la portada y reproducir el estilo [gráfico] con las demás portadillas interiores. Es como un motif visual, que se va repitiendo en todas las piezas de diseño del ejemplar, lo que permite dar coherencia gráfica al número de la publicación”.Footnote 21

Desde la perspectiva cromática, para la realización de las portadas se utilizó el recurso del color plano, utilizando desde uno hasta tres o más colores, además del color negro. Se puede apreciar la predominancia del uso de colores primarios tales como rojo, azul y amarillo, especialmente de los dos primeros, haciendo alusión a la tríada de colores patrios nacionales en algunas portadas de la revista. Para las portadillas interiores, se hizo uso exclusivo del negro, priorizando la agilidad y el abaratamiento de la producción gráfica masiva. Al no poder utilizar colores, los diseñadores trabajaron con escalas de grises, desarrollando una constante experimentación con ellas.

Otro desafío que tuvo el equipo de diseño fue la gran pluralidad de temas en cada ejemplar de la revista. Esto demandó cambiar de lenguaje visual de las portadillas interiores constantemente, siempre resguardando la coherencia entre contenido e imagen, lo cual fue posible dado a la gran diversidad de técnicas y estilos gráficos que manejaban los diseñadores: desde el uso de témperas, plumilla, tinta china al uso de recursos fotográficos.Footnote 22 El uso de tramas en la reproducción de imágenes —empleada desde una línea horizontal, vertical y granulada— permitió que las fotografías e ilustraciones utilizadas tuvieran múltiples pesos y profundidades visuales. Asimismo, la repetición de palabras, ilustraciones y fotografías,Footnote 23 se utilizó para reafirmar el concepto clave abordado en el ensayo.

Respecto al manejo del recurso fotográfico, es posible observar, en primera instancia, una gran proporción de fotografías vinculadas a personajes importantes a nivel nacional —Kirberg, Allende, Luis Emilio Recabarren— e internacional —Lenin, Marx y Fidel Castro—, como sería el caso de la Figura 2. De igual forma aparecen fotografías relacionadas a actores claves de la comunidad UTE tales como estudiantes y trabajadores, como es el caso de la Figura 3. La inclusión de estos últimos actores en el imaginario visual de la universidad se fundamenta en dos explicaciones históricas. La primera fue el carácter y funciones de la UTE, las cuales se relacionan con el compromiso de dotar de instrucción a los sectores populares, diferenciándola con las otras universidades nacionales respecto a sus funciones y grupos sociales relacionados. Por otro lado, tras la nacionalización del cobre, el gobierno de la UP apeló a las y los egresados de la UTE para fortalecer el trabajo en la producción minera, “mediante trabajos voluntarios u ocupando cargos de dirección de los procesos productivos” (Rivera Tobar Reference Rivera Tobar2011, 48).

Figura 2. Portada Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 6, diciembre 1971. Diseño Elías Greibe Bachur. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figura 3. Portadilla “La universidad y los trabajadores chilenos”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 1, octubre de 1969. Diseño Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Por otro lado, la revista presenta un discurso científico-tecnológico acorde al proyecto educativo UTE, el cual buscó reconocimiento en el al ámbito de las tecnologías. Es por esto que resulta coherente observar una visualidad entrelazada con elementos propios de las ciencias básicas, la presencia de maquinaria, herramientas e instrumentos de índole tecnológica, como se puede observa en la Figura 4. Del mismo modo, se hizo necesario trabajar con elementos gráficos relacionados al arte concreto y al abstraccionismo geométrico. Esto se puede observar en la Figura 5 con el manejo de figuras elementales de la geometría: el rectángulo, el triángulo, la línea —diagonales, horizontales y verticales— y la circunferencia (De Micheli Reference Micheli1959, 223).

Figura 4. Portadilla “Chile: La revolución científico-técnica y el subdesarrollo”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, número 10, septiembre–octubre 1972. Diseño portadilla Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figura 5. Portadilla “Compuestos de coordinación, aplicación de las teorías de campo cristalino y de campo ligante”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 2, enero de 1970. Diseño Elías Greibe Bachur. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Asimismo, un porcentaje importante de las portadillas fue desarrollada por medio del collage, aunando una multiplicidad de imágenes encontradas en los medios de comunicación. Esto creó un imaginario visual colmado de simultaneidad de técnicas: desde lo hecho a mano hasta la imágenes reproducidas mecánicamente como la fotografía; la inclusión de diversos materiales y trozos de diario en directa referencia con “problemas políticos y sociales que agitaban a la sociedad chilena a mediados de los años sesenta” (Galaz Capechiacci Reference Capechiacci2000, 19–20). El collage tuvo como objetivo establecer un vínculo con la actividad plástica y la contingencia, además de discutir el nuevo rol que el artista debía tener en la transformación de la sociedad: un productor de un imaginario simbólico al servicio de esos cambios. Un ejemplo de esto fue la portadilla de la sección “Crónica Universitaria”, como se puede contemplar en la Figura 6, diseñada por Carvajal para el primer ejemplar de la revista a partir de una fotografía tomada por Rojas y que luego fue reutilizada para los siguientes números, quedando como un “cliché simbólico” de la publicación.Footnote 24

Figura 6. Portadilla “Crónica universitaria”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 5, septiembre de 1971. Diseño Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figura 7. Portadilla “La violencia institucionalizada”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 4, diciembre de 1970. Diseño Enrique Muñoz Abarca. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Otra técnica gráfica presente en la revista fue la ilustración, siendo coherente la formación de los diseñadores del taller —provenientes de la carrera de Pedagogía en Publicidad con especialidad en Dibujo y Audiovisual del IPT—, por lo que fue posible percibir múltiples estilos ilustrativos: algunos más “toscos”, “caricaturistas” o “realistas”, dependiendo del diseñador a cargo del ejemplar.Footnote 25

Por otro lado, los artículos de la revista abordaron temáticas relacionadas a tipos de paisajes urbanos —Casa Central UTE, edificios de Rusia y Santiago, campamentos, la mina de Chuquicamata, etc.—, los emblemas patrios nacionales —bandera chilena, paleta de colores y uso de la estrella del escudo nacional— y elementos precolombinos y latinoamericanos —Fiesta de la Tirana, civilización inca. Durante los años sesenta y setenta, existieron diversas discusiones en torno a la cultura latinoamericana, entregándole un carácter difuso y ambiguo al concepto, pero siempre desde la convicción de la superación del nacionalismo, el abandono de políticas de exclusión y la diversidad del territorio de América Latina. Desde una vereda revolucionaria, el contexto chileno o latinoamericano podía “levantar bandera de auténtico patriotismo” (Pinto Vallejos Reference Vallejos2005, 12), reafirmando la importancia de transformaciones estructurales de corte anti-imperialista. Cabe destacar que en los dos últimos ejemplares de la revista, el concepto de “violencia” fue trabajado visualmente a través de variadas problemáticas como el fascismo, el conflicto mapuche, el genocidio ona y la guerra civil. En palabras de Muñoz: “En el caso del la técnica del ‘alto contraste’, la utilizábamos cuando tenía que tener más ‘fuerza’ la ilustración ya que el artículo hablaba sobre una crítica o un tema complejo, provocando un énfasis más dramático que otras técnicas. Un ejemplo de esto fue el artículo sobre ‘La Violencia Institucionalizada’” (Figura 7).Footnote 26

Finalmente, al diseñar las portadillas de cada artículo fue necesario que el trabajo gráfico se relacionara con el texto, siendo este último un elemento fundamental en la composición visual. Siguiendo con la afinidad de una revista académica de una universidad tecnológica, el uso de la tipografía sans serif —desde sus diversos formatos como mayúscula, minúscula, mixta y outline— tuvo un porcentaje mayor en comparación a la utilización de tipografía netamente serif. Esta ultima se encontró presente en artículos que tuvieran relación con temáticas más tradicionales e históricas. De igual manera, el recurso de mezclar ambos estilos tipográficos estuvo presente en una pequeña cantidad de portadillas, convirtiendo al texto en un elemento visual más de la composición gráfica.

Palabras finales

La Revista de la Universidad Técnica del Estado fue una clara prueba del compromiso de la UTE con el movimiento de Reforma Universitaria, especialmente en su primeros ejemplares, los cuales buscaron difundir las transformaciones vividas en la universidad en ese momento. Estuvo inmersa en la creación de políticas de difusión y democratización del conocimiento de la universidad, gracias a su Estatuto Orgánico reformado, a partir de la convicción de hacer posible una extensión que traspasara las paredes universitarias. Asimismo, uno de los resultados de estas nuevas políticas de organización universitarias fue la creación de las Secretarías Nacionales, siendo la de Extensión y Comunicaciones responsable de aunar diferentes instancias como la Radio UTE, Cine y TV, la Editorial UTE y el Taller Gráfico UTE, entre otros, con un objetivo común de extensión universitaria. Cabe destacar que el trabajo colaborativo realizado por estos dos últimos espacios permitió el desarrollo de la revista.

Entendiendo que la UTE fue reconocida por ser un espacio educativo relacionado al área tecnológica, científica y productiva, esta publicación cumplió con la misión de profundizar estas temáticas en diversos artículos sobre la dependencia tecnológica, nuevos procesos productivos y el rol del ingeniero en la transformación de Chile en un país socialista, entre otros. Sin embargo, esta publicación no dejó de lado lo que estaba pasando a nivel político, social, económico y cultural en Chile, sobretodo en los últimos ejemplares, convirtiéndose también en un insumo para la lucha ideológica, siempre desde la mirada de una universidad comprometida con el proceso revolucionario y con antecedentes populares en cuanto al origen de sus estudiantes.

Desde la visualidad propuesta por esta publicación, cabe destacar el rol que cumplieron las portadillas de cada ensayo. Con esta publicación, el Taller Gráfico UTE —además de aportar a la visualidad de la reforma a través de la producción de múltiples carteles y soportes gráficos (Navarro Cortés Reference Cortés2016, 230)— desarrolló diversos imaginarios visuales presentes en la publicación. Al observar las portadillas de la revista, es posible observar el diseño de imaginarios de futuro, por medio de propuestas, reflexiones y fantasías respecto a transformaciones estructurales y el proyecto de sociedad planteado por el gobierno popular. En relación a lo anterior, el análisis detrás de estos imaginarios abren la posibilidad de proporcionar determinadas claves para comprender el pasado y proyectar el futuro. De igual modo, a través de la síntesis y conceptualización gráfica desarrollado en estas portadillas, estas se convirtieron en un insumo de carácter pedagógico visual, ya que su objetivo fue el de acercar y preparar al lector no especialista con las discusiones presentes en cada escrito, evitando tener que bajar la calidad de lo escrito.

También, esta producción editorial permitió abrir un espacio a la profesión del diseño vinculado a las áreas de la cultura y la educación. La revista se encontró vinculada al surgimiento de nuevas metodologías de producción masiva y a la importancia que se le dio a la comunicación visual, permitiendo la validación del diseño tanto en el área profesional como en la academia en tiempos de la creación de las primeras escuelas de diseño a nivel nacional. Además de crear y producir imagen, diagramar y narrar visualmente proyectos editoriales, el diseño —disciplina proyectual universitaria que se consolidó con las influencias a nivel internacional del cruce entre arte y tecnología a mediados del siglo XX, y que en las décadas de los sesenta y setenta surgen sus primeras escuelas en Sudamérica—,Footnote 27 cumplió con la misión de mediar entre el lector y la audiencia de la revista. En relación a lo anterior, el uso de la imagen en el contexto editorial “jugaría un rol fundamental de educación popular, permitiendo la llegada a un público que no había tenido acceso a la lectura, o que simplemente no estaba acostumbrado a su consumo. La identificación de los sectores populares con el imaginario visual que caracterizó al período resultaría esencial en este sentido” (Rivera Allende Reference Allende and Luisa2008, 26).

El manifiesto valor de la Revista de la Universidad Técnica del Estado como soporte de memoria permite ser una ventana de observación de ese tiempo: “Un inmejorable registro de nuestra forma de habitarlo” (Escobar y García-Huidobro Reference Escobar and García-Huidobro2012, 16). Es la aproximación a una universidad estatal de carácter técnico con origen obrero, contextualizada en un período histórico donde existió la necesidad de seguir nutriendo el debate ideológico desde una mirada pluralista, a través de medios que permitieran la difusión de ideas y representaciones visuales vinculadas a cambio estructurales. Además, la UTE, buscó proponer un nuevo ideal de extensión universitaria, sostén de ideales de socialización de las labores de la universidad, la cual posibilitara una vinculación real con su entorno. Finalmente, esta revista fue una expresión editorial que puede ser observada como una “fuente histórica significativa y adquiere el carácter de objeto capaz de arrojar luz sobre las particularidades de la construcción de un proyecto colectivo: porque contienen en sus textos los principales conflictos que guiaron el proceso de modernización cultural” (Beigel Reference Beigel2003, 107).

Reconocimientos

El presente artículo es resultado de la investigación de pregrado de la autora (2017) y fue financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes (FONDART), Línea de Investigación, Convocatoria 2018, folio nº440902.

Footnotes

1 La Universidad de Santiago de Chile (USACH) es una institución educativa de carácter público que tiene sus orígenes en 1947 con la UTE. A partir de 1981, y gracias a la ley de Educación Superior impuesta por la dictadura, la casa central UTE se convirtió en la actual USACH, cerrando todas sus sedes regionales y concentrando todas sus actividades universitarias en un campus único (Santiago).

2 “Cumpliendo así con el compromiso expresado el 11 de septiembre 2013, durante el acto de inauguración de la exposición Por la vida … Siempre!, de recolectar y retornar a su lugar de origen la Revista UTE para su digitalización y acceso a sus ejemplares físicos por toda la comunidad USACH” (Rivera Tobar Reference Rivera Tobar2016, 14).

3 Alianza para el Progreso, programa de ayuda económica y social, fue aceptado, exceptuando a Cuba, por todos los países que conformaban la Organización de Estados Americanos (OEA) en la Conferencia de Punta del Este en 1961.

4 Extensión agraria de gran dimensión perteneciente a un solo dueño. El objetivo de su eliminación fue avanzar en una actualización del sistema de propiedad chileno de ese tiempo y en una mayor igualdad social respecto al tema.

5 “Diversos artistas, entre los que destacan los integrantes del Grupo Signo, integrado por José Balmes, Gracia Barrios, Alberto Pérez y Eduardo Martínez Bonati, promovieron la figura de un artista comprometido con su tiempo y realidad, cuya obra debía responder al ímpetu de implicarse en los procesos de transformacio ́n social de la UP” (Cristi y Manzi 2016, 32).

6 Este cuerpo jurídico, que desde 1952 regía a la UTE, establecía normativas caducas y contradictorias frente a las necesidades de ese entonces, instaurando una administración antidemocrática, además de una conducción desvinculada de sus estamentos y una toma de decisiones sin ningún grado de descentralización en relación al funcionamiento y trabajo de sus sedes regionales.

7 Toma de la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso (15 de junio) y la Casa Central de la Universidad Católica de Santiago (10 de agosto) (Cifuentes Reference Cifuentes2004, 147).

8 Enrique Kirberg Baltiasky (1915–1992) fue ingeniero eléctrico, académico y militante comunista chileno. Ingresó a la EAO y luego de dos años fue expulsado por su participación en una huelga de ferroviarios. Se incorpora a la Escuela de Ingenieros Industriales, fundando la federación de estudiantes de la carrera. Fue parte del equipo colaborador para la creación de la UTE y fue académico hasta 1968, donde fue proclamado como el primer Rector elegido en claustro pleno. Fue reelegido nuevamente como rector el año 1972, cargo que ejerció hasta el golpe civico-militar de 1973.

9 En la UTE existió una tradición de actividades artísticas provenientes de la iniciativa de los estudiantes tales como el Circo Minero, el Teatro Teknos, coros y estaciones de radio en diversas sedes, entre otros (Gallardo Reference Gallardo2015, 141–142).

10 Periódico Presencia UTE, Prensa y Fotografía UTE, Taller Vía Pública UTE, Taller Publicidad UTE, Relaciones Públicas UTE, Dirección Nacional de Radios UTE, Cine TV UTE, Editorial UTE y el Taller Gráfico UTE.

11 En relación a la producción gráfica del taller, compuesta por diversos formatos tales como cuadernillos, boletines, material de exposiciones y afiches, y de la gran cantidad de investigaciones nacionales relacionadas al rol que desempeñó este último soporte gráfico en la Unidad Popular —destacando las publicaciones Historia del Afiche Chileno (1992), Cartel Chileno: 1963–1973 (2004), Un grito en la Pared (2009), Waldo González. Obra Gráfica (2009), El Afiche político en Chile: 1973–2013 (2013), Resistencia gráfica: Dictadura en Chile: APJ-Tallersol (2016)—, se torna interesante focalizar el análisis a la producción editorial vinculada a la extensión universitaria de esa época.

12 Connotado editor, escritor y crítico literario oriundo de Guatemala quien se radicó en Chile desde su infancia, quien trabajó durante la UP como asesor de la Editorial Quimantú, para posteriormente ser incorporado como Director de la Editorial UTE. Mario Navarro Cortés, entrevista por D. Salinas y R. Torres, 25 de noviembre de 2015.

13 Anales (Universidad de Chile), Atenea (Universidad de Concepción), Finis Terrae y Aisthesis (Pontifícia Universidad Católica), Áncora (Universidad de Chile, sede Antofagasta), Revista del Pacífico (Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, sede Valparaíso), Trilce (Universidad Austral), Tebaida (Universidad de Chile, sede Arica) y Signos (Pontifícia Universidad Católica de Valparaíso).

14 Mario Navarro Cortés, entrevista por R. Torres, 5 de junio de 2017.

15 Para profundizar más sobre los orígenes de este taller-imprenta: Rita Paz Torres, Visual Work and Methods of the UTE Graphic Workshop (1968–1973) in the Period of the University Reform in Chile (texto presentado en a la 10th+1 Conference International Committee of Design History and Design Studies, Barcelona, 29, 30 y 31 de octubre de 2018).

16 Omar Rojas Olea, entrevista por D. Salinas y R. Torres, 3 de diciembre de 2015.

17 Enrique Muñoz Abarca, entrevista por R. Torres, 15 de mayo de 2017.

18 Mario Navarro Cortés, entrevista por R. Torres, 5 de junio de 2017.

19 Respecto a la denominación de “diseñador gráfico”: más que la universidad les impusiera ese título, a los publicistas se les contrataba para realizar trabajo de diseño gráfico, especialmente en el Taller. Ricardo Ubilla Vera, entrevista por R. Torres, 6 de julio de 2018.

20 Mario Navarro Cortés, entrevista por D. Salinas y R. Torres, 25 de noviembre de 2015.

21 Elías Greibe Bachur, entrevista por R. Torres, 24 de septiembre de 2018.

22 Enrique Muñoz Abarca, entrevista por R. Torres, 15 de mayo de 2017.

23 En general, gran parte de las fotografías utilizadas en las portadillas relacionadas a la UTE fueron tomadas por Rojas y Julio Astudillo, antiguo jefe de la imprenta (Rojas 2017).

24 Omar Rojas Olea, entrevista por R. Torres, 20 de mayo de 2017.

25 Enrique Muñoz Abarca, entrevista por R. Torres, 15 de mayo de 2017.

26 Enrique Muñoz Abarca, entrevista por R. Torres, 15 de mayo de 2017.

27 Para profundizar más sobre este tema, ver Silvia Fernández, “The Origins of Design Education in Latin America: From the hfg in Ulm to Globalization”, Design Issues 22, no. 1 (2006): 3–19.

References

Referencias

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Figure 0

Figura 1. Análisis de los doce ejemplares de la Revista de la Universidad Técnica del Estado (1969–1973) en relación a tipo de artículo, índole y diferentes entradas temáticas relacionadas. Elaboración propia de la autora.

Figure 1

Figura 2. Portada Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 6, diciembre 1971. Diseño Elías Greibe Bachur. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figure 2

Figura 3. Portadilla “La universidad y los trabajadores chilenos”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 1, octubre de 1969. Diseño Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figure 3

Figura 4. Portadilla “Chile: La revolución científico-técnica y el subdesarrollo”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, número 10, septiembre–octubre 1972. Diseño portadilla Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figure 4

Figura 5. Portadilla “Compuestos de coordinación, aplicación de las teorías de campo cristalino y de campo ligante”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 2, enero de 1970. Diseño Elías Greibe Bachur. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figure 5

Figura 6. Portadilla “Crónica universitaria”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 5, septiembre de 1971. Diseño Pablo Carvajal Gnecco. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.

Figure 6

Figura 7. Portadilla “La violencia institucionalizada”. Revista de la Universidad Técnica del Estado, núm. 4, diciembre de 1970. Diseño Enrique Muñoz Abarca. Archivo Patrimonial de la Universidad de Santiago de Chile.