No CrossRef data available.
Published online by Cambridge University Press: 29 February 2016
El sistema de facultades internas elaborado por la medicina y la filosofía medievales proporcionó una explicación de los más variados procesos fisiológicos y psicológicos del hombre que resultaba especialmente atractiva para poetas y escritores, pues ofrecía una serie de conceptos y descripciones que permitían enriquecer considerablemente el tratamiento de asuntos tan fundamentales como, por ejemplo, las sucesivas etapas del amor. La presencia de este bagaje conceptual propio de la filosofía natural no se redujo, de todos modos, a la literatura. Textos religiosos, políticos, didácticos o de crítica o teoría sobre las artes incorporaban, con diferentes objetivos, referencias puntuales o exposiciones pormenorizadas de estas facultades psicológicas.
1 La presencia de la psicología en la literatura medieval y renacentista ha sido objeto de rigurosos estudios por parte de Agamben, G., Badia, L., Cabré, L., Ciavolella, M., Gargano, A., Klein, R., Mazzeo, J., Minnis, A., Morros, B., Nardi, B., Rossky, W., Serés, G. y Tillyard, E. M. W., entre otros. Quiero agradecer a los profesores Alberto Blecua, María Morrás, Rafael Ramos, Francisco Rico y Guillermo Serés la lectura de este trabajo y las útiles indicaciones que me proporcionaron para mejorarlo.Google Scholar
2 El desarrollo de las disciplinas científicas durante los siglos XVI y XVII y los factores que explican este fenómeno han sido objeto de múltiples estudios e interpretaciones. Un balance de estas aproximaciones y un resumen de las líneas actuales de investigación puede verse en la introducción de Grafton, A. y Siraisi, N. a la colección de trabajos de varios autores editados en Natural Particulars: Nature and the Disciplines in Renaissance Europe (Cambridge, MA y Londres, 1999). Para el caso concreto del interés por la percepción de la realidad y la actividad psicológica que determina, véase el trabajo de Mark Smith, A., “Knowing Things Inside Out: The Scientific Revolution from a Medieval Perspective,” American Historical Review 95 (1990): 726–44.Google Scholar
3 Weinberg, Véase B., “The Sposizione of Petrarch in the Early Cinquecento,” Romance Philology 13 (1960): 377–78 (se trata del comentario de Francesco Filelfo). Para Soto de Rojas, véase el “Prólogo” al Desengaño de amor en rimas (Madrid, 1623): fols. lr–2v (ed. facsímil: Madrid, , 1991), así como el artículo de Egido, A., “La enfermedad de amor en el Desengaño” en Al ave el vuelo: Estudios sobre la obra de Soto de Rojas (Granada, 1984), 32–53; recogido en Silva de Andalucía: Estudios sobre poesía barroca (Málaga, 1990), 111–41.Google Scholar
4 “Prólogo de Baena,” en Cancionero de Juan Alfonso de Baena , ed. Dutton, B. y Gonzaléz Cuenca, J. (Madrid, 1993), 7.Google Scholar
5 Plaza universal de todas ciencias y arles , traducción y añadidos de Cristóbal Suárez de Figueroa (Madrid, 1615), fol. 127r.Google Scholar
6 Pinciano, Alonso López, Obras completas, I. Philosophía Antigua Poética , ed. Rico Verdú, J. (Madrid, 1998), 27–46.Google Scholar
7 Salman, P., “Instruction and Delight in Medieval and Renaissance Criticism,” Renaissance Quarterly 32 (1979): 303–32, señala la necesidad de tener presentes las nociones de la psicología y la gnoseología aristotélicas para comprender algunas de las formulaciones teóricas, tanto en textos medievales (San Agustín, Santo Tomás) como renacentistas (Gelli, Bembo, Castelvetro, Sidney), en torno a la enseñanza y el deleite que debía producir la literatura. Sobre la consideración a partir del siglo XV de la fantasía como facultad que desempeña un papel central en la creación artística, véase Kemp, M., “From Mimesis to Fantasia: The Quattrocento Vocabulary of Creation, Inspiration and Genius in the Visual Arts,” Viator 8 (1977): 347–98 (especialmente, 361–84). Para una aproximación más general al problema, con especial atención a textos españoles, véase G. Serés, “El concepto de fantasía desde la estética clásica a la dieciochesca,” Anales de Literatura Española 10 (1994): 207–36, y su libro La transformación de los amantes: Imágenes del amor de la Antigüedad al Siglo de Oro (Barcelona, 1996). Un trabajo de conjunto sobre las relaciones entre la psicología y el desarrollo de la teoría y la crítica sobre las artes figurativas lo realiza Summers, D., The Judgment of Sensibility: Renaissance, Naturalism and the Rise of Aesthetics (Cambridge, 1987).Google Scholar
8 El sintagma aparece por primera vez en Orígenes (In Canticum Canticorum 42, PG 13:96B), que prueba su existencia a partir de varias alusiones bíblicas y los considera instrumentos del conocimiento religioso. Se trata de una clasificación que reproduce los sentidos externos en los internos, elaborada a partir de varios pasajes bíblicos (Prov. 2:5 y Heb. 5:14, por ejemplo), y que pervivió básicamente en el ámbito de la mística; véase Rahner, K., “Le début d'une doctrine des cinq sens spirituels chez Origène,” Revue d'ascétique et de mystique 13 (1932): 113–45; sobre todo, 114–25. Sobre los cinco sentidos externos en la filosofía, la medicina, la moral o la gastronomía, véanse los trabajos reunidos en el volumen monográfico sobre el particular I cinque sensi: The Five Senses , ed. Bagliari, Augustino Paraincini et al., Micrologus 10 (Florencia, 2002).Google Scholar
9 El médico de Pérgamo señalaba que fue Herófilo el primero en describir los ventrículos cerebrales y quien creyó ver en ellos la sede corporal del alma (De usu partium 7.11; De historia philosophiae liber spurius 28), si bien la localización exacta de los tres ventrículos y de sus respectivas facultades fue determinada por Posidonio, quien afirmó que en la parte anterior está localizada la fantasía, en el ventrículo central, el raciocinio, y en el posterior, la memoria. Sudhoff, Véase W., “Die Lehre von den Hirnventrikeln in textlicher und graphischer Tradition des Altertums und Mittelalters,” Archiv für Geschichte der Medizin 7 (1913): 149–205 (sobre todo 151–81), que reüne los textos fundamentales sobre la historia de los ventrículos. Véase asimismo García Ballester, L., Galeno (Madrid, 1972),' con abundante bibliografía.Google Scholar
10 El mejor estudio sobre los sentidos internos es el trabajo clásico de Wolfson, Harry A., “The Internal Senses in Latin, Arabic and Hebrew Philosophic Texts,” Harvard Theological Review 28 (1935): 69–133. Véase asimismo Ruth Harvey, E., The Inward Wits: Psychological Theory in the Middle Ages and the Renaissance (Londres, 1975).Google Scholar
11 Avicena, , Canon (Venecia, 1595), Lib. 1, Fen. 1, Doc. 6, Cap. 5, 75b; Magno, Alberto, Summa de creaturis 2: De homine, q. 38, a. 1 (cito por la edición de la Summa creaturis incluida en los Opera omnia, editados por A. Borgnet, vol. 35 [París, 1896], 331a). Véase asimismo Wolfson, “The Internal Senses,” 98–99; y Steneck, N. H., “Albert the Great on the Classification and Localization of the Internal Senses,” Isis 65 (1974): 193–211 (202–3).Google Scholar
12 La siete partidas , ed. López, G., vol. 1 (Salamanca, 1555), fol. 135v (ed. facsímil, Madrid, 1974).Google Scholar
13 Sobre el diezmo en general, además de la cuestión de Tomás de Aquino sobre el particular (Summa Theologiae 2a2ae, q. 87), véase Wood, D., El pensamiento económico medieval , trad. de Móra, N. (Barcelona, 2003), 88–91.Google Scholar
14 Rico, Véase de F., “El saber de Alfonso el Sabio,” en Alfonso el Sabio y la “General estoria,” ed. corregida y aumentada (Barcelona, 1984), 121–88; Rico, , “En torno a Alfonso el Sabio,” en El pequeño mundo del hombre: varia fortuna de una idea en la cultura española, ed. corregida y aumentada (Barcelona, 2005), 52–68 y 261–68. Para las relaciones entre la filosofía natural, el derecho y el poder político, véase Morpurgo, P., L'armonia della natura e l'ordine dei governi (secoli XII–XIV) (Florencia, 2000), especialmente los caps. 1 y 2.Google Scholar
15 Para un análisis de las características de esta primera versión, véase Herriot, J. H., “A Thirteenth-Century Manuscript of the Primera Partida,” Speculum 13 (1938): 278–94; y, sobre todo, Arias Bonet, J. A., “La Primera Partida y el problema de sus diferentes versiones a la luz del ms. Add. 20787 del British Museum,” en Alfonso X el Sabio, Primera Partida (Manuscrito Add 20.787 del British Museum) , ed. Arias Bonet, J. A. (Valladolid, 1975), xlvii–ciii. Para la fecha de composición, véase Craddock, J. R., “La cronología de las obras legislativas de Alfonso X el Sabio,” Anuario de Historia del Derecho Español 51 (1981): 365–418. Una descripción detallada de las diferentes versiones y manuscritos conservados de las Partidas puede verse en Gómez Redondo, F. y Lucía Megías, J. M., “Partidas,” en Diccionario filológico de literatura medieval española: textos y transmisión , ed. Alvar, C. y Lucía Megías, J. M. (Madrid, 2002), 15–27. Sobre las diferentes redacciones en que se han conservado varios textos de la producción alfonsí y el significado de esta continuada revisión de materiales previos, véase Fernández Ordóñez, I., “El taller de las Estorias,” en Alfonso X el Sabio y las crónicas de Espańa , ed. Fernández Ordóñez, I. (Valladolid, 2000), 61–82 (para la Primera Partida, 66–67).Google Scholar
16 el Sabio, Alfonso X, Primera Partida , ed. Bonet, , 387–88.Google Scholar
17 “E por esta razón dio nostro Sennor Dios a Moysen los Diez Mandamientos de la Ley, que mandó guardar. E otrossí dixieron los Sanctos que nostro Sennor Dios crió diez cielos e diez órdenes de Angeles, e cayó El una dellas por su soberuia, e por ende crió los omnes, porque daquellos que se saluassen se compliesse aquella dezena orden de los Angeles que cayeron” (ibid., 388).Google Scholar
18 “Denarius vero ultra omnes habendus est numerus, quia omnes numeros diversae virtutis ac perfectionis intra se continet … Est autem in Scripturis Sanctis legitimus, sicut et septimus, nunc perfectionem significans, nunc aperte totum demonstrans, sicut Daniel, qui omnem Ecclesiam, sive angelorum multitudinem infinitam denario numero complexus est, dicens … Denique hic numerus Decalogi legi ascribitur. Decern enim notissima praeceptalegis … Denarius perfectus atque finalis est. Termini autem numerorum, vel limites isti sunt: unus, decern, centum et mille” (San Isidoro, Liber numerorum 11; PL 83:190–91); véase también San Isidoro, Etimologías 3.4.1; y el análisis del pasaje por Curtius, E. R., Literatura europea y Edad Media latina , trads. Alatorre, A. y Frenk, M. (Madrid, 1995), 704–5.Google Scholar
19 “Novem sunt ordines angelorum. Sed ut compleretur electorum numerus, homo decimus creatus est” (Gregorio Magno, Homiliae in Evangelia 2.34, [PL 76.1249C–D]; se trata de un comentario de dos parábolas narradas por Lucas, 15:1–10). Véase Padoan, G., “Demonologia,” en Enciclopedia Dantesca , dir. U. Bosco, vol. 2 (Roma, 1984), 368a–374a.Google Scholar
20 Como es sabido, a los nueve cielos de la tradición astronómica clásica (por ejemplo, en el Somnium Scipionis de Cicerón) se añadió un último cielo, el empíreo, identificado con el “tercer cielo” al que decía San Pablo que había sido arrebatado (2 Cor. 12:2), y cuyos habitantes se identificaron a su vez con las nueve jerarquías angélicas del Pseudo Dionisio Aeropagita. Se trata, en definitiva, del mismo cielo al que asciende Dante en el canto 30 del Paraíso. Véase al respecto, Mellone, A., “Empireo,” en Enciclopedia Dantesca , 2:668a–671a; véanse, además, los trabajos de Elena, A., Las quimeras de los cielos: Aspectos epistemológicos de la revolución copernicana (Madrid, 1985), 67–71; y Grant, E., Planets, Stars, and Orbs: The Medieval Cosmos, 1200–1687 (Cambridge, 1994).Google Scholar
21 Herriot, J. H., “The Ten Senses in the Siete Partidas” Hispanic Review 20 (1952): 269–81, en un documentado estudio, se ocupó de esta clasificación de los sentidos internos sin inclinarse finalmente por ninguna de las posibles fuentes que reseñaba (véase n. 26).Google Scholar
22 Para el contenido, traducción y difusión del Canon y el De anima, véase Siraisi, N. G., Avicenna in Renaissance Italy: The “Canon” and Medical Teaching in Italian Universities after 1500 (Princeton, 1987); y Hasse, D. N., Avicenna's “De anima” in the Latin West: The Formation of a Peripatetic Philosophy of the Soul (1160–1300) (Londres, 2000), respectivamente.Google Scholar
23 Canon medicinae Fen. 1, Doc. 6, Cap. 5, 75a. (n. 11 arriba).Google Scholar
24 “Et fortassis distinguunt inter imaginationem et imaginativam ad placitum: et nos sumus de his qui hoc faciunt” ( De anima 4.1, 2:62–63; cito por la ed. Van Riet, de S., Liber De anima sell Sextus de naturalibus [Louvain y Leiden, 1972]). Hasse, Véase, Avicenna's “De anima” 157. Arias Bonet, J. A., “La Primera Partida,” xcvi y n. 58, aseguraba, sin entrar en detalles, que la fuente del pasaje era Avicena.Google Scholar
25 Comentariorum Averrois in Aristotelem (Venecia, 1574), fols. 21M–22B y 154A, respectivamente (véase Wolfson, “The Internal Senses” [n. 10 arriba], 107–10). Esta clasificación la reproducirán en el siglo XVI autores como Cornelio Agrippa (De occulta philosophia, 61) o Franz Titelmans (Compendium philosophiae naturalis), y reaparecerá, por medio de este último, en obras de escritores como Lope de Vega; véase Tubau, X., “Poesía y filosofía en La Circe de Lope de Vega,” Anuario Lope de Vega 7 (2001): 141–48.Google Scholar
26 Summa Theologiae la, q. 78, a. 4. Cito las obras de Santo Tomás por la edición de los Opera omnia , ed. Bausa, R. (Stuttgart–Bad Canstatt, 1980): Summa Theologiae , vol. 2, 297b–299b; In libros de anima II et III, vol. 4, 341a–385c; Quaestio disputata de anima, vol. 3, 368c–396c; (atribuido) De potentiis animae, vol. 7: Aliorum Medii Aevi Auctorum Scripta 61, 637a–640a. Herriot (“The Ten Senses,” 280), cerraba su artículo mencionando la imposibilidad de saber (por desconocer su fecha exacta de composición) si se había seguido el texto de la Summa en la redacción del pasaje alfonsí, si bien consideraba el texto del dominico (a pesar de la diferencia indicada) como la fuente más plausible de todas las reseñadas.Google Scholar
27 Cito por la edición del tratado cuarto de esta obra, dedicado al estudio del alma, publicada por St. Clair, E., “Algazel on the Soul: A Critical Edition,” Traditio 60 (2005): 47–84 (edición en 60–84). Se trata de una edición crítica basada en seis manuscritos importantes, entre los cuales se encuentra uno (identificado con la sigla O) procedente de Toledo (s. XIII) y custodiado actualmente en la Biblioteca Apostólica Vaticana, Ottob. lat. 2186 (el manuscrito está lujosamente decorado; véase la descripción de la editora en 55–56). La editora opta por otro manuscrito como texto base (V, BAV, Vat. lat. 4481; el mismo editado por Muckle, J. T., Metaphysics [Toronto, 1933]), donde en lugar de la phantasia como tercera facultad interior aparece la cogitativa; en O, sin embargo, se lee phantasia, lectura que reproduzco aquí, dado que tanto el texto de la Partida como el del MS citado más adelante (véase n. 39 abajo) debieron de tener delante una versión latina de Algacel emparentada directamente con este manuscrito (si es que no era este mismo). Hay traducción española del texto de Algacel: Intenciones de los filósofos , ed. Alonso Alonso, P. M. (Barcelona, 1963), con un detallado análisis de las fuentes y la influencia de la obra en el mundo latino (xxv–lii).Google Scholar
28 La Summa de homine representó la primera propuesta sistemática sobre el particular dentro del ámbito latino, y tuvo una influencia extraordinaria. Hasta entonces nadie había sistematizado las diferentes clasificaciones existentes y los tratados más completos se contentaban con enumerarlas todas sin tratar de conciliarlas entre sí. Véase, al respecto, Park, K., “Albert's Influence on Late Medieval Psychology,” en Albertus Magnus and the Sciences: Commemorative Essays (1980) , ed. Weisheipl, J. A. (Toronto, 1980), 501–35, esp. 507–8.Google Scholar
29 Cito por la edición del De anima incluida en los Opera omnia , vol. 7. (Aschendorff, 1968). Para la cronología de las obras de Alberto Magno, véase Steneck, , “Albert the Great,” 194 n. 4, y Hasse, Avicenna's “De anima,” 60–61 y 66.Google Scholar
30 Alberto Magno no menciona el sentido común entre las potencias del alma sensitiva en el De homine. Esta circunstancia se explica porque en este texto no habla propiamente de los sensus interiores (sintagma que remite a las quíntuples clasificaciones de Avicena y Algacel), sino de los sentidos que aprehenden desde dentro (potentia apprehensiva deintus), en oposición a los sentidos que aprehenden desde fuera (potentia apprehensiva deforis), entre los cuales están los cinco sentidos externos y el sentido común, que centraliza la información particular de los primeros; véase Steneck (“Albert the Great,” 198–99), que solventa de este modo el falso problema de las dos clasificaciones de Alberto Magno; al respecto, véanse las hipótesis presentadas previamente por Wolfson, “The Internal Senses,” 118; o Michaud-Quantin, P., “Albert le Grand et les puissances de l'âme,” Revue du Moyen Âge latin 11 (1955): 59–86 en 70.Google Scholar
31 “In primo agitur de sensu communi. In secundo de ymaginatione. In tertio de fantasya. In quarto de estimatione. In quinto de memoria et conservatione” (cap. 7, “De virtutibus sensibilibus apprehensivis interioribus,” en Hispano, Pedro, Scientia libri de anima , ed. Manuel Alonso, P. [Madrid, 1941], 297). En la obra del Pseudo-Pedro Hispano, Expositio libri “De anima” encontramos la clasificación avicénica de los sentidos que aparece en el Canon, eon una phantasia como facultad retentiva y una imaginativa como facultad compositiva (véase Expositio libri “De anima” ed. Manuel Alonso, P. [Madrid, 1952], 285–302); para la falsa atribución de esta obra al médico portugués, véase Hasse, , Avicennas “De anima” 55 y n. 249.Google Scholar
32 Ibid., 55.Google Scholar
33 Michaud-Quantin, Véase, “Albert le Grand,” 71 n. 36.Google Scholar
34 Hispano, Pedro, Comentario al “De anima” de Aristóteles , ed. Manuel Alonso, P. (Madrid, 1944), 101. Para la fecha del comentario, véase Hasse, , Avicenna's “De anima” 55.Google Scholar
35 He consultado las siguientes ediciones: Tractatus de divisione multiplici potentiarum animae , ed. Quantin, Pierre Michaud (París, 1964); Summa de anima , ed. Guy Bougerol, J. (París, 1995).Google Scholar
36 Callus, Véase D. A., “The Powers of the Soul: An Early Unpublished Text,” Recherches de théologie ancienne et médiévale 19 (1952): 131–70 en 154. Solo se han conservado tres manuscritos de este tratado, los tres de origen inglés. El texto circuló por la universidad de París hacia 1230 y Jean de la Rochelle aprovechó algunas de sus observaciones para contraponerlas a su exposivión de Avicena. En el texto que sirvió de fuente al De potentiis animae et obiectis, titulado De anima et de potentiis eius (ca. 1225), el autor siguió la clasificación del De anima de Avicena: “sensus communis, ymaginatio, uis ymaginativa seu formatiua que in homine dicitur cogitatiua, estimatio et memoria” (véase Gauthier, R. A., “Le traité De anima et de potenciis eius d'un maître ès arts [vers 1225],” Revue des sciences philosophiques et théologiques 66 [1982]: 3–55 en 44).Google Scholar
37 Véase, J. Millás Vallicrosa, M., Traducciones orientates en manuscritos de la Biblioteca Catedral de Toledo (Madrid, 1942), 58–59 y 132–36.Google Scholar
38 “Cordubenses erant quinque, scilicet nos Virgilius et Seneca et Avicena et Aben Royx et Algacel” (pseudo-Virgilio Cordobés, Philosophia , ed. Menéndez, M. y Pelayo en Historia de los heterodoxos españoles, vol. 7 [Madrid, 1948], 381). Para el contexto histórico y cultural en el que se gestaron estas leyendas, véase Rico, F., “Aristoteles Hispanus. En torno a Gil de Zamora, Petrarca y Juan de Mena,” Italia medioevale e umanistica 10 (1967): 143–64 (reeditado con añadidos en Textos y contextos: Estudios sobre la poesía española del siglo XV [Barcelona, 1990], 55–94, esp. 54–57, 60–66). Un ejemplo de la influencia de Algacel en obras medievales peninsulares lo encontramos en el capítulo dedicado a la lógica por Alfonso de la Torre en su Visión deleytable (véase Salinas, C., Poesía y prosa didáctica en el siglo XV: La obra del Bachiller Alfonso de la Torre [Zaragoza, 1997], 92–93).Google Scholar
39 Un ejemplo paradigmático de esta posibilidad la encontramos ilustrada en el siguiente pasaje del ms. 10011 de la Biblioteca Nacional, compilado en los siglos XIV–XV, donde, en el curso de una paráfrasis de Algacel, se introducen algunas modificaciones respecto del original sin que esta circunstancia, sin embargo, impida identificar algunos elementos que pertenecen exclusivamente a la clasificación del filósofo árabe: “Dise Argasel de aquellas virtudes del ánima…. Mas diremos de la virtud del ánima en la qual son cinco cosas que son éstas: seso comunal, imaginaçión, fantasía, estimativa, memoria. Seso comunal es del qual todas las virtudes de los sesos corporales descienden…. Fantasía es una vertud por la qual retiene omme aquellas cosas que son presentadas al seso comunal…. Estimativa es por la qual las ouejas se desinan quando veen el lobo et piensan que aquel sea su enemigo et fuyen…. Memoria es una vertud que conserva las cosas recebidas por las otras vertudes et es así commo archa…. Ymaginaçión es una vertud por la qual las cosas que omme ha rrecebidas et rretenidas por las otras vertudes que fasen cosas nueuas así commo sy omme emaginara un cielo de oro nol podía emaginar si non avia visto la forma et retenida del oro…. Et de aquestas vertudes de suso dichas las dos son en el cuerpo. Aquestas son estimativa e memoria. Et las dos son en la fruente. Aquestas son seso comunal. Fantasia es puesta en medio del celebro” (fol. 64 r–v). Cita este texto el Alonso, P. M. Alonso en su edición del Maqasid Al-Falasifa (n. 27 arriba) 270–71, n. 30.Google Scholar
40 Cito por la edición de Pérez Priego, M. Á., en de Mena, Juan, Obras completas (Barce lona, 1989), 105–208. En el poema alterna una noción aristotélica de la prudencia, como virtud fundamental que regula la vida pública y privada del individuo, y en estrecha relación con la sabiduría (173), con una noción cristiana de la misma, entendida como una de las cuatro virtudes cardinales, siendo el fundamento todas ellas de la “política vida” (203). Para la influencia de la Ética aristotélica en los escritores castellanos del siglo XV, véase Pagden, A. R. D., “The Diffusion of Aristotle's Moral Philosophy in Spain, ca. 1400–ca. 1600,” Traditio 31 (1975): 287–313. Véase, asimismo, Weiss, J., The Poet's Art: Literary Theory in Castille c. 1400–60 (Oxford, 1990), 155–57.Google Scholar
41 En varias ocasiones se explica la elección de un elemento del poema o del comentario por la voluntad de causar un efecto determinado en el lector (véanse, por ejemplo, pp. 120, 196, 197).Google Scholar
42 “en esta parte la copla comiença de recontar de aquellos aparatos de la selva, e aquesto por tanto porque fasta aquí esclamó demandando socorro a la sabiduría para los espresar, después fizo mençión a los sentidos para los retener e representar. Por ende con razón se pudo poner aquí la presente copla” (copla 33, 179). Sobre la estructura y la intención de la Coronación, véanse especialmente los trabajos de Weiss, J., “Juan de Mena's Coronación: Satire or Sátira?” Journal of Hispanic Philology 6 (1982): 113–38; y Weiss, The Poets Art, 137–42 y 151–57.Google Scholar
43 A lo largo del poema también aparecen alusiones a los cinco sentidos, externos e internos (pp. 166 y 176), o a alguno de ellos en particular, como la memoria (copla 26, 172).Google Scholar
44 La fuente de este pasaje sobre las Musas parece ser el comentario de Benvenuto da Imola a la Commedia de Dante (Commentum, III, 6; según indica Weiss, “Juan de Mena's Coronación,” 154 n. 23); véase, en este sentido, Pérez Priego, M. Á., “De Dante a Juan de Mena: sobre el género literario de ‘comedia’,” 1616. Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada 1 (1978): 151–58 en 155–58.Google Scholar
45 Sobre las fuentes de la Coronación, véanse los trabajos de Post, C. R., “The Sources of Juan de Mena,” Romanic Review 3 (1912): 223–79 (sobre todo, 259–70); MacDonald, I., “The Coronación of Juan de Mena: Poem and Commentary,” Hispanic Review 7 (1939): 125–44; Lida de Malkiel, M. R., Juan de Mena, poeta del prerrenacimiento español, 2. ed. (México, 1984), 128–38; Street, F., “The Allegory of Fortune and the Imitation of Dante in the Laberinto and Coronación of Juan de Mena,” Hispanic Review 23 (1955): 1–11; Rico, F., “Aristoteles Hispanus” (n. 38 arriba); Pascual, J. A., “Los Doze trabajos de Hércules, fuente de algunas glosas a La Coronación de Juan de Mena,” Filología Moderna 46–47 (1972–1973): 89–103; Parker, M. A., “Juan de Mena's Ovidian Material: An Alfonsine Influence?” Bulletin of Hispanic Studies 55 (1978): 5–17.Google Scholar
46 De natura hominis 6, 12 y 13, en PG 40:631–38 y 659–66, y De fide orthodoxa 17, 19 y 20, en PG 94:934 y 938–39, respectivamente. Jean de la Rochelle en la Summa de anima (n. 35 arriba; 200), al parafrasear el pasaje sobre las virtudes interiores de Damasceno, cita la “chimera” como uno de los productos de la fantasía (2.3.69).Google Scholar
47 El tragelaphus es uno de los animales puros que Yaveh permite comer en el listado de animales puros e impuros del Deuteronomio 14:5. Se trata de la transliteración en caracteres latinos de la forma griega. La similitud entre este animal y el hircociervo es evidente, hasta el punto de que en algunas fuentes se les identifica, como sucede en la nota del editor decimonónico a la voz tragelaphus del Polypticum, de autor incierto: “Tragelaphus idem est, quod et plataceron in Deuteronomio; animal latis cornibus, eadem paene specie ut cervi, villosos tamen habet armos, mentum prolixum, barbam hirsutam. Haec etenim animalia juxta Phasidem sunt. Latine hircocervus” (PL 134:864). A propósito del término hircoceruus, Boecio lo utiliza en varias ocasiones en los ejemplos gramaticales que introduce en su comentario aristotélico del De interpretatione (PL 64:300 y 414). Para otras descripciones de la quimera y sus fuentes clásicas básicas, véase el Diccionario de mitología griega y romana de Grimal, P. (Barcelona, 1981).Google Scholar
48 Para los factores socioeconómicos que explican la elaboración de compendios y sumas de grandes obras durante el siglo XIII, véase Hamesse, J., “Parafrasi, florilegi e compendi,” en Lo spazio letterario del medioevo, 1: Il medioevo latino , vol. 3, La recezione del testo (Roma, 1995), 197–220.Google Scholar
49 Para el contenido de esta miscelánea, véase Kibre, P., “A Fourteenth Century Scholastic Miscellany,” New Scholasticism 15 (1941): 261–71 (266–68 y nn. para los resümenes de Alberto Magno). Agradezco a Natalia Álvarez Castro que me facilitara la consulta de este artículo.Google Scholar
50 Para el problema de la autoría y la fecha de composición, véase Grabmann, M., Die Philosophia pauperum und ihr Verfasser Albert von Orlamünde , Beiträge zur Geschichte der Philosophie und Theologie des Mittelalters 20 (Münster, 1918), 29–46; Lottin, D. O., “L'authenticité du De potentiis animae le Grand, d'Albert,” Revue néoscolastique de philosophie 32 (1930): 321–38; Mandonnet, P., “Albert le Grand et la Philosophia pauperum” Revue néoscolastique de philosophie 36 (1934): 230–62; y Geyer, B., Die Albert dem Grossen zugeschriebene Summa Naturalium (Philosophia pauperum), Beiträge zur Geschichte der Philosophie und Theologie des Mittelalters 35 (Münster, 1938), 1–3 y 42–47. La hipótesis sobre la fecha de composición varía en función de la autoría que se proponga, pero, en todo caso, del conjunto de estas hipótesis se deriva que la Philosophia se compuso entre 1245 y 1270.Google Scholar
51 No debe confundirse este tratado con el De potentiis animae (n. 26 arriba), y atribuido a Santo Tomás. El incipit de este último es el siguiente: “Ut adjutorium homini collatum, et progressum peccati plenius videamus, de anima et eius potentiis aliquid consideremus,” mientras que el del opúsculo finalmente integrado en la Philosophia pauperum reza así: “Sicut dicit Damascenus impossibile est substantiam esse expertem….” (véase Thorndike, L. y Kibre, P., A Catalogue of Incipits of Mediaeval Scientific Writings in Latin , ed. revisada y aumentada [Londres, 1963]). Para las nociones de libro, miscelánea y compendio, véase Gellrich, J. M., The Idea of the Book in the Middle Ages (Ithaca, 1986); Rico, F., “Entre el códice y el libro: Notas sobre los paradigmas misceláneos y la literatura del siglo XIV,” Romance Philology 51 (1997–98): 151–69 (versión corregida y aumentada en sus Estudios de literatura y otras cosas [Barcelona, 2002], 33–54).Google Scholar
52 Véase una recensión de los manuscritos en Geyer, , Die Albert dem Grossen , 21–22 n. 11.Google Scholar
53 Philosophia pauperum, sive Isagoge in libros Aristotelis Physicorum, De coelo et mundo, De generatione et corruptione, Meteorum et De anima , en Opera omnia , ed. Borgnet, A., vol. 5 (París, 1890), 445–536.Google Scholar
54 Véase Lottin, D. O., “L'authenticité du De potentiis animae d'Albert le Grand,” Revue néoscolastique de philosophie 32 (1930): 321–38 en 322–23. Lottin demostraba que Alberto Magno no podía ser el autor de este tratado.Google Scholar
55 De potentiis animae 6 (cito por la edición de Geyer, Die Albert dem Grossen, 52∗ y 54∗).Google Scholar
56 De anima, en Philosophia pauperum 5, 14 y 16 (cito por la edición de A. Borgnet, Opera omnia, 517–18).Google Scholar
57 Beltrán de Heredia, V., “Nuevos documentos inéditos sobre el poeta Juan de Mena,” Salmanticensis 3 (1956): 502–8, y del mismo, Bulario de la Universidad de Salamanca (1219–1549) (Salamanca, 1966), 1:133–34 y 3:535; y Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218–1600) (Salamanca, 1970), 1:544–50. Las ediciones incunables de la Philosophia impresas en Barcelona (1482) y Lérida (ca. 1485) invitan a pensar que en las décadas anteriores se empleaba la misma obra en las facultades de Artes españolas (véase Lawrance, Jeremy N. H., “Las lecturas científicas de los castellanos en la Baja Edad Media,” Atalaya 2 [1991]: 135–55 en 150). Véase, en general, Cátedra, P. M., Amor y pedagogía en la Edad Media (Estudios de doctrina amorosa y práctica literaria) (Salamanca, 1989).Google Scholar
58 El simple cotejo de las glosas a la descripción del tercero de los sentidos (fol. 79vb) con el contenido de la primera versión y con el de la segunda nos asegura que el glosador trabajaba con la primera de ellas.Google Scholar
59 Cito por el MS 3075 de la BN (letra del XV), encuadernado en pasta y con la indicación en el tejuelo: “Alberti Magni, Phisica” Se trata de un texto con múltiples abreviaturas y de muy difícil lectura, para la cual he contado con la generosa ayuda de la profesora María Morrás.Google Scholar
60 “Et secunda quidem est uirtus quam medici uocant cogitatiuam. Sed certificatores vocant quandoque imaginatiuam, quandoque cogitatiuam … et singulas efficit formas, quemadmodum ad earn perueniunt a sensu, et alias formas ab eis diuersas, sicut hominem qui in monte uolat smaragdino” (Avicena, Canon [n. 11 arriba], Fen 1, Doc. 6, Cap. 5, 75b); “Avicenna vero [De anima 4.1] ponit quintam potentiam, mediam inter aestimationem et imaginativam, quae componit et dividit formas imaginatas; ut patet cum ex forma imaginata auri et forma imaginata montis componimus unam formam montis aurei, quem nunquam vidimus” (Summa theologiae la, q. 78, a. 4).Google Scholar
61 Uno de los glosadores de la Visión deleytable de Alfonso de la Torre parece haber reproducido asimismo la clasificación de la Philosophia pauperum en una de sus notas: “los cuales son seso común, ymaginativa, segúnt algunos doctores formativa, fantasía e extimativa e memoria” (véase el pasaje completo en la edición de García López, J., vol. 2 [Sala manca, 1991], 59).Google Scholar
62 Primera partida (n. 15 arriba), ed. Bonet, , 388–89 (modernizo la puntuación, la acentuación y las grafías que no alteran la fonética original).Google Scholar
63 de Mena, Juan, La Coronación del Marqués de Santillana , ed. Priego, Pérez (n. 40 arriba), 177–78.Google Scholar