Hostname: page-component-cd9895bd7-fscjk Total loading time: 0 Render date: 2024-12-25T13:52:41.903Z Has data issue: false hasContentIssue false

Especializaron agricola e industria rural en Cataluña en el siglo XVIII

Published online by Cambridge University Press:  28 April 2010

Jaume Torras Elias
Affiliation:
Universidad de Zaragoza

Extract

En los últimos decenios del siglo XVIII suele situarse el punto de partida de la industrialización de Cataluña. Pierre Vilar propuso para ese «arranque» un esquema explicativo que ha merecido amplia aceptación, tanto por su trabazón lógica como por la apoyatura documental en que se funda. En dicho esquema, que no hace falta recordar aquí, la industria aparece principalmente como resultado del proceso. Por otra parte, en ocasiones se ha insinuado la necesidad de introducir en la explicación de ese proceso, y como factor, el relieve y arraigo que en la región había alcanzado la industria tradicional. El interés renovado por lo que ahora se llama «protoindustrialización» invita a recoger tales sugerencias y a considerar la transformación de la economía catalana en el Setecientos a la luz de los planteamientos que en esta línea se están formulando.

Type
Segunda sesión de trabajo: Protoindustrializacion. Moderadores: J. Torras Elías y J. Maluquer de Motes
Copyright
Copyright © Instituto Figuerola de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Carlos III de Madrid 1984

Access options

Get access to the full version of this content by using one of the access options below. (Log in options will check for institutional or personal access. Content may require purchase if you do not have access.)

References

1 Esquema concisamente presentado en su ensayo «La Cataluña industrial: reflexiones acerca de un arranque y de un destino», en Vilar, P., Nadal, J. y otros, La industrialización europea. Estadios y tipos, Barcelona, Crítica, 1981, pp. 173–91.Google Scholar

2 «Whereas proto-industrialization preceded factory industrialization where the latter occurred, and paved the way for it, there was nothing unavoidable or automatic in the passage from phase one to the next», en Mendels, F. F., «Proto-industrialization: The First Phase on the Industrialization Process», Journal of Economic History, 32 (1972), pp. 241–61CrossRefGoogle Scholar (cita en p. 246; el subrayado es mío).

3 Chambers, J. D., «The Rural Domestic Industries during the Period of Transition to the Factory System, with Special Reference to the Midland Counties of England», Deuxième Conférence Internationale d'Histoire Economique. Aix-en-Provence, 1962, volumen II, París-La Haya, Mouton, 1965, pp. 439 y ss.Google Scholar

4 Vilar, Pierre, Catalunya dins l'Espanya moderna. II. El medi històric, Barcelona, Edicions 62, 1964, p. 407.Google Scholar Sobre esta fase de la historia de la pañería catalana véase también el resumen de Molas, Pere i Ribalta, , Economia i societat al segle XVIII, Barcelona, La Paraula Viva, 1975, pp. 176–8.Google Scholar

5 Para situar esta industria en un contexto más amplio véase Fernández de Pinedo, E., «Coyuntura y política económicas», en Centralismo, Ilustración y agonía del Antiguo Régimen (1715–1833), t. VII de la Historia de España (dirigida por Manuel Tuñón de Lara), Barcelona, Labor, 1980, especialmente pp. 106–8.Google Scholar

6 Carta al barón de la Linde, Igualada, CECI, 1979, p. 30.

7 Resumo informaciones sobre este proceso en mi artículo «Aguardiente y crisis rural (Sobre la coyuntura vitícola, 1793–1832)», Investigaciones Económicas, I, 1 (1976), especialmente pp. 45–53.

8 Véase «La Cataluña industrial», pp. 181–2.

9 Jaime CARESMAR, Discurso sobre la Agricultura, Comercio, y Industria, con inclusión de la consistencia, y estado en que se halla cada Partido, o Veguerío de los que componen el Principado de Cataluña, en Biblioteca de Catalunya, Barcelona, manuscrito del fondo de la Junta de Comercio, núm. 143 bis. La cita corresponde al fol. 557.

10 Con todo, a comienzos del siglo XVII la producción de Reus era de las más conside rables del Principado en estameñas y otros géneros sencillos, y muchos de sus vecinos vivían de esta fabricación —inexistente prácticamente en 1764—. Véase Pujal, Jaime Carrera, Historia política y económica de Cataluña. Siglos XVI al XVIII, vol. II, Barcelona, Bosch, 1947, p. 166.Google Scholar

11 Vilar, P., Catalunya dins l'Espanya moderna. III. Les transformacions agràries del segle XVIII català, Barcelona, Edicions 62, 1966, especialmente pp. 335–40.Google Scholar

12 Zamora, Francisco de, Diario de los viajes hechos en Cataluña (edición preparada por Boixareu, R.), Barcelona, Curial, 1973, p. 150.Google Scholar

13 Se encuentra en la Biblioteca de Catalunya, Barcelona, Archivo de la Junta de Comercio, LXV, 1, fols. 4 a 32.

14 Están recogidas en el vol. 81 del fondo de la Junta de Comercio en el Instituto Municipal de Historia, Barcelona.

15 Según la encuesta cursada en 1764, sólo los dos centros más importantes de este área, Berga y La Pobla de Lillet, importaban algo de lana aragonesa.

16 De Zamora, J., Diario de los viajes, p. 96.Google Scholar

17 Caresmar, J., Discurso, fol. 461.Google Scholar

18 Refiriéndose a uno de los más prósperos centros laneros de esta zona, Centelles (Barcelona), ZAMORA observaba en 1787 que sus pelaires «envían lo trabajado a Madrid, Zaragoza, Valencia, y demás del Reino, sin lo que consumen Vique, Olot y demás de Cataluña (…) Estas fábricas van cada día en aumento» (Diario de los viajes, p. 57).

19 Siempre según el mismo testigo, los pelaires de Centelles «hacen trabajar a su cuenta 50 telares en Sant Feliu de Codinas (…) A más hacen hilar de su cuenta todas las mujeres de Seva, Tona, Ayguafreda, Auló, Monistrol de Calders, Estany, Figueró, etc., y casi todas las casas de los labradores vecinos de hora y media alrededor» (Diario de los viajes, p. 57). Por supuesto que la casi totalidad del trabajo ocupado lo era a tiempo parcial: el propio ZAMORA, refiriéndose a la Plana de Vic, señala que «los empleados en fábricas de pelaires (…). además de esto, todavía se emplean en la agricultura, y en cualquier tiempo del año que haya buena sazón, todos salen al campo; y al invierno y en días de lluvias trabajan en sus casas» (ibid., p. 63).

20 Según la respuesta de Moià al cuestionario remitido por Zamora, «los más de nues tros fabricantes comercian por sí en los géneros, y comúnmente va cada uno por las lanas donde mejor se le proporcionan (…) y las traen a mayor conveniencia para su consu mo (…) cada uno de donde las halla más baratas, qual de Urgel, quai de la Conca de Tremp, unos de las Montañas, otros de las carnicerías de Manresa, Mataró, y comúnmen te de Aragón y Castilla, en retorno de los transportes de ropas» (manuscrito de la Biblio teca del Palacio Real, Madrid, vol. 2468, «Respuestas del partido de Igualada, Villafranca del Penedés, ciudad y término de Cervera, Obispado de Solsona, de Manresa, etc.»).

21 Véase, más arriba, la nota 18; confirma esta apreciación el cotejo de las informaciones de los años sesenta con la encuesta ordenada por el obispo Artalejo, y cuyos datos publica Junyent, E., «La comarca de Vich en 1782», Ausa, núm. 23 (1958), pp. 50–8.Google Scholar

22 De Zamora, F., Diario de los viajes, p. 63.Google Scholar

23 Esta comarca presenta características especiales (entre ellas, la proximidad a Francia y la intensidad del contrabando, que hace sospechosas ciertas informaciones sobre su auge industrial). Exigiría un tratamiento particular, para el cual se remite al lector a Lluch, Ernest, «La revolució industrial a la Garrotxa (1777–1822)», en Annals de l'Institut d'Esludis Gironins, vol. XXV–II (Homenatge a Lluís Batlle i Prats), 1981, pp. 193230.Google Scholar Testimonio elocuente de la transformación de Olot es el hecho de que en 1800 se solicitase el destino a otros fines de las rentas asignadas al hospicio que se creó en 1776, pues «con la corriente de las fábricas arrebatando tanta gente, apenas queda uno para el hospicio» (documento citado por Paluzie, Esteban y Cantalozella, , Olot. Su comarca, sus extinguidos volcanes, su historia civil, religiosa y local, Barcelona, 1860, p. 101).Google Scholar

24 A título de ejemplo, he aquí lo que sobre una de las principales de estas empresas, la de Francisco y Pablo Busquets y Mariano Soler, de Terrassa, decían en septiembre de 1767 los comisionados por la Junta de Comercio para informar sobre la prórroga de las franquicias de que gozaba desde 1745: en el momento de la visita encontraron «existentes 170 piezas de paños de primera y segunda suertes todos finos de 26nos. arriba, y 13 piezas de bayetas finas», y constataron en el libro del manifiesto de bolla que desde comienzos de año se habían fabricado «287 piezas de paños, y 29 de bayetas (…) que muchas de ellas las havían remitido a su factor de Madrid». La empresa tenía 19 telares corrientes, una «rueda a la inglesa» para purificar y ablandar la lana, tres tornos para retorcerla, siete tablas para tundir, estricadores propios, prensa, oficina para tintes con dos calderas y dos cubas para el color azul, y a una legua y media de la villa un batán con cuatro cajas y oficina para fabricar el jabón. En la empresa encontraban empleo 136 hombres y 297 mujeres, «incluidas las que entretiene en el Pueblo y lugares vecinos para hilar la lana» (Instituto Municipal de Historia, Barcelona, fondo de la Junta de Comercio, vol. 77, fol. 32).

25 Tal es el caso de Sabadell, de donde se decía en 1800 que «las fábricas de lana (…) desde algunos años atrás se han perfeccionado ó valiéndose de máquinas, ó de la libertad de no sujetarse a las medidas de su ordenanza gremial en los telares, y esto ha producido ganancias considerables (…). Como la actual guerra tiene obstruido el comercio marítimo, el mayor fomento de dichas fábricas por su transporte a las Americas, nuestros industriales, sin abandonar las fábricas de lana, se han aplicado a las de tejidos de algodón que cardan e hilan con muchas máquinas de todas especies más o menos simplificadas y manejables por una niña, ó por una bestia. Estos tejidos en blanco se transportan a Barcelona donde se pintan de indianas que son de mayor consumo en nuestra península. Así Sabadell en estos tejidos da ocupación a cerca de 800 personas de todas edades y sexos, que acaso tendrían que permanecer en la ociosidad y mendiguez» (Bosch, A. i Cardellach, , Idea del partido del Vallés donde está situada la villa de Sabadell que es la patria del Dr. Antonio Bosch, Sabadell, Fundació Bosch i CardellachGoogle Scholar, Quaderns d'Arxiu, XV, 1968, pp. 10–11). Sobre el rápido desarrollo de la industria de tejidos de algodón en blanco en Igualada, y su intromisión en las redes de trabajo domiciliario establecidas por los pañeros, véanse las informaciones de Torras, Josep M. i Ribe, , «Trajectòria d'un procés d'indus trialització frustrat», Miscellanea Aqualatensia/2, Igualada, CECI, 1974, especialmente pp. 177179.Google Scholar

26 Una aportación decisiva al conocimiento del comercio colonial catalán en el último cuarto del siglo XVIII la constituye la tesis, todavía inédita, de J. M. Delgado. El predominio de las exportaciones agrícolas es claro. Por ejemplo, y adelantando algunos datos de este importante trabajo, en los años 1785 y 1786 las exportaciones catalanas a América por Barcelona, Málaga y Cádiz constaban, en un 50 por 100 de su valor, de productos agrarios (incluido el aguardiente); los productos de la industria lanera y sedera sólo representaban un 10 por 100 (Delgado, , Catalunya y el sistema de libre comercio, vol. I, p. 183).Google Scholar

27 Fontana Lázaro, Recuérdese J., «Comercio colonial e industrialización: una reflexión sobre los orígenes de la industria moderna en Cataluña», en Nadal, Jordi y Tortella, Gabriel (eds.), Agricultura, comercio colonial y crecimiento económico en la España contemporánea, Esplugues de Llobregat (Barcelona), Ariel, 1974, pp. 358–65.Google Scholar

28 Aunque referida a un período posterior, encaja con este enfoque la demostración de la estratégica importancia que tuvo el trabajo domiciliario en las condiciones en que se desenvolvía la industria algodonera moderna, en Motes, Jordi Maluquer de, «La estructura del sector algodonero en Cataluña durante la primera etapa de la industrialización (1832–1861)», en Hacienda Pública Española, núm. 38, 1976, especialmente pp. 139146.Google Scholar