1. INTRODUCCIÓN. EL DISTRITO INDUSTRIAL
El objetivo de nuestro trabajo es estudiar algunos aspectos de la industria textil lanera de la ciudad de Segovia y su Tierra en la segunda mitad del siglo XVI interpretándolos a través de teorías de economía espacial y en concreto del enfoque del distrito industrial. Se trata en suma de ver las ventajas competitivas de la integración y difusión de la organización empresarial en su marco geográfico. Hasta ahora, tanto este planteamiento como su alternativa, la también marshalliana teoría del cluster, que enfatiza la existencia de empresas líderes en el territorio, solo se han aplicado a escenarios de la época industrial (Catalán, Miranda y Ramón-Muñoz Reference Catalán, Miranda and Ramón-Muñoz2011).
Aunque la definición de distrito de BecattiniFootnote 1, y sus seguidores es más descriptiva que teórica, como ya ocurría en el original (Longás Reference Longás García1997, p. 179), las características del mismo pueden identificarse sin duda en el área que estudiamos. Precisamente, una es que «la división del trabajo característica del modelo de distrito lleva a las empresas a especializarse: una distinción importante es la de empresa de fase, típicamente especializada en una o pocas fases del proceso productivo de la industria localizada, y empresas finales, normalmente especializadas en el proyecto y en la venta de los productos típicos del distrito, productos encargados a las empresas de fase» (Ottati Reference Ottati2006, p. 78). Esta descripción coincide con la imagen de la pañería segoviana trazada por sus máximos expertos, Carande (Reference Carande1965), Ruiz Martín (Reference Ruiz Martín1967) y García Sanz (Reference García Sanz1987a), con algunas fases, especialmente las de acabado, concentradas en talleres bajo la supervisión directa del empresario final, y externalizadas otras, bien en talleres artesanales independientes, bien en familias con trabajo parcial, incluso a distancia del centro directivoFootnote 2.
Ahora bien, si no existe una homogeneidad organizativa ni una concentración espacial del proceso de producción, sí existe una unidad económica debida al predominio en el control de todo el proceso por los mercaderes hacedores segovianos. De modo que esta fragmentación tiene una lógica que responde en buena medida a una estrategia empresarial, aunque también a variadas oposiciones corporativas (González Arce Reference González Arce2010). En consecuencia, pensamos que podemos aplicar a estas auténticas empresas descentralizadas el calificativo de «fábricas difusas», pues existe «una empresa central concentrada que planifique y coordine el conjunto de la producción difusa sobre el territorio»Footnote 3.
Además de la red formada por familias y empresas en interacción, los teóricos del distrito señalan como segunda característica del mismo las «instituciones informales, es decir, valores, actitudes y sobre todo normas implícitas de comportamientos; y las formales, como, por ejemplo, el gobierno local, las asociaciones de categoría» (Ottati Reference Ottati2006, p. 74) que son las responsables de la coherencia y continuidad del sistema. Las actuaciones, a veces mutuamente conflictivas, del regimiento segoviano y las asociaciones de oficio responden perfectamente a este modelo.
Ahora bien, esta desconcentración y multiplicidad de la tipología empresarial que caracteriza tanto al distrito protoindustrial como al contemporáneo tienen, nos parece, una justificación puramente económica que no es otra que los costes de transacción. «La empresa hace frente a dos tipos de costes, de producción y de transacción, y que su tamaño eficiente será aquel que minimice el conjunto de ambos tipos de costes» (Segura Reference Segura1993, p. 59). Pues bien «el distrito permite reducir los costes de transacción asociados a las relaciones de mercado, ya que realiza un control eficiente de las fases de producción, sin incurrir en los costes de organización de la gran empresa» (Longás Reference Longás García1997, p. 183).
El «verlag system» como parte de la «fábrica difusa» permite no sólo minimizar los costes de transacción concentrando o externalizando según convenga las distintas fases del proceso de producción, sino que también permite aprovechar mejor la segmentación del mercado de trabajo entre un sector primario con formación y estabilidad de empleo y uno secundario sin ellas (Piore Reference Piore and Toharia1983). En el distrito protoindustrial hay una clara diferenciación del mercado de mano de obra especializada, la que ha recibido preparación en uno de los oficios regulados, demostrada por un examen, y el de los trabajadores que no precisan dicha formación, como las hilanderas.
Hemos calificado de protoindustrial al distrito segoviano ¿Tiene sentido hablar de «protoindustrialización» para referirse a este desarrollo industrial? Como tantos otros términos usados por historiadores, el contenido del mismo ha sido a menudo impreciso y variable, según quien lo utilizase, acabando por convertirse en una herramienta multiusos, un concepto «abusivo» (Coleman Reference Coleman1985). Sin duda, la escasa relación entre las áreas protoindustrialesFootnote 4 y los focos de la primera revolución industrial, hacen que no se pueda mantener este término si se pretende que «primera fase del proceso de industrialización» (Mendels Reference Mendels1972) significa «preparación de la revolución industrial».
Pero también podemos hablar de «protoindustrialización» para referirnos a la primera oleada de formación de distritos industriales, a lo menos en Europa, desde la segunda mitad del siglo XIV. Y desde luego el territorio segoviano cumple plenamente los requisitos establecidos por Mendels (Reference Mendels1972) incluida la dirección desde la ciudad de la industria rural, la importación de alimentos (García Sanz y Pérez Moreda Reference Longás García1972) y la exportación de la producción propia fuera de la región e incluso del país (Vela Reference Vela Santamaría1991, p. 640).
Tras esta breve revisión del estado de la cuestión, trataremos de aportar información que apoye la interpretación propuesta. En los epígrafes 2 y 3 examinaremos los distintos tipos de empresarios residentes en la ciudad y la estructura de costes de una empresa pañera urbana. En los apartados 4 y 5 veremos la distribución de recursos en el distrito y las ventajas que aporta esa forma de organización en este caso concreto y en el 6 estudiaremos un ejemplo de empresa lanera rural. Por último, analizaremos el acceso de las empresas al crédito y el capital, y concluiremos con la confirmación del ajuste de la pañería segoviana a los criterios teóricos que acabamos de presentar.
2. LOS EMPRESARIOS. LOS HACEDORES DE PAÑOS Y LOS OTROS
Desde que Larruga (Reference Larruga1791, pp. 262-263) recogiese en sus Memorias el párrafo de la historia de Segovia en el que, describiendo la entrada de Ana de Austria en la ciudad en 1570, se calificaba a los mercaderes hacedores de paños de «verdaderos padres de familias» (Colmenares Reference Colmenares1637, p. 547), la historiografía posterior ha considerado a estos como el elemento clave y dinamizador del desarrollo industrial segoviano y de la propia ciudad. Sin negar la importancia de este grupo, veremos a continuación la existencia de otras categorías empresariales implicadas en el sector.
Para establecer su número e importancia relativa, contamos con dos tipos de fuentes. La más completa son los repartimientos de la alcabala de los paños, que sin duda incluyen a la mayoría de los que producían alguno, y cuya jerarquía viene dada por el valor de la carga impositiva. Por otra parte, la venta del tinte para los paños, inicialmente el pastel, sustituído progresivamente por el añil, estaba altamente concentrada, incluso monopolizada en alguna época (Casado Reference Casado Alonso1991), por lo que podemos suponer que los mayores compradores son también los grandes empresarios del sector.
En 1546 159 vecinos de Segovia y 2 de El Espinar compran pastel al monopolista Diego de Bernuy (Casado Reference Casado Alonso1991, pp. 625-629). En 1560 el reparto de la alcabala de los pañosFootnote 5 incluye a 418 vecinos de los que 130 son calificados de hacedores de paños o mercaderes hacedores en el padrón de 1561Footnote 6. En 1579 hay 55 segovianos entre los deudores de Antonio de Ayala, gran mercader de pastelFootnote 7. El reparto de la alcabala de los paños en 1584Footnote 8 recae sobre 592 vecinos, mientras que el padrón de 1586Footnote 9 califica de hacedores o mercaderes hacedores a 145. Estas cifras nos hablan de la gran extensión de la producción de paños, pero también de su concentración. Mientras de un 9,5 a un 12% de la vecindad de Segovia comercializa (y produce total o parcialmente) paños entre 1560 y 1584, los grandes controladores del proceso son unas decenas.
El reparto de la alcabala de los paños en 1579-1584, que presentamos en el gráfico 1, nos ayuda a precisar la potencia de cada categoría. Según los repartidores, los contribuyentes en la cañama mayor producirían de 250 a 350 paños anuales y los de la cañama mediana, de 150 a 200. En cuanto a la cañama menor, se citan algunos casos de productores de 60 a 70 paños, pero en realidad son una minoría dentro de este grupo. Si consideramos las cantidades repartidas a los miembros del último nivel, la producción de la mayoría debía reducirse a algunas unidades. Aunque seguramente la aportación de cada cotizante no sea exactamente proporcional a su producción, sí puede darnos una idea de la distribución. Pues bien, los 32 mayores contribuyentes, todos ellos calificados de hacedores de paños, forman las dos primeras cañamas y aportan más de la mitad de la recaudación, y los 14 primeros, más de la tercera parte.
Entre 1561 y 1586 los mercaderes hacedores pasan de 47 a 70 lo que supone un incremento del 45,05%. En cuanto a los hacedores de paños, de los 82 registrados como tales en 1561, 34 ejercen esta actividad como segunda profesión, si bien todos, menos un bachiller, son gente ligada a la producción textil. En concreto, 25 son cardadores, tejedores o tundidores. Esto supone un núcleo «duro» de 48 hacedores de paños exclusivamente. En 1586 su número parece haber disminuído a 74, pero sólo 19 comparten esta actividad con otra, lo que nos da un núcleo «duro» de 55 hacedores. Pero quizá lo más curioso es que entre estos hacedores a tiempo parcial haya profesiones tan desligadas del mundo textil como mesoneros, cirujanos, barberos y boticarios.
Fuente: AGS EH l. 165-8
Podemos precisar el análisis de ese tercer grupo de empresarios que producen unos pocos paños si atribuimos a los contribuyentes en la alcabala de la pañería de 1584 el oficio con que se les registra en el padrón de 1586. En la tabla 1 presentamos el resultado, excluyendo obviamente a los hacedores y mercaderes hacedores. Como es normal, casi dos centenares de ellos ejercen alguno de los oficios implicados en el proceso de producción, especialmente de los cuatro fundamentales. Tejedores, perailes, tundidores y cardadores son los principales actores que con sus pequeños talleres familiares intentan resistir el predominio de los grandes hacedores y mercaderes. Pero no menos significativo de la extensión de la pañería en este momento es la implicación en su producción de más de setenta vecinos con oficios, en principio, alejados del sector. Como son, además de los señalados en el párrafo anterior, sastres, zapateros, plateros, joyeros o tenderos de diversos tipos.
3. LA EMPRESA PAñERA URBANA. COSTES DE PRODUCCIÓN
Un aspecto clave en el análisis de una actividad económica y que funciona como una auténtica radiografía de la misma es su estructura de costes. Esto es posible si existen informes de expertos sobre los mismos, o mucho mejor, si se conservan contabilidades originales de las empresas productorasFootnote 10. En nuestro caso, no contamos con ninguna de las dos opciones, sino con un amplio resumen de la contabilidad de una sociedad familiar con vistas a su disoluciónFootnote 11. La compañía Alonso de la Calle dura desde 1575 hasta 1583 y en este tiempo realiza 348 paños, o sea unos 38,7 anualesFootnote 12, de los que vende 293 por 7.601.136 mrs. o 20.269,70 ds., lo que supone un precio medio de 25.942,44 mrs. o 69,18 ds. En cuanto al tipo de paños producidos, no se especifica las calidades de los mismos, pero sí la de los 55 que están por venderFootnote 13 de los que 42, el 76,4% son veintidosenos, una proporción algo superior a la del conjunto de la ciudadFootnote 14.
El informe para la partición de los bienes y deudas de esta compañía nos aporta información desagregada de los costes de producción de los 226 paños realizados entre el 21 de noviembre de 1580 y septiembre de 1583 en que se procede a la disolución. Para contrastar la validez de estas cifras y su representatividad las confrontamos en la tabla 2 con los costos estimados por paño de veinticuatrenos y veintidosenos en la Cuenca de 1553, por lo que hemos agregado la información bastante diversa de una y otra fuente en rubros comparablesFootnote 15.
Más de la mitad de los costes, en torno al 60%, corresponde a materias primasFootnote 16. La fundamental es sin duda la lana que supone poco más de la tercera parte, una proporción similar a la de los paños conquenses. La compañía compra la lana en sucio como parece deducirse de la relación entre volumen de lana y número de paños realizado con el mismoFootnote 17 y la existencia de una partida para el apartadoFootnote 18, o sea, la distribución de la misma en diferentes calidadesFootnote 19.
Fuente: Iradiel (Reference Iradiel Murugarren1974), AHPVA PN c. 6723
El tinte constituye el segundo capítulo de costes en el proceso de producción. Pero aquí la diferencia es sustancial con el caso conquense. Mientras que allí el gasto en pastel y corrosivos supone otro tercio del coste total, en Segovia absorbe menos de la cuarta parte. Lamentablemente el resumen que manejamos no informa de los tintes y posibles mordientes adquiridos, sino sólo del costo de preparar las distintas tinasFootnote 20 por lo que tampoco está desagregado el pago a los tintorerosFootnote 21. Pero este drástico descenso nos parece compatible con la sustitución, aunque ignoramos en qué proporción, del pastel por el añilFootnote 22 y la reducción de la compra de mordientes.
Fuente: Iradiel (Reference Iradiel Murugarren1974), AHPVA PN c. 6723
El resto de las partidas corresponde con algunos matices a la mano de obra empleada en las distintas tareas del proceso productivo. La primera fase corresponde a la preparación de la lana y al hilado que, con la excepción del apartado, no están desagregados en el informe segovianoFootnote 23 al contrario que en CuencaFootnote 24. Como ya hemos indicado, en el lavado hemos incorporado los gastos en jabón y greda. En cuanto al grupo que hemos llamado de adobo y sellado, incluye además de éste último, el despinzado, orillado, fruncido y apuntadoFootnote 25. La fuerte reducción del peso del tinte provoca que todos estos rubros tengan una participación superior en la estructura de costes que en los paños conquenses, pero si comparamos sólo la composición de los costos laborales en Cuenca y Segovia, que presentamos en la tabla 3, aparecen otros matices.
Con esta nueva disposición se aprecia que las tareas de preparación de la lana e hilado suponen casi un 60% de los costos laborales en Cuenca y sólo la mitad en SegoviaFootnote 26. Esta reducción de costes puede deberse a un mayor recurso a hilanderas del entorno, supuesto que su mayor baratura compense los costos de transporte. El peso del tejido es similar, pero todas las actividades ligadas al acabado adquieren más importancia. El gasto en batanado se dobla, lo que si no parece relevante por su escasa entidad porcentual, sí es significativo técnicamente. El resto de las actividades de esta fase pasan de representar un 24 a 27% al 31,4%.
Si intentamos cambiar el enfoque de la empresa a los empleados, son muy escasos los datos sobre la retribución de los trabajos industrialesFootnote 27. Solo hemos encontrado a un tejedor de paños de Segovia que se compromete a trabajar durante un añoFootnote 28 por 10 ds. y además se le debe «dar de comer y beber», lo que supone 2,11 rs. en metálico a la semana. Curiosamente, un tejedor de alfamares de Santa María de Nieva se compromete por un añoFootnote 29 a cambio de 12 rs. al mes, «y mas comer y beber todo el dho ano… … me los abeis de dar e pagar en esta manera mes cumplido mes pagado», lo que supone en torno a 3 rs. a la semana. Sería atrevido sacar conclusiones de dos casos aislados, pero igual no es absurdo pensar que a los empresarios rurales les cuesta más retener la mano de obra especializada.
Una de las características de la protoindustria es la escasa inversión en capital fijo que requiere. En el caso de una compañía textil segoviana de la primera mitad del siglo XVI, el capital fijo sólo constituye el 4,94% del total (García Sanz Reference García Sanz1987a)Footnote 30, si bien la empresa utiliza locales propiedad particular de los socios por lo que quizá habría que doblar el porcentaje estimadoFootnote 31. En el caso de nuestra compañía, de mucha menor entidad, este porcentaje se reduce al 0,8%. En 1580 se puede adquirir en Segovia un telar de paños ancho de segunda mano por 12 ducados, prácticamente el salario anual de un tejedor, como acabamos de ver. O bien, arrendar uno por 30 rs. anualesFootnote 32. En la misma ciudad un tablero de tundir «con su escaño e catorze mantas e su terliz e una tabla de piel» se adquiere en 1580 por 4 ds.Footnote 33 Un telar de alfamares de segunda mano en Santa María de Nieva cuesta 2,5 ducados en 1578Footnote 34.
Este es uno de los factores que determinan la volatilidad de este sistema frente a la necesaria continuidad de un esfuerzo industrializador (García Sanz Reference García Sanz1985). Pero también se puede considerar que estos reducidos requerimientos de inversión en capital fijo favorecen la incorporación de nuevos empresarios al sistema, aunque sea de forma ocasional. Las continuas cortapisas que se producen en esta época por parte de las asociaciones profesionales y el regimiento a las innovaciones técnicas y organizativas del proceso productivo, podrían verse como un intento de los hacedores y tintoreros dominantes de establecer «barreras a la entrada»Footnote 35 de nuevos competidores.
Por último, señalar que el peso de la alcabalaFootnote 36 en la estructura de costes es aparentemente reducido, menos del 0,3%, pero esto puede darnos una falsa imagen de la presión fiscal sobre la industria si no tenemos en cuenta que las materias primas, lana, tintes, mordientes, aceite y jabón, iban cargadas previamente con este impuestoFootnote 37.
4. EL DISTRITO. MANO DE OBRA Y MATERIAS PRIMAS
La industria lanera segoviana desborda la ciudad y se extiende por su territorio. Para conocer las actividades económicas en la Tierra de Segovia contamos con el informe que en 1571 elabora el corregidor con vistas a la instalación de los moriscos desterrados de GranadaFootnote 38. En él hace una sucinta relación de las labores predominantes en los pueblos segovianos. En la mayoría de ellos la dedicación casi exclusiva es la labranza, pero en varios «el trato es cardadores de lanas» o bien hay «algunos vezinos que haçen paños» o hay «offiçiales de haçer paños vastos». En concreto, estas referencias a la presencia de una u otra fase del proceso textil lanero aparecen en 19 localidades de las 139 reseñadas en el documento.
Si añadimos las 13 de que tenemos información más detallada gracias a los padrones de los Expedientes de HaciendaFootnote 39, nos encontramos con más de una treintena de localidades con presencia de industria pañera. El panorama ofrecido por ambas fuentes aparece representado en el mapa 1 en el que también hemos incluido los centros de esquileo (García Sanz Reference García Sanz1977, pp. 115-118) y las localidades donde se cultiva rubia, planta de la que se extrae un tinte rojizo usado en la pañería. Pese a la variedad de fuentes, este cuadro nos da una visión incompleta de la dedicación al textil lanero en la zona.
Por otra parte, la información de los padrones es limitada, pues sólo se indica la actividad principal del cabeza de familia, por lo que la actividad textil complementaria de la labranza no aparece recogida, ni por supuesto, la del resto de miembros de la unidad familiar. Así y todo, podemos precisar la estructura del empleo en algunas localidades que hemos recogido en la tabla 4.
Aunque los valores absolutos sean reducidos no deja de ser significativo que en varias localidades que no llegan al centenar de vecinos la producción textil ocupe en torno al 10% de la población activa, como es el caso de Casla, Gallococeado, Ituero o Martín Muñoz de la Dehesa. Un porcentaje similar tiene una localidad que sobrepasa los 200 vecinos como Fuentepelayo.
Pero sin duda, el gran centro textil de la zona, junto con Villacastín, es Santa María la Real de NievaFootnote 40 (García Sanz Reference García Sanz1977, p. 251). Del análisis de su padrón de 1586 se desprenden dos fenómenos significativos. Primero, la existencia de 17 hacedores de paños lo que supone un 4,84% de la población activa, es decir, un porcentaje similar al que supone en Segovia la suma de de hacedores y mercaderes hacedores. Segundo, la proporción entre las fases de preparación, tejido, incluyendo en ella a los hacedores, y acabado, pues carecemos de datos del hilado, es de 53,49, 31,78 y 14,73%, bastante diferente de la segoviana (Vela Reference Vela Santamaría1991).
En verdad la cifra de 69 cardadores parece excesiva para sólo 23 tejedores, 18 tundidores y perailes y 1 batanero. Cierto que es posible que buena parte de los 21 labradores y de los 36 propietarios de viñas y sus familias pueden complementar sus ingresos tejiendo. Cierto también que la presencia de tundidores y pelaires y sobre todo la del batanero nos indica que los paños tejidos en Nieva gozan del suficiente prestigio como para ser acabados en la propia localidad. Pero así y todo no parece justificado desde una perspectiva local que tanta gente se especialice en el cardado en vez de en el tejido. Así que parece razonable pensar que parte de la lana cardada en Santa María lo es por encargo de hacedores segovianos para ser tejida en otra parte. Como sabemos que ocurre en Hontoria donde «ay algunos cardadores y peynadores que lleuan lana desta çiudad Para sustentarse»Footnote 41.
Fuente: AGS EH. Vid. nota 39
También es cierto que, igual que pasa en la ciudad, algunos de estos artesanos además fabrican paños bien por su propia iniciativa, o por encargoFootnote 42. Por otra parte, las conocidas discrepancias entre los 12 a 13.000 paños que se sellan en la ciudad y los más de 16.000 que se batanan en la misma (Ruíz Martín Reference Ruiz Martín2005, pp. 136-138 y 142-143) hace creible que paños tejidos en la Tierra sean terminados y batanados en la ciudad. Por una circunstancia fortuita, el robo de un paño en 1580, sabemos que un dieciocheno tejido en La Despernada, hoy Villanueva de la Cañada, a más de 60 km de Segovia, al sur del Sistema Central, pero perteneciente a su Tierra, fue llevado a teñir a la ciudadFootnote 43.
Es el momento de señalar que la segmentación del mercado de trabajo entre oficios regulados y no regulados, no se corresponde con la distinción ciudad-campo. Las hilanderas, típica actividad del mercado secundario, están presentes en la ciudad y el campo. Lo mismo ocurre en el mercado primario, los oficios regulados también lo están en el mundo «rural». En la villa de Santa María la Real de Nieva hay veedores de oficios aprobados por el regimiento y examenes de maestría igual que en SegoviaFootnote 44. La decisión de trasladar algunas fases de la producción no se debe por tanto a una presunta desregulación laboral en el medio «rural».
5. EL DISTRITO. VENTAJAS COMPETITIVAS Y LOCACIONALES
Esta amplia extensión de una actividad productiva en un espacio limitado en que coexisten grandes empresas con personal asalariado, pequeñas empresas urbanas y rurales y economías domésticas con dedicación parcial a la actividad industrial, con vínculos variados entre ellas, y favorecida por el acceso a materias primas fundamentales como la lana o la rubia, creemos que nos permite calificar el territorio segoviano y su estructura productiva plurisecular centrada en el textil de «distrito industrial».
La organización distrital ofrece una serie de ventajas ligadas tanto a los costes de transacción, como a los de producciónFootnote 45. Algunas de las señaladas por Marshall serían el crecimiento de industrias subsidiarias, la aparición de un mercado de mano de obra especializada y la capacidad de difusión tecnológicaFootnote 46.
En nuestro caso, la aparición de industrias auxiliares sólo puede ser muy limitada, dada la escasa inversión en máquinas y herramientas propia de la protoindustria. Aun considerando que todos los carpinteros segovianos produjesen en algún momento instrumentos industriales como telares o tablas de tundir, lo que no es el caso, los implicados en estas actividades sólo serían 89 en 1561 y 115 en 1586Footnote 47, un 3,45 y 4,32% respectivamente de la población activa industrial, y si prescindimos de ellos las cifras caen al 0,93 y 1,43%. Son valores reducidos, pero totalmente congruentes con el porcentaje correspondiente de los costes de producción que acabamos de ver. Por otra parte, el incremento de carderos y palmareros nos confirma el énfasis puesto en el acabado, que también se reflejaba en los costes de producción.
Más evidentes y comprobables son las ventajas de la difusión de conocimientos. Es el caso de la gran innovación tecnológica del momento, el uso del añil. La ordenanza de 1566 que regula su uso ya se hace eco de su llegada a la TierraFootnote 48 y tenemos casos concretos de su adquisición por gentes de la misma. Varios vecinos de La Losa compran en el otoño de 1579 «anyr de mexico»Footnote 49 y Amarita vende añil, en nombre de Simón Ruiz, a vecinos de Aldeavieja, El Espinar y RiazaFootnote 50.
Pero también debemos considerar la difusión de técnicas organizativas y comerciales. Como veremos en el apartado siguiente, una pequeña empresa radicada en Santa María de Nieva aprovecha el mismo sistema de desconcentración de fases productivas y venta al fiado de las grandes empresas urbanas. Y por supuesto los conocimientos «técnicos» de los diversos oficios debían homogeneizarse entre los artesanos urbanos y sus homólogos rurales.
El distrito segoviano disfruta además de una serie de ventajas locacionales. Todas las teorías de la localización industrial enfatizan varios factores dependiendo del tipo de empresas, principalmente la facilidad de acceso a fuentes de energía y materias primas, disposición de mano de obra y proximidad a los mercados consumidores.
En el caso de la protoindustria el agua es la principal fuente de energía, de ahí la ubicación de todos los equipamientos a orillas de ríos aprovechando saltos de agua. En el caso segoviano nada menos que 15 batanes se instalan en el Eresma, incluso en Nieva, como hemos visto, se instala uno. Pero el agua no sólo es necesaria en la industria textil para el batanado, el tinte también consume grandes cantidades y precisamente la construcción más emblemática de la ciudad era la que lo proporcionaba. Los talleres de los tintoreros se hallaban en los arrabales y sólo podían tomar agua del acueducto a través de las llamadas «cerbatanas» (García Sanz Reference García Sanz2006, pp. 177-178).
Indudablemente una de las principales ventajas locacionales del distrito segoviano es su proximidad a los centros de esquileo mesteños de la cuadrilla del mismo nombreFootnote 51. Aunque no se podrá sacar pleno partido de ella hasta la crisis de la competidora demanda exportadora, a partir de 1569-1572 (Lapeyre Reference Lapeyre1981, pp. 185-186), consiguiente a la revuelta de las Provincias Unidas.
Por último, otra ventaja locacional importante es su cercanía al gran centro comercializador que es Medina del Campo y por supuesto la proximidad a los grandes núcleos consumidores de ambas mesetas, Valladolid y Toledo, a los que debe sumarse Madrid en la segunda mitad del siglo. No puede ser casual que el apogeo de la industria segoviana coincida con el despegue demográfico de la nueva residencia realFootnote 52.
Aún podemos sacar más lecciones sobre el distrito a partir del mapa 1. En primer lugar que, salvo casos aislados, la mayoría de las localidades en que existen o predominan los cardadores están muy cercanas tanto a los centros de esquileo como a Segovia, de la que distan menos de 15 km. Las excepciones son explicables. El caso de Martín Muñoz de la Dehesa se justifica sin duda por su proximidad a Arévalo, el de Ituero por Villacastín, Casla es más probable que esté ligada a Riaza que a Segovia y en cuanto a Escalona, sin excluir sus posibles relaciones con la ciudad, está mucho más cerca de otros dos centros productores como Fuentepelayo y Turégano. Sin obviar el conocido testimonio sobre los mercaderes que envían a hilar la lana hasta 15 o incluso 30 leguasFootnote 53, algo más de 80 a 160 km., nos parece que la mayoría de los «cardadores y peynadores que llevan lana desta ciudad para sustentarse»Footnote 54 residían mucho más cerca, en un área donde podían ser controlados por los mercaderes-hacedores segovianos.
La segunda lección es que, con las conocidas excepciones de Santa María la Real de Nieva que tiene un término municipal muy reducido y está muy bien comunicada, y de Bernardos, el resto de los centros productores de paños, se encuentran, no en el llano, sino en las estribaciones de la sierraFootnote 55, lo que nos indica que la actividad textil es no sólo un complemento sino una alternativa obligada en muchos casos al cultivo cerealista. Así, las ganancias obtenidas con la fabricación y venta de paños permiten a Villacastín comprar cereales y consiguientemente mantener un nivel de población (García Sanz y Pérez Moreda Reference García Sanz and Pérez Moreda1972).
La evolución demográfica de esta localidad, así como de Santa María de Nieva y El Espinar (García Sanz Reference García Sanz1977, pp. 54-55), parece corroborar este mecanismo. La crisis de mediados de siglo supone sin duda una contracción de la demanda de paños de calidad media, pues desde 1550 hay un fuerte descenso de la población de las tres localidades. Se produce seguramente una emigración hacia la cercana Segovia que parece resistir mejor la crisis. Villacastín conoce una efímera recuperación entre 1560 y 1570 y a partir de esta fecha una decadencia imparable. Quizá parte de sus mejores artesanos son atraídos por las oportunidades que ofrece a partir de la última fecha el auge de SegoviaFootnote 56. Así la decadencia de Villacastín sería la otra cara del esplendor segoviano. El cambio de tendencia en Santa María y El Espinar que, sin embargo, no permitirá recuperar los niveles precedentes, no se inicia hasta casi 1580 y se mantendrá hasta la crisis de fin de siglo. Ahora bien, esta recuperación posiblemente sea el resultado de la inserción de estas dos localidades en la división del trabajo organizada por los mercaderes hacedores segovianos, por lo menos tanto como de un renacimiento de la industria lanera local.
6. LA EMPRESA LANERA RURAL
Si es dificil encontrar información sobre empresas urbanas grandes o medianas, hallar documentación de pequeños establecimientos rurales, parece a priori todavía más complicado. Afortunadamente los registros notariales están llenos de sorpresas agradables para el investigador. Esto nos permite presentar brevemente la imagen de una pequeña empresa aparentemente exitosa, la dirigida por María de Paredes, viuda de Pascual de Paredes y vecina de Santa María la Real de Nieva, ejemplo de la multiplicación de firmas en un distrito y de la variedad de nichos de mercado.
Se trata de una empresa que aprovecha las ventajas locacionales en cuanto al acceso a materias primas y disponibilidad de mano de obra especializada, pero que no compite en la pañería, sino que se dedica a la producción de alfamares, mantas o cobertores, y también de cabezales y alforjas, sin duda realizados con las calidades inferiores de las lanas. Se trata de productos de precio reducido, 22 reales por un alfamar ancho o 29 reales por un alfamar de escudo. Pues bien, en 1579 Mateo García, empleado de la misma, acaba su relación laboral y presenta ante el escribano una rendición de cuentas con las cantidades que le adeudan sus clientes pues sus tareas incluian «tejer alfamares y… … yr a bender los dhs alfam[ar]es y rropa quen la dha vra casa se ha hecho hasta el dia de oy y en las bentas y camynos que yo hecho e dexado fiado çierta quantia de mrs»Footnote 57. Cada deudor debe unas cantidades reducidas, unos cuantos reales, que en total deben superar los 544, menos de 50 ducados. Pero esta clientela está repartida en 23 localidades que cubren un amplia área situada al oeste de la villa hasta lugares como Lomoviejo o Moraleja de Matacabras a más de 50 km de Santa María y que hemos representado en el mapa 2.
Pues bien, poco tiempo después de este documento, la emprendedora viuda contrata por dos a cuatro años a tres nuevos empleadosFootnote 58, lo que indica la buena salud económica de la empresa, pese a la pequeñez de la misma. Estos se obligan «de tejer al of[ici]° de alfamarero en casa de bos maria de paredes…todos los alfamares y otras cosas que se me mandare tejer los quales tejere al preçio y como a los demas ofiçiales del dho ofici se suelen pagagar [sic] con las condiciones que asta aqui a abido en el dho ofi[ci]°»Footnote 59. Además uno de ellos se compromete a complemementar esta actividad con la comercialización de los productosFootnote 60.
Se trata por tanto, en cuanto a las relaciones laborales, y pese al tamaño, no de una empresa artesanal, sino «capitalista», basada en el salarioFootnote 61, aunque desde luego sin división del trabajo. Ahora bien, como todos los contratados son tejedores, hay que pensar que la lana se compra ya hilada o se encarga su preparación a personal externo, con lo que a pequeña escala, el modelo de empresa se asemeja al de los mercaderes hacedores de la ciudad.
7. CAPITAL Y CRÉDITO
Todo el sector mercantil del sistema económico del momento se basa en el crédito, entendido como «buena opinión y reputación…[y] entre mercaderes, abono de caudal y correspondencia con los demás» (Cobarruvias Reference Cobarruvias1984, p. 368). Hay pruebas de que esto ocurre en la mayoría de los tipos de transacciones realizadas por las empresas laneras segovianas.
Empezando por la obtención de mano de obra. Desde luego son escasísimos los contratos de soldada escriturados, comparados con los de aprendizaje. De hecho, cuando existen se debe a que hay un adelanto previo de dinero por parte del empleador, por eso aparecen como cartas de obligación. Dos cardadores, uno en Segovia y otro en Santa María de Nieva, se obligan a trabajar un año, cobran 6 ds. a cuenta y cada semana que trabajen se les descuentan 2 rs. de la deudaFootnote 62. Un tejedor de paños de Segovia se compromete a trabajar un año por 10 ds. y le adelantan 4Footnote 63.
Lo mismo ocurre en los escasísimos contratos tipo «verlag». A un vecino de Maello que se compromete a peinar una cantidad de lana para un vecino de Segovia se le adelantan 100 rs. que se le irán descontando según entregue el trabajo realizadoFootnote 64. Un cardador de Santa María de Nieva recibe 400 rs. de un regidor de esa villa que «me hico m[erce]d de me los dar y enprestar con esta condiçion para que yo hiciese dellos dos panos»Footnote 65.
Lo propio ocurre con los medios de producción. Dos perailes de Segovia compran palmares y tijeras en 1580, pagando a plazos, el primero en un mes y el resto en medio añoFootnote 66. Incluso se prevé que si el mercader vendedor les encarga cardar algún paño se lo descontarán de la deuda. Un telar de tejer alfamares se vende a plazos y la compra de un telar ancho de paños se compensará con tareas a realizar por la compradoraFootnote 67.
En cuanto a la adquisición de materias primas, no entramos aquí en los compromisos de venta de lana, los conocidos «señalamientos» (Basas Reference Basas Fernández1994: pp. 235-246) de los que hay sobradas muestras en los protocolos segovianos. Pero los vendedores de tintes suelen optar en muchos casos por «trocar» su mercancía o parte de ella por paños, porque el pago por los hacedores siempre se aplazaFootnote 68. Los vecinos de La Losa que compran «anir de mexico» a 3 ds. la libra se comprometen a pagarlo un año más tarde, sin duda, cuando ya lo hayan empleado y comercializado el productoFootnote 69. La contrapartida es que también los hacedores deben vender su producto al fiadoFootnote 70. Por eso, cuando se resquebraja la confianza todo el sistema productivo y comercial padece.
En cuanto a las disponibilidades de capital están claramente afectadas por la crisis del sistema bancario castellano entre 1550 y 1575 (al Hussein Reference Al-Hussein and Lorenzo Sanz1986, pp. 234-265). Esta crisis afecta duramente a los cambios (Lapeyre 2008, pp. 209-236) y de rechazo posiblemente al resto del sistema económico segoviano. Desde 1551 ocupan este puesto los socios Antonio de Zamora y Diego de Toro. El primero interviene en el mercado de dinero de Medina entre 1554 y 1568 prestando anualmente cantidades que oscilan de 1 a 3 millones de maravedíes, si bien parece que desde 1559 operaba con déficit. En el padrón de 1561 sólo él aparece como cambio. En 1563 quiebra Diego de Toro, quizá ya no socio, pero sí deudor del anterior. En 1566 aparece Zamora exportando lana a Flandes e Italia (Lapeyre Reference Lapeyre1981, p. 232). La ruina del mercader segoviano Juan de Gumiel, de quien era acreedor y fiador, a fines de 1567 debió suponer un fuerte golpe para su banco y la caída de la exportación a Flandes en 1569 debió rematarle. De hecho en este último año Antonio de Zamora está quebrado y su puesto lo ocupa Gregorio de HaroFootnote 71, dedicado a la importación de rajas florentinas (Lapeyre Reference Lapeyre1981, pp. 284, 301), y asociado luego a Cristobal Pérez.
Lamentablemente para estos, en los años 1573-1575 hay otra serie de quiebras en cadena debida a la interrelación de todos los bancos castellanos. Francisco de Hoyos, cambio al parecer de Valladolid, quiebra en 1574 poniendo en dificultades al banco de corte de Pedro de Angulo y Juan de Villar, deudores a su vez del cambio de Burgos Juan de Ibarra, al que deben tres millones de maravedíes. El intento de Villar de cobrar a Haro, del que es acreedor, provoca la quiebra de este en 1575, que incapaz de pagarle remata la ruina del primero. Es posible que Haro invirtiese el dinero de sus clientes en sus negocios de rajas, que por entonces deben empezar a declinar, pero sometido a tortura en diciembre de ese año «no confeso cosa alguna»Footnote 72.
En cualquier caso la Monarquía no fue ajena a este proceso de quiebras en cadena. La poco afortunada intervención real en las ferias de Medina de ese año enrareció el ambiente y la suspensión de pagos del 1 de septiembre también influyó pues Juan de Ibarra y su socio Andrés de Ecija habían colocado al parecer entre sus clientes juros de resguardo de los asentistas genovesesFootnote 73. Las consecuencias de la quiebra de Haro fueron la indignación de «el ayuntamiento [de Segovia que] lo a tomado por cosa suya propia diziendo que estos cambios son ladrones y que no es posible faltar tanto dinero como falta» y la prisión de los fiadores, treinta y ocho a cuarenta hombres «todos gente prinzipal» según Juan de Amarita, «fiador en mill ducados a los cambios» y agente de Simón Ruiz en Segovia, que sería uno de los encarcelados, o bien «munchos menudos y entre ellos todos quantos benden aqui lienços» según Gonzalo de Simancas. Es posible que toda la actividad económica segoviana se resintiese. No creemos que sea casual que las ofrendas de los oficios para la construcción de la Catedral caigan en picado precisamente ese año (García Sanz Reference García Sanz1987b, p. 92).
8. CONCLUSIONES
En este trabajo hemos analizado el importante volumen del colectivo de fabricantes de paños segovianos, encabezado por los mercaderes y hacedores, motor de la industria pañera, pero también con una gran diferenciación interna, desde los que hacen, o más bien encargan, cientos de paños anuales hasta los responsables de unas pocas unidades. Asímismo hemos examinado la estructura de costes de una empresa pañera, confirmando el escaso peso de la inversión en capital fijo, típico de la «protoindustria», pero también la amplitud e importancia de la confianza entre los agentes económicos, el «crédito».
En cuanto a la organización de la producción, siguen existiendo, por una parte, gran cantidad de artesanos que parecen realizar algunas piezas de diversa calidad según el entorno rural o urbano. Por otra, los mercaderes hacedores recurren al «verlag system» para la realización de algunas fases del proceso, sin duda el hilado, en algunos casos el tejido. Las etapas finales, incluso de piezas no tejidas en la ciudad, se realizan por trabajadores asalariados, incluidos oficiales examinados, en establecimientos propios. Tenemos en suma, una multitud de grandes empresas con personal asalariado, pequeñas empresas urbanas y rurales y economías domésticas con dedicación parcial a la actividad industrial, repartidas por un amplio territorio. La existencia de vínculos variados entre ellas, creemos que supone una cierta integración que nos permite calificar este espacio de «distrito industrial».
La organización distrital ofrece una serie de ventajas competitivas ligadas tanto a los costes de transacción como a los de producción. Una de ellas es maximizar las ventajas de la segmentación del mercado de trabajo con la aparición de un mercado primario de mano de obra especializada, sujeta a una regulación similar. Otra es la facilidad de difusión tecnológica, lo que comprobamos con la gran innovación del momento, el uso del añil. Obviamente los conocimientos «técnicos» de los diversos oficios debían homogeneizarse entre los artesanos urbanos y sus homólogos rurales, dada la movilidad de los mismos. Pero también debemos incluir la difusión de técnicas organizativas y comerciales. Hemos visto como una pequeña empresa «rural» aprovecha el mismo sistema de desconcentración de fases productivas y venta al fiado de las grandes empresas urbanas.
El distrito segoviano disfruta además de una serie de ventajas locacionales. Acceso al agua, a algunas plantas tintóreas, y sobre todo a la lana, gracias a la proximidad a importantes centros de esquileo mesteños. Pero también es relevante su cercanía al gran centro comercializador que es Medina del Campo y a los grandes núcleos consumidores de ambas mesetas, Valladolid y Toledo, a los que se agrega Madrid al convertirse en residencia de la Corte.
En suma, este entramado de personas y empresas vinculadas directa o indirectamente a través de los mercados de trabajo y de materias primas, los procesos de difusión técnica, las redes personales de mercaderes y artesanos, constituye un conjunto coherente, un auténtico distrito industrial, de cuya eficiencia es muestra su pervivencia durante casi cuatro siglos.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco las aportaciones de dos revisores anónimos que han contribuido a centrar el objeto del presente trabajo.