Published online by Cambridge University Press: 28 April 2010
El estudio de la economía española del siglo xix, según Jordi Nadal, ha de partir del supuesto de que el capital doméstico era escaso (2). No obstante, cuando se preguntó a James Rothschild, primer banquero de la época, en el otoño de 1865 sobre los préstamos extranjeros a España, contestó que cinco sextas partes de los empréstitos gestionados en el exterior habían ya vuelto a España (3). Ambas afirmaciones no son necesariamente incompatibles; pero la deducción es clara. Rothschild, cualquiera que fuera su opinión sobre la influencia de los financieros extranjeros en España, tendía a no valorar en exceso la cantidad real de la inversión extranjera en España.
(1) Este artículo es una versión abreviada de un capítulo del libro de Platt, D. C. M., Foreign Finance in Continental Europe and the United States, 1815–1870, publicado por George Allen and Unwin, Londres, a principios de 1984.Google Scholar El cambio es de 25 pesetas o 100 reales por libra esterlina. Posteriormente, a mediados de los años 1880, la peseta se depreció, por lo que el cambio, una década después, era de 30 pesetas por libra esterlina. Abreviaturas utilizadas: P. P.: Parliamentary Papers; PLB: correspondencia enviada por la casa Baring; HC: correspondencia recibida por la casa Baring.
(2) Nadal, Jordi, “The failure of the Industrial Revolution in Spain, 1830–1940”, en Cipolla, C. M. (ed.), The Fontana Economie History of Europe: The Emergence of Industrial Societies, Parte II (Londres, 1973), p. 566Google Scholar (hay traducción española, ed. Ariel).
(3) Rothschild ofrecía este testimonio ante el Conseil Supérieur de Commerce, 31 octubre 1865. Este fue reimpreso en su totalidad en The Economist a principios de 1866, de donde se ha obtenido este comentario (3 marzo, 255).
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(44) Ibidem, passim. Broder ha presentado ya su tesis (París X, 1982) y es posible que sus fuentes, que no se ofrecen en el trabajo publicado en 1973, sean más reveladoras de lo que yo creía. Sin duda su tesis, después de muchos años de investigación, tendrá mucho que decir sobre los detalles de la inversión francesa en España.
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(133) El coste final de los ferrocarriles españoles es una cuestión muy debatida. Se ha llegado incluso a dar la cifra de £ 26.000 por milla. Pero ésta es improbable y el cálculo actual, unas £ 15.000 por milla, está basado en Cordero Y Menéndez, “El sistema ferroviario”, loc. cit., Vol. II: 4, p. 265. Sus cifras son del coste en pesetas por kilómetro hacia 1896. Yo he tomado la peseta en su valor depreciado (para 1896) de 30.065 por libra esterlina (por lo cual estoy en deuda con la Memoria de Norte de 1904 y, además de muchas otras cosas, con Antonio Gómez Mendoza, antiguo miembro de St. Antony's College, Oxford). Gómez ha publicado ya su trabajo de investigación como Ferrocarriles y cambio económico en España, 1855–1915 (Madrid, 1982).
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