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Los llamados diminutivos y aumentativos en el español de México

Published online by Cambridge University Press:  02 December 2020

A. Bruce Gaarder*
Affiliation:
U.S. Office of Education, Washington, D.C

Extract

Este estudio pretende ser un examen minucioso de los numerosos afijos de que se sirve el pueblo mexicano para ponderar, apreciar, calificar, y en cierta medida poner su sello personal a una buena parte de lo que dice. Estos afijos, especialmente los llamados diminutivos y aumentativos, le brindan al mexicano—así como a toda persona de habla española—un medio de exteriorizarse, un vaso sumiso en donde descargar su subjetivismo. En la formación y aplicación de los “apreciativos” es donde el idioma cede más, y más libertad le concede al que lo habla.

Type
Research Article
Information
PMLA , Volume 81 , Issue 7 , December 1966 , pp. 585 - 595
Copyright
Copyright © Modern Language Association of America, 1966

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References

1 Rodolfo Lenz, La oración y sus paries (Madrid, 1935)' pág. 211.

2 El uso “desmesurado” o el “abuso” de los sufijos apreciativos no es, como suele suponerse, un rasgo peculiar del mexicano. En todas las regiones de habla española se nota el mismo fenómeno. Cuando se hagan los estudios regionales que proponen Lenz, Navarro Tomás (Cuestionario lingüístico hispanoamericano, Buenos Aires, 1945) y Amado Alonso (Estudios lingüísticos, Madrid, 1951, págs. 228–229) tal vez resulte que el mexicano sea relativamente sobrio y conservador en este sentido.

3 Cuentos mexicanos de autores contemporáneos (selección, etc., de José Mancisidor) México: Editorial Nueva España, (s.f., pero posterior a 1945). Contiene Abreu Gómez, Acevedo Escobedo, Arreola, Dr. Atl, Azuela Baez, Bassols, F. Benítez, J. M. Benítez, de la Cavada, Campos Alatorre, Campuzano, Castro Leal, Córdova, Ferretis, Garizurieta, Guerrero, Guzmán, Hernández, Herrera Frimont, A. List Arzubide, G. List Arzubide, López y Fuentes, Magdaleno, Mancisidor, Martínez Sotomayor, Monterde, Muñoz, Pavón Flores, Revueltas, Rojas González, Rojas Rosillo, Rozas, Vasconcelos, Vela, y Yáñez. Mariano Azuela, Teatro, México: Botas, 1938.

4 El Universal Gráfico, La Prensa, Zócalo, Ultimas Noticias.

5 Abreviaciones bibliográficas: T se refiere a la obra de Azuela, Teatro; CM se refiere a la colección de cuentos mexicanos.

6 Consta que estos derivados, señaladamente lagartija, encierran también un fondo 1ógico especial. Lenz, hablando siempre de Chile, afirma algo parecido: ón “añadido a adjetivos del lado negativo como chico, malo, triste, enfermo, chueco … etc., significa una disminución de la cualidad” (pág. 215).

7 Aunque lo emplea en un sentido mucho más limitado, se debe a Amado Alonso el feliz concepto “desdibujar la nitidez de perfiles.”

8 V.g., Teodoro Torres, en su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua (El humorismo y la sátira en México, México, 1943, pág. 57), habló de “… la cortesanía exagerada, hija de ese achicamiento individual que da este clima suave y nos torna glicerinosos y cultivadores del abrazo, la sombrereada y el ofrecimiento de casa.”

9 Torquemada escribió a propósito de esto: “… y en la habla, que de pura reverencia y humildad mudan la voz.” (Monarquía indiana, Madrid, 1723, págs. 572, 573). En la actualidad se oye con frecuencia la entonación de humildad. En lugar de dejar caer la voz al terminar una afirmación algunos individuos de las clases pobres, en coloquio con personas “superiores,” suben el tono, produciendo un triste himno a su propia insuficiencia, a lo que un personaje de Jorge Ferretis llamó su “miedo de cuatro siglos.” (CM—Camino de fierro, pág. 322).

Aquí viene igualmente al caso recordar la costumbre entre los aztecas de agregar a los adjetivos en su idioma la terminación respetuosa o reverencial tzin: Moctezuma—Moctezumatzin; Cuauhtemoc—Cuauhtemo(c)tzin; pilli (niño)—piltzintli (niño muy amado), piltzintecutli (señor niñito mío muy amado), piltontli (muchachejo).

10 Todos los ejemplos son de viva voz, de la clase media urbana.

11 Recuérdese el mismo fenómeno en francés: rudement gentille, joliment laide, y en inglés: pretty dirty, pretty ugly. Lenz (pág. 216) señala que en el vernáculo de Chile medio tiene un valor festivo e irónico. Refiriéndose a una herida honda, seria, el hombre del pueblo dirá “Mire, patrón, el medio tajito que me hice.”