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La Tradición Textual De La Atalaya De Las Corónicas Del Arcipreste De Talavera
Published online by Cambridge University Press: 02 December 2020
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Los Estudios de crítica textual no suelen ser la materia más apropiada para los artículos como éste—artículos cuyo principal mérito ha de ser, junto con el interés, la brevedad. Claro es que los lectores que se interesaran en estas cuestiones no se contentarían con la descripción externa de los códices, ni con unas pocas observaciones sobre su valor relativo, sino que también esperarían un análisis paleográfico y diplomático, siquiera somero; la justificación de la genealogía propuesta mediante un buen número de ejemplos; la procedencia y vicisitudes bibliográficas de los ejemplares; los datos, en fin, que sobre tal o cual códice nos haya podido dejar algún personaje de nota que lo poseyó en determinado siglo ... Si pudiera satisfacer cumplidamente todas estas cuestiones, apenas creo que podría agotarlas en un volumen, y tampoco intentaré agotarlas en este breve informe. Por otra parte, al tratar de una obra importante, pero poco estudiada e inédita, como ésta que nos ocupa, también será preciso apuntar algo sobre la estructura y fuentes, antes de pasar revista a los manuscritos a través de los cuales ha llegado hasta nosotros.
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- Research Article
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- Copyright © Modern Language Association of America, 1966
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1 El núcleo del presente artículo lo constituye una ponencia leída en el primer Congreso Internacional de Hispanistas, en Christ Church, Oxford, el 8 de septiembre de 1962. Deseo expresar mi gratitud a la Fundación Guggenheim y a la American Philosophical Society cuya generosa ayuda me permitió viajar a Europa dos veces a fin de hacer estudios de archivos. También quiero agradecer a mi alumno Jerry Craddock que, durante mi seminario en la Universidad de California (Berkeley), me ayudó a colacionar y cotejar algunos pasajes de la Atalaya.
2 El Vencimiento del mundo fue publicado recientemente por Raúl A. Del Piero y Philip O. Gericke en Hispanófila, xxi (1964), 1–29. Este opúsculo se conserva en un ms. único: el escurialense h.iii.24, fols. 67r–79r. En su Catálogo de los manuscritos castellanos de ... El Escorial (i.233), Julián Zarco Cuevas leyó “Alonso Martines de Toledo” el del ms. en que se menciona el nombre del autor. Basándose en esta lectura, citaron como del Arcipreste esta obra Erich von Richthofen, José Simón Díaz, Francisco Cantera Burgos y otros. Sin embargo, la lectura más natural del lugar del ms. en que aparece el nombre del autor es “Alonso Núñez de Toledo” y hay, en efecto, una tradición que, arrancando del siglo XVI, y pasando por las otras centurias sucesivas, hasta la nuestra, da el opúsuculo como de Alonso Núñez de Toledo. Cf. Raúl A. Del Piero, “El Vençimjento del mundo: autor, fecha, estructura,” Nueva Revista de Filología Hispánica, xv (1961), Homenaje a Alfonso Reyes, ii, 377–392.
3 Nadie hasta ahora parece haber puesto en tela de juicio la atribución de las Vidas de San Ildefonso y San Isidoro al Arcipreste de Talavera. Es el caso, no obstante, que el nombre del Arcipreste sólo aparece en uno de los tres mss. de esta obra generalmente citados: el escurialense latino b.iii.1, y no en el texto de ninguna de ambas Vidas sino al final de una traducción del tratado De virginitate Mariae de Ildefonso. Y. si hemos de hacer honor a la verdad, la nota del escurialense no dice siquiera que el Arcipreste tradujera el tratado, sino sólo: “Yo, indigno pecador por mis culpas e deméritos: Alfonso Martínez, de Talavera insufiçiente arçipreste ... fize el presente tractado de la su santa alabança escrevir.” Así que el Arcipreste de Talavera hizo escribir esta traducción: el explicit de ella no dice otra cosa; a pesar de lo cual, el editor dé estas Vidas de San Ildefonso y San Isidoro (Madrid: Clásicos castellanos, 1952), p.lxxxv, alega este pasaje para corroborar la atribución. Pero da una cita recortada. No transcribe: “fize el presente tractado ... escrevir,” sino: “fize el presente tractado, etc. ...” En mi opinión, la diferencia entre “fize” y “fize escrevir” no es para despreciada, porque “fize escrevir” tal vez sólo quiera decir que el Arcipreste pagó a un copista para que transladara un texto ya romanceado, copia cosida después, en un mismo códice, junto con las Vidas. Añadamos que, de los tres mss. de esta obra que suelen citarse (el mencionado del Escorial, el 1.178 de la B. N. M., y el 11 de la B. Menéndez y Pelayo), el de la B. M. P. no contiene más que lo relativo a San Ildefonso, y en una recensión harto diversa de los otros dos—si no se trata ya de un opúsculo distinto.
4 Como veremos, el Codex Egerton 287 es el único de los ocho mss. de la Atalaya que concluye la crónica de Enrique III y añade la de Juan II. En mi opinión, la autenticidad de estas partes finales es sumamente probable. El Codex Egerton forma, dentro del árbol genealógico, una rama aparte. Nuestra filiación muestra que hay dos familias de mss: (1) la representada por el Egerton, y (2) la de los otros siete ejemplares. Por otra parte, la superioridad textual del Egerton es evidente; a lo cual ha de añadirse que, en los otros mss, la narración queda como truncada, en tanto que, en el Egerton, no hay diferencia apreciable de estilo en el lugar en que, en los otros textos, se interrumpe el relato. Si el Egerton estuviera agrupado, en la filiación, junto con otros mss en que faltara la última crónica, dudaríamos de la autenticidad de ésta. En cambio, su posición peculiar dentro del árbol genealógico sugiere aquí lo opuesto: he aquí una razón más para señalar la importancia de la crítica textual en los estudios literarios. En este caso, por ejemplo, el análisis textual nos ayuda a resolver la cuestión del autor.
5 En su Historia crítica de la literatura española, vi (Madrid, 1865), 201, J. Amador de los Ríos afirmó que el Arcipreste había seguido fielmente el cronicón de Isidoro (cf. B. Sánchez Alonso, Fuentes de la historia española e hispanoamericana, i, Madrid, 1927, 10, n. 67: “siguiendo principalmente a San Isidoro”); pero no es así, pues la Historia de regibus Gothorum del Hispalense no es fuente directa, ni mucho menos, de la Atalaya de las corónicas. He aquí un ejemplo: Alfonso Martínez de Toledo relata la batalla de los Campos Cataláunicos en unas mil palabras, resumiendo el extenso cap. 413 de la Primera crónica general. Poco o nada podía haber sacado, para su relato, de la brevísima referencia de Isidoro (apenas unas sesenta palabras: Patrologia Latina, ed. J. Migne, lxxxiii, col. 1065, n. 25).
6 El Arcipreste pudo haber tenido a la vista una refundición, harto trastocada, de la historia de Rasis: una recensión distinta de la que se incluyó en la Crónica dé 1344 mas tan libre como ella. Cf. Juan Menéndez-Pidal, Leyendas del último rey godo (Madrid, 1906), pp. 23 ss.
7 El fragmento va transcrito según L: Codex Egerton 287, fol. 108v–109v. Las variantes colacionadas son de: P: Biblioteca del Palacio de Oriente (Madrid): ms. 1892; V: Codex Palatinus Vindobonensis Hispanicus 3424*; H: Academia de la Historia (Madrid): ms. 26–1–21; E: Ms. escurialense x.i.12. Conservo, en la transcripción, las grafías del original. Van en bastardillas las letras suplidas en la resolución de las abreviaturas. La copulativa r va transcrita “y.” Separo la preposición de su complemento. Introduzco la acentuación y puntuación modernas. El signo ¶corresponde a los calderones rojos del original.
8 El espisodio del mal arcipreste se hallará en el cap. 711 de la Primera crónica general, ed. de Ramón Menéndez Pidal (Madrid, 1955), ii, 413.
9 En la comparación que sigue, la Atalaya va transcrita según L: Codex Egerton 287; la Primera crónica general, según la ed. citada, cap. 690.
Atalaya, fol. 101r
¶Pero a ti, mi Dios y mi Sennor digo mi culpa y suplícote, avnque indigno, que me des vitoria de la bárbara gente que contra mí viene, y contra la tu santa fee, ¶ porque por mí, sieruo tuyo, sea la christiana perfecçión ensanchada, donde amenguada por nuestras culpas fasta aquí ha sido. ¶M, Dios verdadero: óyeme, váleme, ayúdame; pues syn ti la fuerça del más fuerte es commo verga flaca en mano de onbre fuerte. ¶Por ende, te Ruego que me des esfuerço, y a los míos que me acomendastes—todos tuyos y yo con ellos—que podamos vençer este maldito pueblo de moros, enemigo de la christiandad.
PCG 393-b-20
Mas perdoname tu, sennor, et dame esfuerço et ayuda contra aquella yent pagana que uiene destroyr a Castilla, ca si la tu non amparas, yo por perdida la tengo.
Como me recuerda mi alumno, Jerry Craddock, la frase “como verga flaca en mano de hombre fuerte,” de cuño bíblico, fue usada por algún poeta, e. g.: Arnaut Daniel: “De mi pot far l'amors qu'inz el cor m'intra / mieills a son vol c'om fortz de frevol verga.” Cf. R. T. Hill and T. G. Bergin, Anthology of the Provençal Troubadours (New Haven, 1941), p. 80.
10 E. g., Mario Penna, en su ed. del Arcipreste de Talauera (Turín, 1956), p. xiv.
11 Cf. A. Bonilla y San Martín, Anales de la literatura española, años 1900–1904, p. 212; “La crónica intitulada Atalaya de las corónicas, escrita en 1443 y todavía inédita, merecía que el señor Pérez Pastor se hubiese detenido en la descripción del manuscrito de la Real Academia de la Historia, único citado, y muy digno de ver pronto la luz pública” (citado después por E. von Richthofen, Zeitschrift für Romanische Philologie, lxi, 1941, 434, n. 1).
12 Lo describe Pérez Pastor sucintamente en su ed. del Corbacho (Madrid: Bibliófilos Españoles, 1901), pp. xiv ss., y se vale de este texto de la Atalaya para añadir alguna noticia biográfica sobre el Arcipreste de Talavera. Como se ha visto, A. Bonilla y San Martín (cf. supra, n. 11), al reseñar el estudio de Pérez Pastor, tampoco conoce otro ms de la Atalaya.
13 Francisco Pérez Bayer en sus adiciones a Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana vetus (Madrid, 1788), ii.249, núm. 325, n. 4, supone que la Atalaya de las corónicas es el mismo Espejo de las historias o Speculum historiarum que, en su Invencionario, dice haber compuesto el bachiller Alfonso de Toledo, vecino de Cuenca. El error fue advertido por J. Amador de los Ríos, Historia crítica de la literatura española, vii (Madrid, 1865), 166, que reconoció que el Espejo debía ser obra de carácter universal, en tanto que la Atalaya era una historia nacional. En efecto, según nos lo dice el propio autor, el Espejo es un “compendio ... de todos los varones ilustres y famosos, así en santidad como en potençia, en fortaleza y en çiençia, que desde Adam fasta ... Juan XXII fueron en el mundo” (Invencionario, ms. 9212 de la Biblioteca Nacional de Madrid, fol. 118v). Del inédito Invencionario conozco hasta el momento los siguientes mss:
B.N.M. ms. 7252. Copiado en 1474. Fue propiedad de José Amador de los Ríos.
B.N.M. ms. 9219 (signatura antigua Bb, 65). Copiado entre 1460 y 1467. Procede de la biblioteca del Conde de Haro.
B.N.M. ms. 7810 (signatura antigua: V.174). Siglo XV. Fue propiedad de Bartolomé J. Gallardo.
B.N.M. ms. 4295 (signatura antigua: 99). Siglo XV. Procede de la biblioteca del conde de Miranda.
B.N.M. ms. 9755 (signaturas antiguas: 12–2, Ff 28, 81). Siglo XV.
B.N.M. ms. 6936 (signatura antigua: T, 17). Siglo XV. Biblioteca Universitaria de Salamanca, ms. 2421 (antes núm. 122 del Colegio Mayor de Cuenca). Siglo XV.
B.U.S. ms. 2406 (antes VII-C-4 del Colegio Mayor de San Bartolomé). Siglo XV.
Ms. escurialense h.ii.24 copiado por Antonio de Córdoba en 1485.
Ms. escurialense x.iii.4. Copiado en 1467 por García de Medina en Valladolid.
Biblioteca Nacional de París: ms. Class. 1860, n. 204. Siglo XV.
A mi alumno Philip O. Gericke debo la información sobre la fecha y procedencia de algunos de los mss de la B.N.M. Cf. Raúl A. Del Piero, “Sobre el autor y fecha del Invencionario,” Hispanic Review, xxx (1962), 12–20. En vista de la data de algunos de los mss de la B.N.M. (especialmente el núm. 9219), la fecha que para la composición del Invencionario proponíamos en ese artículo tendría que adelantarse unos pocos años: el bachiller Toledo debió comenzar a escribir su tratado poco antes de 1460.
En cuanto al Espejo de las historias, no conozco hasta ahora ms alguno. El mismo Amador de los Ríos, que quiere, al parecer, dar la impresión de haber visto el Espejo, debió conocerlo sólo a través de las referencias del Invencionario pues apartándose de su práctica habitual, no cita del Espejo ningún ms, ni da de él ningún dato que no hubiera podido conjeturar o deducir de dichas referencias.
14 C. Nicolás Antonio, Bibliotheca Hispana vetus (Madrid, 1788), ii, 249, núm. 325.
15 Cf. Walter C. Kraft, Codices Vindobonenses Hispanici (Corvallis, Oregon, 1957), pp. 4–5.
16 G. Cirot, “Note sur l'Atalaya de l'Archiprêtre de Talavera,” Homenaje a Menéndez Pidal (1925), i, 355–369; y sus “Notes complémentaires...” en el Bulletin Hispanique, xxviii (1926), 140–154.
17 Mariano Quintanilla, La biblioteca de Colmenares (Segovia: Instituto Diego de Colmenares, 1951), p. 6. En su estudio cita también Quintanilla a Teófilo Ayuso, Algunos libros de la biblioteca de Colmenares (Segovia, 1951).
18 Este ms de la Crónica de Enrique III del canciller Ayala es hoy el núm. 1968 de la biblioteca universitaria salmantina. Fue antes el ms. 16 del Colegio Mayor del Arzobispo y estuvo después en la Biblioteca de Palacio, durante más de un siglo.
19 Sabemos que el ms fue propiedad de Uguina por noticia contenida en el Epistolario de Manuel José Quintana, ed. E. Díaz-Jiménez (Madrid, 1933), p. 36. La fecha en que allí se nos dice que el ms pasó a Inglaterra coincide, en efecto, con la de su adquisición que consta en el Museo Británico.
20 Sobre el translado de los mss salmantinos a la colección patrimonial del rey y su vuelta a la biblioteca universitaria, cf. Raúl A. Del Piero, “Sobre el autor y fecha del Invencionario,” Hispanic Review, xxx (1962), 16, n. 11.
21 Cf. la ed. del Corbacho por Martín de Riquer (Barcelona, 1949), p. 10, n. 1.
22 Fue mandada sacar para la Real Academia Española por Campomanes siendo éste director de la Academia de la Historia, y copiada sobre H (cuyo translado, a su vez, se concluyó el 17 de octubre de 1755).
23 Guía de la Biblioteca Central de la Diputación Provincial de Barcelona (Barcelona, 1959), p. 95. Es el ms. 1040.
24 R. Menéndez Pidal, Catálogo de la Real Biblioteca ... (Madrid, 1918), pp. 167–169. En la p. 167 dice Menéndez Pidal que la copia del siglo XVIII conservada en Palacio se sacó sobre el translado de Campomanes. Recordemos que la copia del siglo XVIII custodiada en la Real Academia (cf. supra, n. 22) también es copia de H.
25 Cf. supra, n. 16. El códice había sido descrito medio siglo antes por Pascual de Gayangos, Catalogue of the Manuscripts in the Spanish Language in the British Museum (Londres, 1875), i, 194.
26 Erich Freiherr von Richthofen, “Alfonso Martínez de Toledo und sein Arcipreste de Talauera. Ein kastilisches Prosawerk des 15. Jahrhunderts,” Zeitschrift für Romanische Philologie, lxI (1941), 27–537. La descripción de V se hallará en las pp. 430–433.
27 Raúl A. Del Piero, “La Corónica de Mahomad del Arcipreste de Talavera,” Nueva Revista de Filología Hispánica, xiv (1960), 21–50.
28 Diego de Colmenares, Historia de ... Segovia (Madrid: Diego Díez, 1640), p. 63 (p. 116 de la ed. de Segovia, 1921).
29 E. g., la abreviatura “jhrlm” por Jerusalem. El ms del siglo XV que adquirió Campomanes, hoy perdido, debió haber sido copiado lujosamente, igual que otros ejemplares transladados en letra gótica durante ese siglo (e.g., el escurialense h.ii.24, cit. supra, n. 13). La letra gótica solía reservarse, por entonces, para los ejemplares hechos con especial esmero.
30 Cf. Neuva Revista de Filología Hispánica, xrv (1960), 35, n. 22: “Algunas de las erratas de H presentan formas intermedias entre la lección genuina de un ms. y la más corrupta de otro, por ejemplo: seta dimoras, verdadero puente entre la corrupción seta diyaoras de V y la forma correcta seta de moros.”
31 R. Menéndez Pidal, La leyenda de los Infantes de Lara (Madrid, 1896), p. 75, n. 1.
32 R. Menéndez Pidal, Rodrigo, el último godo (Madrid: Clásicos castellanos, 1925), p. 179.
33 La designación no parece convenir etimológicamente, ya que significa simple, o sencillo, y la llamada hapología no es, por cierto, una simplificación sino un salto involuntario. Usan algunos el término, sin embargo, en este sentido (e.g., J. O. Crosby, en su excelente trabajo sobre la tradición textual de la Politica de Dios de Quevedo).
34 En el citado artículo de la Zeitschrift für Romanische Philologie, lxi (1941), 432, Richthofen supone que P y V son los mss más antiguos, pero no ofrece pruebas.
35 Elogio de la Reina Católica doña Isabel (Madrid, 1821), p. 452, número 112 del Inventario. Clemencín anota al pie: “Pudo ser la Atalaya de las crónicas compuesta por Alonso de Toledo, natural de Cuenca, que vivió en el siglo XV, y que D. Francisco Bayer creyó ser el mismo que el autor del Invencionario, dedicado al Arzobispo D. Alonso Carrillo.” Véase sobre esto lo apuntado arriba: n. 13. De aquí se echa de ver cuán poco conocida era, por aquellos años, la Atalaya, entre los estudiosos de la historia.
36 Hacia el final del fol.64v de L, por ejemplo, se nos dice que en la batalla entre Tarif y Rodrigo murieron doscientos mil de los hombres de éste. La variante cien mil de la transmisión palatina es unánime aquí contra L, y concuerda con la tradición alfonsi.
37 En la transcripción que sigue, todo lo que va entre [], entre “La causa desto fue que este rrey ...” y “... este rrey Atila se trabajaua y esforçaua quanto podía en la espada,” falta en L (fol. 14v) y va suplido según V (ambos lados del fol. 8). Hay una laguna de siete palabras y varios errores evidentes de V que también corrijo entre [] según P. El relato corresponde al comienzo de la batalla de los Campos Cataláunicos, cuando Tendefredo y Constancio salen al encuentro de Atila y sus aliados. La cita comienza en el fol.14r de L:
E después, en el catorzeno anno adelante, seyendo commo dixe liado con los Romanos, él y Constancio Patricio, adelantado de los Romanos en Castilla, allegáronse en vno con todas sus gentes de armas, y fuéronse contra el Rey Atila, que venía muy poderoso contra los Romanos ... e fiándose mucho este Rey Atila en el muy grande poderío que traýa, y demás fiándose en vna espada encantada que traýa, la qual fuera de Luçiano, el grand guerrero canpeador: [la causa desto fue que este rrey Atila auía grand aborresçimjento con los godos, e por esta rrazón fueron juntados tantos rreyes contra los godos [e contra los Romanos. E los godos] commo sopieron la venida de aquestas gentes, commo dicho auemos, ayuntáronse todos en vno e ovieron su acuerdo cómmo fiziesen, ca de antes se auían movido para yr contra ellos, por quanto auía[n] sabido çiertamente que venían todos juntamente contra ellos; e ansý duraron bien veynte días en se allegar todas las gentes de la vna parte e de la otra, por manera que todos se aperçebían muy fuertemente. E cada qual punava, por la honor, por rrazón que estos báruaros, segund se dezía, demandauan la terçia parte de los canpos de Ytalia. Este rrey Atila, varón graue e fuerte, que anpachaua su demanda a todos los godos e a los Romanos; e de la otra parte la grand enemistad que entre ellos de antiguo avía, por rrazón [que] vn tienpo començaron a trauar grandes guerras las prouinçias e [regiones] çercanas del Romano inperio; e ansý el enperador, por librar a sý e al inperio, mouió tracto con los godos para que se pasasen contra estas gentes e ganasen las çibdades que los tiranos injustamente poseýan. E asý el rrey Tendefredo, mouido por la tal causa [H: del Emperador de los Romanos, e por la causa] que él no se syntía tanto poderoso, [V: fol. 8v] fuéronse todos juntos liados e concordados de fazer esta guerra contra estos [H: estragodos e] gentes bárbaras que se auían juntadas contra ellos, segund que dicho auemos. Hordenaron bien todas sus azes e capitanes de las gentes que leuauan consigo, e no menos fizo este rrey Atila con todos los Reyes e gentes que se auían juntado con él, ca se esforçaua e trabajaua [de los] cabdillar e gouernar, por manera que no se perdiese cosa ninguna de la honrra suya. E commo vos diximos antes desto: este rrey Atila se trabajaua e esforçaua quanto podía en la espada], la qual por fecho de ventura vn pastor ouiera fallada en los canpos, guardando sus vacas ...“
Digamos, de paso, que la leyenda de la espada mágica forma parte de la tradición de Jordanes, autor del Liber de Gothorum origine (cf. Theodorus Momsen, Monumenta Germaniae historicae, Berlín, 1882, p. 183, y la Primera crónica general, ed. cit., i.235-a). En lo que atañe a la crítica textual, nótese que el pasaje “la causa desto ... en la espada,” suprimido en L, tiene todas las trazas de una interpolación posterior. No hay, en realidad, homæoteleuton; y la lectura de L parece completa tal como está: “... la qual fuera de Luçiano, el grand guerrero canpeador, la qual por fecho de ventura vn pastor ouiera fallada en los canpos...” Adviértanse, además, los errores peculiares de V: la omisión de las palabras e contra los Romanos e los godos; rreligiones por rregiones; estrannas gentes donde H tiene estragados e gentes (P: estradogos e gentes). El salto du même au même “del Emperador de los Romanos e por la causa” es común P y a V, y fue suplido de H.