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Representaciones de “las yucatecas”: Ficciones fundacionales en el periódico peninsular el Museo Yucateco, 1841–1842

Published online by Cambridge University Press:  10 June 2022

Romina A. España Paredes*
Affiliation:
Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, Mérida, Yucatán, México
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Resumen

Este artículo tiene como objetivo analizar las representaciones discursivas de “las yucatecas” presentes en el periódico literario el Museo Yucateco (1841–1842), como parte de las ficciones fundacionales de la identidad yucateca que fueron configuradas por la élite criolla de Yucatán, cuanto esta entidad era independiente de la nación mexicana a mediados del siglo XIX. Se observará que esta construcción de la identidad regional se basa en un discurso nacionalista apropiado por la ideología regionalista y que posee en una estructura patriarcal de carácter binario, la cual imagina las identidades políticas de modo iconizado (lo público y lo privado) y modela el poder del sujeto masculino sobre el femenino como parte de su búsqueda de una hegemonía política y simbólica.

Abstract

Abstract

This article analyzes the discursive representations of “the Yucatecan woman” present in the literary newspaper the Museo Yucateco (1841–1842), as part of the foundational fictions of Yucatecan identity that were configured by the Yucatecan elite, when Yucatán was independent of the Mexican nation in the mid-nineteenth century. This construction of regional identity is based on a nationalist discourse appropriated by regionalist ideology. It has a patriarchal, binary structure that imagines political identities in an iconized way (the public and the private) and models the power of the male subject over the female as part of his search for political and symbolic hegemony.

Type
Regional Culture
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Creative Common License - CCCreative Common License - BY
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© The Author(s), 2022. Published by Cambridge University Press on behalf of the Latin American Studies Association

La primera mitad del siglo XIX mexicano se caracterizó por un proceso de construcción de identidades nacionales por parte de las élites criollas. Herederos de una cultura europea, estos grupos privilegiados se encargaron de inventar la patria en un contexto marcado por el derrumbe de la unidad colonial, los fracasos constitucionales por consolidar una república representativa y, especialmente, el enfrentamiento entre facciones políticas. En este sentido, el proyecto criollo de construcción de la nación asumió, durante la mitad del siglo, una tendencia ideológica republicana que se debatía ante la imposibilidad por definirse como una nación homogénea —debido a la diversidad de sus culturas y territorios—, así como por las consecuencias generadas a causa de la caída del federalismo frente al centralismo. Footnote 1 El esfuerzo por parte de las élites criollas por construir la nación a través de la producción de representaciones simbólicas, particularmente a través de la escritura, respondió en gran medida a las problemáticas sociales y culturales que caracterizaron este complejo y conflictivo período de la historia mexicana.

Estas representaciones simbólicas presentes en los discursos criollos en México, que se difundieron a través de la literatura y la prensa periodística, también pueden ser concebidas como ficciones fundacionales de la nación (Bhabha Reference Bhabha2010; Schmidt-Welle Reference Schmidt-Welle2003a) imaginadas por esta comunidad privilegiada. Cabe señalar que dichas ideas imaginadas (Anderson Reference Anderson2007) o ficticias sobre la nación, formaban parte de una lógica cultural euroamericana de las élites criollas que se apropiaron de discursos de la Ilustración y el Romanticismo europeo sobre la nación (Pratt Reference Pratt2010). Dentro de esta concepción de la nación es posible reconocer un sistema de valores patriarcales que reiteraban la dominación de los hombres sobre las mujeres, así como se fundaban en la relación jerárquica del hombre hegemónico sobre otros hombres considerados inferiores (Millet Reference Millet2000), en este caso los indígenas mayas contemporáneos.

La cercanía entre el discurso de la nación y el patriarcal es evidente en dos abstracciones ficticias que, para Joan Scott (Reference Scott2017), fueron la base de las teorías de la representación del ciudadano dentro de la República y, por tanto, también fueron los requisitos para su participación política: la nación y el individuo. La exclusión de las mujeres como ciudadanos, explica Scott, no solo resultaba del hecho de que no eran consideradas individuos autónomos, sino en que personificaron la diferencia sexual, idea que fue tomada por los ilustrados como plantilla de una división general. Con ello, la exclusión de la mujer como ciudadano cumplía una función simbólica, recordar la diferencia como una amenaza a la unidad nacional y, por lo tanto, necesaria para reafirmar dicha unidad homogénea de la nación.

En el contexto mexicano del siglo XIX, la prensa periodística ocupó un lugar central en la producción y difusión de las ficciones fundacionales de la identidad nacional que, al mismo tiempo que reafirmaba la supremacía del hombre criollo, buscaba generar una homogenización de la nación. El lugar privilegiado de las élites criollas —conformada primordialmente por hombres blancos y letrados— en la difusión y la recepción de las publicaciones periódicas hizo de los periódicos, boletines, revistas y folletos de la época el campo de batalla ideal para las vívidas luchas nacionalistas y partidistas, Footnote 2 así como se convirtieron en el espacio donde se borraban las fronteras entre el papel del político y del escritor (Camarillo Reference Camarillo, Clark de Lara and Speckkman2005; Clark Reference Clark de Lara, Clark de Lara and Speckkman2005). Habitadas por un mismo grupo de letrados, la prensa y la literatura de este siglo conjuntaban a sujetos criollos autorizados, quienes crearon discursos que tenían como finalidad inventar el país como una nación soberana, a partir de la exaltación de su naturaleza y geografía, la grandeza de su historia y de sus hombres (Taracena Reference Taracena Arriola2010; Martínez Reference Martínez2000; Pérez Reference Pérez2003).

A la par de la invención de la identidad nacional mexicana llevada a cabo por las élites criollas del país durante la primera mitad del siglo XIX, en Yucatán este grupo conformado por intelectuales, escritores y políticos se encargó de configurar una identidad regional. Así, mientras el proyecto criollo de construcción de la nación asumió, durante la primera mitad del siglo, una tendencia ideológica republicana que pretendía una unidad nacional, los discursos de las élites criollas yucatecas sobre la identidad nacional estuvieron marcados por los movimientos regionalistas y separatistas que definieron su rumbo político en las primeras décadas del siglo XIX.

Si bien Yucatán se había anexado a la nación mexicana en 1821, tras el fracaso iturbidista en decretar una constitución representativa, se unió a la diputación provincial de Guadalajara en su autodenominación como “estados soberanos”, declarando un poder legislativo propio. A este acto se integraron las demás provincias del país, generando una crisis en el Congreso y la emergencia del sistema político federal en la Constitución de 1824. A partir de este año, Yucatán se pronunció por un federalismo que lo llevaría a enfrentarse con el centralismo instaurado en 1834. Footnote 3 La primera ruptura con el gobierno centralista fue la rebelión de Santiago Imán en 1839, que condujo a la caída de este régimen en Yucatán y marcó el inicio de una etapa independentista en la región a lo largo de 1840 y 1850. En este período, Yucatán se construyó como una patria o nación independiente a México.

Siendo el primer periódico literario del Yucatán independiente, el Museo Yucateco (1841–1842) cumplió un papel fundamental en la representación de ficciones fundacionales de la identidad protonacional yucateca. Aunque esta importante función política y literaria ha sido un tema convenido por la crítica (Peniche Vallado Reference Peniche Vallado and Méndez1987; Taracena Reference Taracena Arriola2010), en este artículo me interesa analizar la compleja relación que existe en esta publicación periódica entre el discurso nacional regionalista y el discurso patriarcal presente en los sujetos de enunciación y las representaciones de la yucateca y el yucateco. Considero que esta relación se basa en una estructura de carácter binario, que hace ostensible el papel fundamental de la dominación de la mujer para la fundación de la identidad yucateca en el siglo XIX.

Para lograr este objetivo, primero realizaré un planteamiento general sobre algunas nociones de nación desarrolladas desde los estudios culturales y poscoloniales, con el fin de destacar el carácter ficticio y fundacional de las representaciones nacionalistas; posteriormente me detendré en el caso de la prensa yucateca y el Museo Yucateco, y finalmente presentaré un análisis del sujeto de enunciación masculino y de las representaciones ambivalentes identidades de “las yucatecas” en relación al de los yucatecos como ángel del hogar y madre de la patria.

Ficciones fundacionales de la nación: Apropiaciones y patriarcado

Con la finalidad de profundizar en las representaciones de la identidad yucateca como ficciones fundacionales presentes en los discursos del Museo Yucateco, será necesario reflexionar sobre el concepto mismo de nación como ficción y su relación con un discurso patriarcal. El concepto de nación ha sido tema de interés para los estudios culturales y poscoloniales, los cuales han enfatizado la necesidad de redefinir esta categoría que ha marcado las identidades políticas y culturales en las sociedades modernas.

En su obra Comunidades imaginadas, Benedict Anderson (Reference Anderson2007, 23) definió la nación en términos de “una comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana”. La idea de la nación como comunidad se funda en la imagen de homogeneidad creada a partir de la definición de su soberanía y límites, imaginados por un grupo social específico y privilegiado que tiene la labor de inventar generalmente desconociendo la heterogeneidad de la realidad y la ambivalencia de sus límites. En el siglo XIX europeo, este grupo privilegiado era conformado por los hombres de la revolución y los fundadores de las ideas modernas sobre la nación y el individuo.

En este sentido, cabe retomar las observaciones de Homi K. Bhabha (Reference Bhabha2010) sobre la nación como una forma narrativa dotada de estrategias textuales. Para Bhabha, la cultura nacional no está unificada, sino que se caracteriza por una ambivalencia en la construcción de su discurso, lo que hace de la nación una de las principales representaciones culturales de la modernidad marcadas por la ambivalencia ideológica. De manera que “en cada una de estas ‘ficciones fundacionales’, los orígenes de las tradiciones resultan tanto actos de adhesión y establecimiento como de repudio, desplazamiento, exclusión e impugnación cultural” (Bhabha Reference Bhabha2010, 16). Este planteamiento nos permitirá entender a la nación como una representación cultural inmersa en una situación de ambivalencia entre las partes que busca abarcar (totalizar, incluso, homogenizar), en la que intervienen las contradicciones, los antagonismos y las negociaciones de diferentes grupos sociales y culturales. En su interior, y en búsqueda de una ficticia unidad, se excluye la diversidad. Como se analizará más adelante, el esfuerzo de los editores y colaborares del Museo Yucateco apuntaba a esta finalidad totalizadora de la identidad yucateca, basada en la exclusión del otro y la homogeneización de la diversidad por parte de una élite dominante.

En el particular contexto latinoamericano del siglo XIX, Friedhelm Schmidt-Welle (Reference Schmidt-Welle2003a) enfatiza la idea de “ficción fundacional” de la nación no solo como la representación discursiva de ciertas realidades históricas, sino en tanto representaciones simbólicas de una realidad cuya construcción se realiza precisamente a partir de ficciones; es decir, la influencia de aquello imaginado por las élites criollas sobre las prácticas sociales de la realidad mexicana. Asimismo, la nación también puede ser entendida como ficción, “sobre todo si consideramos la contradicción entre la supuesta homogeneidad de esta categoría en sus versiones dominantes durante el XIX y la heterogeneidad real de las sociedades latinoamericanas” (Schmidt-Welle Reference Schmidt-Welle2003a, 11). Esta noción de ficción nos permitiría entender las identidades ficticias de las yucatecas y los yucatecos en el Museo Yucateco como una contradicción entre una homogeneidad imaginada y la heterogénea realidad de Yucatán a mediados del siglo XIX.

Cabe señalar que estas ideas ficticias o imaginadas sobre la nación, formuladas en los discursos de las élites criollas latinoamericanas, formaban parte de una lógica cultural euroamericana que se apropió de discursos de la Ilustración y el Romanticismo europeo sobre la nación. Para Mary Louise Pratt (Reference Pratt2010), los sujetos criollos trasladaron varios discursos hegemónicos en el proceso de la autoinvención de sus identidades nacionales, tal como sucedió con los discursos en torno a la nación, el progreso y la modernidad. Pratt señala que la apropiación de estos discursos hegemónicos es en realidad producto de un proceso de “transculturación”, Footnote 4 realizada por la inquietud de legitimar una identidad nacional propia basada en una “lógica cultural euroamericana” (Pratt Reference Pratt2010, 319). Footnote 5 En el contexto yucateco, la ideología regionalista se apropió de distintos discursos ilustrados y liberales sobre la nación, en los cuales convivían ideas contradictorias (religiosas, republicanas, separatistas, etc.) en relación a la dominación del otro indígena y, de especial interés para este trabajo, de la mujer.

Asimismo, en las apropiaciones que la élite yucateca realizó del discurso de la nación es posible reconocer un sistema de valores patriarcales que reiteraban la dominación de los hombres sobre las mujeres, y que se fundaban en la relación jerárquica del hombre hegemónico sobre otros hombres considerados inferiores (Millet Reference Millet2000). Al respecto, Joan Scott (Reference Scott2017) señala que, desde finales del siglo XVIII, con la Revolución francesa y como parte de las ideas de las Ilustración, la república fue concebida en Europa como dos abstracciones ficticias, la del individuo y la nación. En este marco de ideas, la exclusión de las mujeres de la ciudadanía respondía a un conjunto de oposición binaria “que posicionaban a las mujeres en términos de lo concreto, lo emocional y lo natural (por tanto, no susceptibles de abstracción) y a los hombres en términos de la razón y la política (por tanto, operantes totalmente en la esfera de la abstracción)” (Scott Reference Scott2017, 37). Footnote 6

En el contexto latinoamericano, como ha estudiado Lee Skinner (Reference Skinner2006), el llamado “problema de la mujer” y su papel en la sociedad fue de gran interés en la prensa periodística escrita en su mayoría por hombres pertenecientes a las elites criollas de sus países. Skinner señala que la literatura exploró esta relación de la mujer con la vida nacional de sus países en conocidas novelas como Martín Rivas de Alberto Best Gana, María de Jorge Isaacs y Ave sin nido de Clorinda Matto de Turner (Skinner Reference Skinner2006, 61); al igual que en revistas dirigidas a mujeres como La Semana de las Señoritas Mexicanas (1851) en México, o El recreo de las niñas (1864) en Argentina (Skinner Reference Skinner2006, 64–5). En este sentido, cabe considerar que el tema de la mujer formaba parte importante de los discursos de las ficciones fundacionales de las nacientes naciones del continente, que al mismo tiempo que intentaban definir una nación homogénea frente a la diversidad política y étnica que caracteriza a la región, también lidiaban con la alteridad de la mujer y su lugar en la nación.

En el contexto mexicano de mediados del siglo XIX, la prensa dirigida hacia las mujeres concebía su labor patriótica de instruir a la mujer en el espacio privado. Por lo tanto, uno de sus principales objetivos era la moralización de las mexicanas para que estas ocuparan su lugar en la sociedad como responsables del hogar y de la familia, base de la nación mexicana.Footnote 7 Dirigidos a las lectoras pertenecientes a la clase media y alta, quienes tenía los recursos y el acceso a este tipo de textos, la prensa veía en la instrucción moral de la mujer un factor imprescindible para la crianza de los buenos ciudadanos en el hogar.

Las respuestas acerca de la diferencia de la mujer derivaron en distintas representaciones, la mayoría dotadas de ambivalencias simbólicas y vinculadas a las figuras domésticas de la madre y la esposa, reducidas al espacio privado del hogar y excluidas del espacio púbico, pero que a su vez cumplía una función en la sociedad. Antes de adentrarme en el análisis de estas representaciones, en lo que sigue me detendré en el caso del Museo Yucateco y su importante rol en la fundación de la identidad yucateca.

Museo Yucateco: Fundando la identidad yucateca

El esfuerzo por parte de las élites criollas por construir la identidad yucateca tuvo como principal recurso la producción de representaciones simbólicas, particularmente a través de la escritura. Anteriormente señalamos que, tal como ocurrió en otras regiones de México y América Latina, la prensa periodística ocupó en esta región del país un lugar central en la producción y difusión de las ficciones fundacionales de la identidad nacional. Al mismo tiempo que reafirmaban la supremacía del hombre criollo, buscaban generar una homogenización de la identidad yucateca ligada a las ideas y proyectos políticos regionalistas.

Desde llegada de la primera imprenta a Yucatán en 1813, proliferaron las publicaciones periódicas en la región con el objetivo de comunicar las disposiciones gubernamentales, pero especialmente estas publicaciones fueron el “instrumento de acusación y difusión por parte de las diferentes facciones que apelaban por el control de las instituciones de poder” (González Reference González Calderón2014, 81). De este modo, en los primeros cuarenta años del siglo XIX, la prensa peninsular se caracterizó por representar los enfrentamientos entre las distintas facciones de conservadores y liberales de la élite criolla yucateca. En las primeras dos décadas, este choque entre grupos estuvo encabezado por los conservadores rutineros y los liberales sanjuanistas en los periódicos El Misceláneo (1813–1814), El Aristarco (1813), El Redactor Meridano (1813), Clamores de la Fidelidad Americana contra la Opresión o Fragmentos para la historia futura (1813–1814), El Sabatino (1814–1815) y El Filósofo Meridano (1814–1815). En la década entre los años treinta y cuarenta, el conflicto se transformó en la lucha de los federalistas contra los centralistas. Footnote 8 Entre los temas más importantes que guiaron el debate político se destacaban las disputas en torno al movimiento separatista yucateco, al igual que el conflicto armado conocido como la “guerra de castas” que estalló en la región en 1847. Footnote 9 El retrato de estas luchas ideológicas entre facciones se plasmó en los periódicos El Siglo XIX (1840–1847, 1850–1853), El Samaritano (1841), El Espíritu del Siglo (1841–1842), El Independiente (1842–1844), El Anteojo (1843), El Vigilante (1845), El Bullebulle (1847), Mosaico (1849–1851), El Fénix (1848–1851), El Registro Yucateco (1845–1849) (Cortés Reference Cortés2013), así como en el periódico que compete a la presente investigación: el Museo Yucateco (1841–1842).

La importancia del Museo Yucateco como el primer periódico literario peninsular es un tema convenido por la crítica (Peniche Vallado Reference Peniche Vallado and Méndez1987; Taracena Reference Taracena Arriola2010; Suárez Reference Suárez Turriza and Corral2014). A partir de su publicación en enero de 1841 en Campeche —entonces parte de Yucatán—, este periódico significó el tránsito de una prensa de opinión y comercial a una literaria.Footnote 10 Acompañado del encabezado Periódico Científico y Literario, el Museo Yucateco consta de un total de diecisiete entregas, cada una con cuarenta páginas impresas a dos columnas. Si bien el periódico fue una publicación mensual que se prolongó hasta mayo de 1842, el total de sus “cuadernos”, como los llamaron sus editores, conformaron dos tomos: el primero compuesto por los doce cuadernos publicados de enero a diciembre de 1841; y el segundo por cinco cuadernos que abarcaron el período de enero a mayo de 1842. Footnote 11 El alcance de su publicación a lo largo del territorio peninsular es mencionado por los propios editores en el periódico. Así, en enero de 1841 la distribución del periódico abarcó las ciudades peninsulares de Campeche, Mérida, Valladolid, Tekax, Izamal, Tizimín y El Carmen, y Villahermosa en Tabasco. Para abril del mismo año se incluyeron Hecelchakán, Sisal, Espita y Motul. Sin embargo, en 1842, el periódico se distribuyó únicamente en Campeche, Mérida, Valladolid e Izamal.

Sin duda, la importancia del Museo Yucateco está vinculada al destacado papel del jurista, escritor, diplomático e historiador yucateco, Justo Sierra O’Reilly (1814–1861), quien comenzó a idear este documento desde 1838, mientras realizaba sus estudios en derecho en la Ciudad de México. Sin embargo, fue hasta 1841, una vez en Campeche, que logró realizar esta empresa editorial junto con el impresor José María Peralta. Sierra O’Reilly —quien a partir de 1842 asumió el título de editor principal—, era una figura reconocida por su destacada labor política y literaria como representante de la facción federalista, entre cuyos intereses se encontraba la defensa y promoción de la soberanía de Yucatán como una nación independiente a México. Las ideas regionalistas y separatistas —de quien fuera comisionado por su suegro y gobernador de Yucatán en 1847 a realizar un viaje a los Estados Unidos para negociar la soberanía de esta región, en plena intervención norteamericana (véase España Reference España2011, Reference España and Taracena2013, Reference España2019)— se encuentran expuestas tanto en sus textos literarios firmados en su mayoría bajo el anagrama “José Turrisa”, como en sus notas editoriales y ensayísticas que forman parte del Museo Yucateco. Footnote 12

Si bien la valiosa labor literaria y política de Sierra O’Reilly es evidente en el Museo Yucateco, también fue importante la colaboración de otras personalidades de la élite intelectual que compartía intereses políticos y una posición económica privilegiada que les permitió financiar la empresa, entre ellos: Vicente Calero Quintana, Wenceslao Alpuche, José Hernández, Leandro José Camacho (“L. J. C.”) y Francisco Martínez de Arredondo (“F. M. de A.” y “S. P.”). Entre los numerosos vínculos que compartían los editores y colaboradores de este periódico, Arturo Taracena (Reference Taracena Arriola2014) enfatiza:

El género, pues las cincuentena de personas vinculadas al proceso de redacción y distribución eran varones; el generacional, en la medida en que la mayoría de sus integrantes había nacido entre 1800 y 1830; el de los estudios, pues ocho de ellos habían pasado por las aulas del Colegio San Ildefonso, once compartían la abogacía como profesión y siete eran sacerdotes; los lazos familiares por razones de consanguinidad y/o de parentesco político, a los que seguramente había que agregar los de compadrazgo; las relaciones económicas, cuando una empresa comercial como la prensa literaria necesitaba de relaciones capitalistas, de ahí que entre los distribuidores, 13 se dedicaban al comercio y 13 poseían haciendas; el ejercicio de lo política en medica en que un porcentaje muy alto de ellos fueron entre 1830 y 1850 servidores públicos, y finalmente, las relaciones culturales y espirituales compartidas desde la familia, las tertulias y el ocio. (Taracena Reference Taracena Arriola2014, xvi)

Conformando una comunidad letrada que se escribía a sí misma, el Museo Yucateco se dirigía a su vez a lectores, hombres y mujeres, pertenecientes a esta élite educada y con posibilidades económicas para suscribirse a la publicación. Asimismo, desde la Introducción de su primer número, los editores dejan claro que sus cuadernos pretendían subsanar el vacío que existía sobre el tema de la literatura y las artes en los periódicos del “país”. Footnote 13 . Bajo esta justificación, advirtieron a sus lectores que el asunto literario sería el central dentro de su publicación y, por lo tanto, se excluía el tema político: “Ni una palabra de política: tal es la oferta que hemos hecho a nuestros conciudadanos y esperamos que por esto no sean condenados al desprecio de nuestras tareas. Acostumbrados los ánimos al chisme, reyertas y personalidades, no quieren alimentarse con sustancias más nobles y sólidas. A pesar de esto puede suceder que pasado algún tiempo adquiera cierta popularidad nuestro periódico, pues siendo las producciones que contenga en su mayor parte de varios amigos que se han propuesto acompañarnos y tratándose además de asuntos que despierten el orgullo patrio, no dudamos obtener prósperos resultados” (Anónimo, 2014, 2).Footnote 14

Es importante señalar que esta promesa de los editores acerca de la exclusión del tema político en el Museo Yucateco, respondía a la inquietud de la época por lograr una transformación de la opinión pública a través de la literatura, atributo heredero del Romanticismo que concibió un papel central de estas áreas de las humanidades en la educación del hombre. Sin embargo, es necesario aclarar que esta afirmación no significaba que el tema político acerca de la identidad yucateca sería excluido de sus páginas, sino que se evitaría abordar las discusiones políticas que eran tema central en otros periódicos oficiales yucatecos. Footnote 15 Resulta interesante para esta investigación que sea justamente esta afirmación de los editores lo que por un tiempo significó que el estudio del Museo Yucateco no tomara en cuenta esta publicación como parte de la historia política peninsular (véase Taracena Reference Taracena Arriola2010). Cabe ahora agregar a este estudio de la historia política e intelectual el papel de la mujer yucateca, que conforma una de las problemáticas centrales en esta publicación interesada en la fundación de la identidad yucateca.

Considero que el Museo Yucateco forma parte de una de las tendencias que existía en las publicaciones periódicas del siglo XIX en México, en las cuales era común que aquellas que incluían información o reflexiones sobre la mujer evitaban explícitamente el tema político. Como dos esferas que no debían tocarse, Lee Skinner (Reference Skinner2006, 64) explica que estas publicaciones solían abordar “noticias de interés general del país, de la región y a veces de Europa y los Estados Unidos. También publicaban reseñas de eventos culturales como conciertos y dramas; ensayos sobre historia; biografías de personas notables; ensayos sobre la moda; poesías; cuentos y novelas, algunos traducidos del francés; consejos religiosos; y naturalmente, ensayos de opinión”. Footnote 16 Generalmente, estas publicaciones se dirigían a un público amplio en el que destacaba la mujer, quien tenía acceso a los ejemplares del periódico a través de sus padres o esposos.

Compartiendo esta característica totalizadora de este tipo de publicación, la diversidad de los textos de Museo Yucateco se puede clasificar en distintos géneros discursivos, entre los que es posible distinguir notas editoriales, escritos y documentos históricos, crónicas y relatos de viajes, biografías de personajes célebres, ensayo moral y cívico, así como textos narrativos y poéticos. Los 224 textos que integran el periódico, al mismo tiempo que promovieron la ideología regionalista que pretendía difundir un sistema de ideas sobre la nación yucateca fundada en un pasado propio y en una serie de conocimientos y valores morales compartidos, definieron la identidad de la mujer yucateca con relación al del hombre yucateco. En este sentido, a la vez que el Museo Yucateco cumplió un papel primordial en la construcción de una memoria histórica que buscaba enmendar el vacío generado por la exclusión del pasado indígena y colonial, Footnote 17 también tenía como objetivo educar moralmente al hombre y a la mujer para la fundación de la nación yucateca. A continuación, veremos en qué medida estas oposiciones simbólicas entre las representaciones de las identidades ficticias de las yucatecas y los yucatecos se relacionan en la fundación de una identidad yucateca homogénea.

Representaciones de las yucatecas y los yucatecos: Ambivalencia y diferencia

Desde sus primeras páginas, el Museo Yucateco realiza una distinción entre las representaciones de sus lectores implícitos: Footnote 18 los yucatecos y las yucatecas. A partir de esta diferenciación presente en las notas editoriales y artículos del periódico, se hacen evidentes las ideas en torno a la diferencia sexual, la división entre lo público y lo privado, así como el rol del hombre yucateco y de la mujer yucateca dentro de la fundación de la patria yucateca. Con el fin de profundizar en el análisis de esta representación binaria que forma parte central de las ficciones fundacionales de la identidad yucateca, en este apartado me interesa contestar a las preguntas: ¿quién es el sujeto de enunciación particularmente en las notas editoriales del Museo Yucateco?, ¿y cómo son sus representaciones discursivas de las yucatecas y los yucatecos? Este análisis permitirá comprender cómo en el Museo Yucateco se relacionan las representaciones de la identidad ficticia de los yucatecos y el nosotros yucatecos (sujeto hombre blanco y perteneciente a la élite criolla) con las representaciones ambivalentes de las identidades también ficticias de las yucatecas, a partir de un sistema de ideas basadas en la diferencia y la exclusión.

Comienzo señalando que los yucatecos no solo son lectores implícitos y sujetos principales del enunciado del Museo Yucateco, son ante todo los sujetos de la enunciación. Asumiendo la focalización enunciativa, el “nosotros yucateco” se presenta a sí mismo y a sus interlocutores como sujeto. Footnote 19 Un claro ejemplo del primero es la Introducción del primer tomo del periódico, en el que los editores se refirieren a sí mismo como “nosotros”:

Nosotros convencidos de estas verdades, y con la atención de contribuir a la mejora de la escasa colocación que aquí puede darse a los jóvenes, nos hemos propuesto publicar este periódico, aunque después de todo no nos anima una consoladora esperanza. Hemos oído decir cuando apenas circulaba el prospecto que nuestro cuaderno no puede sostenerse, que no hay gusto en el país para esta especie de tratados, y que entre poco los editores se retirarían por no gravarse más el bolsillo: siempre será, sin embargo, glorioso para nosotros poner los medio y si no se consigue el objeto no será la culpa de los que quisieron hacer un servicio glorioso a su patria; lo será sin duda de todos los que no conspiren a ayudar las importantes miras que han puesta la pluma en nuestras manos. (Anónimo 2014, 2)

En esta cita es posible apreciar las marcas subjetivas del discurso del enunciado, revelando la actividad del sujeto de enunciación respecto a su enunciado. Footnote 20 El “nosotros”, al mismo tiempo que se designa a sí mismo como sujeto de enunciación, muestra al “tú” del interlocutor. Es importante tomar en cuenta que los deícticos subjetivos —“yo”, “nosotros”, “tú”, “ellos”— conforman el procedimiento de individualización que une al enunciador a la enunciación como un producto del discurso y que difiere del productor del discurso, es decir, el sujeto empírico que escribe. En la cita anterior observamos que el nosotros no solo hace referencia a los editores como sujetos empíricos —hombres letrados, criollos, blancos regionalistas, pertenecientes a la élite política y económica—, sino también simbólicamente como sujetos masculinos autorizados, que comparten esperanzas y deseos de servir a su gloriosa patria, al mismo tiempo que tienen como interlocutores a sus jóvenes contemporáneos y compatriotas a quienes deben educar.

De este modo, el nosotros del sujeto de enunciación en el Museo Yucateco se trata claramente de un sujeto masculino que da forma, significación y voz a la identidad hegemónica del yucateco. Se coloca a sí mismo como una entidad simbólica que plantea la supremacía del hombre criollo frente al “otro”, “tú”, “ellas”, “aquellos”, en sus distintos discursos. Es importante recordar que esta relación de dominación simbólica forma parte de una estructura patriarcal en la que, como señala Rita Segato (Reference Segato2016), el sujeto masculino moldea su poder sobre el femenino. Así, mientras que el primero es el sujeto de enunciación y tiene voz desde un ámbito universal y público, el segundo queda limitado a los predicados de lo íntimo y lo privado.

Como consecuencia de esta diferencia, las representaciones de la identidad de las yucatecas están acotadas a ser lectores implícitos y sujetos enunciados. Esto es evidente en la gran diversidad de los textos del Museo Yucateco donde la mujer es protagonista o tema de reflexión. De este modo, en el primero tomo de 1841 destacan los textos: “De la mujer pequeña”, “La mujer viril” (enero), “La coqueta”, “La sensibilidad unida al pudor, es la más brillante recomendación de la mujer”, “Tía Mariana”, “A una joven retratándose en daguerrotipo”, “A las yucatecas”, “Mérito del verdadero pudor”, “La mujer” (febrero); “Sobre la belleza”, “A los yucatecos”, “Doña Felipa de Zanabria”, “A un suspiro”, “Mujeres” (marzo); “Antes de que te cases mira lo que haces”, “El bello secso [sic]”, “Pensamientos” (abril); “Elisa en la primavera”, “A las niñas traviesas” (mayo); “La sonrisa del pudor”, “A las niñas traviesas (continuación)” (junio); “La M. R. M. Sor María”, “Una mujer risueña”, “Oriental” (julio); “Modas”, “Versos escritos en el Álbum por una señorita imitando a Lord Byron” (agosto); “Elección de mujer. Carta a mi primo”, “A las lindas traviesas” (septiembre); “Para el álbum de una señorita”, “Casamiento de hombres ancianos, con mujeres jóvenes”, “Principios de moral” (octubre); “Otra: La abuela servil y el nieto liberal”, “Sentimientos morales” (diciembre).

A su vez, el segundo tomo del Museo Yucateco, que tenía ya como editor responsable a Justo Sierra O’Reilly, comienza en 1842 con las notas editoriales “A las yucatecas” y “Aviso del editor”, y continúa con discursos periodísticos que representan las identidades de las yucatecas: “Mecanismos del cuerpo humano”, “Moral pública. De los deberes de las mujeres en el matrimonio” (enero); “De la mujer”, “Matrimonio”, “Extravagancias de los enamorados” (febrero); “De la complacencia en las mujeres” (marzo); “Educación pública”, “Bello secso [sic]” (abril); “A las yucatecas”, “Del bordado”, “Extravagancias de las enamoradas” (mayo); entre otros.

Resulta interesante detenernos en el análisis de las dos notas introductorias del tomo segundo del Museo Yucateco, en las que los editores distinguen entre sus lectores y lectoras. Mientras que en la nota “A las yucatecas” se dirigen a las mujeres para señalar los nuevos contenidos de su segundo período de publicación, en el “Aviso del editor” se dirigen a los hombres como aquellos suscriptores con el poder económico: “El editor del Museo Yucateco, tiene el honor de dirigiese a todos los señores que lo favorecen con sus suscripciones dándoles las expresivas gracias por el empeño con que han procurado sostener el periódico” (Anónimo 2014). Por su parte, la nota que le antecede, “A las yucatecas”, es un elogio a la mujer yucateca, a quien se le reconoce como el principal lector del periódico. Cito en extenso este revelador pasaje:

Un año hace que salió a luz el primer número del Museo, y un año también ha pasado de la vida preciosa de nuestras jóvenes, pero no por eso se ha marchitado el hermoso color de sus mejillas; ni la dulzura melancólica de sus miradas. El ébano de sus cabellos, el atractivo de la sonrisa, la elegancia del talle, la inocencia del corazón, las candorosas impresiones del alma, todo es lo mismo que lo era al principar el mes de enero de 841. Y si entonces dedicamos nuestras tareas a tan amables lectoras, ¿por qué ahora no hemos de hacer lo mismo? Sí, lo hacemos de nuevo y con tanta más razón cuanto que cuanto habiendo recibido bien las anteriores producciones del Museo, la gratitud nos manda observar igual o mejor conducta. Mejor, decimos, porque tenemos reservado para el presenta año un buen catálogo de artículos de variadas materias, originales y traducidos, leyendas, poesía, y mas que todos nuestros pobres esfuerzos empeñados en agradar a las bellas jóvenes yucatecas, dignas de particular aprecio por sus raras prendas y por la consideración con que han visto los trabajos periodísticos que hemos dirigido a sus manos. Ellas deben saber que esa consideración, esa amabilidad con que adoptan lo que con verdadero afecto se les recomienda, es una apreciable circunstancia. El corazón de una mujer es preciso que sea una manantial de ternura, sus ojos un rayo de esperanza, su boca una sonrisa, su alma una paloma, su sentimiento una lágrima, que su espíritu no conozca la malicia y que no se atreva a ofender a nadie. Con este carácter la mujer es una mina inagotable de fortuna, imprime profundas sensaciones entre las ideas del que la ama, es una esposa que recrea la existencia de su feliz compañero, es madre que ha de gozar el afecto de sus hijos y que sembrará en ellos desde su infancia las semillas de sólidas virtudes, es un ser social importante, es la reguladora del mundo. Este es exactamente el bello ideal de la MUJER. (Anónimo 2014, I)

Esta nota del segundo tomo revela que la mujer yucateca era reconocida como un lector primordial del Museo Yucateco desde su primer número, y que es a ella a quien se dirige la diversidad de textos que, como se ha señalado anteriormente, era una característica propia de las publicaciones periódicas del siglo XIX que destinaban su contenido a temas sobre la mujer. Asimismo, como sujeto del enunciado pero no de enunciación, en esta nota también se perfilan con claridad dos de las principales representaciones que se hacen de la mujer en la prensa periodística del siglo XIX: “ángel del hogar” y “madre de la patria”. Ambas figuras que han sido estudiadas en los discursos del siglo XIX, plantean la moralización de la mujer y su importante papel en la sociedad como “reguladora del mundo”. Pero mientras que la primera figura concibe a la mujer exclusivamente en la esfera privada, la segunda encuentra un punto de intercesión con la esfera pública. Esta aparente contradicción forma parte de las representaciones ambivalentes de la mujer yucateca en el Museo Yucateco, el cual era resultado de las apropiaciones de discursos ilustrados europeos y norteamericanos por parte de la ideología regionalista yucateca.

Sobre la conocida figura de la mujer “ángel del hogar”, retomo el planteamiento de Lee Skinner (Reference Skinner2006, 63) quien señala se trataba de una imagen que se había derivado de la ideología de la domesticidad, la cual adquirió popularidad en el México decimonónico y estaba ligada al catolicismo. Esta peculiar representación que tuvo gran poder en el discurso político tanto conservador como liberal, conciba a la mujer destinada por naturaleza a los deberes del hogar. En este sentido, las virtudes de las mujeres y su elevado sentido de moral, era lo que le permitía desarrollar las labores domésticas como madre y esposa. En el Museo Yucateco, esta representación moral de la mujer también se vincula con el catolicismo dominante dentro de sus editores y colaboradores. Footnote 21 Así, la yucateca era imaginada como un ser frágil cuya bondad la consagraba al deber de la vida doméstica.

La mujer como ser divino plantea el tema de la moral desde una perspectiva de interés público, en el que la familia y el matrimonio se convierten en los microcosmos de una nación. Footnote 22 De manera similar a la cita anterior, en el artículo editorial “Moral pública. De los deberes de las mujeres en el matrimonio”, en el segundo tomo del Museo Yucateco, los editores explican que es debido a “la fragilidad de su sexo” que el padre y el esposo son los protectores naturales de la mujer y, por tanto, también es natural que en toda protección “se considera una superioridad en aquel que protege y un sentimiento de obediencia en el protegido” (Anónimo 2014, 39). En este contrato social, la maternidad es el mayor atributo de dominación de la mujer y el hogar el espacio privado en el que debe habitar:

La mujer protegida por su esposo, no tiene otro domicilio, que el marital; no puede ausentarse, sin violar la fe conyugal y la ley civil; medios coercitivos pueden ser empleado por el marido para reducir a su deber a la esposa fugitiva […].

Madre tierna debe criar a sus hijos; esposa sensible debe participar de las penas de su marido, y mitigarlas con su resignación; amiga fiel, debe merecer y justificar por su discreción una confianza ilimitada; su vida en fin, como esposa y como madre, debe ser un continuo sacrificio ofrecido al amor, y al deber: a la felicidad doméstica. (Anónimo 2014, 39)

Considero que esta visión moral de la mujer yucateca en relación con la vida doméstica encuentra otra fase de su representación en la figura de la “madre de la patria”, la cual interesa en las esferas separadas de lo doméstico y lo político. Esta imagen, que podríamos identificar con la “Republican Mother” (“madre republicana”) estudiada por Linda Kerber (Reference Kerber1976, 188) en el contexto de la ideología republicana norteamericana del siglo XIX, está basaba en la madre espartana que cría hijos preparados para sacrificarse por el bien de la polis. Esta representación tiene por sí misma sus propias ambivalencias, al juntar esferas que en la política teórica occidental, aún durante la Ilustración, se concebían como separadas: el mundo doméstico y privado del mundo político y público. En este sentido, la mujer como esposa y madre quedaba excluida de la cultura cívica. No obstante, la imagen de la “madre republicana” en la ideología republicana cumplió un papel importante en la socialización política de la mujer. Desde esta perspectiva, la base moral de la sociedad descansa en la labor de la mujer de criar hijos y disciplinar a los esposos para que sean ciudadanos virtuosos de la República. La figura de la “madre republicana” plantea una solución a la relación ambivalente entre la maternidad y la ciudadanía en la ideología republicana. Al mismo tiempo, este rol político de la mujer exigía la importancia de su educación para su intercesión con el dominio público.

En el caso del Museo Yucateco, la representación de la “madre de la patria”, “reguladora del mundo”, justifica la finalidad didáctica de la publicación que tenía, entre sus objetivos principales, la educación moral de la mujer como madre de los hijos de la patria y soporte del esposo. Como he señalado con anterioridad, este fin moralizante de la educación de la mujer era uno de los objetivos de la prensa dirigida a la mujer en México a mediados del siglo XIX, que veía en las mexicanas las responsables de la educación de los ciudadanos en el hogar. Este rol de la mujer queda claro en la nota editorial “A las yucatecas” del primer tomo del periódico, en donde los editores destacan la importancia moral de la mujer en la construcción de la nación y, por lo tanto, la necesidad imperante de educarlas: “El autor de la naturaleza dotó a las mujeres de un alma a propósito para ello, puso en su pecho el asilo sagrado del amor, de la amistad, de la benevolencia y … en una palabra de todas las virtudes sociales. La influencia de la mujer en la sociedad es de mayor importancia: una buena madre, virtuosa, dará buenos hijos a su patria; y este es el motivo porque en las naciones cultas se atiende con preferencia a la educación moral y científica de las jóvenes” (Anónimo 2014, 77).

Atendiendo esta importancia de la educación de la mujer para el bien de la patria civilizada, los editores del Museo Yucateco enfatizan y justifican el objetivo de su publicación, especialmente en el contexto yucateco de la época que carecía de espacios necesarios para esta necesaria tarea:

En Yucatán no hemos visto hasta ahora por desgracia un solo establecimiento dedicado a tan interesante objeto, y a la verdad que hace notable falta, porque de la brillante disposición y talento de nuestras paisanas, debía esperarse mucho bueno. Ellas por sí han adelantado, sin embargo, más de lo que podría creerse […]

Todos esto es verdad, yucatecas, y seguid la misma marcha siquiera para comprobar que no mienten los editores del Museo: ellos dedican a vosotras una parte de sus producciones; pero ¿para qué dijimos una parte? Todo este cuaderno es vuestro, y si lo aceptáis con gusto, si lo leis y lo conservais en la almohadilla, quedarán más que satisfechos nuestros deseos, reservándonos para más adelante dedicaros otros artículos. (2014, 77)

Por su puesto, la educación científica y moral de las yucatecas no pretendía convertirlas en un sujeto público o con voto político, sino persuadirlas para que cumplieran correctamente con su labor como madre en la formación de buenos ciudadanos. Con ello, la figura del “ángel del hogar”, tan popular en el discurso religioso de la época, y la “madre republicana”, coinciden en la importancia de la mujer como base moral de la sociedad yucateca. No obstante, como ya se ha señalado, esta moralidad que la hacía pieza indispensable de la sociedad, “reguladora del mundo”, a su vez justificaba y legitimaba su lugar fuera de ella o, más bien, dentro de la esfera privada del hogar.

Al respecto, puede parecer contradictorio que el Museo Yucateco fuera un periódico dirigido a la educación de la mujer y que a su vez tuviera como objetivo político generar una memoria histórica y una identidad nacional en el convulso contexto del separatismo yucateco. Sin embargo, considero que esta aparente contradicción encuentra su resolución en la representación de la mujer yucateca como “madre de la patria”. Esta imagen que formaba parte del discurso republicano norteamericano debió ser conocido por Justo Sierra O’Reilly, quien incluso antes de su posterior viaje a los Estados Unidos en 1847, se interesó por el ejemplo político de esta naciente nación. De hecho, años después, además de negociar la anexión de Yucatán al país del norte con el fin de evitar su integración a la nación mexicana, la defensa de su misión política en los Estados Unidos y el fracaso de la lucha federalista de la que él era partidario, terminarían por recluirlo en Campeche, alejado de la vida política de Yucatán. Aunque también era un discurso propio de la prensa mexicana de mediados del siglo XIX, que veía en la educación moral de la mujer la base de la nación.

Lo cierto es que las representaciones de la mujer yucateca como “ángel del hogar” y “madre de la patria” coinciden en la ficción fundacional de las yucatecas en el Museo Yucateco. Esta representación surge a la par de la de los yucatecos, sujetos de enunciación de los discursos del periódico y el principal enunciado en los textos. Como suele ocurrir en estas publicaciones, los textos dedicados a la educación del hombre en escasas ocasiones apuntaban al tema moral y generalmente se centraban en asuntos políticos o históricos, o en exaltar sus figuras letradas en el contexto local. Este carácter binario de la estructura patriarcal, que subyace en el discurso nacional de la época, es en gran medida responsable de las identidades políticas iconizadas de lo uno (dominio público, universal y central), los yucatecos, y lo otro (dominio privado, extrapolítico), las yucatecas.

Asimismo, el esfuerzo de los editores de esta publicación por educar a la mujer para su participación desde la esfera doméstica en la vida pública de la sociedad revela el importante papel de la invención de la identidad de la yucateca a la par del yucateco. Esta representación dual de la identidad yucateca respondía a una visión homogeneizante de la nación en la que no solo se legitima el dominio del hombre sobre la mujer, sino también se representaba la dominación simbólica del hombre criollo sobre los otros que eran excluidos de la identidad yucateca, como era el caso del indígena maya. Aunque este es tema para otro trabajo, resulta necesario reconocer en qué medida el proyecto político de fundar una identidad yucateca a partir del discurso periodístico del Museo Yucateco, era un intento por parte de la élite criolla para legitimar su dominio político y cultural tanto sobre la mujer, como frente a otros los sujetos subalternos que formaban parte de la heterogénea realidad de Yucatán en el siglo XIX.

Consideraciones finales

Las representaciones ficticias de la identidad yucateca en el Museo Yucateco, tal como ocurre con los discursos sobre la nación en el convulso siglo XIX, fueron el mecanismo para unificar a una sociedad que se encontraba en un conflictivo contexto social poscolonial, en el que la representación discursiva de los otros era un mecanismo de dominio de la diversidad y de legitimación política. Si bien estas ideas discriminatorias no fuero exclusivas de Yucatán en el siglo XIX, ha sido relevante en los objetivos de este artículo reconocer este ejercicio totalizador y de control realizado por las élites criollas yucatecas, el cual estaba basado en la adhesión de lo nuestro, la yucatequidad, y la exclusión de lo otro, lo que era apropiado en el discurso nacionalista de la época. Hemos visto que en estas apropiaciones subyace un discurso patriarcal que representa a la mujer yucateca en relación con el hombre yucateco, a partir de una construcción dual de lo público y lo privado en el que existen ambivalencias simbólicas. Ha sido evidente, de este modo, la importancia de la representación de la identidad de la mujer para la fundación de una identidad yucateca homogénea en el siglo XIX.

Si bien en este artículo nos hemos centrado en reconocer la ambivalencia en las representaciones de las yucatecas entre su papel doméstico y ciudadano en relación con la identidad de los yucatecos, estas tensiones y contradicciones propias del discurso nacionalista también son evidentes en las representaciones idealizadas que en este periódico se realizaron del maya prehispánico (nuestros antiguos indios) y el repudio al maya contemporáneo, así como la crítica política del otro mexicano. En este sentido, la representación homogénea de la identidad yucateca era una ficción de la cual dependería el dominio de la élite criolla sobre otros grupos sociales, políticos y étnicos que conformaban la heterogénea realidad del Yucatán de la época.

Por último, considero importante mencionar que la relevancia de profundizar en la historia política de la mujer en el análisis de la identidad yucateca en el Museo Yucateco, radica en que estas representaciones ficticias de la yucateca pasaron a ser fundacionales de la ideología regionalista. Lejos de permanecer como una ficción ajena a la realidad, estas representaciones homogéneas de la identidad yucateca terminaron siendo afianzadas entre la élite yucateca (véase Iturriaga Reference Iturriaga2016). Así, las ideas acerca de las particularidades morales, cívicas, históricas y literarias de las y los yucatecos que fueron creadas por sus editores y colaboradores, trascendió esta publicación del siglo XIX y se extendieron en periódicos posteriores, entre ellos el Registro Yucateco también editado por Justo Sierra O’Reilly, así como impactaron en la organización social y política de Yucatán. De este modo, el Museo Yucateco cumplió un papel primordial en las ficciones fundacionales de la identidad yucateca, desde una perspectiva patriarcal y colonialista homogeneizadora que, aún en nuestros días, permanece vigente en la cultura y la sociedad yucateca.

Footnotes

1 Cabe señalar que la crisis del federalismo fue el resultado de numerosos enfrentamientos que tuvieron como consecuencia la inestabilidad política, el empobrecimiento de la hacienda nacional y el aumento de la deuda pública. Durante el primer gobierno de Antonio López de Santa Anna, el modelo federalista fue suplantado por el sistema centralista que se consolidó entre 1836 y 1843 (véase Taracena 2010).

2 Aun y cuando, como señala Rosa Burrola (Reference Burrola2017), el radio de influencia del periodismo en el siglo XIX mexicano se encontraba restringido por condiciones de tiraje y, especialmente, por el elevado índice de analfabetismo de la época.

3 Al respecto, Arturo Taracena (2010, 48) enfatiza que el federalismo en México fue empapándose de una visión asimétrica, de este modo, “Yucatán consideraba por razones históricas que su territorio debía contar con más atribuciones que las de los otros de la Federación, pero sin necesariamente cubrir las obligaciones adquiridas frente al gobierno nacional”.

4 Haciendo alusión al concepto de “transculturación” que Ángel Rama (Reference Rama1984) elabora (a su vez, retomando la propuesta de Fernando Ortiz), Pratt (Reference Pratt2010) estudia esta noción en América Latina (vista como zona de contacto por su historia colonial) en el proceso de autoinvención criolla en el siglo XIX, en el cual este grupo adapta discursos europeos sobre América y los descoloniza, al mismo tiempo que conserva los valores europeos y su supremacía blanca.

5 Al respecto, Dieter Janik (Reference Janik2003) plantean la fusión de las ideas ilustradas con algunos elementos del Romanticismo social francés; y Friedhelm Schmidt-Welle (Reference Schmidt-Welle2003b) destaca la necesidad de introducir nuevas categorías de análisis dentro de la crítica literaria y cultural latinoamericana, como la de liberalismo sentimental en lugar del término romanticismo.

6 Michelle Perrot (Reference Perrot, Duby and Perrot2001, 485) señala que “los hombres del siglo XIX europeo intentaron poner freno al ascendente poder de las mujeres —que con tanta fuerza se hizo sentir en la era de la Ilustración y en las Revoluciones—. A las mujeres se les atribuirá las desgracias de aquélla y de estas y no sólo se les encerrará en la casa y se les excluye de ciertos campos de la actividad la creación literaria y artística, la producción industrial y los intercambios comerciales, la política y la historia, sino que también, y más aún, se canalizará su energía hacia el ámbito doméstico revalorizado, e incluso hacia lo social domesticado”.

7 Al respecto, véase Vega y Ortega (2014, 5).

8 La división entre centralistas y federalistas presentaba, a su vez, rupturas que hacían más complejo el panorama político yucateco. Este es el caso de la división de los federalistas entre mendecistas y barbachanistas, la cual resultó del cambio de sus intereses políticos y económicos, cuando Méndez Ibarra, nombrado jefe de gobierno, fue tornando sus intereses hacia quienes defendían una separación táctica. Mientras tanto, los seguidores de Barbachano en Mérida se radicalizaban y demandaban al Congreso una independencia inmediata.

9 El conflicto conocido como “guerra de castas” fue un movimiento armado realizado por los indios yucatecos en 1847. Es importante destacar que dentro de las élites criollas este conflicto se concibió como un enfrentamiento racial de indios contra blancos.

10 Al respecto, Tatiana Suárez (2014) destaca que el valor literario del Museo Yucateco respondía a su originalidad formal, la inserción de litografías y, especialmente, a la aparición de géneros innovadores como eran los artículos de costumbres, las crónicas, las leyendas, los cuentos y novelas cortas, así como a la recurrencia de un estilo ecléctico que unía el Neoclasicismo y el Romanticismo literario.

11 Para el presente análisis me basaré en la edición facsimilar del Museo Yucateco publicada por la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán (Mérida) en 2014 (Museo Yucateco, tomos I y II), así como en los materiales hemerográficos que se encuentran en la Biblioteca Yucatanense de la Sedeculta, y en el Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, en Mérida, Yucatán.

12 Justo Sierra O’Reilly es conocido por su literatura histórica y la publicación del primer periódico literario que existió en Yucatán (Peniche Vallado 1987). En el Museo Yucateco publicó por entregas varias de sus obras literarias más conocidas, como son El Filibustero, Doña Felipa de Sanabria, Los Bandidos de Valladolid. Otros de sus periódicos fueron el Registro Yucateco (1845–1846), El Fénix (1848–1859) y La Revista de Mérida (1874). En el primero de ellos publicó El secreto del Ajusticiado, Un año en el hospital de San Lázaro, y en el segundo apareció su conocida novela histórica La hija del judío, que a su vez fue reeditada en el tercero.

13 Al hablar de “país”, los editores se refieren al Yucatán independiente de México.

14 Las notas editoriales del Museo Yucateco son anónimas, por lo tanto, en las citas se señalarán de este modo. Sin embargo, es probable que sean textos escritos por el propio Justo Sierra O’Reilly.

15 Entre ellos Los Pueblos y El Siglo Diez y Nueve. Véase Taracena (2014).

16 Skinner (Reference Skinner2006) menciona el caso de un periódico mexicano que ilustra este afán totalizante de las revistas decimonónicas: El Precursor: Periódico de Ciencias, Artes, Literatura, Religión, Industria, y de Cuantas Materias Interesan al Movimiento Intelectual y Material del País.

17 Al respecto, Schmidt-Welle (2003b, 330) señala que la negación de la historia y tradición autóctona —indígena— y la colonial impidió a las élites criollas escribir la historia a partir de tiempos remotos o en un epos nacional: “Por eso, las ficciones fundacionales se convirtieron en ficciones de la contemporaneidad e incluso del futuro”.

18 Retomando a Pimentel (Reference Pimentel2008), por lector implícito me refiero a la estructura textual que señala la presencia de un receptor sin que sea defina.

19 Desde la lingüística europea Émile Benveniste (Reference Benveniste1997, 181) analiza el discurso como el espacio de construcción del sujeto. Con ello, destaca que el discurso es el lugar de la construcción del sujeto en la medida que, a través de él, este se inventa a sí mismo y construye al mundo como objeto.

20 Es decir, “el texto se presenta siempre como ‘marcado’ o ‘no marcado’ subjetivamente, esto es, referido a un sujeto que manifiesta expresar sus opiniones, puntos de vista, refiere una experiencia o unos acontecimientos respecto a sí mismo, o bien como saberes ‘objetivos’ ajenos a quien los enuncia” (Lozano et al. Reference Lozano1989, 40).

21 Tómense en cuenta, por ejemplo, el texto “Una profesión religiosa” (Oración pronunciada por Domingo López de Somorza en la profesión religiosa de María del Rosario García).

22 Al respecto, cabe recordar la representación de la mujer y la familia que el discurso ilustrado había desarrollado en figuras destacadas como Rousseau (Julia o la nueva Eloísa, Emilio y el Contrato social).

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