La subcuenca de Magdalena en Jalisco y la isla de Atitlán
En el estado de Jalisco descansa el complejo de Cuencas Centrales, uno de los más importantes de México por la presencia del Lago de Chapala y el fluvial Lerma-Chapala-Santiago. La subcuenca de Magdalena se localiza en la parte noroeste del complejo. El entorno se caracteriza por ser una zona lacustre y volcánica, de vegetación caducifolia y plantas acuáticas perenes (Rzedowski Reference Rzedowski1978), que permitieron a los antiguos pobladores el abastecimiento de abundantes recursos (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018). En las últimas décadas se han registrado asentamientos prehispánicos que reflejan diversas manifestaciones culturales a través del tiempo. Con el objetivo de explicar los procesos sociales e históricos que se suscitaron en esta región, investigaciones arqueológicas se han dado a la tarea de identificar asentamientos, caracterizarlos a escala material, ubicarlos dentro de un marco temporal y explicar su organización interna, así como la externa, desde un panorama regional y panregional (Beekman Reference Beekman, Williams and Weigand1996; Beekman y Weigand Reference Beekman and Weigand2000, Reference Beekman, Weigand, Weigand, Beekman and Esparza2008; Blanco Morales Reference Blanco Morales2018; Esparza López Reference Esparza López and Cárdenas2004, Reference Esparza López, Williams, Mestas and Esparza2009; Esparza López y Ponce Reference Esparza López, Ponce, Williams, Weigand, Mestas and Grove2005; Glascock et al. Reference Glascock, Weigand, López, Ohnersorgen, Ambriz, Mountjoy, Darling, Kuzmin and Glascock2010; Glassow Reference Glassow1967; Heredia Espinoza Reference Heredia Espinoza, Heredia and Téllez2010, Reference Heredia Espinoza, Williams and Weigand2011, Reference Heredia Espinoza2017; Herrejón y Smith Reference Herrejón and Smith2004; López Mestas Reference López Mestas Camberos2013; López Mestas y Ramos Reference López Mestas Camberos, Ramos and Townsend2000; Schöndube Reference Schöndube1980; Smith Reference Smith2012; Spence y Weigand Reference Spence, Weigand, González and Clark1989; Stuart Reference Stuart2003; Weigand Reference Weigand1993; Weigand y García de Weigand Reference Weigand and de Weigand1996; Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004).
El presente trabajo esboza los resultados de la primera etapa de una investigación arqueológica que se suma a la tarea. Su foco de atención es la isla de Atitlán que se eleva en el interior del Lago de Magdalena (Blanco Morales Reference Blanco Morales2010, Reference Blanco Morales2018). El cuerpo acuífero fue antropogénicamente desecado en su totalidad en el año 1930. Sin embargo, el estudio de sus sedimentos muestra que, en respuesta a los cambios climatológicos del entorno, el nivel de agua varió a través del tiempo, y fue durante el período 900-1400 dC que alcanzó su mayor inundación (García Ayala Reference García Ayala2018); incluso, hoy en día su topografía nos permite estimar que llegó a tener una extensión de aproximadamente 45 km2 (Vázquez et al. Reference Vázquez, Priyadarsi, Solís, Lozano-Santacruz, Blanco, Smith, Castro and Castillo2018:39). El lago limita al norte con el municipio que lleva el mismo nombre; al suroeste, con Etzatlán; mientras que su parte central —este y oeste y el extremo sureste— forman parte de San Juanito de Escobedo (Figura 1).
La primera referencia de asentamientos arqueológicos en la isla se encuentra en los reportes de Adela Breton durante su recorrido por la región a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte (McVicker Reference McVicker2005). Décadas posteriores, en 1963, Long y Glassow realizaron la primera excavación que consistió en pozos de sondeo de 1,5 m por 1,5 m, con el objetivo de refinar la cronología cerámica de la región (Long Reference Long1966). Más tarde, Weigand realizaría un levantamiento arquitectónico del complejo La Ciudadela y reportaría, junto con sus colaboradores, la presencia de un espacio con evidencia de producción especializada de instrumentos de obsidiana (Glascock et al. Reference Glascock, Weigand, López, Ohnersorgen, Ambriz, Mountjoy, Darling, Kuzmin and Glascock2010; González et al. Reference González, Weigand and de Weigand2000; Spence y Weigand Reference Spence, Weigand, González and Clark1989; Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004).
En el marco de esta investigación, desde el año 2009, hemos registrado arqueológicamente las actividades relacionadas con el aprovechamiento lacustre que permeó a lo largo de miles de años en la cultura de los habitantes de dicha zona (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018). En los asentamientos humanos dentro de las inmediaciones del lago hay indicios claros, a partir del año 350 aC, de actividades artesanales y de aprovechamiento relacionadas con el medio, tales como: caza, pesca, tejido de cestería y tule (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018), agricultura hidráulica (Stuart Reference Stuart2003), obtención y talla de obsidiana (Esparza López Reference Esparza López and Cárdenas2004, Reference Esparza López, Williams, Mestas and Esparza2009; Esparza López y Ponce Reference Esparza López, Ponce, Williams, Weigand, Mestas and Grove2005; Glascock et al. Reference Glascock, Weigand, López, Ohnersorgen, Ambriz, Mountjoy, Darling, Kuzmin and Glascock2010; Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004) y elaboración cerámica (López Mestas Reference López Mestas Camberos, Williams, Weigand, Mestas and Grove2005), entre otras. Varios contextos a nivel de superficie muestran lo que Sugiura y Serra Puche (Reference Sugiura, Puche, Sugiura and Puche1990) denominaron uso diferencial de espacios como resultado de actividades constantes que los isleños llevaron a cabo en un período de aproximadamente 1.000 años (450-1400/1500 dC) y que, sin duda, fueron clave en su aspecto económico de subsistencia e intercambio.
Durante una primera etapa de trabajo arqueológico, realizamos recorridos sistemáticos de superficie y análisis de materiales. Los resultados arrojaron la identificación de áreas destinadas a diversas actividades culturales que estuvieron relacionadas tanto en tiempo como en espacio. Por medio de la identificación de materiales diagnósticos, de temporalidad y de uso, se logró asociar el asentamiento con las culturas materiales de la región: Grillo, Aztatlán y Huistla, ubicadas temporalmente entre el 450 y 1400/1500 dC (Galván Villegas Reference Galván Villegas and Luis1991; Liot et al. Reference Liot, Ramírez, Reveles, Schöndube, Liot, Ramírez, Reveles and Schöndube2008; López Mestas y Montejano Reference López Mestas Camberos and Montejano2003, Reference López Mestas Camberos, Montejano, Williams, Mestas and López2009; Meighan y Foote Reference Meighan and Foote1968; Ramírez Urrea Reference Ramírez Urrea, Liot, Ramírez, Reveles and Schöndube2006; Schöndube y Galván Reference Schöndube, Galván, Riley and Hedrick1978), aunque también existió población al momento del contacto con los españoles (Tabla 1; véase a Tello Reference Tello1891 [1650]).
1Glassow Reference Glassow1967; Long Reference Long1966.
2Beekman citado en Heredia Espinoza y Englehardt Reference Heredia Espinoza2016:Figura 1.
Las evidencias se organizaron en cinco conjuntos que se definen por las transformaciones del espacio, estructuras y materiales que abocan a usos como el público, cívico y ritual; habitacional y doméstico; cultivo y producción artesanal especializada (Figura 2). El conjunto público se ubica en la meseta central. Respetando el nombre que le asignó Weigand en las primeras visitas (González et al. Reference González, Weigand and de Weigand2000), se denominó La Ciudadela; está compuesta por estructuras rectangulares amplias, patios abiertos y dos grupos integrados, cada uno, por cuatro estructuras rectangulares distribuidas en forma de cruz. Al norte yacen dos conjuntos de terrazas habitacionales y agrícolas asociadas a materiales domésticos como puntas de proyectil para caza y/o pesca (Williams Reference Williams2014:191), esferas de basalto localmente denominadas pateras, y que en la literatura encontramos como hondas (Vega Reference Vega2002), ollas, molcajetes, comales y otras formas cerámicas asociadas a su vez a manos de metate y metates que hacen referencia a actividades cotidianas relacionadas con la preparación y consumo de alimentos. Mientras que al oeste, ladera abajo a nivel de la playa, se evidencian doce cuevas de formación antropogénica excavadas en el material arenoso de origen volcánico que formó a la propia isla, de las cuales, únicamente dos se encuentran en perfectas condiciones.
Por último, el espacio de producción artesanal considerado intensivo según los indicadores de Clark (Reference Clark, González and Clark1986, Reference Clark and de Arechavaleta1990), al igual que sistemático y estandarizado según Costin (Reference Costin1991; Costin y Hagstrum Reference Costin and Hagstrum1995), se denominó conjunto especializado de producción y desecho (CEP). Está constituido por terrazas sobre las que se edificaron dos grupos de estructuras y una extensa acumulación de materiales de obsidiana imposible de cuantificar. Como se describirá y explicará de manera más amplia en los siguientes apartados, fue con el estudio del espacio, análisis de los materiales muestreados y el comportamiento de distribución de los mismos, que se determinaron actividades involucradas en dos procesos que ahí tuvieron lugar: el primero, la extracción por medio de talla de lascas útiles de obsidiana y, el segundo, el empleo de las mismas en raspar, cortar y raer para el aprovechamiento de recursos lacustres (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018).
Espacios de producción en Mesoamérica y las evidencias en la isla de Atitlán
La elaboración de objetos de obsidiana es común dentro de sitios lacustres (Kabata Reference Kabata and Sugiura2009). Las actividades artesanales relacionadas con el empleo de instrumentos para cortar, raspar y raer están asociadas con el trabajo de recursos semiduros y duros como: plantas, fibras y tallos —maguey, tules, juncos, etcétera— (Serra Puche Reference Serra Puche1988:184; Pastrana et al. Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011), diversas maderas (Pastrana et al. Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011), concha, pescado, hueso, pieles, astas de venado, etcétera. En su mayoría, se trata de actividades relativas a la manufactura de artefactos utilizados en la pesca como: canastas, cestos, esteras, redes, cuerdas, bolsas para transportar pescado y canoas (Serra Puche Reference Serra Puche1988:184; Williams Reference Williams2014:187). En otras regiones lacustres, los instrumentos de obsidiana empleados para corte están relacionados con tres actividades artesanales: (a) elaboración de objetos de tule, en donde se emplearon para el corte de la planta y que actualmente han sido sustituidos por el machete o la hoz de metal; (b) elaboración de objetos de carrizos locales, para lo cual actualmente se emplea el cuchillo de metal; y (c) el tejido de vara de sauce, cuyo proceso actualmente implica el empleo de un cuchillo para corte (Williams Reference Williams2014:191, Cuadro 8).
De los cinco conjuntos identificados en la isla, llama la atención especialmente el denominado conjunto especializado de producción y desecho, al cual hemos hecho referencia con la nomenclatura CEP. La mancha se compone de instrumentos de obsidiana distribuidos constantemente en una extensión superficial de 56.400 m2, con una deposición que oscila entre 1,5 y 2 m de profundidad. Weigand, Spence y Glascock (Glascock et al. Reference Glascock, Weigand, López, Ohnersorgen, Ambriz, Mountjoy, Darling, Kuzmin and Glascock2010; González et al. Reference González, Weigand and de Weigand2000; Spence y Weigand Reference Spence, Weigand, González and Clark1989; Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004) fueron los primeros en demostrar su asombro, al considerar la acumulación como un “taller industrial de lascas de obsidiana nunca antes descrito en Occidente” (González et al. Reference González, Weigand and de Weigand2000:25-26; véase también Spence y Weigand Reference Spence, Weigand, González and Clark1989), sin embargo, ninguno de los trabajos anteriores implicó una exploración sistemática del espacio y los materiales depositados en este. Este hecho nos obliga a la siguiente reflexión: si la acumulación de obsidiana en la isla representa un taller especializado y sistematizado, ¿cuáles fueron los indicadores que dieron la pauta para conjeturarlo?
Ciertamente, un área no puede clasificarse como un taller únicamente por la presencia de “muchas” piezas (Clark Reference Clark and de Arechavaleta1990; Soto de Arechavaleta Reference Soto de Arechavaleta and Manzanilla1986). Cuando se define un espacio como taller, es fácil caer en la cuenta de que pocas veces se explica el razonamiento del término y sucede lo que Clark (Reference Clark and de Arechavaleta1990:83) llama determinación de “hechos verificados”. Con esto, el taller no siempre explica una actividad determinada sino que puede constituirse por varias actividades relacionadas con un proceso de transformación. Incluso, un contexto de abundantes artefactos no sólo nos indica un espacio de manufactura de un material específico, sino que puede detonar la producción de objetos para su utilización, hecho que sucede en contextos similares dentro de otras regiones de Mesoamérica, tales como los explicados por Pastrana y colaboradores (Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011) en los sitios de Las Laguillas y Coasacoalco.
Existe una diferencia importante entre la definición de taller como contexto de producción, o sea un lugar físico, y el taller como un modo de producción. Según Clark (Reference Clark and de Arechavaleta1990:84), se definen físicamente como “lugares delimitados donde los artesanos regularmente llevan a cabo algunas actividades específicas para hacer productos también especializados para venta o intercambio”, supuesto que, aunado a la escala, lo diferencia dimensionalmente con el área de actividad. Así, la presencia de un taller se determina por la escala de producción, la cual a su vez, se refleja por el desecho resultante de la elaboración de objetos. En el taller que define Clark laboran especialistas, artesanos de tiempo completo o parcial, que producen para satisfacer el consumo de una sociedad y no exclusivamente de sus necesidades individuales o familiares. Para Soto de Arechavaleta (Reference Soto de Arechavaleta and Manzanilla1986), una de las características es también la especialización, por lo que su verificación depende de la presencia de las etapas de manufactura involucradas para la obtención de un producto o sus terminados. De esta manera, para definir un espacio como taller es fundamental reconocer en el depósito el proceso hasta el producto terminado.
Empero, se debe considerar que todo el proceso no siempre se efectuó en el mismo lugar. En el caso específico del trabajo de tallada, las distintas etapas de producción pueden realizarse en diferentes lugares físicos. Esto nos exige identificar los espacios en donde se pudieron realizar las distintas actividades que comprenden el proceso, tales como: (1) extracción, incluyendo una serie de actividades relacionadas con la preparación de la materia prima; (2) talleres primarios, en donde se llevan a cabo las primeras etapas de modificación de una materia prima, como el descortezamiento; (3) los talleres secundarios, en donde se reducen las lascas y se forman los primeros objetos, mismos que se canalizan a espacios especializados en donde se manufactura en gran escala un objeto determinado (Soto de Arechavaleta Reference Soto de Arechavaleta and Manzanilla1986:62-65). Dichas actividades pueden estar organizadas en: talla en paralelo —cada artesano se encarga del proceso completo— o talla en serie —en la que cada artesano tiene una actividad específica en el proceso (Pastrana Reference Pastrana1998:94). Cabe destacar que dichas inferencias sólo se pueden determinar a partir del análisis de los depósitos y sus desechos. El primero, siguiendo a Pastrana (Reference Pastrana1998), refiere a la acumulación de objetos resultantes de la talla que no fueron considerados en desuso, mientras que el segundo, aun cuando existen muchas inferencias por varios autores quienes lo relacionan directamente con el trasladado del objeto en desuso a un espacio en particular o basurero, el desecho en el marco de esta investigación lo consideramos, de acuerdo con Schiffer (Reference Schiffer1990:84), como un espacio resultante del proceso en el que los elementos culturales pasaron del “contexto sistémico” al “contexto arqueológico” y se convirtieron en basura de facto.
El conjunto especializado de producción y desecho (CEP) ¿Desecho de actividades productivas? ¿Taller o talleres?
Con lo anterior, las preguntas primordiales para entender la acumulación de instrumentos de obsidiana que nos formulamos fueron: ¿Es un área de desecho de materiales en desuso por actividades constantes? ¿Se trata de un taller? Si así fuese, ¿estamos ante uno de tipo primario o secundario? ¿Sólo se elaboraron instrumentos de obsidiana o existen otros procesos de producción que impliquen el uso de instrumentos? Para explicarlo, Clark (Reference Clark, González and Clark1986) enlista nueve consideraciones propias de los espacios de taller: (1) un área limitada de producción demarcada por la acumulación de materiales; (2) encontrar materiales, errores de producción y fragmentos de los objetos producidos; (3) los desechos de buena calidad; (4) instrumentos implicados en el proceso de producción; (5) los desechos deben corresponder a las etapas del proceso de producción, así como los objetos en proceso o fracturados; (6) el número de artefactos terminados es limitado; (7) y éstos no tienen huellas de uso; (8) entre los objetos se encuentra un alto porcentaje de núcleos agotados; y finalmente, (9) existen desechos provenientes de un mismo núcleo o bloque. Sin embargo, como bien apuntan Pastrana y colaboradores (Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011:171), en los espacios de producción puede suscitarse el empleo de ciertas lascas funcionales, por lo que nunca descartamos la posibilidad de encontrar evidencias de retoque de bordes para regularizarlos o para reparar sus filos, atenuarlos o suprimirlos (Merino Reference Merino Sánchez1994:22), así como la presencia de instrumentos con huellas de uso, actividades de mantenimiento para conservar en estado funcional un objeto, evidencias de reciclado o reutilización y, finalmente, el depósito en referencia a las acumulaciones de objetos que no fueron considerados en desuso (Pastrana Reference Pastrana1998).
Para entender el origen de la acumulación del CEP fue fundamental realizar un análisis sistemático de la superficie. Una vez delimitado, se trazó de una retícula virtual georreferenciada con orientación norte–sur, conformada por 480 cuadros de 10 m por 10 m. Cada cuadro se recorrió metódicamente con el fin de registrar las características naturales del terreno, las alteraciones o anomalías culturales y el comportamiento de los diferentes materiales. Al mismo tiempo, se realizó la toma de 471 muestras de material correspondientes a un total de 14.071 piezas. El criterio de recolección tomó en cuenta los puntos de intersección de la retícula; es decir, cada 10 m. Asociado con la acumulación, pudimos reconocer un conjunto de plataformas conformado por dos grupos de estructuras rectangulares (A y B) acompañadas de terrazas artificiales (Figura 2). El grupo A incluye a seis estructuras, mientras que el grupo B está formado por tres plataformas de piedra amplias, en las cuales se pueden apreciar complejos de cuartos y divisiones en la parte superior que, arquitectónicamente, se asemejan al tipo “corral” definido por Weigand (Weigand y García de Weigand Reference Weigand and de Weigand1996), lo que nos infiere a espacios con límites determinados para el desarrollo de actividades. Los perfiles de pozos de saqueo, de entre 1,5 m y 2 m de profundidad, no presentaron capas de azolve entre la acumulación de materiales; esa referencia permitió inferir que la ocupación cultural del espacio fue continua (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018).
Para el análisis de los materiales, consideramos los aspectos relacionados con el origen de la materia prima, la técnica, la morfología y la función, como lo sugiere Pastrana (Reference Pastrana1998). En relación con la primera característica, los datos apuntan a que el yacimiento de vidrio volcánico se encontraba fuera de la isla, tal como lo habían advertido anteriormente Weigand et al. (Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004). Lo anterior se explica porque, además de la escasa cantidad de nódulos de obsidiana que se registran en la isla, de cuando en cuando presentan alta porosidad e irregularidades que los hacen poco propicios para fines de talla. Adicional a lo anterior está el hecho de la nula evidencia relacionada con el trabajo de extracción de materia prima, por lo que, previo a los resultados del análisis químico de fluorescencia de rayos X (XRF) que se inició en el año 2020, el sitio de abastecimiento más cercano, y con el que se puede relacionar el origen de los materiales en el CEP por sus características colorimétricas, es el yacimiento de La Joya que está ubicado a las orillas del lago, a un kilómetro aproximadamente en dirección noreste. Se caracteriza por contar con obsidiana de buena calidad vítrea, de tonalidades negro opaco a verdoso (Cobean Reference Cobean2002:192). Los estudios de Weigand y colaboradores (Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004) y el realizado por Glascock y su equipo posteriormente, en el cual se llevó a cabo un amplio análisis de características e identificación de elementos traza, describen a La Joya como un yacimiento de obsidiana de alta calidad, de aproximadamente 5 km2 de extensión (Glascock et al. Reference Glascock, Weigand, López, Ohnersorgen, Ambriz, Mountjoy, Darling, Kuzmin and Glascock2010; Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004). Este sitio, que se aprovechó para la extracción de materia prima a cielo abierto, cuenta con áreas de preparación de lo que las investigaciones mencionadas llaman macronúcleos, a los cuales definen como núcleos obtenidos en una primera fase de extracción de lascas (Weigand et al. Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004:117-119).
En nuestra muestra, se hace evidente la ausencia de extracción de materia prima en el CEP debido a poca frecuencia de materiales con córtex y la nula presencia de desgaste de preparación preliminar de los materiales directos, por lo que deducimos, de acuerdo con Weigand y colaboradores (Reference Weigand, de Weigand, Glascock and Williams2004), que, para facilitar el traslado y la fase de extracción, la materia prima llegaba a la isla previamente preparada. Una vez que la materia prima llegaba ahí, se aplicaba principalmente la técnica de talla por percusión directa para obtener lascas. El trabajo de industria bifacial y tecnología de puntas de proyectil es mínimo.
En cuanto a morfología, la mayoría de los objetos encontrados corresponden a lascas semirregulares y regulares desprendidas en una fase inicial de reducción, que debió dar como resultante núcleos subprismáticos o poliédricos para la extracción de navajas prismáticas (Clark Reference Clark and de Arechavaleta1990; Pastrana Reference Pastrana1998).
Análisis tecnológico y morfológico de objetos de obsidiana para la reconstrucción operativa del conjunto CEP
La clasificación morfológica de los objetos hallados dio como resultado dos grupos de productos divididos en 18 tipos y subtipos, los cuales fueron identificados por una nomenclatura compuesta por número y letra minúscula (Tabla 2). Mientras que por las tonalidades de la materia prima se dedujo que, pese a que en su mayoría corresponden al yacimiento de La Joya, también podrían corresponder, en segundo orden de importancia, al yacimiento de Teuchitlán (Tabla 3)Footnote 1.
En el primer grupo figuran los relacionados a las fases de extracción: lascas, lascas finas, macrolascas y núcleos (Figura 3). Con referencia en las fases que proponen Clark (Reference Clark and de Arechavaleta1990) y Pastrana (Reference Pastrana1998), la secuencia de producción comienza con la preparación y reducción de bloques o nódulos que llegan como materia prima después de ser seleccionados, extraídos y pre-preparados en el yacimiento. En esta fase se extraen por medio de percusión directa: (1) lascas de descortezamiento (1b: n = 587) por la eliminación de córtex secundario e impurezas; (2) lascas de reducción de forma irregular (1a: n = 1.788), desprendidas para dar forma a los bloques y preparar la plataforma de percusión (1d: n = 2); (3) lascas de cresta (1e: n = 55), derivadas de la eliminación de aristas que sirvieron de plataforma de percusión; (4) macrolascas (7: n = 1.316) y lascas tanto primarias y secundarias (1c: n = 5.278), para formar aristas semiparalelas y eliminar las irregularidades geométricas; y (5) lascas finas y delgadas (2a: n = 976; 2b: n = 800), las cuales denominamos navajas triangulares y trapezoidales. Los posibles instrumentos implicados en el proceso productivo que se identificaron fueron percutores esféricos de basalto (n = 5).
El producto final sería un núcleo subprismático (Pastrana Reference Pastrana1998) o poliédrico (Clark Reference Clark and de Arechavaleta1990); de ahí, comenzaría la reducción que produce navajillas prismáticas. Sin embargo, los pocos ejemplares de núcleos agotados de aristas paralelas alargadas (18c: n = 10) nos sugieren, como ya se había comentado, que la producción de núcleos era también uno de los objetivos del trabajo realizado en el espacio, los cuales debieron exportar de la isla mediante un mecanismo de distribución para ser aprovechados por artesanos externos. Con esto, el primer grupo nos muestra las actividades involucradas en un ciclo operativo especializado de producción de tecnología laminar para formar instrumentos (Clark Reference Clark, González and Clark1986, Reference Clark and de Arechavaleta1990:89; Pastrana Reference Pastrana and de Arechavaleta1990; Soto de Arechavaleta Reference Soto de Arechavaleta1982, Reference Soto de Arechavaleta and Manzanilla1986). El proceso involucró actividades relacionadas con la reducción de volumen hasta la obtención de la preforma y la elaboración del instrumento (Pastrana Reference Pastrana1998:90).
El segundo lo conforman 10 tipos de productos relacionados con objetos que, después de desprendidos o extraídos, se prepararon con reducción y facetado para que fuesen empleados en el mismo espacio: puntas de proyectil o puntas de lanza, lascas para corte o cuchillos, raederas, lascas para raspar o raspadores, buriles, desfibradores, cepillos, perforadores, excéntricos y multifuncionales. Las lascas desprendidas que los talladores consideraron aptas para ser empleadas fueron, principalmente, las primarias (una arista), secundarias (dos o más aristas) y en algunas ocasiones las de cresta. Presentan una forma que depende de la regularidad lograda de las aristas del núcleo, generalmente tienen una sección gruesa, ya sea trapezoidal o triangular, mientras que su planta es más delgada. Es común que no alcancen la longitud completa del núcleo debido a las huellas irregulares en su parte distal. Entre los errores de talla aparece, sobre todo, el de tipo escalonado (Pastrana Reference Pastrana1998); sin embargo, éste no discriminó a la pieza para ser preparada para su empleo. Los últimos tres tipos de lascas mencionados fueron utilizados para corte, por lo que las denominamos navaja o “cuchillos monofaciales” (4a: n = 2.065; Figura 4). Se trata de lascas talladas en sólo una de sus caras; su rasgo preferencial es la presencia de filos paralelos, los cuales pueden estar modificados o no dependiendo del filo obtenido después de extraerlos del núcleo. El ángulo de su arista oscila entre 20° y 30°. Las piezas completas pesan desde 17 g hasta 30 g, miden de 8 cm a 12 cm de longitud y presentan un espesor entre 5 mm y 7 mm. De características similares —salvo que presentan mayor dimensión en cuanto a ángulo de arista (30° a 40°), longitud (13 cm a 20 cm), espesor (1 cm a 1,5 cm) y peso (60 g a 128 g)— están las macrolascas, utilizadas tanto para cortar como para raspar (7: n = 1.316). En aquellas empleadas para raspar, los bordes fueron facetados con el objetivo de eliminar los filos; los de menor tamaño y de forma relativamente regular fueron denominados, por su función, raspadores (6a: n = 111; 6b: n = 189; 6c: n = 20; 6d: n = 71 ). Por su parte, las lascas finas que denominamos navajas triangulares (2a: n = 976) y trapezoidales (2b: n = 800) consisten en desprendimientos finos y delgados cuyo ángulo de arista no excede los 15°; su espesor es de 1 a 3 mm; y su peso va de los 4 a los 8 g. Con menor frecuencia aparecen raederas (5a: n = 230; 5b: n = 116), puntas de proyectil monofaciales (3a: n = 89), desfibradores (10: n = 139), puntas (3b: n = 10) y cuchillos (4b: n = 4) tallados sobre ambas caras —bifaciales—, cepillos (11: n = 8), buriles (8: n = 3), hoz (4c: n = 5) y excéntricos (16: n = 3).
En resumen, la acumulación es el resultado de un taller secundario relacionado con la tecnología laminar de extracción de lascas, tanto para la elaboración de objetos útiles como para lograr núcleos idóneos para la extracción de navajillas prismáticas. La secuencia comienza con la preparación y reducción del bloque o nódulo, para lo que se extrajeron residuos de córtex e impurezas; se trabajó en formar y en preparar la plataforma de percusión, buscando eliminar las irregularidades geométricas y dar forma paralela a las aristas. Independientemente a los errores de talla detectados, la mayoría de las lascas obtenidas de filo útil, como las seleccionadas para la formación de instrumentos específicos, sirvieron para manufacturar los productos finales. Los núcleos subprismáticos (Pastrana Reference Pastrana1998) o poliédricos (Clark Reference Clark and de Arechavaleta1990), listos para la extracción de navajillas prismáticas resultantes del proceso, también eran aprovechados; pese a que su reducción total en el propio espacio no fue una actividad constante, es su mínima frecuencia de aparición en la muestra lo que nos remite a sugerir que fueron productos de intercambio entre artesanos externos y locales.
Análisis de huellas de uso: Macro y microscópicos
En cuanto al uso de los objetos, la mayoría presentan astillamientos y estrías por el desgaste y retoque de sus bordes que se pueden apreciar macroscópicamente, lo que en una primera instancia sugiere que fueron utilizados dentro del espacio delimitado por la acumulación, para el aprovechamiento y/o manufactura de otro tipo de recurso (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018). Para definir el uso a nivel macroscópico se consideraron cualidades relativas a las cicatrices, encontradas por el uso del borde vivo, así como aquellas relacionadas con el trazo de las estrías por el desgaste, tales como extensión, delineación e inclinación (Bate Reference Bate2001). A partir de esas cualidades se subdividieron los atributos que nos aproximaron a su función como el ángulo de la zona activa, la arista de contacto o de trabajo, la forma de aplicar la fuerza del instrumento ante la materia trabajada y los principales movimientos, tanto longitudinales como transversales (Clark Reference Clark1981; Pastrana et al. Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011).
Del total de la muestra, una vez revisada macroscópicamente, encontramos que 40,56% de los objetos (n = 5.707) presentan posible huella de uso o tratamiento de filos, de los cuales 6,15% (n = 351) corresponde a productos de forma específica, mientras que en el 93,85% (n = 5.356) se trata de instrumentos seleccionados del lasqueo, tales como: lascas de bordes paralelos, macrolascas y lascas finas que ya se han mencionado.
Para confirmar el empleo de los artefactos fue necesario realizar un análisis de huellas de uso de base microscópica, el cual tuvo como objetivo la observación y registro de micropulidos. Este rasgo puede ser indicador diagnóstico del material trabajado y ha sido ampliamente estudiado por varios especialistas (Van Gijn Reference Van Gijn2010). Los micropulidos implican una modificación general de la superficie definida por criterios microtopográficos (como brillo y regularidad superficial), distribución, extensión, presencia de características particulares y los atributos de las estrías asociadas (Álvarez Reference Álvarez2003). Sin embargo, las formas particulares de huellas de uso no se estudian de forma aislada, sino en combinación con otros rasgos —por ejemplo, residuos— y otros atributos, como el diseño del instrumento, microlasqueos y el contexto arqueológico sumado a un programa experimental.
En México han sido pocas las investigaciones interesadas en la caracterización funcional de los conjuntos líticos, a pesar del rol decisivo de este método de trabajo para el reconocimiento de una gran variedad de actividades en el pasado. De esta forma, el procesamiento de recursos vegetales y maderables, el destazamiento de fauna o el trabajo con piel, son algunos de los procesos productivos que dependieron, en mayor o menor medida, del uso de objetos líticos y que sólo pueden ser identificados en el registro arqueológico por este tipo de análisis, cuya única limitante es la del reconocimiento de la especie específica.
El análisis funcional se dividió en dos partes. La primera parte consistió en la elaboración de réplicas y su desgaste experimental. La segunda parte consistió en la observación microscópica de los materiales arqueológicos. Para el trabajo experimental se utilizó obsidiana, y para su desgaste, recursos similares recuperados en contextos arqueológicos, tanto vegetales (maguey, pasto, carrizos) como de fauna (hueso y carne), registrando si se tratara de un material duro o suave. Para el análisis de base microscópica, se utilizaron las metodologías utilizadas por Álvarez (Reference Álvarez2003) y Pérez Martínez (Reference Pérez Martínez2017) mediante el uso de un microscopio Olympus BX52, con módulo de luz reflejada. Además, se registraron los micropulidos a 200× y 100×. Para la toma de microfotografía panorámica se utilizó un equipo Helicon Focus, para lograr una mayor profundidad de campo al momento de la toma a partir de varias imágenes que estén parcialmente enfocadas.
El programa experimental fue diseñado para llevar a cabo actividades secuenciales que incluyen la adquisición de materias primas y el uso de herramientas, tratando de utilizar, en este caso, recursos asociados a actividades lacustres. Al término de cada etapa se observaron y registraron trazas microscópicas con el fin de evaluar procesos de formación de los micropulidos, así como su identificación y sus características diagnósticas (Figuras 5 y 6).
Los resultados de los análisis microscópicos en los artefactos arqueológicos nos indican actividades de corte y raspado. Además, se observaron micropulidos asociados con el trabajo de recursos vegetales, así como algunos microrresiduos resultados de esta actividad (Figura 7). La implementación y desarrollo del programa experimental, junto con el método de huellas de uso de base microscópica, nos permitió reconocer los movimientos y los usos, y distinguir las huellas generadas por algunos procesos de trabajo, aunque se deben realizar mayores análisis para contar con una mejor caracterización del conjunto lítico.
Distribución y frecuencia de los objetos
El reconocimiento de la organización del espacio a través de la distribución de los instrumentos fue posible mediante un sistema de información geográfica (SIG), en donde se depositaron las coordenadas geográficas de cada recolección de muestras bajo el sistema de Universal Transverse Mercator (UTM). El resultado fue la proyección de la ubicación y distribución de cada grupo de objetos (Figura 8). Con la referencia de espacio, artefacto y función, los resultados muestran que las actividades que ahí tuvieron lugar no resultaron arbitrarias (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018). Existe una organización espacial, sobre todo en lo que concierne al lugar de desarrollo de las fases del proceso de extracción de lascas, así como el preferencial para el uso de instrumentos. Con esto, dividimos el espacio total en dos procesos productivos: extracción de lascas y empleo de objetos, los mismos que se muestran y explican a continuación.
Espacios de extracción de lascas. Los objetos resultantes del proceso de reducción por extracción de lascas tales como lascas de descortazamiento (1b: n = 587), irregulares de corrección (1a: n = 1.788), de reducción primaria y secundarias (1c: n = 5.278), de cresta (1e: n = 55) y finas (2a: n = 976; 2b: n = 800), coinciden al norte, noreste y en los conjuntos A y B de estructuras y terrazas. Los núcleos (18) no representan un porcentaje de frecuencia elevado en relación con la totalidad de la muestra. Los de mayor suma son de forma irregular, producto de la extracción (18b: n = 68), los mismos que se encuentran dispersos. Los ejemplares cilíndricos (18a: n = 24) se concentran en la esquina suroeste de la estructura B1, mientras que los núcleos agotados por el desprendimiento de navajas prismáticas se encuentran al sur de la acumulación (18c: n = 10). En cuanto al trabajo de extracción, posiblemente se trató del tipo paralelo (Pastrana Reference Pastrana1998:94) en el que cada artesano realizó el proceso completo a partir del descortezamiento y la preparación de caras, hasta la selección de lascas o macrolascas que pudieran emplearse. El proceso concluyó con la extracción de lascas finas.
Espacios de empleo de los instrumentos. Los instrumentos para corte se distribuyen en el sector sur, sureste y centro de la acumulación, extendiéndose a lo largo de una terraza que corre diagonalmente del noreste al suroeste. Las piezas más representativas son los cuchillos monofaciales (4a: n = 2.065) y las macrolascas (7: n = 1.316). En cuanto a los objetos punzocortantes elaborados a partir de lascas, tales como puntas de proyectil monofaciales (3a: n = 89) y puntas de lanza monofacial (3c: n = 78), su concentración coincide en el centro, junto con los materiales que evidencian las actividades de raspado y raído, como raspadores (6a, 6b, 6c y 6d), desfibradores (10) y las raederas (artefactos 5a y 5b).
Resultados preliminares: Actividades que dieron origen a la acumulación de materiales
El conjunto especializado de producción y desecho (CEP) es un contexto arqueológico cuyos desechos dan muestra del desarrollo de actividades constantes relacionadas a la producción y aprovechamiento de recursos disponibles del medio lacustre. Las prácticas culturales que dieron origen al CEP están asociadas con actividades constantes para la manufactura de instrumentos de obsidiana, incluida la preparación de núcleos subprismáticos o poliédricos, así como el aprovechamiento de lascas para formar instrumentos para cortar, raspar y raer, estos últimos se utilizaron en el aprovechamiento de otros recursos lacustres tales como juncos, tules, otates, maderas, cactáceas y huesos, entre muchas más (Figura 9). Un caso similar se reporta dentro de un contexto de producción teotihuacano, en los sitios Coasacoalcos y Las Lagunillas, en el centro de México, en donde la producción especializada de navajas prismáticas y su empleo para actividades artesanales con fibras vegetales y productos de madera ocurren en el mismo lugar (Pastrana et al. Reference Pastrana, Domínguez, Sterpone, Manzanilla and Hirth2011:171).
Si tomamos como base las consideraciones de escala para determinar la presencia de un taller especializado (Clark Reference Clark and de Arechavaleta1990; Costin Reference Costin1991; Hirth Reference Hirth, Manzanilla and Hirth2011; Soto de Arechavaleta Reference Soto de Arechavaleta and Manzanilla1986), la evidencia arqueológica correspondiente a los artefactos y el uso para el que se emplearon supera una escala de producción doméstica, para abastecimiento familiar. La extensión, acumulación y tendencia de distribución de los objetos equivale a la producción sistemática, con capacidad para suministrar de utensilios a los especialistas en la producción de otro recurso que, a su vez, abastecía a la población ubicada en los alrededores de la laguna y la región.
Los tipos cerámicos diagnósticos en superficie (Figura 10) asocian de manera relativa que la isla estuvo ocupada durante un período de más de 1.000 años, a partir del año 450 dC (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018). En este período, la distribución de los espacios en la totalidad de la superficie no varió de forma significativa. Se privilegió la meseta como centro público, las laderas norteñas como áreas habitacionales —sobre todo en las últimas ocupaciones—, mientras que la parte sureña se dedicó a las actividades de manufactura de recursos minerales y lacustres (Blanco Morales Reference Blanco Morales2018).
Agradecimientos
Al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), por la revisión del proyecto y permisos otorgados para el desarrollo de la investigación; al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), por el apoyo económico a través de una beca doctoral; así como a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por la adscripción al programa de doctoral en Estudios Mesoamericanos 2010. A la misma instancia educativa, agradecemos por la actual adición del proyecto como parte de los esfuerzos emprendidos desde el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA-UNAM). Mención especial otorgamos a Gerardo Jiménez Delgado y Javier López Mejía del Laboratorio de Análisis Espacial y Digital, IIA-UNAM por los modelos de sombreado digital Hill shade model para poder presentar la región y la isla. Al Laboratorio de Prehistoria y Evolución del IIA-UNAM que, en colaboración con el Laboratorio de Tecnología de Cazadores Recolectores de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, nos facilitaron el equipo y cubrieron todas las necesidades técnicas para la realización de los análisis de microscopia. Agradecemos a los asesores académicos de la investigación: Yoko Sugiura Yamamoto, Mari Carmen Serra Puche, Magdalena García Sánchez, Alejandro Pastrana y Ángeles Olay Barrientos; también a los miembros de la primera fase del proyecto: Samuel Mateo Guadarrama, Armando Trujillo, Rodrigo Esparza López, Gabriela García Ayala, Yazmín Hernández, Iván Ruiz Gutiérrez, así como a Paloma Domínguez Zannie por su colaboración en el programa experimental, y a Victor Oseguera Barragán por sus aportaciones durante el año 2021 en relación al análisis tecnológico de las piezas. Finalmente, todo nuestro agradecimiento es para el Municipio de San Juanito de Escobedo, el Patronato por la conservación de los sitios arqueológicos Atitlán, A.C., la Comunidad agraría del ejido Emiliano Zapata, los empresarios locales y para toda comunidad en general, quienes han recibido con entusiasmo este proyecto . Por la lectura y revisión del presente documento, a Rafael Torres Meyer, Jennifer Griffin Yoshizawa y John Pint, así como a nuestros dictaminadores y editores de la revista por sus acertadas y pertinentes sugerencias.
Declaración de disponibilidad de datos
Los materiales se encuentran bajo el resguardo del Municipio de San Juanito de Escobedo, Jalisco y el Patronato por la conservación de los sitios arqueológicos Atitlán, A.C., en espera de ser trasladados al Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México para continuar con su análisis, antes de entregarse definitivamente a las instancias permitentes. Para su consulta es necesario contactarse con las instancias mencionadas y con la responsable del proyecto Dinámicas Económicas en la Cuenca de Magdalena, Jalisco, autorizado oficialmente por el Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia mediante los oficios C.A.AOl-36/1760 y 401.1S.3-2021/216.
Conflicto de intereses
Las autoras declaran que no hay ningún conflicto de intereses.