Apéndice A
Published online by Cambridge University Press: 11 January 2024
Summary
Canción
Granada, 1828
Volad allá, versos tristes
Do está el bien del alma mía
Y decidle la porfía
De mi continuo penar;
Decidle cómo vos fuiste
En mi soledad y duelo
El efímero consuelo
De quien la sabe adorar.
¡Ay! Expresad cuanto espera
Y teme y anhela y siente,
El desventurado ausente
Que a sus plantas suspiró;
Si una lágrima siquiera
De sus bellos ojos salta,
¿a recompensa más alta
Aspirar osara yo?
Aura, leve, así las rosas
De abril su caliz esquivo
Brinden al soplo lascivo
De tu aliento bullidor;
Que en tus alas vagarosas
Lleves con grato gemir
Donde yo no puedo ir
Los acentos de mi amor.
Óyelos tú, compasiva
Hechicera dulcedumbre,
Por quien arde en viva lumbre
Mi llagado corazón;
Que mientras tu amante viva
Seguro de tus favores
Soportará los rigores
De fatal separación.
¡Oh! ¡Cuán fiel es mi memoria
En recordarme los días
Que a mi lado estar solías…!
¡Oh, cuán vehemente y cuán fiel!
Y a un tiempo tormento y gloria
Del espíritu angustioso
Es en mi infeliz estado
Esta ocupación cruel.
Siempre en ella embebecido
Ora se me representa
El punto en que darte cuenta
De mi inclinación osé;
Y suena dulce a mi oído
Aun aquel, si, delicioso
Que perturbado y medroso
De tus labios escuché.
Tú lo pronunciaste, hermosa,
Con la gracia y donosura
De que pródiga natura
Quiso adornarte al nacer;
Y enlazando cariñosa
La mano que te pedía
Con la ardiente mano mía
Consumarte mi placer.
¿Por qué magia tu contacto
Me enajena, me suspende
Y mi sangre toda enciende
En el fuego más voraz?
¿Creyera yo en aquel acto
Por desgracias que soñara,
Las que el destino fraguara
Y trajo el tiempo fugaz?
¿Creyera las veces tantas
Como en plácido recreo
Al solitario paseo
Fuimos, joviales, los dos?
¿Cuándo con dulces gargantas
Los ruiseñores trinaban
Y por las ramas vagaban
De sus amadas en pos?
Cuando las noches serenas
Del abrazador estío
El precipicio sombrío
Nos vio a su margen andar;
De allí columbrado apenas
El alfombra de esmeralda
Que extendía por su falda
Semejaba al ancho mar.
Una ocasión resonaba
Por las rocas el bramido
Que en ellas embravecido
Lanza audaz Guadalquivir;
Y a lo lejos se escuchaba
Con el nocturno reposo
El ladrido querelloso
Del vigilante mastín.
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- Chapter
- Information
- El ferí de Benastepar, o los moros de Sierra BermejaEdición, Introducción y notas de Javier Muñoz de Morales Galiana y Daniel Muñoz Sempere, pp. 302 - 308Publisher: Boydell & BrewerPrint publication year: 2023