El Foro Provincial de Tarraco, también conocido como Concilium Provinciae Hispaniae Citerioris, constituye uno de los recintos públicos más importantes y extensos del occidente romano. El trabajo que le dedica M. S. Vinci (V.), fruto de su tesis de doctorado realizada en el Institut Català d'Arqueologia Clàssica, y de un período de maduración y profundización durante su estancia en el Institut Ausonius de la Université Bordeaux Montaigne, constituye un significativo paso adelante en su comprensión. Esto es así porque a diferencia de los estudios previos dedicados a este monumento, centrados la mayoría en su arquitectura y/o decoración, la autora incorpora al mismo tiempo el análisis de las técnicas constructivas y de la organización de las canteras locales que abastecieron el monumento. Gracias a este nuevo enfoque, V. puede presentar importantes novedades que conciernen tanto al proceso constructivo del Foro Provincial como a las sucesivas modificaciones y readaptaciones que vivió el proyecto a lo largo del más de un siglo que duró su construcción, desde aproximadamente la época Tiberiana a la Adrianea.
Por tanto, el Foro Provincial, levantado en la acrópolis de la ciudad, se presenta, tal como muestra V. de manera precisa, como una construcción en continua evolución, con sucesivos cambios de proyecto y adaptaciones en curso de obras. El resultado final fue una enorme estructura dividida en tres terrazas. La primera, la denominada plaza de Culto, situada en lo más alto de la colina, estaba presidida por el gran templo que la colonia de Tarraco dedicó a Augusto en tiempos de Tiberio. El templo se hallaba en el interior de un primer temenos que no llegó a completarse, pues entre finales de la época Julioclaudia e inicios del período Flavio se levantó otro de mayores dimensiones, con una gran aula en el eje del muro de fondo, aula interpretada como un espacio de culto dedicado a los miembros de la dinastía Flavia, y quizás también con funciones de curia provincial. Cuatro exedras se adosaban al exterior del recinto, dos con planta semicircular abiertas en los extremos del muro de fondo y dos con plata rectangular en el eje de los laterales de la plaza. La segunda terraza, la denominada plaza de Representación —pues albergaba los numerosos pedestales de estatua dedicados a los flamines y flaminicae provinciales hallados en la zona— fue levantada al sur entre finales del período Julioclaudio e inicios del Flavio, aunque si reutilizó algunas estructuras precedentes. Estaba formada por una gran plaza con un podio perimetral de casi 4 m de altura, y albergaba en su interior un sistema de estanques y jardines cuya configuración debió ser parecida al Foro de la Paz en Roma. Finalmente, la tercera tarraza, que cerraba el complejo por el lado meridional, estaba ocupada por un circo levantado en época Domicianea.
El análisis que hace de este monumento V. es muy minucioso, prestando una gran atención a todos los particulares, incluso a aquéllos más pequeños, que se revelan útiles para mejorar la comprensión del foro. Por ejemplo, a partir de la individualización de unos agujeros alineados en la base del exterior del muro perimetral de la plaza de Culto, en su lado oriental, la autora deduce la existencia de un pavimento cuyas losas encajarían en estas perforaciones, demostrando así la existencia de un ámbito exterior al recinto del que prácticamente nada sabíamos hasta la fecha y que estaría conectado con la plaza mediante varias puertas (31, fig. 16).
El libro se divide en seis capítulos principales, cada uno centrado en un sector o aspecto concreto del monumento, precedidos por una introducción y seguidos por unas conclusiones, un apéndice, varios índices y un conjunto de láminas con plantas y alzados del monumento realizados por la autora.
En el primer capítulo, titulado “Il cosiddetto Foro Provinciale di Tarraco” (19‒26), se afronta de manera clara, minuciosa, pero al mismo tiempo concisa, la historia de los estudios del monumento, señalando los principales avances que se han producido en su comprensión a lo largo del tiempo, desde el s. 16 hasta las últimas novedades publicadas apenas un año antes de la edición del libro. El texto se acompaña de planimetrías y dibujos realizados en diversas épocas que muestran la evolución del conocimiento e interpretación del monumento. El capítulo se cierra con una breve referencia a la evolución histórica de la zona donde se asienta el Foro Provincial —hemos dicho la acrópolis de la ciudad.
En el segundo capítulo, titulado “La terrazza superiore” (27‒71), se analiza la plaza más importante del conjunto (132,98 × 156,4 m), dedicada al culto imperial y presidida por el gran templo de Augusto que la colonia erigió tras obtener en 15 dC el permiso de Tiberio para su construcción (Tac. Ann. I, 78.1). Cada uno de los subcapítulos está dedicado a un ámbito concreto de este espacio: como el pórtico de la plaza, que estaba coronado por un ático decorado con clípeos; el muro de fondo del recinto, al que se abrían una serie de ventanas; los accesos y recorridos más probables por este espacio; la sala axial abierta en el eje del muro de fondo de la plaza, a imitación del aula del Foro de la Paz en Roma; y, finalmente, el templo de Augusto, al cual, a pesar de ser uno de los edificios más importantes de todo el conjunto, se le dedica solamente un breve comentario, pues, como señala V., son muy pocos los restos arquitectónicos conservados del mismo.
Uno de los aspectos a los que la autora dedica mayor atención se refiere a la decoración del ático del pórtico de la plaza. Éste, como demostraron ya los estudios de HauschildFootnote 1 y de Mar,Footnote 2 estaba decorado con clípeos de unos 160 cm de diámetro. Sin embargo, la composición de este espacio sigue generando todavía hoy muchas dudas y controversias, en cuanto no existen evidencias de la presencia de las cariátides que deberían intercalarse entre los clípeos, substituidas en el caso tarraconense probablemente por una serie de relieves decorados con candelabros vegetalizados de 60 cm de anchura, y porque las medidas del ático, de sus motivos decorativos y del intercolumnio del pórtico subyacente no permiten una articulación orgánica de todos sus componentes. Es por este motivo que unas veces han sido ubicados los clípeos encima de las columnas del pórtico y en correspondencia del eje de los intercolumnios (Fig. 1, arriba a la izquierda), y otras veces han sido colocados los candelabros encima de las columnas y dos clípeos separados por un candelabro en correspondencia del intercolumnio del pórtico (Fig. 1, arriba al centro). Aún así, ninguna de estas dos soluciones se ajusta a las dimensiones reales del ático.Footnote 3 Al mismo tiempo, ha sido rechazada tradicionalmente la posibilidad de situar un clípeo en correspondencia del intercolumnio del pórtico y un relieve con candelabro encima de las columnas, siguiendo un esquema mucho más parecido al del foro de Augusto. Esto es así porque tal solución implicaría distanciar los componentes del ático 75 cm, una medida considerada excesiva porque supera con creces la documentada por ejemplo entre los clípeos y las cariátides en el foro de Augusto en Roma y en el foro de Mérida, de tan sólo 34–40 cm. Por este motivo, en 2018, se formuló una nueva hipótesis que preveía un clípeo en correspondencia del intercolumnio y dos relieves con candelabro encima de las columnas, reduciendo así la distancia entre los componentes a sólo 30 cm (Fig. 1, arriba a la derecha).Footnote 4 Esta hipótesis se inspira en algunos modelos galos (principalmente de Nyon, Avenches y Arles) donde los clípeos aparecerían supuestamente flanqueados a lado y lado por bandas verticales decoradas con motivos vegetales o candelabros: la unión en una secuencia continua de estas piezas generaría la disposición sin solución de continuidad de un clípeo seguido por dos bandas vegetales o dos candelabros.
V. rechaza todas estas soluciones, inclinándose por una fórmula más acorde con los modelos “oficiales”, consistente en situar un solo clípeo en correspondencia del intercolumnio y un solo relieve con candelabro encima de las columnas. Sugiere además la posibilidad de imaginar la presencia de una moldura perimetral en las placas cuadradas donde se labraron los clípeos, siguiendo así una hipótesis planteada en 2019,Footnote 5 que permitiría reducir la separación entre los componentes del ático a tan sólo 50–55 cm (Fig. 1, abajo a la izquierda). Sin embargo, el mismo año de la edición del libro de V., en 2020, se publicó un estudio que demostraba la inexistencia de esta moldura perimetral en los clípeos tarraconenses.Footnote 6
A pesar de los problemas enumerados, la propuesta de V. para el ático tarraconense parece ser la más probable, en cuanto resulta más fiel al esquema del foro de Augusto. La separación de 75 cm entre los componentes del ático que así se obtiene, puesto que hemos dicho que los clípeos no tendrían una moldura perimetral (Fig. 1, abajo a la derecha), si bien es significativamente superior a la documentada en el foro de Augusto y de Mérida, es sin embargo inferior a la distancia que separa los clípeos y las esculturas de Partos en el ático de la fachada de la basílica Emilia del foro Romano, de aproximadamente 1 m.Footnote 7 Además, y como punto a favor de la propuesta de V., podemos añadir que los clípeos de Tarraco han sido fechados en dos momentos distintos, con ejemplares que pertenecerían a inicios del período Julioclaudio y ejemplares de época Flavia.Footnote 8 Esta evidencia abre la posibilidad de atribuir los clípeos más antiguos al primer temenos, que hemos dicho fue en parte levantado en torno al templo de Augusto y sucesivamente desmontado para erigir otro de mayores dimensiones. Por tanto, estos clípeos habrían sido diseñados en realidad para un recinto porticado de menores dimensiones y probablemente con un intercolumnio también más reducido. La recolocación de estas piezas en el nuevo temenos, ahora con un intercolumnio más distanciado, habría condicionado sin duda la dimensión de los clípeos realizados ex novo para completar la serie.
Además, creemos que puede descartarse la propuesta que prevé un doble relieve con candelabro entre los clípeos, porque, como hemos dicho, se inspira en algunos modelos galos pero cuya interpretación sigue presentando importantes problemas:Footnote 9 por ejemplo, en ningún caso se conservan los dos extremos de los clípeos que demuestren la efectiva presencia de un candelabro o motivo vegetal a ambos lados,Footnote 10 hecho que provocaría que en una disposición continua de estas piezas se presentasen dos candelabros o motivos vegetales juntos entre los clípeos. De hecho, creemos que el motivo decorativo original, el que habría sido utilizado como modelo para estas piezas, tuviese o no un sólo candelabro, podría haber sido traducido a la piedra en función de la disponibilidad de los bloques, labrando, por ejemplo, una parte de la secuencia decorativa en cada uno, hecho que no implicaría la necesaria existencia de una simetría en los elementos decorativos presentes en un mismo bloque.
Finalmente, V. no toma en consideración la posibilidad, ya apuntada por algunos autores,Footnote 11 de que la conexión entre la terraza superior de culto y la intermedia se hiciese mediante un propileo, a pesar de que el pasaje más habitual a los recintos de culto se hace a través de accesos monumentalizados. Es cierto que no hay evidencias arquitectónicas de esta estructura, pero también es cierto que no se han realizado excavaciones en la zona mientras que sí existen algunos fragmentos arquitectónicos que podrían atribuirse hipotéticamente a un propileo, piezas que V. no parece tomar en consideración: se trata de fragmentos de capiteles y fustes que pertenecen a un orden arquitectónico de grandes dimensiones que no puede asociarse ni al templo, ni al aula axial, ni al pórtico de la plaza, y que demuestran la existencia de otra estructura monumental cuyas dimensiones encajarían con las de un propileo.Footnote 12
En el tercer capítulo, titulado “La terrazza intermedia” (73‒108), se analiza la plaza denominada de Representación (319,46 × 174,73 m). En su estudio se dedica una atención especial a la particular disposición de un podio perimetral de prácticamente 4 m de altura y una anchura de 14 m, y a la controversia todavía no resuelta acerca de la posibilidad de situar un pórtico encima de este podio, cuyas columnas repetirían por tanto la secuencia de lesenas que decoran el muro de fondo de la plaza. De hecho, no son pocos los autores que se han pronunciado en contra de la presencia aquí de un pórtico, argumentando que: la anchura del podio, de 14 m, sería muy elevada en relación a la altura de las columnas del hipotético pórtico que, se supone, deberían reproducir las mismas dimensiones de las lesenas del muro de fondo, de apenas 4,76 m de altura;Footnote 13 no hay evidencias claras de una cimentación para estas columnas;Footnote 14 y no aparecen en el muro de fondo los encajes de las vigas del techo del pórtico.Footnote 15
V. se posiciona a favor de un podio desprovisto de pórtico, aunque ello suponga alejarse del modelo más frecuente en la arquitectura romana, donde las plazas públicas suelen disponer de un pórtico. La autora justifica esta solución en base a que no hay evidencias arqueológicas claras de su existencia y en que el Foro Provincial de Tarraco puede considerarse en algunos aspectos como un unicum, por lo que no tendría por qué seguir necesariamente los parámetros más comunes en la arquitectura romana: la misma presencia del podio perimetral de 4 m de altura sería, según V., una clara muestra de esta originalidad del recinto tarraconense. De todos modos, V. no tiene en cuenta en su estudio los numerosos ejemplos galos de plazas con un alto podio perimetral coronado siempre por un pórtico, como se ve por ejemplo en el foro de Nyon,Footnote 16 de Bavay,Footnote 17 de Arles,Footnote 18 de ParísFootnote 19 o, ya en ámbito ibérico, el foro de Conímbriga.Footnote 20
Por tanto, parece más probable suponer la existencia en Tarraco de un pórtico encima del podio, al que podrían atribuirse, como han sugerido ya algunos autores,Footnote 21 los aproximadamente 50 fragmentos de fuste en granito troadense procedentes de diversos puntos de la ciudad, además de dos capiteles Adrianeos en mármol proconnesio. Asimismo, la historia de los estudios ya ha señalado en diversas ocasiones la posible existencia de una cimentación para las columnas del hipotético pórtico, cimentación identificada con una estructura en caementicium de hasta 3 m de anchura adosada al lado interno del muro frontal del podio.Footnote 22 Por otro lado, la ausencia de encajes de las vigas del techo del pórtico en el muro de fondo de la plaza se explicaría por la diferencia de altura existente entre las lesenas del muro de fondo, hemos dicho de 4,76 m, y de las columnas del pórtico, de 5,46–5,68 m. De este modo, las vigas del techo, que encajarían en algún punto del entablamento del pórtico, alcanzarían el muro de fondo de la plaza a una cota superior a la conservada, tal como se expuso en un estudio de 2019.Footnote 23 V., en relación con esta hipótesis que conoce bien, afirma que en tal caso debería haberse conservado al menos una parte del friso en el muro de fondo, en cuanto el arquitrabe sí se conserva en toda su altura. Sin embargo, la ausencia de trazas del friso podría explicarse por el hecho de que el muro de fondo estaba estucado y pintado, por lo que quizás este elemento fue realizado directamente con este material, pudiendo haberse perdido completamente.
El cuarto capítulo, titulado “Il circo” (109‒35), se centra en el estudio del circo (325 × 115 m), levantado en época Domicianea, cerrando el lado meridional del conjunto. En él, como observa V., se utilizó una técnica constructiva diversa al resto del Foro Provincial, con el predominio del caementicium, totalmente ausente en la terraza superior y solamente utilizado de manera puntual en la plaza intermedia. La autora realiza en este capítulo un preciso análisis de las estructuras conservadas y de las técnicas constructivas utilizadas, haciendo especial atención a todas aquellas evidencias que permiten conocer mejor el proceso de construcción del edificio, como ocurre, por ejemplo, con las fracturas modernas, que V. observa coinciden con el punto de contacto entre diversas fases constructivas.
El quinto capítulo, titulado “Considerazioni sul processo di costruzione” (137‒70), constituye una de las aportaciones más novedosas al estudio del Foro Provincial, en cuanto une el análisis de la estructura arquitectónica con el proceso de construcción y la gestión y explotación de las canteras de piedra local que abastecieron el monumento. En este capítulo la autora dedica una especial atención a las siglas grabadas en algunos bloques de piedra arenisca procedentes de las canteras de El Mèdol, a 9 km al norte de la ciudad. La autora corrige algunas lecturas previas de estas siglas que se han demostrado erróneas, interpretando ahora algunas de ellas como antropónimos quizás relacionados con un magister cohortis lapicidarum, y otras con fechas relacionadas con el momento de fabricación de los bloques.
En el sexto capítulo, titulado “La questione dei modelli e dei finanziamenti” (171‒84), se dedica una primera parte a estudiar los accesos habilitados a todo el recinto del Foro Provincial. Una segunda parte a analizar las fuentes de financiación y los promotores del proyecto, aspecto este último que, como señala la autora, solamente puede ser tratado de manera genérica faltando datos históricos o epigráficos. Plantea también la posibilidad que las canteras de piedra local utilizada en el Foro Provincial hubiesen sido propiedad de la colonia y que la casa imperial hubiese intervenido de alguna manera en la construcción de algunos sectores del conjunto, quizás facilitando las infraestructuras necesarias para la obtención de la piedra y el mármol o la mano de obra más especializada. Finalmente, en la tercera parte de este capítulo se analizan los modelos arquitectónicos en los que se habría inspirado el Foro Provincial, señalando al mismo tiempo que no existe la voluntad de hacer una réplica provincial, sino que se quiere mantener expresamente una cierta identidad constructiva local. Entre las particularidades locales se señalan la alternancia de los clípeos del ático de la plaza de Culto no con cariátides sino con relieves decorados con candelabros vegetalizados; la presencia en el muro de fondo de esta plaza no de nichos, como sucede en el foro de Augusto en Roma o en el de Mérida, sino con ventanas; la presencia de un templo en el interior de esta plaza, cuya configuración es muy parecida al Foro de la Paz en Roma; o la disposición de un elevado podio perimetral en la terraza intermedia.
Finalmente, en las conclusiones (185‒87) se repasan algunos de los puntos más importantes tratados en el libro, como las irregularidades del conjunto determinadas por la orografía del terreno, las particularidades de la plaza intermedia derivadas de la presencia de un podio perimetral, etcétera. También se analizan las estructuras arquitectónicas precedentes a la construcción del Foro Provincial, muchas de ellas englobadas en este monumento, aspecto al cual la autora ya había dedicado en el pasado algunos estudios de gran interésFootnote 24 y que permiten intuir la presencia ya en época Julioclaudia de un proyecto de mayor envergadura de lo que se había pensado hasta ahora, quizás ya articulado en dos terrazas.
Sigue a las conclusiones un apéndice denominado “Catalogo dei capitelli di parasta” (189‒93) donde se presenta el catálogo de los capiteles toscanos de lesena conservados in situ en el muro de fondo de la plaza de Representación, un total de nueve ejemplares. El catálogo, que incorpora fotos, dibujos y una pequeña ficha descriptiva de cada uno de los capiteles, permite observar las diferencias existentes entre las distintas piezas, aun si debían decorar un mismo espacio arquitectónico.
Cierra el libro un conjunto de nueve tablas desplegables con plantas y alzados a escala de diversos sectores del monumento, algunas de ellas relativas a partes del Foro Provincial de las que todavía no disponíamos de un material gráfico de tal calidad.
El libro de V. constituye por tanto una obra fundamental en el estudio del Foro Provincial de Tarraco, en cuanto realiza un análisis novedoso del mismo y porque incorpora puntos de análisis que no siempre se habían tenido en cuenta en los estudios previos dedicados a este monumento. El trabajo permite detectar algunos de los problemas interpretativos todavía no resueltos y presenta algunas posibles soluciones que sólo futuros trabajos, que partan de una mayor información arqueológica, podrán ir esclareciendo. Creemos que este estudio supera el interés del ámbito local o provincial, habida cuenta de que la construcción de este monumento se enmarca en el proceso de creación de un nuevo modelo de arquitectura imperial en época Flavia, con claras alusiones al Foro de la Paz y al Templo del Divo Claudio en Roma.Footnote 25