4 - La Venganza Del Ángel Caído

Summary

El cuerpo de la prostituta simboliza el deseo inerte y deletéreo, incapaz de la procreación, máximo valor fisiológico en la moral burguesa, de ahí que se compare permanentemente con figuras estatuarias, bellezas marmóreas que contaminan de muerte y de degeneración. Parásito social, a pesar de realizar una función higiénica regulada, la ramera es el contramodelo no sólo de la doxia moral, sino de la sociedad productiva, en tanto que infecunda (Bell 1994: 41). En La desposada (1887), López Bago presenta a los universitarios madrileños manifestándose en abierta protesta contra un decreto del Ministerio de Fomento; cuando los agentes del orden disuelven la concentración, los jóvenes sublevados se sienten atraídos por el reclamo de una prostituta callejera que los conduce a un mísero burdel; la experiencia sexual acaba con el espíritu reivindicativo del grupo. Concluye López Bago refiriendo el estado de ánimo de los varones cuando abandonan la mancebía: ‘El contacto con las carnes blandas de las hembras de alquiler les había quitado las fuerzas para las viriles iniciativas. Iban tan juiciosos como burgueses durante la digestión del cocido’ (1887b: 140). En el orden sexual defendido por los naturalistas, el deseo enfermo, que anula la masculinidad, es el principal elemento de desorden, pues impide canalizar productivamente la voluntad y la actividad del individuo.

López Bago hace hincapié en la imagen de una sociedad poseída por la erotomanía, que necesita de un lenitivo sexual, el cuerpo de la prostituta, leitmotiv de la novela zolesca. El burdel se convierte en el reflejo de la moral farisaica que tanto denuncian los escritores reformistas, en concreto los defensores del naturalismo de Zola, quienes censuran se ensalce el valor de la virginidad de las mujeres honestas —estatuas de la virtud a las que se niega la iniciativa y el disfrute sexual—, en tanto se acepta la necesidad higiénica de ‘la mujer degradada’, como llama López Bago a la meretriz, receptora mecánica del deseo masculino, a la que incluso se exige el fingimiento del trasporte erótico.